Don Norman: ¡°Apple ha ca¨ªdo en manos de la facci¨®n m¨¢s desastrosa del dise?o: la que opina que dise?ar es hacer algo bonito y elegante¡±
Superestrella del dise?o, es conocido por haber combinado de forma revolucionaria sus estudios universitarios de Psicolog¨ªa con los de Ingenier¨ªa. La escuela de dise?o resultante marc¨® el siglo XX.
Don Norman, un hombre con la barba y la frustraci¨®n de un profeta, superestrella del dise?o, quien entr¨® como vicepresidente de Apple cuando la empresa parec¨ªa condenada a la ruina y sali¨® de ella cuando ya iba para imperio, quien cuenta entre sus logros, pero solo como uno m¨¢s, el contribuir a la forma de mism¨ªsimo iPhone, hoy es casi incapaz de descolgar un iPhone. ¡°?Por d¨®nde se supone que debo sostener este artefacto?¡±, le gru?e al ¨¢ngulo Zoom por el que nos habla desde su casa de San Diego (California). ¡°Es casi imposible levantarlo sin tocar la pantalla con los dedos, y si tocas la pantalla puedes provocar cualquier cosa que no quieras¡±. Cualquier cosa quiere decir, seg¨²n la aplicaci¨®n que uno tenga abierta, llamar a quien no se quiere llamar, poner un sticker en un chat de trabajo o sacarle una hermosa foto desenfocada a un manojo de cables bajo la televisi¨®n, al tobillo de un transe¨²nte o lo que sea que uno tenga delante.
¡°Apple antes era famosa por no incluir instrucciones. No las necesitabas. Levantabas el tel¨¦fono o enchufabas el ordenador, y en segundos sab¨ªas usarlo. Se explicaba solo¡±, prosigue Norman, con una carrerilla que solo d¨¦cadas de docencia universitaria pueden dar. ¡°Pero por desgracia, ahora quien manda en Apple son los dise?adores a los que solo les importa la est¨¦tica y la belleza. Y culpo tambi¨¦n a los periodistas que siempre dicen que la pantalla del iPhone debe ser lo m¨¢s grande posible, que no tenga marco [y que desaparezca el bot¨®n central que ten¨ªan los modelos previos a 2017]. As¨ª que nada, suena el tel¨¦fono y yo no puedo contestar la llamada¡±.
Por si pens¨¢bamos que hab¨ªa dado el asunto por resuelto. ¡°Lo que ha pasado aqu¨ª es que Apple ha ca¨ªdo en manos de la facci¨®n m¨¢s desastrosa del dise?o: la que opina que dise?ar es hacer algo bonito y elegante. Menuda tonter¨ªa. Ese no es mi tipo de dise?o. Claro que me gustan las cosas atractivas, claro que me gustan las cosas monas, pero m¨¢s importante que todo eso es que lo puedas manejar con libertad. Que sea f¨¢cil de usar, que no te lo cambien todo el rato. Ahora en Apple se creen que las palabras son feas, intentan no emplearlas, y te obligan a memorizar gestos y gestos: arriba, abajo, izquierda, derecha, un toque con el dedo, dos toques con el dedo, un toque largo, uno corto, uno en mitad de la pantalla, con dos dedos, tres dedos, sacude el tel¨¦fono¡ ?pero qui¨¦n es capaz de acordarse de todo esto?¡±.
Don Norman (Nueva York, 88 a?os) ha expuesto aqu¨ª una valiosa cantidad de detalles sobre s¨ª mismo. Que es un hombre con una idea muy clara de la funci¨®n que debe cumplir el dise?o de un objeto, una idea tan clara y tan poderosa que es pr¨¢cticamente una forma de entender el mundo; que a ¨¦l le gusta explicarla en soliloquios largos y tajantes con los cuales ha llenado horas y horas de clases en universidades, de Harvard a Stanford y buena parte de las que haya entre medias, as¨ª como a?os y a?os como ejecutivo de los mayores fabricantes de tecnolog¨ªa de las ¨²ltimas d¨¦cadas, como Apple y Hewlett Packard, en una trayectoria de cinco d¨¦cadas que le ha convertido en un referente mundial en el muy concreto tema de qu¨¦ aspecto deben tener las cosas en este mundo. Y que esa idea es que el dise?o debe ser simple. Antes que bonito, rompedor o nuevo, debe ser legible y manejable. Sufrir por la belleza es una m¨¢xima propia de gimnasios, de quir¨®fanos: los objetos est¨¢n para servir.
