Saliendo poco a poco del armario
Una de cada cuatro personas tendr¨¢ una crisis psicol¨®gica en alg¨²n momento de su vida. Yo la tuve ya: ataques de p¨¢nico.
Aqu¨ª estamos de nuevo en un n¨²mero de El Pa¨ªs Semanal que repasa el a?o que se acaba. Estoy convencida de que en marzo de 2020 me ca¨ª en un agujero de gusano temporal que me ha trasladado, en un nanosegundo relampagueante, desde justo antes de la pandemia hasta el d¨ªa de hoy, porque jam¨¢s hab¨ªa vivido tan vertiginosamente como ahora este fluir de meses que parecen evaporarse sin dejar casi huella. La mayor prueba del paso del tiempo que he tenido en estos a?os es ver c¨®mo los cajones de mi casa se han ido llenando de mascarillas.
Pero, si toca repasar, pues se repasa. Mirando hoy hacia atr¨¢s a este 2021, yo destacar¨ªa un fen¨®meno social muy interesante: ha sido el a?o de la salida del armario de los problemas mentales. Un mont¨®n de famosos han sufrido crisis psicol¨®gicas que hemos podido ver en directo en todo el planeta, como la deportista Simone Biles, que dio una espantada en los Juegos Ol¨ªmpicos, o la cantante Miley Cyrus, que tuvo que detener un concierto y explicar a los espectadores que estaba teniendo un ataque de p¨¢nico. Bienvenida sea esta titubeante transparencia, este comienzo del reconocimiento de lo que somos, del filo de irrealidad y resbaladiza oscuridad que todos intuimos en nuestro interior (claro que unos m¨¢s que otros). Las personas con trastornos mentales han sufrido hasta ahora el tormento a?adido de su exclusi¨®n social, de la falta de aceptaci¨®n y entendimiento. De la ausencia de mirada. Era como si no existieran. Salvo que se tratara, eso s¨ª, de un hecho truculento: los casos violentos, aunque muy infrecuentes, siempre han llenado las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos, acaparando una atenci¨®n horrorizada y morbosa. Pero respecto a todos los dem¨¢s, sobre la inmensa mayor¨ªa de las personas con problemas mentales, solo ha existido el silencio, la incomprensi¨®n y la verg¨¹enza.
Y, sin embargo, son (somos) legi¨®n. Una de cada cuatro personas tendr¨¢ una crisis psicol¨®gica en alg¨²n momento de su vida (yo la tuve ya: ataques de p¨¢nico a lo Cyrus), y el 12,5% de todos los problemas de salud mundiales son a causa de las dolencias psiqui¨¢tricas, una cifra mayor a la del c¨¢ncer o las enfermedades cardiovascu?lares. Pero que quede claro: las personas con m¨¢s predisposici¨®n a la fragilidad mental podemos ser tan v¨¢lidas como cualquier otra. Abraham Lincoln, Winston Churchill, Marie Curie y Martin Luther King fueron depresivos; Dickens padec¨ªa un trastorno obsesivo compulsivo; Leonardo da Vinci y Beethoven fueron probablemente bipolares, y se cree que Newton sufr¨ªa delirios psic¨®ticos, por citar tan solo unos cuantos nombres.
Y sobre todo esto, claro, luego ha ca¨ªdo la pandemia, que ha acabado de achicharrarnos las cabezas. Un metan¨¢lisis hecho hace un a?o por investigadores canadienses con datos de 55 estudios de diversos pa¨ªses (entre ellos Espa?a) demostr¨® que el insomnio hab¨ªa afectado a un 24% de la poblaci¨®n, el trastorno de estr¨¦s postraum¨¢tico al 22% (cinco veces m¨¢s frecuente de lo habitual, seg¨²n cifras de la OMS), la depresi¨®n al 16% (tres veces m¨¢s frecuente) y la ansiedad al 15% (cuatro veces mayor). El neurobi¨®logo Alon Chen, que lleva 30 a?os estudiando los efectos del estr¨¦s en el cerebro, acaba de decir en una entrevista en EL PA?S que, cuando acabe la pandemia, ¡°vamos a pasar a?os viendo gente con s¨ªntomas postraum¨¢ticos, depresi¨®n y ansiedad debido a ella (¡) La cantidad de adultos, j¨®venes e incluso ni?os con trastornos psiqui¨¢tricos es abrumadora (¡). El impacto de la pandemia en la salud mental es descomunal y no se habla suficiente. Los gobiernos no invierten mucho en salud mental, no hay bastantes camas psiqui¨¢tricas ni psic¨®logos cl¨ªnicos¡±. Muy cierto y muy urgente; de hecho, entre el 35% y el 50% de los enfermos mentales que hay en el mundo no reciben ning¨²n tratamiento o no es el adecuado.
Pero la buena noticia es que por fin hemos roto la coraza de hielo que encapsulaba el tema, por fin hemos comenzado a mencionarlo y a reconocerlo. Es tan solo la punta del iceberg, pero es un salto cualitativo e importante. Y otra buena noticia m¨¢s: seg¨²n el sabio Alon Chen, ¡°el tratamiento contra el estr¨¦s m¨¢s cient¨ªficamente probado es el ejercicio f¨ªsico¡±. He aqu¨ª una excelente raz¨®n para hacer (y mantener) uno de esos bonitos prop¨®sitos de mejora para el nuevo a?o. A menearse, amigos.
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