De viaje por el sur de Madrid: planes para escapar del asfalto de la capital
El sur de la comunidad es un territorio de sorpresas en el que aguardan la necr¨®polis de Cadalso, el pantano de San Juan, el Museo Lunar de Fresnedillas de la Oliva, las bodegas subterr¨¢neas de Navalcarnero o ciudades majestuosas como Alcal¨¢ de Henares y Aranjuez
Madrid no es solo museos y grandes avenidas; no es solo un para¨ªso para las compras a pie de calle, con restaurantes con estrellas Michelin o grandes palacios reales con el tel¨®n de fondo del Guadarrama al norte. Existe tambi¨¦n un sur, menos tur¨ªstico y visitado, m¨¢s rural y humilde, en el que los madrile?os se reencuentran con sus or¨ªgenes manchegos y alcarre?os. Vi?edos, embalses, tierras de labranza, huertos exuberantes, antiguos monasterios, palacios de recreo de reyes y nobles¡ y hasta playas, que las hay, y una estaci¨®n espacial.
En Madrid parece como si solo existieran las sierras del Guadarrama o Somosierra para escaparse de la gran ciudad. Pero no. Hacia el sur, una vez superadas las ciudades dormitorio y los pol¨ªgonos industriales, hay un Madrid rural y popular, que guarda tradiciones y esconde, como un tesoro, su patrimonio art¨ªstico y folcl¨®rico. Si nos escapamos hacia el suroeste, camino de Toledo y de Extremadura, veremos que hileras de vi?edos se extienden como alfombras por las ondulantes cimas de la regi¨®n, especialmente desde Navalcarnero (M-507) hacia el oeste. Es una tierra de sorpresas donde se pueden encontrar necr¨®polis como la de Cadalso, antiguos monasterios que forjaron toda una red de pueblos o embalses, que le da esa a?orada playa a una comunidad que quiere tenerlo todo. En San Mart¨ªn es posible perderse en un Bosque Encantado y en Navalcarnero en el entramado de antiguas bodegas subterr¨¢neas llenas de grandes tinajas que se hunde en sus entra?as. Pero a¨²n hay m¨¢s: entre Robledo de Chavela y Fresnedillas de la Oliva aguardan, vigilantes, las gigantescas antenas de la NASA que se comunican con el espacio.
El Museo Lunar de Fresnedillas de la Oliva
Cuando la NASA se propuso llevar al hombre a la Luna fue preciso crear una red de comunicaciones con el espacio profundo. Robledo de Chavela y Fresnedillas de la Oliva albergaron uno de los tres puntos que triangulaban estas se?ales desde la Luna (USA-Australia-Espa?a). A¨²n hoy pueden verse en su entorno colosales antenas blancas en funcionamiento, que hacen sentir peque?o al ser humano. La antena de Robledo se inaugur¨® en 1965 y dos a?os despu¨¦s, la de Fresnedillas. Ambas participaron en el momento clave en el que el hombre camin¨® por primera vez sobre la superficie lunar.
Desde 2010, el Museo Lunar de Fresnedillas de la Oliva se ha convertido en un viaje para los sentidos y una ins¨®lita forma de participar en la carrera espacial. Ha ido reuniendo piezas cedidas por astronautas y trabajadores de la NASA y de otras agencias especiales y, adem¨¢s de un interesante programa de realidad virtual, el museo cuenta con un panel de control de lanzamiento de cohetes, preparado como simulador para que los m¨¢s j¨®venes puedan experimentar c¨®mo son los preparativos de un despegue. Es posible incluso entrar en algunas de las gigantescas antenas exteriores.
Información en lonelyplanet.es y en la nueva guía Lonely Planet de la Comunidad de Madrid.
Una playa, un embalse y lo que queda de un gran monasterio
Todos los madrile?os saben que ¡°aqu¨ª s¨ª hay playa¡±. No ser¨¢ de fina arena dorada como en el Mediterr¨¢neo, ni larga y blanca como las del Atl¨¢ntico, pero los 14 kil¨®metros de playas del pantano de San Juan han servido durante d¨¦cadas de esparcimiento y refresco para los habitantes de la acalorada capital. El embalse ocupa los t¨¦rminos municipales de varios pueblos madrile?os, entre ellos Pelayos de la Presa. Es el ¨²nico embalse de la Comunidad de Madrid en el que est¨¢n permitidos el ba?o y las actividades acu¨¢ticas, sobre todo en las playas de la Virgen de la Nueva y del Muro, y no faltan los chiringuitos, empresas de alquiler de embarcaciones y aparcamientos. Incluso hay un camino de senderismo, la Via Verde del Alberche, que permite llegar hasta all¨ª a pie: empieza en San Mart¨ªn y pasa por el embalse de camino al de Picadas.