Esa es la idea central de la vida de Don Norman y de su libro m¨¢s imperecedero, El dise?o de las cosas cotidianas, de 1988 (editado este a?o en espa?ol por Capit¨¢n Swing), el cual le convirti¨® en una estrella (pero no de golpe: el t¨ªtulo original era La psicolog¨ªa de las cosas cotidianas y no se vendi¨® nada bien hasta que no fue retitulado para la edici¨®n de bolsillo en 1990). El libro tambi¨¦n le ha convertido en uno de los pensadores m¨¢s frustrados de Estados Unidos. Tanta fama, notoriedad e influencia, y, sin embargo, ?ve que el dise?o, en abstracto, haya mejorado en los ¨²ltimos a?os? ¡°No lo ha hecho. El problema es que no paran de salir cosas nuevas, y muchas son malas. Pero tambi¨¦n sube el n¨²mero de cosas bien hechas¡±, contesta. ¡°?T¨² sabes que soy famoso por las puertas?¡±.
Una puerta, escribe Norman en El dise?o de las cosas cotidianas, suscita solo dos inc¨®gnitas esenciales: hacia qu¨¦ direcci¨®n se mueve y desde qu¨¦ lado hay que operarla. ¡°Esas respuestas las deber¨ªa dar el dise?o. Sin recurrir a palabras, ni s¨ªmbolos ni mucho menos a obligarnos a probar por ensayo y error¡±, se lee en el libro. Si algo en esta vida deber¨ªa ser simple son las puertas. Y si algo es com¨²n es precisamente una puerta que uno no sabe abrir a golpe de vista. En el mundo del dise?o se llaman Norman doors. Puertas Norman.
¡°Mira que he hecho cosas en la vida para ser famoso por puertas que no puedes abrir¡±.
Vivimos en un mundo de Puertas Norman, 36 a?os despu¨¦s. ¡°Lo interesante es que sabemos dise?ar bien. ?Por qu¨¦ seguimos haci¨¦ndolas as¨ª?¡±, se revuelve el autor. ¡°Los principios que permiten hacer las cosas f¨¢ciles de usar y entender son, de verdad, muy conocidos. Pero la gente comete errores elementales todo el rato, en parte porque no conocen estos principios. ?Entiendes ahora que est¨¦ frustrado?¡±. S¨ª, c¨®mo no entenderlo, aunque sea porque la suya es una de las frustraciones m¨¢s rentables en todo el mundo acad¨¦mico. El dise?o de las cosas cotidianas lleva casi 35 a?os facturando, tirada tras tirada, pa¨ªs tras pa¨ªs. La reedici¨®n que acaba de publicarse en Italia anuncia en su faja que ya ha superado el mill¨®n de ejemplares vendidos.
No todo el mundo comulga ciegamente con la filosof¨ªa de Norman pero es imposible encontrar, entre los profesionales del dise?o, quien niegue su importancia. ¡°A veces no est¨¢ mal que los objetos sean complejos y de doble lectura para que nuestro ego posmoderno se sienta imbatible, pero en general los objetos de uso cotidiano deber¨ªan ser, como dijo [el dise?ador del siglo XIX] William Morris, hermosos y pr¨¢cticos. En mi opini¨®n, la belleza de lo ¨²til es la m¨¢s sofisticada¡±, sostiene Jordi Labanda, ilustrador y cr¨ªtico de dise?o. ¡°Todo el mundo deber¨ªa tener el librito de Don Norman en su mesilla de noche¡±.
¡ªSi yo le preguntara qu¨¦ tipo de dise?ador es usted, ?qu¨¦ me dir¨ªa?
¡ªYo dise?o dise?adores.
De peque?o, en los a?os cuarenta, Norman no iba casi al colegio y, cuando lo hac¨ªa, se aburr¨ªa. Su padre, funcionario, formaba parte de un equipo del Gobierno dedicado a la sanidad y la familia se mudaba continuamente a ciudades nuevas de Estados Unidos y Am¨¦rica Latina. ¡°Nunca viv¨ª m¨¢s de dos a?os en el mismo lugar. Nuestro ¨²ltimo destino fue San Salvador y ah¨ª solo estuve seis meses¡±, rememora. Ya era adolescente entonces. Experiment¨® con la escolarizaci¨®n en el pueblo de Wellesley, Massachusetts, poblaci¨®n de 10.000 habitantes, donde se enrol¨® en el instituto. ¡°Se me hac¨ªa demasiado f¨¢cil¡±, resume. ¡°Me interesaba la tecnolog¨ªa, y todo lo dem¨¢s me parec¨ªa aburrido¡±. Tras una vida n¨®mada, se sent¨ªa autogobernable. Tambi¨¦n estaba obsesionado con la electr¨®nica. Dos rasgos que le conduc¨ªan al mismo objetivo: graduarse y salir de ah¨ª.
