La cara B de Egipto: mucho m¨¢s que pir¨¢mides
El pa¨ªs africano, una de las cunas de la civilizaci¨®n, esconde lugares desconocidos por muchos. Descubre el lugar del or¨¢culo de Alejandro Magno, la gran desconocida costa mediterr¨¢nea egipcia o los secretos de la ciudad de Alejandr¨ªa
En Egipto, todo parece girar en torno al Nilo, pero no es as¨ª: al margen de los cruceros que recorren el r¨ªo, de las famosas pir¨¢mides y de los misteriosos templos fara¨®nicos del Alto Nilo¡ al margen incluso de la fascinante ciudad de El Cairo, queda mucho m¨¢s Egipto para visitar y revisitar una y otra vez este pa¨ªs que ha visto pasar a todas las grandes culturas de la Antig¨¹edad. Estas son las grandes propuestas para escapar de los cl¨¢sicos de Egipto.
El Oasis de Siwa: el or¨¢culo al que viaj¨® Alejandro
No muchos turistas se alejan del Nilo, pero la escapada a lugares como el Desierto Occidental merece la pena, ya que es m¨¢s antiguo que las pir¨¢mides y tan espectacular como cualquier templo. Pura belleza. Las surrealistas formas rocosas del Desierto Blanco y las gigantescas dunas onduladas del Gran Mar de Arena son una imagen inolvidable para cualquier viajero que se aventure a conocer esta otra cara, a veces olvidada, del pa¨ªs.
Entre un pintoresco paisaje de plantaciones de palmeras y fuentes termales, en los cinco oasis de este paisaje se mantiene la aut¨¦ntica vida rural egipcia. Tal como ha sido a lo largo de milenios. Es un destino tranquilo, en el que no falta la aventura: podremos explorar las callejuelas de Al Qasr en Dakhla, ver la puesta de sol desde Gebel Al Ingleez en Bahariya, pasear entre las palmeras de Siwa, hacer excursiones por el desierto, disfrutar con el sencillo placer de relajarnos y disfrutar de la tranquila vida de un oasis.
Siwa, el m¨¢s remoto de los oasis del Desierto Occidental, en el l¨ªmite del Gran Mar de Arena, a 50 km de la frontera con Libia, es el oasis por excelencia, tal y como todos lo imaginamos. Hasta aqu¨ª viaj¨® el mism¨ªsimo Alejandro Magno para consultar su famoso or¨¢culo, y ya solo por eso merecer¨ªa una visita, pero resulta tambi¨¦n un sitio ideal para relajarse despu¨¦s de viajar por el Nilo. Un paseo en bicicleta entre las palmeras, una excursi¨®n por el desierto hacia manantiales termales o para deslizarnos por las pendientes de las dunas, y muchas otras experiencias que justifican el viaje hasta este oasis.
Más información en la nueva guía de Egipto y en www.lonelyplanet.es
El aislamiento geogr¨¢fico de Siwa ha ayudado a proteger una cultura completamente distinta al resto de Egipto, que conserva las tradiciones regionales y el siwi, la lengua bereber regional. Todo viene de un largo pasado: los monumentos m¨¢s antiguos de Siwa incluyen un templo, el del Or¨¢culo de Am¨®n, de la XXVI dinast¨ªa, cuando los asirios invadieron Egipto. Una de las leyendas m¨¢s persistentes del Desierto Occidental es la del ej¨¦rcito perdido del rey persa Cambises II, que fue enviado a destruir el or¨¢culo pero desapareci¨® en el desierto. Esto aument¨® su prestigio y reforz¨® el poder pol¨ªtico de los sacerdotes de Am¨®n.
En los alrededores de Siwa
En Siwa hay muchas fuentes activas y burbujeantes escondidas entre los bosques y palmeras, como la Fuente de Cleopatra, la piscina de la Fuente de Fatnas o Bir Wahed. Ver la puesta de sol mientras uno se ba?a en esta fuente es una experiencia surrealista.
Pero si llegamos hasta aqu¨ª atra¨ªdos por el famoso Or¨¢culo, como hac¨ªan los antiguos, tendremos que ir a Aghurmi, a 4 kil¨®metros al este de la actual ciudad de Siwa. Fue aqu¨ª donde Alejandro Magno consult¨® el famoso or¨¢culo en el a?o 331 a. C..