Una de las cosas que m¨¢s sorprende en las orillas del embalse son las enormes ruinas de un monasterio cisterciense a un paso de la zona de ba?o: el monasterio de Santa Mar¨ªa la Real de Valdeiglesias, levantado hace 900 a?os, fue el origen de muchos de los pueblos de la zona, de los que solo el de San Mart¨ªn tom¨® el nombre. La desamortizaci¨®n de Mendiz¨¢bal en 1836 fue el final del monasterio, que acab¨® desvalijado y destruido, aunque desde 1974 se viene poco a poco devolviendo el lustre al esqueleto.
Jardines encantados y vinos: San Mart¨ªn, Cadalso y Navalcarnero
San Mart¨ªn de Valdeiglesias es famoso por sus vinos y sus bodegas. Y, cada vez m¨¢s, es tambi¨¦n una opci¨®n de vida tranquila para los urbanitas madrile?os, a pesar de la distancia. La iglesia inconclusa de San Mart¨ªn y un castillo (el de la Coracera; construido por Don ?lvaro de Luna en el siglo XIV, y rodeado por murallas y cuatro torreones) se alzan sobre sus tejados, pero lo que resulta m¨¢s desconocido es su Bosque Encantado, un proyecto bot¨¢nico muy curioso que se convierte en un reclamo para familias. El lugar es f¨¢cil de encontrar siguiendo las se?alizaciones, ya cerca de San Mart¨ªn. Est¨¢ en una ladera desde la que se tienen unas vistas privilegiadas del entorno (es zona de especial protecci¨®n para las aves). En sus 25.000 metros cuadrados hay 300 esculturas vegetales que han sido modeladas con formas muy diversas. El jard¨ªn es un remanso de paz que por la noche se ilumina y puede disfrutarse con recorridos nocturnos.
Cadalso de los Vidrios, custodiado por Gredos y ya fronterizo con ?vila, ha sido siempre tierra de canteros y todav¨ªa quedan restos de esta industria. Fue aqu¨ª donde Carlos III decidi¨® situar una Real F¨¢brica de Vidrio, y de all¨ª su nombre. Pero si alg¨²n viajero para en Cadalso es, sobre todo, para asomarse a su Palacio de Villena, situado frente a una fuente de origen musulm¨¢n, la de los ?lamos. El palacio no puede visitarse por dentro, pero se puede apreciar desde fuera y pasear por la parte de los jardines que fue cedida al municipio. Aqu¨ª se encuentra el antiguo estanque de la huerta, de aspecto fortificado, que ahora est¨¢ seco y sediento de fondos que le devuelvan el esplendor que tuvo cuando Isabel la Cat¨®lica se aloj¨® en el palacio, tras la jura de los Toros de Guisando. Inicialmente fue construido en estilo rom¨¢nico, pero las reformas posteriores le dieron el estilo renacentista que hoy conserva.
Cadalso presume de otros puntos de inter¨¦s, como el yacimiento arqueol¨®gico de La Mezquita (restos de una antigua iglesia rom¨¢nico-mud¨¦jar); una iglesia g¨®tica y herreriana solemne y sobria, la de la Asunci¨®n, edificada en parte con piedra de la vieja muralla ¨¢rabe; y una antigua casona, hoy conocida como la Casa de Los Salvajes o Cas¨®n de los Austrias, un edificio renacentista que en otra ¨¦poca fue la casa solariega de un personaje de la corte, y que todav¨ªa luce un gran escudo en su fachada de piedra.
Pero muchos conocen m¨¢s San Mart¨ªn por sus vinos y bodegas, igual que sus pueblos vecinos: Cenicientos, Navas del Rey, Cadalso de los Vidrios¡ hasta nueve t¨¦rminos municipales sobre los que se distribuyen las bodegas inscritas en la denominaci¨®n de origen Vinos de Madrid. Pero el destino enol¨®gico de la zona por excelencia es Navalcarnero, lugar para buen comer y mejor beber, con una fuerte tradici¨®n bodeguera. Fue segoviana en alg¨²n momento de su historia y de aquella ¨¦poca queda su plaza porticada de Segovia. Sus bodegas subterr¨¢neas (algunas bajo los restaurantes de la villa), con grandes tinajas de hasta dos metros de altura, se pueden visitar. Y, para entender m¨¢s del entorno, est¨¢ el centro de interpretaci¨®n que ocupa una antigua casa de labranza, y tambi¨¦n con una buena bodega en el subsuelo. Pero hay muchas m¨¢s por todo el pueblo (la del Carnero, la del Pr¨ªncipe, la del Comendador, la de la Hoster¨ªa de las Monjas¡), que perfectamente acondicionadas son un viaje al pasado.
