Las tensiones territoriales abren nuevos frentes al Gobierno
El PP anticipa gran beligerancia por el reparto de fondos europeos: ¡°Va a haber mucho l¨ªo¡±
Ahora ya no son solo las demandas nacionalistas, aunque sigan en primer plano. Al agitado c¨®ctel de los conflictos territoriales en Espa?a se han sumado nuevos ingredientes: la voz de las ¨¢reas despobladas, donde crecen movimientos sociales en varias provincias, o el papel de Madrid como punta de lanza frente al Gobierno y al tiempo objetivo del activismo de otras comunidades contra su pol¨ªtica fiscal. En este clima, el Gobierno tiene una agenda repleta a la vuelta del verano, desde las negociaciones con Catalu?a, el reparto de los fondos europeos o su compromiso de abordar de una vez el campo minado de la financiaci¨®n auton¨®mica. Y con un PP lanzado en las encuestas y dispuesto a arrinconar al Ejecutivo.
Lo dicen en p¨²blico y lo repiten en privado barones regionales de PSOE y PP: las comunidades aut¨®nomas han estado a la altura frente el desaf¨ªo monumental de la pandemia. Aunque no falten los reproches mutuos, casi siempre para culpar al otro de los problemas surgidos, es general la sensaci¨®n en los dos principales partidos de que las comunidades han cumplido, como lo muestra la campa?a de vacunaci¨®n. Pero una cosa es que el Estado de las Autonom¨ªas funcione y otra que su combustible deje de ser el conflicto. Lo ha sido much¨ªsimas veces y lo que viene anticipa que lo ser¨¢ una vez m¨¢s.
El Gobierno est¨¢ muy satisfecho de la primera comisi¨®n bilateral con Catalu?a, de la que sali¨® el desbloqueo a la ampliaci¨®n del aeropuerto del Prat. El deseo del Ejecutivo, comenta un ministro, ser¨ªa reconducir la cuesti¨®n catalana a unos t¨¦rminos m¨¢s parecidos a los del viejo pragmatismo pujolista, en el que las demandas econ¨®micas y de inversi¨®n primaban sobre las grandes reclamaciones identitarias. ¡°Por primera vez en mucho tiempo, hemos podido hablar con la Generalitat de gestiones concretas¡±, presumen fuentes del Ministerio de Pol¨ªtica Territorial. La parte mala para el Gobierno la pudo comprobar en las reacciones al acuerdo con Catalu?a. El coro de agravios no lleg¨® esta vez solo de las comunidades del PP, que sacaron a relucir todas sus reivindicaciones pendientes. Tambi¨¦n se sumaron las voces de la Espa?a vac¨ªa, que introducen un elemento nuevo, porque no se trata ya de disputas entre comunidades sino entre los territorios rurales y los urbanos.
¡°Lo de Catalu?a tendr¨¢ un coste, hay que asumirlo¡±, admite un bar¨®n socialista. ¡°Pero no lo podemos eludir. Tenemos que aprovechar esta oportunidad para reconducir el conflicto¡±. La pol¨ªtica auton¨®mica del Gobierno, opina este dirigente, se enfrenta a otra dificultad m¨¢s: ¡°El centralismo ha ganado terreno y no solo en la pol¨ªtica. Tambi¨¦n entre las ¨¦lites econ¨®micas y en los medios¡±. Y destaca la actitud de permanente beligerancia del Gobierno madrile?o.
El Ejecutivo es consciente de que se juntan factores de tensi¨®n, pero sostiene que la oposici¨®n los alimenta artificialmente. ¡°Fuera del foco, se llega a much¨ªsimos acuerdos¡±, destacan fuentes de Pol¨ªtica Territorial. ¡°Pero a veces se dicen unas cosas en privado y otras en p¨²blico. Vende m¨¢s la foto de la confrontaci¨®n que la de estar sentados a una mesa¡±. Estas fuentes niegan que se otorgue ning¨²n trato diferencial a Catalu?a. Destacan las protestas por la negociaci¨®n bilateral con la Generalitat, cuando hay varias comunidades que tienen previsto en sus Estatutos mecanismos similares y no piden ponerlos en marcha. Entre ellas, Andaluc¨ªa, con Gobierno del PP. Recuerdan adem¨¢s que no solo se pretende ampliar el aeropuerto del Prat, tambi¨¦n el de Barajas y con inversiones similares (1.600 millones en Madrid, unos 100 m¨¢s en Barcelona).
Los socialistas aventuran conflicto porque ven a las comunidades del PP condicionadas por la estrategia del partido de no dar tregua al Gobierno. Entre los barones populares m¨¢s moderados no niegan en privado la beligerancia extrema de Madrid, pero culpan al Gobierno de haber errado en la respuesta. Y exhiben los agravios propios. ¡°A nosotros nos recurrieron una ley sin siquiera llamarnos y que luego aval¨® el Constitucional¡±, se?ala un destacado dirigente regional. El PP argumenta adem¨¢s que la dependencia del Gobierno de ERC es un elemento permanente de desconfianza.