En los alrededores de Siwa hay otros pueblos, ruinas y fuentes que merece la pena visitar si hay tiempo. Como Shiatta, un espectacular lago salado rodeado de palmeras, en la frontera del mar de Arena. O Bilad Ar Rum, a unos 17 kil¨®metros, la ciudad de los romanos, que alberga unas 100 tumbas excavadas en la roca de las colinas cercanas, y las ruinas de un templo de piedra, uno de los posibles lugares de descanso final de Alejandro Magno. Cerca est¨¢ Marqqui, donde una arque¨®loga afirm¨® en 1995 haber encontrado la tumba del gran conquistador, aunque eso nunca ha podido confirmarse.
Oasis de pel¨ªcula en el Desierto Occidental
Solo hay que viajar un par de horas por el desierto para disfrutar de la belleza y el aislamiento absoluto del Egipto m¨¢s salvaje. Lo mejor que se puede hacer para experimentar la soledad del Desierto Occidental es acampar bajo el cielo estrellado en el Desierto Blanco o adentrarse entre las dunas del Gran Mar de Arena.
El Oasis de Al Kharga es el m¨¢s cercano al valle del Nilo, pero tambi¨¦n el m¨¢s moderno y, por tanto, el menos ex¨®tico. Por aqu¨ª pasaron durante mucho tiempo importantes rutas comerciales del desierto y fue un lugar pr¨®spero y estrat¨¦gico. Hoy es la ciudad m¨¢s grande del Desierto Occidental, con amplios bulevares y bloques anodinos de hormig¨®n, pero, para compensar, tiene algunos lugares interesantes como la Necr¨®polis de Al Bagawat, uno de los cementerios cristianos m¨¢s antiguos y mejor conservados del mundo, o el Monasterio de Al Kashef, unas magn¨ªficas ruinas de adobe de los primeros tiempos del cristianismo. Hay tambi¨¦n templos de arenisca enormes como Qasr Al Ghueita, con enormes murallas, que guardan viejas historias de tiempos de los faraones, o templos grecorromanos como el de Qsar Ai Zayyan, uno de los monumentos m¨¢s importantes del oasis.
Para los grandes viajeros, otro de los oasis de este gran desierto es Dakhla, con m¨¢s de una docena de aldeas, y en este caso s¨ª que cumple con las m¨¢s rom¨¢nticas expectativas de la vida en un oasis. Los pueblos de adobe en ruinas, los bosques de palmeras y las fuentes termales que rodean Mut transmiten la esencia de la tranquila vida en un oasis y son de las im¨¢genes m¨¢s evocadoras del Desierto Occidental.
El Desierto Blanco y las momias doradas de Bahariya
Farafra es el oasis m¨¢s peque?o del Desierto Occidental, por lo que pasa muy desapercibido. Hay pocos turistas y es un lugar tranquilo, con una ¨²nica ciudad, Qasr Al Farabra, que apenas es una mota en medio de la arena. Solo quedan un mont¨®n de escombros de lo que fue una antigua fortaleza romana, pero desde aqu¨ª se puede hacer una excursi¨®n al Desierto Blanco. Tras el primer vistazo al Parque Nacional del Desierto Blanco (Sahra Al Beida) podemos sentirnos como Alicia a trav¨¦s del espejo. Unos 20 kil¨®metros al noreste de Farafra, en el lado este de la carretera, surgen del suelo capiteles de un blanco cegador de roca caliza, casi sobrenaturales, deformados por los vientos del desierto hasta alcanzar formas familiares y desconocidas. Estas formaciones esculturales son especialmente impresionantes al amanecer o al atardecer, cuando el sol las ti?e de un tono rosa anaranjado, o bajo la luz de la luna, que convierte el desierto en un fantasmal paisaje ¨¢rtico.