Puestos a probar los vinos madrile?os, una opci¨®n es visitar dos zonas de vi?edos y bodegas a las afueras del pueblo, junto a Villamanta: las bodegas Valquejigoso y, con Gredos y Guadarrama al fondo, los vi?edos de La Casa de Monroy, una de las bodegas m¨¢s antiguas de la comunidad, de mediados del XIX.
Entre reyes y estudiantes en Aranjuez, Alcal¨¢ de Henares y las Vegas
En el sur, y tambi¨¦n hacia el este, adem¨¢s del Madrid rural y bodeguero hubo un Madrid real, nobiliario y universitario en las vegas del Henares, el Tajo y el Jarama. El Taju?a atraviesa el territorio por la mitad y da personalidad a una veintena de municipios que conforman lo que se conoce como la comarca de Las Vegas. Aqu¨ª hay mucha industria y muchas ciudades-dormitorio al servicio de la extensa Madrid metropolitana, pero no nos olvidemos: es visita tur¨ªstica imprescindible ya que re¨²ne dos excepcionales patrimonios mundiales: al norte, Alcal¨¢ de Henares, y al sur, Aranjuez.
Y de sus f¨¦rtiles tierras, consideradas la huerta de Madrid, salen algunos de los productos m¨¢s t¨ªpicos de la comunidad: las aceitunas de Campo Real, las palmeritas de chocolate de Morata de Taju?a (fabrican 60 toneladas anuales), los ajos y el an¨ªs de Chinch¨®n, la miel de la Alcarria, las patatas fritas de Perales de Taju?a o el aceite y los vinos de Colmenar de Oreja y Villarejo de Salvan¨¦s.
Alcal¨¢ de Henares: universitaria y teatral
Quien no conozca Alcal¨¢ de Henares se est¨¢ perdiendo una joya. A esta ciudad a unos 45 kil¨®metros de la capital y bien comunicada (hay trenes, autobuses, autov¨ªa¡) es obligado dedicarle, al menos, una jornada completa porque da para eso y para m¨¢s. En sus calles espera, por ejemplo, la casa natal de Miguel de Cervantes, algunos de los escasos restos romanos encontrados en la regi¨®n, un Corral de Comedias por el que pasaron Lope o Calder¨®n, un museo arqueol¨®gico excepcional, numerosos conventos e iglesias, una catedral magistral, una juder¨ªa y una morer¨ªa, y, sobre todo, una grand¨ªsima e importante universidad con cinco siglos a sus espaldas.
El complemento perfecto de la visita cultural a Alcal¨¢ son sus bares y restaurantes: es famoso el tapeo por los bares del centro, lleno de estudiantes, pero la oferta es de lo m¨¢s completa, incluyendo la famosa Hoster¨ªa del Estudiante, instalada frente al Parador, el antiguo colegio menor de San Jer¨®nimo que fund¨® el cardenal Cisneros y con vistas al Patrio Triling¨¹e de la universidad. Es un escenario del siglo XVI ¨²nico, con enormes vigas de madera y una chimenea donde se cocinaba ya hace cinco siglos. Imprescindible probar los platos del recetario cervantino, como los duelos y quebrantos, las migas o la sopa boba alcala¨ªna.
En plena calle Mayor (la calle m¨¢s larga de Europa con soportales) est¨¢ la casa-museo donde naci¨® Miguel de Cervantes, con mobiliario de la ¨¦poca y gui?os a la obra del autor de El Quijote. El Corral de Comedias vuelve a llevarnos a la ¨¦poca de Lope y Cervantes: sigue utiliz¨¢ndose como escenario teatral tras 400 a?os de historia. Pero el lugar m¨¢s importante de la ciudad es la Universidad de Alcal¨¢, fundada en 1499, en cuyo Paraninfo se entrega cada a?o el Premio Cervantes. La fachada del edificio, el patio de Santo Tom¨¢s de Villanueva, la capilla y el sepulcro son sus joyas m¨¢s visitadas.
De los 11 conventos de clausura que quedan en sus calles, los m¨¢s llamativos son el de la Pur¨ªsima Concepci¨®n y la c¨²pula del convento de las Bernardas o de San Bernardo. Y sin olvidar la catedral magistral de los Santos Justo y Pastor de Alcal¨¢ de Henares.
Y a¨²n nos quedar¨ªa asomarnos a la Alcal¨¢ romana, la antigua ciudad de Complutum, de la que queda una casa romana (Hippolytus) y muchos mosaicos, que se pueden ver en el Museo Arqueol¨®gico de la Comunidad, muy cerca de la casa natal de Cervantes.