Las comunidades del PP ya est¨¢n afilando las armas para cuando llegue el reparto de los fondos europeos. Aunque el Gobierno ha prometido ceder a las autonom¨ªas la gesti¨®n del 55% de los 19.000 millones previstos para este a?o, los Ejecutivos del PP exigen tener m¨¢s voz en el proceso. ¡°Si nos van a dar el 55% de los fondos, tambi¨¦n queremos el 55% de la cogobernanza¡±, reclama la Junta de Andaluc¨ªa. El Gobierno, seg¨²n el presidente de Castilla y Le¨®n, Alfonso Fern¨¢ndez Ma?ueco, tambi¨¦n del PP, est¨¢ aprovechando el dinero comunitario ¡°con finalidades pol¨ªticas o para facilitar los acuerdos parlamentarios¡±. Otro bar¨®n regional es contundente: ¡°Si no cambian el sistema, va a haber un buen l¨ªo. Cada ministerio tiene un criterio diferente y el de Industria, por ejemplo, nos convierte en gestor¨ªas. Ellos deciden en qu¨¦ y c¨®mo se gasta, y nosotros nos limitamos a ejecutarlo¡±. Pol¨ªtica Territorial apela a ese 55% cedido para defender que las comunidades est¨¢n muy implicadas en el proceso. Fuentes del Ministerio subrayan que el prop¨®sito de los fondos es elegir proyectos concretos, sin entrar en criterios territoriales.
El Gobierno tambi¨¦n ha prometido abrir en noviembre la negociaci¨®n sobre un tema largamente aplazado y que jam¨¢s ha logrado contentar a todos: la reforma del sistema de financiaci¨®n auton¨®mica. El Ministerio de Hacienda pondr¨¢ antes encima de la mesa el informe de una comisi¨®n de expertos a¨²n sin concluir. Pero la toma de posiciones ya ha empezado tambi¨¦n. Y ah¨ª puede haber alianzas que traspasen las fronteras de los partidos.
El presidente andaluz, el popular Juan Manuel Moreno Bonilla, y el valenciano, el socialista Ximo Puig, se ver¨¢n en septiembre para presentar algunas demandas comunes. Ambos defienden primar m¨¢s la poblaci¨®n, cuando la Espa?a vac¨ªa tira justo en otro sentido. Y ambos esgrimen los informes que les sit¨²an en la cola de los que menos dinero por habitante reciben. Al mismo tiempo, los criterios a los que apelan comunidades del PP como Galicia o Castilla-Le¨®n ¡ªenvejecimiento, despoblaci¨®n, dispersi¨®n¡ª les pueden acercar m¨¢s a otras en manos del PSOE como Extremadura o Castilla-La Mancha. En la ecuaci¨®n tambi¨¦n entra Catalu?a, lo que coloca al Gobierno sobre terreno muy resbaladizo.
Las comunidades del PP est¨¢n prometiendo bajar impuestos y advierten de que combatir¨¢n con dureza cualquier intento de armonizaci¨®n fiscal que dificulte esa medida. No solo Madrid. El gallego Alberto N¨²?ez Feij¨®o se opone rotundamente. Y Andaluc¨ªa envi¨® hace d¨ªas una carta a Hacienda con un contundente aviso de que responder¨¢ ante cualquier intento de ¡°neutralizar su autonom¨ªa financiera¡±.
La Espa?a vac¨ªa no baja la voz
En medio de estos c¨¢lculos pol¨ªticos se han colado voces ciudadanas. Son las de las plataformas de la Espa?a vac¨ªa, desde Teruel Existe a Soria ?Ya!. O de los movimientos en defensa del tren de cercan¨ªas, como el que junt¨® hace unos d¨ªas a derecha e izquierda en Cuenca, o el que lucha por la l¨ªnea Bilbao-Santander. Por ah¨ª han llegado tambi¨¦n las voces cr¨ªticas a la ampliaci¨®n de los aeropuertos de Madrid y Barcelona.
Tom¨¢s Guitarte, diputado de Teruel Existe, rechaza que se prioricen estas inversiones en detrimento de las ¡°comunicaciones internas¡±. Juan Antonio Palomar, portavoz de la muy activa Soria ?Ya!, lamenta: ¡°El Gobierno es sensible a la despoblaci¨®n, pero volvemos a lo de siempre, todo sigue igual¡±.
¡°Hay una discordancia entre las palabras y los hechos¡±, conviene el presidente c¨¢ntabro, el regionalista Miguel ?ngel Revilla, para quien se habla mucho de despoblaci¨®n, pero al final las inversiones ¡°se concentran en las grandes ciudades¡±. Revilla dice que no se opone a ampliar aeropuertos, siempre, matiza, ¡°que nos hagan a los dem¨¢s las cosas pendientes¡±.
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