Y adem¨¢s del Blanco, tambi¨¦n hay un Desierto Negro, al que se va desde Bahariya, uno de los oasis m¨¢s atractivos de Egipto y tambi¨¦n el m¨¢s accesible, cubierto por exuberantes palmeras con docenas de fuentes naturales listas para un chapuz¨®n. A su alrededor, las mesetas de arena y rocas son una introducci¨®n perfecta a la belleza bald¨ªa del Desierto Occidental. En ¨¦poca romana, este oasis fue un centro agr¨ªcola en el que se produc¨ªa un vino que se vend¨ªa en el valle del Nilo y hasta en Roma. Recientemente, ha vuelto a estar de actualidad por los impresionantes descubrimientos arqueol¨®gicos, como las Momias Doradas, y porque se ha convertido en un punto de f¨¢cil acceso a los Desiertos Blanco y Negro.
Alejandr¨ªa, la cara griega de Egipto
Esta espl¨¦ndida ciudad mediterr¨¢nea y luminosa es la otra cara de Egipto, la que conecta directamente con Grecia. Fundada en el a?o 331 a.C. por Alejandro Magno, su alt¨ªsimo faro, Pharos, se?alaba la antigua entrada del antiguo puerto y fue una de las siete maravillas del mundo, y su gran biblioteca estuvo considerada el archivo del conocimiento antiguo. El faro se derrumb¨® y la biblioteca fue incendiada. Una parte de la ciudad antigua desapareci¨® bajo el mar y otra parte fue engullida por la ciudad moderna. Pero pese a todo, Alejandr¨ªa sigue siendo una ciudad interesante y eterna. Hoy la imponente biblioteca moderna de Alejandr¨ªa se alza entre los vestigios desva¨ªdos de la que fue una maravillosa corniche o paseo mar¨ªtimo en el siglo XIX, el s¨ªmbolo de la ¨²ltima encarnaci¨®n de la ciudad como capital cultural de Egipto.
Viajar hoy a Alejandr¨ªa nos permite apreciar la cara m¨¢s europea de Egipto. Basta con contemplar los ¨²ltimos vestigios de su majestuosidad decimon¨®nica sentados en un caf¨¦ de ¨¦poca y pasear por las calles del carism¨¢tico barrio de Anfushi por la noche. Y por supuesto, como es obligado, visitar la versi¨®n moderna de la antigua maravilla: la biblioteca, mucho m¨¢s que un contenedor de libros ya que incluye tambi¨¦n museos de antig¨¹edades, manuscritos y arte.
Un paseo por la ciudad
En Alejandr¨ªa hay mucho m¨¢s que ver, adem¨¢s de pasear por la Corniche: el Museo Nacional de Alejandr¨ªa, instalado en una villa italiana bien restaurada, merece la pena, sobre todo por los restos grecorromanos. En Kom Al Dikka, un barrio residencial en ¨¦poca grecorromana, encontramos las ruinas de m¨¢rmol blanco del ¨²nico anfiteatro romano hallado en Egipto, y en el Museo Cavafis, recordamos a otro de los ilustres turistas que se quedaron a vivir aqu¨ª: el poeta griego-alejandrino Constantino Cavafis, lugar de peregrinaje obligado para los amantes de su poes¨ªa.
Nos quedan a¨²n por ver muchas mezquitas, algunas majestuosas como la dedicada a un murciano, Abu Abbas Al Mursi, un santo suf¨ª del siglo XIII procedente de Espa?a. O el Fort Qaitbey, presidido por unas recias murallas y al que se puede llegar dando un agradable paseo por la Corniche. Se supone que fue aqu¨ª donde se alz¨® el famoso faro durante 17 siglos, destruido por un terremoto en 1303.
Alejandr¨ªa, caf¨¦ y literatura
Desde comienzos del siglo XX, su cultura ha girado en torno a los caf¨¦s en los que durante d¨¦cadas se reun¨ªan famosos escritores para charlar sobre esta ciudad que no acababan de comprender. Muchos de aquellos viejos locales se conservan, y aunque ni la comida ni la bebida sean nada del otro mundo en la mayor¨ªa de ellos, bien merecen una visita como reliquias de otros tiempos y para admirar su majestuosa decoraci¨®n.
