¡°Felipe VI act¨²a como Rey, no como hijo¡±
As¨ª se ha vivido en el entorno del Monarca la crisis por las investigaciones a Juan Carlos I, que ha ido perdiendo funciones y presencia desde su abdicaci¨®n


El Rey se pellizca la mano y murmura a media voz cuando le preguntan c¨®mo se encuentra: ¡°Soy de carne y hueso¡±. Est¨¢ delgado, con el pelo gris y profundas arrugas en torno a los hundidos ojos azules que brillan sobre la mascarilla quir¨²rgica sin s¨ªmbolos ni banderas. Viste uno de sus impecables trajes a medida. Est¨¢ con ganas de escuchar y ser escuchado durante una recepci¨®n ma?anera de hace unas semanas por un acto de la Fundaci¨®n FIES a la que acude una decena de invitados en la desierta Zarzuela, donde la plantilla a¨²n teletrabaja. Solo una decena de sus estrechos colaboradores, los directores, acuden a diario al edificio de Magnolias. Se le ve sereno, pero con gesto preocupado. La voz no se le quiebra. Es m¨¢s resolutiva. No hay efusiones ni chascarrillos. Mueren todav¨ªa centenares de personas por la covid-19. Habla largo, pero no dice nada que no quiera decir.
Ha sido desde ni?o due?o de sus silencios. Se convirti¨® en Rey a los 46 a?os. Hab¨ªan pasado dos decenios desde que acab¨® sus estudios universitarios dentro y fuera de Espa?a. Era un pr¨ªncipe a la espera. No ten¨ªa maquinaria, libro de instrucciones ni la Constituci¨®n regulaba sus funciones: apenas, que ten¨ªa que pedir permiso para casarse y jurar fidelidad al Rey. Mandaba su padre, Juan Carlos I, como han mandado siempre los reyes dentro de su Casa: De forma absoluta. A toque de corneta. Y m¨¢s don Juan Carlos, educado b¨¢sicamente como militar. Nadie, ni su hijo y heredero, pod¨ªa hacerle sombra.
Don Juan Carlos era un triunfador. Un icono. Y Felipe de Borb¨®n no era ni de lejos su vicerrey, como una vez brome¨® Fidel Castro. Hab¨ªa un solo jefe del Estado. ?Sab¨ªa algo de las actividades de su padre? Tal vez no quiso saber. Se trataba de su padre y de su jefe, en el marco de esa esquizofr¨¦nica dicotom¨ªa de La Zarzuela, donde en el mismo territorio conviven una familia y la jefatura del Estado. Y es dif¨ªcil tener claro d¨®nde empieza una y d¨®nde acaba la otra. Seg¨²n un viejo mon¨¢rquico, ¡°en esa familia, se puede amar al padre y odiar al rey. O viceversa¡±. Pero como explica otra fuente pr¨®xima al Monarca: ¡°Felipe VI se ha comportado en estos seis a?os como jefe de Estado, no como hijo. Y eso que admira la labor hist¨®rica de su padre. Y de ah¨ª ha venido una ruptura dolorosa¡±.
?Sab¨ªa o no sab¨ªa? Ante la duda, el 15 de marzo de 2020 Felipe de Borb¨®n anunciaba haber manifestado ante notario (en escritura sellada y rubricada), ¡°no haber tenido conocimiento ni prestado consentimiento a participar, en nombre propio o en representaci¨®n de terceros, en particular de su hija, en ning¨²n activo, inversi¨®n o estructura financiera cuyo origen, caracter¨ªsticas o finalidad pudieran no estar en plena y estricta consonancia con la legalidad o con los criterios de transparencia, integridad y ejemplaridad que informan su actividad institucional y privada¡±. Palabra de Rey. De jefe de Estado.
Durante sus largos a?os de espera, Felipe de Borb¨®n rumi¨® la monarqu¨ªa del futuro. La quer¨ªa ¨ªntegra, transparente y renovada. Aspira a que los ciudadanos est¨¦n orgullosos de ¨¦l. De ello depende su futuro y el de su familia. Es la obsesi¨®n que ha intentado practicar desde el 19 de junio de 2014, con su llegada a la jefatura del Estado. A partir de ese momento iba a emprender una partida de ajedrez con el pasado. Es decir, con su padre. Que ya se hab¨ªa iniciado antes de su abdicaci¨®n.
