En moto por Sa Vall de T¨¤rbena, belleza de interior
Un viaje pausado por la provincia de Alicante que se detiene en el castillo Sa caseta des moros, la cueva de las Calaveras, miradores, pueblos y terrazas para empaparse de la calma y el paisaje mediterr¨¢neo
Los caminos del interior son inescrutables, y esta afirmaci¨®n se comprueba de primera mano si se va desde la costa de Altea y Benidorm hasta el litoral de D¨¦nia cruzando por las carreteras secundarias locales de su monta?oso interior que conectan los municipios de paso de cada una de las dos comarcas de La Marina, Alta y Baja, en la provincia de Alicante. Si por un momento olvidamos las transitadas carreteras y autov¨ªas estatales que discurren acompa?adas de las inmensas panor¨¢micas del Mare Nostrum y nuestro plan es tomar una de las populares rutas de los motoristas, ya sea en moto de potente cilindrada, en scooter o en vespa, nos desviaremos, para tal fin y a la vera de la sierra B¨¨rnia, hacia Altea la Vella y fijaremos la meta m¨¢s alta en el municipio de T¨¤rbena.
Entre pronunciadas curvas, la idea es adentrarnos hacia Sa Vall de T¨¤rbena, top¨®nimo que por su art¨ªculo ¡°sa¡± procede del catal¨¢n balear y, por tanto, conserva este rasgo ling¨¹¨ªstico y cultural por la repoblaci¨®n de mallorquines desde la expulsi¨®n de los moriscos en 1609. De hecho, T¨¤rbena est¨¢ hermanada desde 1997 con el municipio de Santa Margalida de la vecina isla mediterr¨¢nea. Estas carreteras comarcales forman un nervudo mapa de encrucijadas y confluencias donde se puede elegir entre diferentes latitudes una vez hemos llegado a Callosa d¡¯en Sarri¨¤: hacia Polop de la Marina, si retornamos hacia la costa, o aventurarnos todav¨ªa m¨¢s hacia el interior para dirigirnos a Guadalest, y all¨ª visitar su sugestivo castillo musulm¨¢n. Como tercera opci¨®n, perdernos a tan solo tres kil¨®metros por el paraje natural, cascadas y manantiales de Les Fonts de l¡¯Algar. Si, en cambio, no queremos abandonar la ruta dise?ada hacia T¨¤rbena, seguiremos viaje hacia lo alto. Fuera prisas y adentr¨¦monos saboreando este paisaje monta?oso con destino Sa Vall de T¨¤rbena.
No sin antes parar en lugares con terrazas floreadas o disfrutar de una tarde de gin tonic entre mesas rodeadas de vegetaci¨®n aut¨®ctona en el restaurante Melit¨®n Jard¨ªn (Ctra. Callosa, 52, Altea La Vella), que encontramos a nuestro paso por la calzada repleta de ¨¢rboles frutales como n¨ªsperos y, menos frecuentes, limoneros. En los alrededores se encuentran algunos lugares de hospedaje rural. Dos opciones son la casa rural Altaret (CV-755, Partida Mosmai, 42, Callosa d¡¯en Sarri¨¤), aproximadamente a cuatro kil¨®metros del Melit¨®n, o El Rep¨°s del Viatger, en el casco antiguo de Callosa d¡¯en Sarri¨¤. Esta casa fue anteriormente una antigua farmacia construida en el siglo XIX y ahora est¨¢ habilitada como alojamiento rural.
Desde Callosa se inicia un trazado ciclista debidamente se?alizado de 19 kil¨®metros que llega al mirador del Coll de Rates. Antes hemos de pasar por Bolulla y descubrir lo mejor del itinerario: un para¨ªso monta?oso y curvas inigualables que experimentaremos sobre la moto mientras nos roza la brisa, bordeando de izquierda a derecha y de derecha a izquierda lo original y pintoresco del lugar. Si decidimos parar en este rec¨®ndito municipio podr¨ªamos hacerlo, por ejemplo, en el Bar l¡¯Era (Carrer L¡¯Era, 16), a muy pocos metros de la carretera.