Entre los m¨¢s cl¨¢sicos est¨¢ el Delices, una antigua teter¨ªa que lleva en activo desde 1922. Sus techos altos siguen evocando el ambiente del viejo mundo cuando la pasteler¨ªa fue proveedora de la realeza egipcia, o cuando el caf¨¦ era uno de los locales favoritos de los soldados aliados durante la II Guerra Mundial. Otro de los imprescindibles: el Sofianopoulos Coffee Store, donde el caf¨¦ se huele a media manzana de distancia. En cualquier otra parte del mundo, esta venerable tienda ser¨ªa un museo. Presidida por enormes molinillos de caf¨¦ plateados, montones de granos brillantes y el aroma a caf¨¦ reci¨¦n tostado, es un para¨ªso de la cafe¨ªna y sirve caf¨¦s dignos de un rey.
El otro ingrediente de la ciudad es su literatura. Sus escritores atraen a tantos viajeros como sus monumentos y m¨¢s de uno llega a la ciudad con un ejemplar de El cuarteto de Alejandr¨ªa, de Lawrence Durrell, bajo el brazo. El lugar que evocan Durrell, E. M. Forster y el poeta alejandrino Constantino Cavafis todav¨ªa se percibe en los edificios del centro.
De padres griegos, Cavafis (1863-1933) vivi¨® poco tiempo en Alejandr¨ªa. En algunos de sus poemas resucita personajes de la ¨¦poca ptolemaica y de la Grecia cl¨¢sica; en otros, captura fragmentos de la ciudad a trav¨¦s de sus rutinas o encuentros casuales. Cavafis descubri¨® el mundo de habla inglesa por E. M. Forster (1879-1970), el famoso novelista ingl¨¦s que pas¨® tres a?os en la ciudad y recopil¨® lo que ¨¦l consideraba una ¡°antigu¨ªa¡±: su Alejandr¨ªa: historia y gu¨ªa estaba escrita, en sus propias palabras, como una gu¨ªa de todo lo que no hab¨ªa en la ciudad. Contaba con una introducci¨®n a la ciudad escrita por Lawrence Durrell (1912-1990), que lleg¨® a Egipto 22 a?os despu¨¦s de la partida de Forster. Durrell hab¨ªa sido evacuado de Grecia y estaba resentido con Alejandr¨ªa, una ciudad que defin¨ªa como una ¡°s¨®rdida, derruida y acabada ciudad napolitana¡±.
La ignorada costa mediterr¨¢nea
Eclipsada por la originalidad y las maravillas naturales de la otra costa egipcia, la del mar Rojo, se nos olvida que el pa¨ªs tiene tambi¨¦n un buen trecho de costa mediterr¨¢nea. Aqu¨ª, en los alrededores de Alejandr¨ªa, encontramos lugares hist¨®ricos de enorme importancia, como Abukir, Rosetta o El Alamein y los resorts tur¨ªsticos de Sidi Abdel Rahman o Marsa Matgruh frecuentados por los propios egipcios.
La ciudad de El Alamein es famosa por la decisiva victoria de los aliados durante la II Guerra Mundial. El recuerdo no es muy alegre, pero hoy en las playas vecinas reina la alegr¨ªa. Con sus arenas finas y aguas cristalinas es una zona de playa para viajeros independientes, y tambi¨¦n para viajeros m¨¢s convencionales en los resorts locales. De los viejos tiempos queda un Museo de la Guerra, el cementerio militar de la Commonwellth, un conmovedor lugar con m¨¢s de 7.000 tumbas ordenadas en filas entre plantas des¨¦rticas muy cuidadas, y un monumento de guerra alem¨¢n muy cerca de una playa peque?a pero muy agradable, a a?os luz de las abarrotadas playas alejandrinas.
Escapada al Delta y los alrededores de El Cairo
Para profundizar algo m¨¢s en la cultura y la historia de Egipto, en la zona que rodea la capital hay otros muchos yacimientos importantes que rara vez forman parte de los t¨ªpicos itinerarios. Aunque pocos de ellos podr¨ªan calificarse de visita obligada ¨Dexcepto el majestuoso y antiqu¨ªsimo enclave de Saqqara, al sur de la ciudad¨D, quien tenga tiempo y vaya m¨¢s all¨¢ del t¨ªpico tour por Egipto disfrutar¨¢ visitando esta regi¨®n menos conocida. Fuera de ruta se encuentran los monasterios coptos de Wadi Natrun, que se remontan 17 siglos atr¨¢s, pasar la ma?ana en el mercado de camellos de Birqash para sumergirse en un mundo ca¨®tico no apto para aprensivos, o acercarse a los esqueletos de ballena prehist¨®ricos de Wadi Al Hittan, uno de los enclaves evolutivos m¨¢s importantes del mundo. El resto de ruinas desplomadas por la regi¨®n y los colosos ca¨ªdos quedan, pr¨¢cticamente, a entera disposici¨®n del viajero que se aventura por aqu¨ª.