Durante esa ma?ana de la ¨²ltima entrega de los premios FIES de Periodismo en La Zarzuela, Felipe VI profundiz¨® sobre la actualidad. No tiene el desparpajo ni el carisma de su padre en sus mejores tiempos, pero defiende con convicci¨®n las instituciones y la divisi¨®n de poderes; alerta sobre los altibajos de los estados de ¨¢nimo en Espa?a, que mutan del triunfalismo al derrotismo. Se aferra, como siempre, a la Constituci¨®n, con las modificaciones que decida la naci¨®n. En las primeras l¨ªneas de su discurso de proclamaci¨®n dej¨® claro que era el primer rey constitucional; lo lleva a gala, porque su padre accedi¨® al trono tras la muerte de Franco, tres a?os antes de la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n de 1978 y ¨¦l, por el contrario, celebr¨® su mayor¨ªa de edad jur¨¢ndola. A partir de ah¨ª, tiene claro lo que puede y no puede hacer. Incluso en asuntos castrenses. No da titulares. Dribla preguntas comprometidas. Su mensaje es institucional, neutral, estabilizador y esperanzador: ¡°Vamos a salir de esta¡±.
2020, el a?o m¨¢s dif¨ªcil

El curso 2020 ha sido el m¨¢s dif¨ªcil de sus complicados seis a?os de reinado. Doce meses en los que a la crisis del coronavirus se han sumado las continuas noticias sobre las actividades irregulares de su padre, con tres investigaciones abiertas en la Fiscal¨ªa del Tribunal Supremo. Han sido seis a?os de constantes esc¨¢ndalos familiares: su hermana en el banquillo, su cu?ado entrando y saliendo de prisi¨®n, su padre desaparecido en los Emiratos y realizando una regularizaci¨®n ante la Agencia Tributaria por importe de 678.393,72 euros con intereses y recargos ¡ªsobre la que la Casa del Rey no se pronuncia¡ª tras conocerse la investigaci¨®n en el Supremo del presunto uso de tarjetas de cr¨¦dito con fondos opacos. A ello se han juntado los flecos de la crisis econ¨®mica, el proceso secesionista catal¨¢n y sus r¨¦plicas judiciales y pol¨ªticas, la repetici¨®n de unas elecciones, un laberinto de investiduras, la voladura del bipartidismo, un Gobierno de coalici¨®n (de cuyos socios uno es activamente republicano) y una pandemia global. Sin olvidar las misivas que le han enviado en los ¨²ltimos tiempos algunos compa?eros de armas, en las que apremiaban a su capit¨¢n general por la ¡°aniquilaci¨®n de la democracia¡± a manos del Gobierno de coalici¨®n, una pr¨¢ctica que rememora al golpismo de comienzos de la Transici¨®n. ¡°Solo falta que nos caiga un asteroide encima¡±, bromea uno de sus colaboradores. Cuando se les pregunta a uno de ellos si la marcha de Juan Carlos I a Emiratos es un exilio, contesta de forma criptogr¨¢fica: ¡°No. Es un traslado; algo m¨¢s que un viaje¡±.
Felipe de Borb¨®n nunca imagin¨® que iba a acceder tan pronto a la jefatura del Estado. Estaba convencido de que el reinado de su padre iba para largo. Llegar¨ªa hasta la tumba. Juan Carlos I nunca pens¨® en abdicar. As¨ª se lo asegur¨® al escritor Jos¨¦ Luis de Vilallonga en 1993, durante la redacci¨®n de El Rey, una biograf¨ªa autorizada: ¡°Un rey, me dijo mi padre, nunca debe abdicar. No tiene derecho a hacerlo. Irse cuando las cosas se ponen dif¨ªciles est¨¢ al alcance de cualquiera¡±. Y el propio Don Juan Carlos, en una entrevista televisiva con Jes¨²s Hermida, aseguraba ante las c¨¢maras en enero de 2013 que se encontraba ¡°en buena forma, con energ¨ªa y, sobre todo, con ilusi¨®n para seguir adelante¡±. Ten¨ªa 75 a?os. Sin embargo, solo ocho meses antes hab¨ªa sufrido un accidente durante una cacer¨ªa en Botswana junto a su amante, Corinna Larsen. Aquel esc¨¢ndalo le conducir¨ªa al desastre.
