Los guardianes de la selva maya desaf¨ªan a narcos e inversores
Las concesiones forestales de manejo comunitario reducen la narco-deforestaci¨®n, los incendios y la pobreza en la Reserva de la Biosfera Maya en Guatemala, pero est¨¢n a punto de expirar
En uno de los mayores bosques tropicales al norte de la Amazon¨ªa, en Guatemala, cient¨ªficos de tem¨¢ticas diversas se han topado con una anomal¨ªa. Arque¨®logos, investigadores forestales, estudiosos del crimen organizado y expertos en migraciones han observado lo mismo: en un 25% de la reserva apenas hay incendios, deforestaci¨®n o traficantes de coca¨ªna. No hay saqueos de yacimientos arqueol¨®gicos. Hay muy poca emigraci¨®n y las remesas econ¨®micas desde el extranjero son insignificantes. Y aunque el Estado est¨¢ pr¨¢cticamente ausente, hay cl¨ªnicas y escuelas.
La respuesta se halla en el modelo de concesiones forestales manejadas por comunidades, que desde su creaci¨®n en 1997 han levantado la econom¨ªa local protegiendo uno de los enclaves naturales y culturales m¨¢s importantes de Am¨¦rica Latina. La Reserva de la Biosfera Maya, que abarca una quinta parte de Guatemala en la frontera con M¨¦xico, alberga jaguares, 500 especies de p¨¢jaros y sitios arqueol¨®gicos de primer orden como Tikal. La reserva est¨¢ dividida en tres partes: un tercio de su territorio son reservas naturales, gestionadas por el Gobierno; un cuarto admite la extracci¨®n sostenible de madera y frutos silvestres a trav¨¦s de concesiones comunitarias, y el resto son zonas de transici¨®n con el mundo exterior.
¡°Despu¨¦s de a?os de estudios, sabemos que estas concesiones son el ¨²ltimo basti¨®n de la conservaci¨®n del bosque tropical en Guatemala¡±, se?ala Andrew Davis de la Fundaci¨®n Prisma, un centro de investigaci¨®n sobre medio ambiente y desarrollo con sede en El Salvador.
Las concesiones, otorgadas por un periodo de 25 a?os al final de una cruenta guerra civil, se han convertido en la principal fuente de ingresos de las comunidades ind¨ªgenas y rurales de la zona y en un fuerte incentivo para la conservaci¨®n del bosque tropical. Pero a medida que el momento de renovar los permisos se acerca, las presiones externas van en aumento. Seg¨²n una propuesta de ley en los EE UU, por ejemplo, las concesiones deber¨ªan dejar paso a una explotaci¨®n tur¨ªstica con cientos de miles de visitantes, cadenas de hoteles y un trenecito. Todo ello potencialmente operado por una empresa de parques de atracciones y con apoyo financiero norteamericano. ¡°Aqu¨ª tenemos un Disneyland de verdad. No tenemos que inventar nada¡±, ha declarado el arque¨®logo y promotor de la iniciativa Richard Hansen.
El 86% de la coca¨ªna llega a los EE UU a trav¨¦s de Am¨¦rica Central, generando unos beneficios anuales de unos 6.000 millones de d¨®lares
Luego est¨¢ el tr¨¢fico de drogas. El 86% de la coca¨ªna llega a los EE UU a trav¨¦s de Am¨¦rica Central, generando unos beneficios anuales de unos 6.000 millones de d¨®lares, se?ala la ge¨®grafa e investigadora de la Universidad de Columbia Beth Tellman. La guerra contra las drogas est¨¢ llevando a las organizaciones criminales a adentrarse en zonas cada vez m¨¢s remotas, incluyendo la Reserva de la Biosfera Maya. Ello convierte a las concesiones en una isla de resistencia dentro de un mar de amenazas.
Por ello, Davis, Tellman y otros investigadores que llevan a?os documentando los ¨¦xitos de estas concesiones forestales se han movilizado, desplegando un arsenal de pruebas cient¨ªficas bajo el auspicio del Earth Institute de la Universidad de Columbia en Nueva York.
Legal, sostenible y rentable
En las tierras gestionadas por las comunidades ind¨ªgenas y locales, el bosque tropical es espeso. Se dir¨ªa que est¨¢ intacto. ¡°Solo se extrae un ¨¢rbol por hect¨¢rea y no se vuelve a talar en la misma zona hasta pasados 25 a?os, lo que permite la regeneraci¨®n del recurso¡±, explica la guatemalteca e investigadora del Centro Internacional de Investigaci¨®n Forestal (CIFOR) Iliana Monterroso, que lleva 20 a?os estudiando la zona. Adem¨¢s de maderas como la caoba y el cedro, otras fuentes de ingresos son la cosecha de resina del ¨¢rbol del chicle, especias y hojas de palmera de xate, que se usan con fines ornamentales, as¨ª como el patrullaje forestal y la prevenci¨®n de incendios.