Su refugio natural fue el MIT, el Massachusetts Institute of Technology, donde en 1956 la electr¨®nica empezaba a ser sin¨®nimo de computaci¨®n. ¡°Pensaba que ah¨ª, tambi¨¦n, todo ser¨ªa f¨¢cil porque c¨®mo no iba a serlo, si yo siempre era de los mejores de la clase. Pero resulta que en el MIT todo el mundo ven¨ªa de ser el primero de su clase: esa fue mi primera sorpresa¡±, recuerda. Se las apa?¨®, en cualquier caso, logr¨® el t¨ªtulo de ingeniero el¨¦ctrico y en 1960 march¨® a la Universidad de Pensilvania. All¨ª, tres a?os antes, hab¨ªan empezado a construir los primeros ordenadores. Fue en ese campus, rebuscando cr¨¦ditos para mejorar su titulaci¨®n, donde un profesor le solt¨® la observaci¨®n que definir¨ªa el resto de su vida: ¡°T¨² no tienes ni idea de psicolog¨ªa¡±.
Norman arquea las cejas en profesoral aquiescencia. ¡°Yo era ingeniero, lo que en EE UU se denomina, por usar la palabra t¨¦cnica, un friki. Entonces nos parec¨ªa a todos que las cosas que dise?¨¢bamos funcionar¨ªan mejor si no hubiera usuarios de por medio. El usuario te fastidiaba el dise?o. No sab¨ªamos nada de la gente. As¨ª que estudi¨¦ Psicolog¨ªa, lo cual tampoco es que te sirva de mucho para aprender de la gente. En las universidades buenas la educaci¨®n est¨¢ muy especializada y se te obliga a aprender mucho de una cosa en concreto y nada del resto. Yo tengo un doctorado en psicolog¨ªa¡ con especializaci¨®n en el funcionamiento de la oreja humana¡±, sonr¨ªe. ¡°Preg¨²ntame lo que quieras sobre el o¨ªdo. Adelante. ?Quieres saber sobre gente? Habla con un novelista. Habla con un periodista. Alguien que escriba. Cuando escribes una novela, tienes que describir a la gente de tal manera que el lector diga: ¡®Ah pues esto es verdad¡±.
Dos pilares surgieron de aquel doctorado y sobre ellos se organiz¨® el resto de la vida de Norman. Primero, su famoso rechazo a la especializaci¨®n. ¡°Los especialistas son importantes, pero aqu¨ª quienes hacen cosas son los generalistas¡±, concede. Este fallo en el dise?o del mundo le parece de los m¨¢s graves y sortearlo, una de sus mayores fortunas personales. ¡°Los dise?adores son tan cortos de miras. Les encantan sus habilidades, las cosas bonitas que hacen, por orden de popularidad, moda o dise?o gr¨¢fico. Pero en el mundo acad¨¦mico a los dise?adores no se les toma muy en serio porque hacen cosas. Yo solo apliqu¨¦ lo aprendido en la universidad al dise?o¡±.
El otro pilar fue una disciplina incipiente: la ingenier¨ªa cognitiva, la idea de que la m¨¢quina debe ser una extensi¨®n de la mente humana (el camino inverso, digamos, al que ha tomado Silicon Valley ahora). Todav¨ªa hoy se cita a Don Arthur Norman como uno de sus principales valedores, cuando no el mayor contribuyente a su creaci¨®n. Lo mismo ocurre con los t¨¦rminos que emerger¨ªan de ah¨ª: interfaz, experiencia de usuario, usabilidad. Norman sigui¨® ejerciendo de n¨®mada: estudi¨® m¨¢s psicolog¨ªa en Harvard, luego pas¨® a ser ¨¦l quien la ense?aba, y a proyectar una larga sombra como el hombre que sab¨ªa c¨®mo entendernos con las m¨¢quinas. Public¨® El dise?o de las cosas cotidianas y su fama en el mundillo se traslad¨® al resto de la sociedad. Entonces aplic¨® su propia filosof¨ªa. Si cada objeto debe demostrar su propia utilidad, su ojo no pod¨ªa quedarse en la universidad. ¡°En 1993 dej¨¦ la Universidad de San Diego y me fui a Apple¡±, relata.¡±Ah¨ª fue cuando conoc¨ª de verdad a los dise?adores. Y eran muy buenos. Pero c¨®mo eran. Muy reservados. Ten¨ªan su propio edificio, cerraban todas las puertas, te imped¨ªan el acceso sin cita previa. ?Incluso a m¨ª, que era el vicepresidente!¡±.