Abdicar el 2 de junio de 2014 fue su forma de asumir responsabilidades pol¨ªticas. Felipe de Borb¨®n deb¨ªa comenzar a poner al d¨ªa la desgastada instituci¨®n mon¨¢rquica. Una enmienda a los usos de La Zarzuela de Juan Carlos I, que mantendr¨ªa vitaliciamente y con car¨¢cter honor¨ªfico el t¨ªtulo de Rey. Pero ya no era el Rey; no ten¨ªa honores de Rey; ya no era inviolable sino aforado, pasaba a cobrar la mitad de cuando era Rey y era postergado en el protocolo. Pasaba de ser el ¡°patr¨®n¡±, como le llamaban sus hijos, o el ¡°jefe¡±, como le denominaban sus colaboradores, a contar con una m¨ªnima Secretar¨ªa formada por un jefe, un par de administrativos y tres ayudantes militares prestados por su hijo. Uno de ellos era Nicol¨¢s Murga, coronel del Ej¨¦rcito del Aire, investigado por pagar con tarjetas de cr¨¦dito opacas gastos personales de don Juan Carlos y su familia. La Casa aclara que en 2017 el coronel Murga dej¨® de formar parte de la misma. Y que el em¨¦rito ya no cuenta con ayudantes.
La revoluci¨®n impulsada por Felipe VI ten¨ªa por objetivo cambiar las normas de funcionamiento y actuaci¨®n de la Casa. A trav¨¦s de una primera fase, pon¨ªa sus cuentas bajo la lupa de la Intervenci¨®n General del Estado, y sus contrataciones bajo un severo c¨®digo de adjudicaci¨®n. De sus asuntos jur¨ªdicos (civiles y penales) se encargar¨ªa la Abogac¨ªa General del Estado (previo despido del abogado de su padre desde 1993, el Conde de Fontao). Un convenio del que est¨¢ fuera don Juan Carlos, que ya cuando se enfrent¨® a la demanda de paternidad de la belga Ingrid Sartiau, a comienzos de 2015, tuvo que contratar al despacho de abogados Garrigues para representar sus intereses. Una actitud que ahora, en torno a sus litigios fiscales y sus asuntos privados con Corinna Larsen, ha vuelto a repetir contratando al abogado y exfiscal anticorrupci¨®n Javier S¨¢nchez-Junco Mans como representante legal. Este abogado firm¨® el pasado d¨ªa 9 el comunicado en el que daba cuenta de la regularizaci¨®n de la deuda fiscal de Juan Carlos de Borb¨®n.
Para continuar la reforma de su maquinaria palaciega, ser¨ªa la Secretar¨ªa de Estado de Comercio la que decidiera qu¨¦ viajes deb¨ªa hacer y qu¨¦ empresarios deb¨ªan acompa?ar en cada uno a Felipe VI. Concluida esta fase, se iniciaba la segunda, que se iba a centrar en el plano m¨¢s dom¨¦stico, con la aprobaci¨®n de un r¨ªgido c¨®digo de conducta para los trabajadores de la Casa y una estricta normativa sobre los regalos que pueden recibir los miembros de la familia real (que ya no pueden aceptarlos m¨¢s all¨¢ de la cortes¨ªa, como tampoco cr¨¦ditos en condiciones ventajosas, ni dinero). Se tom¨® tambi¨¦n la decisi¨®n de que los miembros de la familia real (de la que el Rey hab¨ªa apartado a las infantas Elena y Cristina) no puedan estar a sueldo de empresas privadas ni p¨²blicas (como hab¨ªan hecho hasta entonces, bajo el reinado de su padre, Elena y Cristina de Borb¨®n en Mapfre y CaixaBank).
Los cimientos de La Zarzuela temblaban. Un a?o despu¨¦s de su coronaci¨®n, Felipe VI revocaba ¡°la atribuci¨®n a Su Alteza Real la Infanta do?a Cristina de la facultad de usar el t¨ªtulo de Duquesa de Palma de Mallorca¡±. Hizo ¡°lo que estaba en su mano hacer¡±, explican en su entorno. La infanta no se hab¨ªa comportado de manera intachable. Fue una situaci¨®n dram¨¢tica. Igual que cuando retir¨® este a?o la asignaci¨®n de 198.845 euros que don Juan Carlos recib¨ªa de los Presupuestos de la Casa, es decir, de los Presupuestos Generales del Estado. ¡°Es lo que est¨¢ en su mano. Act¨²a como Rey, no como hijo¡±, se?alan las mismas fuentes.