Aranjuez: corte real
El Jarama y el Tajo convierten Aranjuez y toda la zona del ¨¢rido sur en un inesperado oasis. Todo en esta ciudad cortesana gira en torno al Real Sitio y a sus jardines, lugar de inspiraci¨®n de artistas y m¨²sicos. El Palacio es borb¨®nico, pero parte de una residencia anterior creada por Felipe II para escaparse del t¨®rrido verano de Madrid. En sus ordenanzas primitivas, como ciudad cortesana, estaba prohibido que aqu¨ª vivieran nadie que no fuera de la corte, salvo los criados reales. Con el tiempo, Felipe II comenz¨® un tit¨¢nico proyecto que convirti¨® Aranjuez en una villa real de calles arboladas, huertas y jardines.
Hoy visitar el palacio nos lleva al jard¨ªn del Rey, al comedor de gala, al lujoso gabinete ¨¢rabe, al cuarto de Felipe II o al sal¨®n de los Espejos. Hay tambi¨¦n una sala de m¨²sica, un sal¨®n de baile o el inevitable sal¨®n chino. Adem¨¢s de crear este espectacular palacio de campo, los jardines y campos se dise?aron bajo su total supervisi¨®n, se introdujeron muchas plantas de Am¨¦rica y cre¨® un sistema de presas para el Tajo, un r¨ªo que Felipe II quiso convertir en navegable para unir Aranjuez con el oc¨¦ano Atl¨¢ntico. Pero fue otro rey el de har¨ªa de Aranjuez una ciudad: Fernando VI, que comenz¨® a construir una ciudad no estrictamente regia.
Perdidos por las carreteras del sur: Chinch¨®n y Nuevo Batz¨¢n
Circulando por las carreteras del sur podemos encontrar tambi¨¦n algunos pueblos a los que se va, sobre todo, a comer bien, y de paso, se descubren conjuntos hist¨®ricos interesantes bien conservados.
Es el caso de Chinch¨®n, un pueblo tradicional, cuya plaza se convierte en coso taurino. Es famoso por su an¨ªs, su plaza, sus ajos y sus mesones, pero tambi¨¦n hay muchas ermitas e incluso un cuadro de Goya presidiendo su iglesia. Aqu¨ª, todo gira en torno a la plaza Mayor con soportales: 234 balcones de madera, muchos utilizados como terrazas de restaurantes y mesones en los que resulta obligado probar sus quesos, el hornazo, las tetillas de monja o cualquier otro dulce de las clarisas. Chinch¨®n es tambi¨¦n escapada habitual de los madrile?os por su Parador, instalado en el antiguo el antiguo monasterio de Nuestra Se?ora del Para¨ªso, del siglo XVII. Un corto paseo nos llevar¨¢ a lo alto del castillo de los Condes que preside el pueblo.
Tambi¨¦n por estos caminos del sur podemos parar en Colmenar de Oreja, que sin ser un destino tur¨ªstico tiene sus atractivos, sobre todo en el subsuelo. Aqu¨ª est¨¢n algunas de las bodegas subterr¨¢neas m¨¢s conocidas de la zona, bodegas familiares, con grandes tinajas de barro donde reposa el vino. Para mojar el vino son tambi¨¦n famosos sus bollos esf¨¦ricos ba?ados en az¨²car y rellenos de crema, chocolate o dulce de leche: las berlinesas, que aqu¨ª se llaman pelotas de fraile, y que se siguen elaborando desde hace cinco siglos. Su vecino m¨¢s ilustre fue el pintor Ulpiano Checa, que tiene aqu¨ª su museo.
Otra sorpresa de estos caminos es Nuevo Batz¨¢n, un pueblo-f¨¢brica creado a principios del siglo XVIII por el industrial navarro Juan de Goyeneche, que levant¨® su propio palacio, con dise?o de Jos¨¦ de Churriguera, que hoy preside el pueblo. Tambi¨¦n construy¨® una iglesia, y desarroll¨® una serie de f¨¢bricas donde se elaboraban pa?os, medias de seda, pa?uelos, vidrio, alcohol, papel, cera y confiter¨ªa. Nueva Batz¨¢n se convirti¨® en modelo de la modernizaci¨®n e industrializaci¨®n que quer¨ªan introducir los Borbones en Espa?a. Hoy es un sitio tranquilo para pasear entre plazas, plazoletas y casas de piedra, donde viv¨ªan y trabajaban los obreros de aquel n¨²cleo industrial que qued¨® congelado en el tiempo tras su declive comercial.
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