Norman cre¨® y dirigi¨® el primer grupo de experiencia de usuario de Apple: si no pod¨ªan derrotar a Microsoft en ventas, pod¨ªan hacer los ordenadores m¨¢s comprensibles del mundo. Digamos que lo lograron. En 1997, de nuevo, se fue. Fund¨® una consultora, volvi¨® a la ense?anza, fund¨® otras empresas. La vida n¨®mada, la suya. El Congreso empez¨® a recurrir a ¨¦l para los desarrollos tecnol¨®gicos de la naci¨®n. ?C¨®mo podr¨ªa una se?al wifi fluir por el aire? Preguntemos a la consultora de Don Norman. ?A cu¨¢ntos p¨ªxeles por cent¨ªmetro en una pantalla llamamos alta definici¨®n? Preguntemos a Don Norman. ?El iPhone? Don Norman.
¡°El legado de Norman en el mundo del dise?o es fundamental para comprender c¨®mo hemos llegado a la era actual. Fue ¨¦l quien realmente supo definir la importancia del dise?o en un mundo cada vez m¨¢s digital¡±, defiende Miguel Leiro, director del festival de dise?o Mayrit. ¡°En medio del bum digital, Norman nos record¨® que, m¨¢s all¨¢ de la tecnolog¨ªa, lo que realmente importa es c¨®mo esta se integra en la vida de las personas. Sin embargo, tambi¨¦n somos testigos de c¨®mo su enfoque ha sido proliferado y, en muchos casos, capitalizado, a veces desvirtuado en su simplificaci¨®n comercial. Su sobreexplotaci¨®n corre el riesgo de reducir una metodolog¨ªa profunda a una herramienta superficial¡±.
Hay dos libros que Don Norman tiene a mano esta ma?ana, durante la conversaci¨®n, y los sostiene ante la c¨¢mara con frecuencia. Con uno de ellos, se intuye el peso de haber hecho ya durante d¨¦cadas eso que ¨¦l hace, hilar disciplinas, dar pasos atr¨¢s para mirar el conjunto mientras otros ven el detalle, y eso le ha enfrentando al fracaso definitivo del dise?o. El peor ejemplo de una interfaz re?ida con su usuario: la humanidad y su Tierra. En nuevo libro, Design for a Better World (Dise?o para un mundo mejor, 2024), parte de una m¨¢xima de Victor Papanek, dise?ador austriaco: ¡°El dise?o es la disciplina m¨¢s peligrosa de todos porque es el que m¨¢s consume¡±.
Y le rebate: ¡°Estaba en lo correcto pero no hizo bien en culpar a los dise?adores, que solo reciben la habilidad de dise?ar. Para ir m¨¢s all¨¢ hacen falta otras habilidades. Tienes que entender tu cultura, tu historia, las finanzas, los gobiernos y los negocios. Los dise?adores no siempre consiguen que los ejecutivos les escuchen. A m¨ª mismo no me toman en serio. Tengo que hablarles en su idioma. Mostrarles el dinero o los premios o el prestigio que vamos a ganar. Debes hablar el idioma de tu cliente que, casi siempre, es tu jefe¡±.
Ahora coloca ante la c¨¢mara un ejemplar del viejo El dise?o de las cosas cotidianas. ¡°El problema es que lo que pon¨ªa en este libro no es correcto. No pongo nada incorrecto pero lo incorrecto es lo que no se dice. No se dice que el dise?o est¨¢ destruyendo culturas, obligando a todos a pensar como se piensa a la occidental. EE UU tiene la culpa. Espa?a¡±, se?ala aqu¨ª al periodista, ¡°tiene la culpa. Por llegar y conquistar. El libro no cuenta que los maravillosos materiales con los que hacemos estos tel¨¦fonos que no pesan nada vienen de la miner¨ªa de otros pa¨ªses. Que el modelo de negocio actual te obliga a comprarte un m¨®vil nuevo cada pocos a?os. Que no los puedes reparar. Que no puedes reutilizar sus componentes. Si eres dise?ador, y ves que tu empresa derrocha materiales as¨ª, no puedes ir a tus jefes: ¡®Oigan, esto no se puede hacer¡¯. Tienes que ir: ¡®Oigan, esta otra forma de hacer las cosas es mucho mejor¡±. Ah, pero el hombre capaz de redise?ar el mundo, ?ser¨ªa dise?ador o ser¨ªa profeta?
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