Ruptura entre padre e hijo
Pero la ruptura entre padre e hijo lleg¨® con el comunicado de la Casa del 15 de marzo de este a?o, que supon¨ªa la contraofensiva de la Corona en cuatro folios contra la ofensiva medi¨¢tica de Corinna Larsen. A trav¨¦s de ese texto, Felipe VI se desvinculaba de las actividades de su padre (que afirmaba desconocer), renunciaba a su herencia (tambi¨¦n en nombre de su hija) y colocaba al em¨¦rito fuera del paraguas administrativo y econ¨®mico de la Casa. El comunicado conclu¨ªa con esta confesi¨®n de don Juan Carlos: ¡°Que de las dos Fundaciones anteriormente citadas en ning¨²n momento facilit¨® informaci¨®n a S. M. el Rey¡±.
Era un movimiento clave en esa partida de ajedrez a trav¨¦s de la cual se han ido restando funciones y presencia al em¨¦rito tras su abdicaci¨®n en 2014. Siempre bajo la supervisi¨®n de la Presidencia del Gobierno. ¡°Lo que decide La Moncloa, va a misa en La Zarzuela¡±, explica un exmiembro de la Casa. Primero se apart¨® f¨ªsicamente al em¨¦rito de la sede de la jefatura del Estado, en La Zarzuela, en 2014, y se le puso un despacho en el Palacio de Oriente que apenas us¨®. En 2018, ya no fue invitado al veraneo oficial de Mallorca. Y el 2 de junio de 2019 (semanas despu¨¦s de que Felipe VI compareciera ante notario para renunciar a su herencia), se le apartaba, a trav¨¦s de un escueto comunicado, de la ¡°vida p¨²blica¡±. No volver¨ªa a encabezar ning¨²n acto oficial. Seis d¨ªas m¨¢s tarde, un decreto del Ministerio de la Presidencia eliminaba la Secretar¨ªa del em¨¦rito del organigrama de La Zarzuela y a su jefe de Secretar¨ªa (el diplom¨¢tico Alfonso Sanz Portol¨¦s). M¨¢s tarde llegar¨ªa el repudio econ¨®mico y personal con el comunicado del 15 de marzo. Hoy, Juan Carlos de Borb¨®n solo conserva un secretario privado y un equipo de escoltas, ya que, como explic¨® el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska: ¡°Fue jefe de Estado y su seguridad concierne al Estado¡±. En cuanto a su domicilio habitual, al igual que para la reina Sof¨ªa (que nunca ha vivido en Londres, insisten en la Casa), sigue siendo el palacio de La Zarzuela.
La pen¨²ltima jugada en el tablero de la Monarqu¨ªa se dio en agosto con la marcha de Juan Carlos de Borb¨®n de Espa?a a Emiratos ?rabes Unidos. Estuvo 15 d¨ªas en paradero desconocido. ?Sab¨ªa la Casa d¨®nde estaba? ?Por qu¨¦ no dijeron nada? ¡°Porque no ten¨ªamos la capacidad de decirlo, ya que era un desplazamiento privado. Y, adem¨¢s, la Casa no cubre nada de don Juan Carlos desde junio de 2019¡±, contestan. ¡°Lo que tenga que decir lo hace a trav¨¦s de su abogado¡±.
La ¨²ltima pieza dentro de esta larga partida de ajedrez podr¨ªa ser el t¨ªtulo honor¨ªfico de rey que con ¡°car¨¢cter vitalicio¡± se le otorg¨® tras su abdicaci¨®n a trav¨¦s de la disposici¨®n transitoria cuarta del Real Decreto 1368/1987, sobre r¨¦gimen de t¨ªtulos, tratamientos y honores de la familia real y de los regentes. Es el ¨²ltimo honor que le queda a Juan Carlos I. Ser rey aunque no lo sea. Y podr¨ªa ser derogado por acuerdo del Consejo de Ministros y la necesaria complicidad de La Zarzuela. De su futuro procesal puede depender ese movimiento final.
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