Propuestas para bucear en el Mar Rojo
Los conflictos internacionales hacen que costa egipcia del mar Rojo no pase por su mejor momento, pero sus encantos son indiscutibles: un paisaje submarino de acantilados de coral, peces de colores y naufragios de una belleza inquietante. Los viajeros pueden tambi¨¦n inspirarse en Jacques Cousteau y explorar pecios como el enigm¨¢tico carguero Thistlegorm de la II Guerra Mundial, un fascinante museo en el lecho marino. Pero incluso con unas simples gafas y aletas es posible contemplar una parte de este bell¨ªsimo mundo subacu¨¢tico.
Y detr¨¢s del mar y de los grandes complejos tur¨ªsticos de la costa, no hay que olvidar el interior: al sur de la tur¨ªstica Hurgada se extiende la ¨¦pica y agreste extensi¨®n del Desierto Oriental, una zona poco visitada surcada por rutas comerciales antiqu¨ªsimas y sembrada de antiguo arte rupestre y solitarias ruinas, que es el sue?o de todo aventurero del desierto. Y en las ¨¢ridas monta?as del norte de la costa del mar Rojo se descubren algunos de los lugares m¨¢s importantes de los principios de la cristiandad, como los monasterios coptos de San Antonio y San Pablo, lugares sagrados de la fe copta. Los monasterios solo est¨¢n a 25 kil¨®metros el uno del otro, pero debido a las escarpaduras y la meseta de Gebel Al Galala Al Qibliya (entre 900 y 1.300 metros sobre el nivel del mar), la distancia entre ellos por carretera es de 85 kil¨®metros.
Si preferimos quedarnos en la costa, El Gouna es posiblemente el mejor complejo tur¨ªstico de Egipto. El multimillonario egipcio Onsi Sawiris mand¨® construirlo cerca de lagunas y canales, para asegurarse de que hubiera abundantes playas y de que la mayor¨ªa de las instalaciones tuvieran vistas al agua. Lo frecuenta la gente elegante de Egipto y europeos en viajes organizados. Cuenta con 16 hoteles, un campo de golf de 18 hoyos, villas, boutiques, restaurantes y bares y, sobre todo, es un para¨ªso para los deportes acu¨¢ticos y una base alternativa desde la que explorar sitios donde hacer submarinismo cerca de Hurgada, que sigue siendo el destino m¨¢s conocido de la zona y el que los turistas suelen combinar con la visita al Valle del Nilo.
El canal de Suez y el decadente encanto de la belle ¨¦poque egipcia
El canal de Suez, el glorioso triunfo de ingenier¨ªa de Egipto sobre la naturaleza, no solo separa a Egipto del Sina¨ª, sino tambi¨¦n ?frica de Asia. El Canal, de 163 kil¨®metros, fue un extraordinario logro de la belle ¨¦poque de Egipto, un periodo glorioso que acab¨® en bancarrota y sue?os rotos. Esa ¨¦poca tambi¨¦n vio nacer Port Said e Ismail¨ªa, dos ciudades cercanas al canal cuyas calles siguen marcadas por aquellos breves tiempos de grandeza y su el inconfundible encanto marchito de su arquitectura.