Y, por fin, T¨¤rbena en la c¨²spide. Del castillo conocido como Sa caseta des moros solo quedan algunas ruinas y sus espectaculares vistas. En la terraza del Bar Mol¨ª (Carrer Carretera, 1, T¨¢rbena) nos sentaremos para disfrutar de un pincho de tortilla de patata con pimiento verde mientras observamos las monta?as que fueron refugio de bandoleros en el siglo XIX. La parada siguiente ser¨¢ ya el Coll de Rates y su vista panor¨¢mica con peque?os pueblos blancos: Parcent a un lado y Alcalal¨ª al otro. De Alcalal¨ª es sabida la existencia de su noble baron¨ªa, concedida por Felipe III en 1616 con su propia denominaci¨®n de Baron¨ªa de Alcalal¨ª y San Juan de Mosquera (el segundo nombre es por la ermita as¨ª denominada, que antes de 1609 fue una alquer¨ªa). El primer bar¨®n fue Xim¨¦n P¨¦rez Ruiz de Lihory y Pertusa, noble de origen valenciano, y el t¨ªtulo perdura todav¨ªa en la actualidad entre sentencias judiciales.
Lo curioso de esta cadena de sucesiones es la historia con gui?os de leyenda en torno a Margarita Ruiz de Lihory (1889-1968), hija del duod¨¦cimo bar¨®n de Alcalal¨ª. Trabaj¨® como corresponsal en Marruecos durante la Guerra del Rif para La Correspondencia de Espa?a y public¨® tambi¨¦n en la Revista Hispano-Africana, perteneciente a la Liga Africanista Espa?ola. Seg¨²n public¨® el Diario de Alicante en 1926, fecha en que ella se encontraba de viaje por Estados Unidos y Canad¨¢, un juzgado neoyorquino la inculp¨® por un enredo relacionado con la apropiaci¨®n de unos lienzos del pintor gallego Jes¨²s Corredoira. El diario gallego El Orz¨¢n, seguidor de este pleito, constat¨® que el pintor ten¨ªa una deuda con ella de 2.800 d¨®lares, motivo por el cual ella defendi¨® la retenci¨®n de dichos cuadros, valorados en 80.000. Mientras, la prensa alicantina asever¨® que la deuda con ella ascend¨ªa a 120.000 pesetas. La procesada contraatac¨® en su declaraci¨®n al afirmar que ¨¦l acud¨ªa ¡°de vez en cuando a ella para contarle sus miserias¡± o que solo quer¨ªa con esta denuncia ¡°lograr notoriedad¡±.
Por otro lado, supuestamente se le han atribuido actividades de espionaje al servicio, parece ser, de Miguel Primo de Rivera al tiempo que del l¨ªder rife?o Abd-el-Krim. Sobre su biograf¨ªa escribi¨® el psiquiatra C¨¢ndido Polo, quien concluy¨® sin tapujos ya en el t¨ªtulo de su ensayo ¡ªSangre azul. Vida y delirio de Margarita Ruiz de Lihory¡ª que padec¨ªa delirios, sobre todo por el suceso acontecido en los a?os cincuenta que da un vuelco a su vida, una vez establecida en Albacete y ser acusada de profanaci¨®n del cad¨¢ver de su hija, e involucrada desde entonces en relatos de prensa sensacionalista y en procesos judiciales con penas de reclusi¨®n.
Inmersos en tal historia volvemos al presente. Paramos en el peculiar Bar-Restaurante Lulah¡¯s, de aires frescos y novedosos en su decoraci¨®n, adem¨¢s de por sus actuaciones en directo, y en la puerta contigua, el bar ciclista Musette Caf¨¦. En el contorno de Parcent otra ruta muy particular es la de los riuraus o construcciones rurales con arcada formando un tipo de porche cubierto y que suele estar adosado a una vivienda. Representa un arquetipo de esta zona alicantina por su valor antropol¨®gico y su uso se relaciona con el almacenaje y secado de la uva para convertirla en pasa. Se ven dispersas tambi¨¦n por todo el enclave paisaj¨ªstico de la Vall del Pop que rodea a Xal¨® (Jal¨®n) y sus vi?edos de uva moscatel. De nuevo encontraremos el mar en poco tiempo. La cueva de las Calaveras, en Benidoleig, son el reclamo tur¨ªstico antes de llegar a D¨¦nia.
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