En el plano ambiental, el modelo es sostenible y, en el econ¨®mico, es rentable. Las concesiones suponen entre el 40 y el 60% de los ingresos familiares; han aportado m¨¢s de dos millones de d¨®lares en impuestos a las arcas del Estado; y han mejorado la calidad de vida de las personas, de modo que solo un 2% reciben dinero de parientes emigrados, frente al 7% en el resto del distrito del Pet¨¦n, se?ala Monterroso. En el frente ambiental, el balance tambi¨¦n es positivo. Las concesiones mantienen una tasa de deforestaci¨®n del 0,4%, aunque est¨¢n cercadas por una de las mayores tasas de deforestaci¨®n del continente.
Asimismo, las zonas protegidas registran la pr¨¢ctica totalidad de incendios forestales, que son casi inexistentes en las ¨¢reas de gesti¨®n comunitaria. ¡°El Gobierno ha invertido m¨¢s de 1,5 millones de d¨®lares en controlar una zona que representa solo el 4% de la Reserva de la Biosfera Maya¡±, se?ala Monterroso de CIFOR en referencia a la protecci¨®n contra fuegos e incursiones. ¡°Un coste muy elevado que se est¨¢ ahorrando en las zonas administradas por las comunidades¡±, donde los resultados son significativamente mejores y los beneficios se reinvierten en conservaci¨®n, cl¨ªnicas y escuelas.
El modelo ha demostrado ser una herramienta importante para combatir la deforestaci¨®n y es un buen ejemplo de la necesidad de involucrar a los actores locales en la gobernanza forestal
Omar Samayoa, especialista en Cambio Clim¨¢tico del BID
?Pero c¨®mo logran mantener el crimen organizado a raya? Seg¨²n Tellman, los narcos deforestan tierras para desplazar sus mercanc¨ªas y blanquear dinero a trav¨¦s de la cr¨ªa y venta de ganado. Los criminales, que suelen amedrentar a quienes se cruzan en su camino al grito de "plata o plomo", podr¨ªan recurrir a la violencia para salirse con la suya. Y sin embargo, prefieren operar al margen de las concesiones forestales. ¡°Para los c¨¢rteles, es mucho m¨¢s sencillo comprar a un pu?ado de guardas en las zonas protegidas que lidiar con las comunidades locales que dependen de los bosques para su supervivencia¡±, explica la investigadora.
Derechos m¨¢s s¨®lidos
Los sat¨¦lites muestran que la narco-deforestaci¨®n se ha quedado a las puertas de las concesiones. De todos modos, las comunidades corren riesgos en su papel de defensa de un bosque tropical muy codiciado: reciben amenazas y algunos de sus miembros han desaparecido.
La mayor¨ªa de empresas locales est¨¢n representadas por la Asociaci¨®n de Comunidades Forestales de Pet¨¦n (ACOFOP), cuya misi¨®n es proteger la biodiversidad y el patrimonio cultural de la reserva. ¡°Fuera de las concesiones forestales, impera la ilegalidad y tanto el bosque como los yacimientos arqueol¨®gicos est¨¢n desapareciendo a un ritmo cada vez m¨¢s acelerado¡±, a?ade el guatemalteco Francisco Estrada-Belli, especialista en arqueolog¨ªa maya de la Universidad de Tulane y Explorador de National Geographic.
El gobierno de Guatemala ha expresado su deseo de dar continuidad a las concesiones forestales comunitarias, pero queda trabajo por delante. Para Davis, de la Fundaci¨®n Prisma, las concesiones deber¨ªan ser mucho m¨¢s largas y con mayores garant¨ªas. ¡°Es vital asegurar los derechos de las comunidades para que ¨¦stas puedan centrarse en gestionar el bosque. Ahora se ven obligadas a defenderse de presiones externas de forma constante¡±, afirma.
Otra muestra de apoyo viene del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que lleva a?os apoyando la conservaci¨®n y desarrollo sostenible en la Reserva de la Biosfera Maya. ¡°El modelo ha demostrado ser una herramienta importante para combatir la deforestaci¨®n y es un buen ejemplo de la necesidad de involucrar a los actores locales en la gobernanza forestal¡±, constata el especialista en cambio clim¨¢tico del BID Omar Samayoa. La zona representa la mayor reserva de carbono de Guatemala, pero la deforestaci¨®n tambi¨¦n la convierte, paradojalmente, en una de las mayores fuentes de emisiones de CO2 del pa¨ªs. Seg¨²n el experto, he ah¨ª otro motivo de peso para renovar las concesiones. Y hay otro m¨¢s.
Cuando Guatemala puso fin a 36 a?os de guerra civil, las concesiones forestales fueron una herramienta para construir la paz en zonas plagadas de intereses cruzados. Para Monterroso, de CIFOR, ¡°no se trata solo de proteger la Reserva de la Biosfera Maya, sino de establecer valores compartidos para que los locales, el Gobierno y el sector privado puedan colaborar hacia un objetivo com¨²n¡±.
Con el apoyo de la comunidad cient¨ªfica, los guardianes del bosque est¨¢n decididos a entreg¨¢rselo a la siguiente generaci¨®n. Mal le pese al turismo de masas, al mercado de estupefacientes y a los parques de atracciones de verdad.
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