Esta es una zona del pa¨ªs que no suele visitarse, y menos ahora por la situaci¨®n internacional, pero cualquier persona interesada en la historia moderna de Egipto disfrutar¨¢ con las migajas de su antiguo esplendor. Y, a pesar de que la zona del canal no cuenta con enormes ruinas o templos colosales, los que viajan sin prisas disfrutar¨¢n de su sosegado ritmo de vida. Por ejemplo, en Port Said, una ciudad que a finales del siglo XIX representaba la ciudad del vicio y el pecado de Egipto. Los marineros borrachos y los activos burdeles desaparecieron hace tiempo, pero la desordenada y grandiosa arquitectura, hoy en decadencia, sigue evocando ese per¨ªodo. El canal de Suez es la raz¨®n de ser de Port Said: el elevado paseo mar¨ªtimo peatonal que discurre por los muelles permite ver de cerca la entrada norte del canal y admirar el tr¨¢fico de superpetroleros.
Otra de las ciudades del canal es Ismail¨ªa, fundada por Ismail Pach¨¢, virrey de Egipto en la d¨¦cada de 1860, mientras se constru¨ªa el canal de Suez y fue el hogar temporal de Ferdinand de Lesseps, director de la Compa?¨ªa del canal de Suez, hasta que finaliz¨® su proyecto. Ismail¨ªa creci¨® siguiendo el estilo de los franceses que se instalaron en Egipto durante la ¨¦poca colonial y en la actualidad su centro, con elegantes calles coloniales, amplios jardines y villas de finales del siglo XIX, es uno de los barrios m¨¢s tranquilos y pintorescos del pa¨ªs. El coraz¨®n y la zona que m¨¢s merece la pena visitar es el antiguo barrio europeo cercano a Sharia Thawra y la plaza central, Midan Al Gomhuriyya.
La magia del Sina¨ª: monasterios, arrecifes de coral y noches estrelladas en el desierto
Y todav¨ªa nos quedar¨ªa por descubrir el Sina¨ª, una pen¨ªnsula que ha despertado el inter¨¦s de los grandes viajeros durante siglos, tanto por su profundo significado religioso como por su posici¨®n estrat¨¦gica como cruce de imperios: profetas y peregrinos, conquistadores y exiliados han dejado su huella en estas arenas. En los ¨²ltimos a?os, el miedo por la seguridad ha hecho que el turismo decaiga y parece que una y otra vez, cuando despega como destino tur¨ªstico, los conflictos pol¨ªticos enquistados desde hace siglos en la zona vuelven a darle un mazazo.
El atractivo de la pen¨ªnsula es f¨¢cil de entender: a un paso de las maravillas submarinas del mar Rojo, sus resorts junto al mar son el lugar ideal para disfrutar de unas fant¨¢sticas vacaciones descubriendo los incre¨ªbles arrecifes de coral. Uno de los lugares m¨¢s excepcionales para descubrirlos es Ras Mohammed, un verdadero oasis, rodeado por unas aguas que son la joya de la corona del mar Rojo. El parque nacional que protege esta pen¨ªnsula recibe cada a?o a m¨¢s de 50.000 visitantes atra¨ªdos por uno de los ecosistemas de arrecife de coral m¨¢s espectaculares del mundo. En las aguas del parque se pueden ver casi las 1.000 especies de peces del mar Rojo, incluidos pel¨¢gicos como peces martillo, mantarrayas y tiburones ballena.
Otro lugar excepcional es la bah¨ªa de Na¡¯ama: la costa sur del golfo de Aqaba, entre la isla de Tir¨¢n y el Parque Nacional Ras Mohammed, tiene algunos de los escenarios marinos m¨¢s impresionantes del mundo y sus aguas cristalinas y variedad de peces ex¨®ticos que recorren los coloridos arrecifes de coral han hecho de esta zona un para¨ªso del buceo. Sharm El Sheij ocupa una posici¨®n privilegiada para ofrecer vacaciones de sol y playa con un ambiente agradable y familiar y muchas opciones de buceo.
No obstante, el aut¨¦ntico esp¨ªritu del Sina¨ª se encuentra lejos de la animaci¨®n de la costa: entre abruptos picos rojizos e inmensas extensiones de arena, los beduinos conservan sus tradiciones. En una noche estrellada, rodeado de las monstruosas siluetas de las monta?as, el viajero comprende por qu¨¦ el Sina¨ª tiene un encanto imposible de resistir.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a la newsletter de El Viajero y encuentra inspiraci¨®n para tus pr¨®ximos viajes en nuestras cuentas de Facebook, X e Instagram.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.