?ltima oportunidad para el Valle del Genal en su lucha contra la despoblaci¨®n
Varios j¨®venes han llegado en los ¨²ltimos a?os a la comarca malague?a para dar esperanzas a unos municipios cuyo mayor reto es conseguir que no muera por abandono
Se conocieron en Granada, donde ella aprend¨ªa flamenco en el barrio del Sacromonte. Vivieron en Suiza, donde ¨¦l estudiaba jazz en el conservatorio de Lausanne. Recorrieron juntos el sur de Francia en una caravana y un espect¨¢culo que aunaba m¨²sica y baile. Hasta que el destino llev¨® a Irene Guill¨¦n, de 38 a?os, y Gabriel Kisfaludy, de 40 a?os, hasta Faraj¨¢n (M¨¢laga, 270 habitantes), uno de los pueblos del Valle del Genal, entre la Serran¨ªa de Ronda y la Costa del Sol. Con dos hijos, esta pareja n¨®mada ha echado ra¨ªces. Y representa la esperanza de una comarca que se desangra. ¡°La despoblaci¨®n es nuestro gran problema¡±, sostiene Isabel V¨¢zquez, alcaldesa de Igualeja, con 729 residentes, 238 menos que hace 20 a?os, quien subraya que es tan importante (y dif¨ªcil) atraer nuevos vecinos como conseguir que los nacidos aqu¨ª permanezcan.
Este territorio acoge a 15 municipios repartidos entre bosques de casta?os, pinos y encinas. Solo dos superan el millar de habitantes. Y hasta ocho tienen menos de 300 habitantes. La inmensa mayor¨ªa pierde poblaci¨®n. Tras sufrir el ¨¦xodo rural de mediados del siglo pasado, la tendencia a la baja no cesa. Apenas quedan 7.600 personas, m¨¢s de un millar menos ¡ªel 15%¡ª que hace 20 a?os. Es un gran contraste frente al global de la provincia, que ha ganado 350.000 residentes en el mismo periodo, liderando el aumento nacional tras la pandemia. Con la capital en efervescencia y el litoral enfrascado en un crecimiento acelerado, en el Valle del Genal nadie tiene demasiado claro c¨®mo ganar vecinos ni c¨®mo retener a los que quedan. Ayuntamientos, Diputaci¨®n Provincial, fundaciones o la Universidad de M¨¢laga impulsan programas para conseguirlo ¡ªdesde la mejora de las carreteras hasta la creaci¨®n de un centro para n¨®madas digitales, ayudas al alquiler o formaci¨®n agr¨ªcola para j¨®venes¡ª con ¨¦xito limitado. La escasez de servicios sanitarios, financieros, sociales o de transporte p¨²blico no ayuda. Tampoco la mentalidad de muchas familias, que consideran un fracaso que sus hijos se queden en el pueblo: el ¨¦xito est¨¢ en la ciudad.
De all¨ª hu¨ªan Irene y Gabriel. Una finca de cinco hect¨¢reas junto a un r¨ªo y una casa medio en ruinas fueron los argumentos para convencerse de que ten¨ªan sitio en Faraj¨¢n. De eso hace una d¨¦cada, en la que han rehabilitado la vivienda mientras trabajaban aqu¨ª y all¨¢. Guill¨¦n incluso abri¨® un bar en 2020, del que ahora se despide. ¡°El negocio funciona, pero la hosteler¨ªa es muy dura. Yo no vine al valle a perderme la crianza de mis hijos. Ahora toca otra etapa¡±, explica la inquieta joven, nacida en Lorca (Murcia). En una interesante conversaci¨®n ¡ªinterrumpida solo por los constantes saludos a sus vecinas¡ª destaca la autenticidad de la vida en los pueblos, la tranquilidad, la sabidur¨ªa de los mayores. Relata feliz que ya elaboran su propio aceite. Son peque?os placeres que chocan con una compleja realidad, como la hora y media de autob¨²s diario que necesita su hija para ir y venir del instituto ¡ªa 25 kil¨®metros por una tortuosa carretera y varias paradas¡ª o la falta de servicios. Ya sea la ausencia de cajero, el m¨¦dico itinerante o la ¨²nica visita a la semana del pescadero.
Estos repobladores quieren dar forma a un proyecto de agricultura ecol¨®gica, pero tambi¨¦n han impulsado un proyecto teatral con otra nueva repobladora, Raquel Subirana. Barcelonesa de 34 a?os, vive a diez minutos, en J¨²zcar (247 habitantes), la aldea azul que vive de los pitufos desde 2011 y una de las excepciones: ha ganado 22 residentes en el ¨²ltimo lustro. La obra se llama Errantes y relata el viaje del mundo gitano. Ya la han representado en colegios de la zona con ¨¦xito. ¡°Aqu¨ª hay que emprender s¨ª o s¨ª para salir adelante¡±, explica la catalana, que aterriz¨® en Valle del Genal desde Mallorca en noviembre de 2021 para participar en un voluntariado. El proyecto no funcion¨®, pero sus estudios en Educaci¨®n Social y la convalidaci¨®n de su formaci¨®n circense como T¨¦cnico superior de animaci¨®n en Actividades f¨ªsicas y deportivas le ayudaron a encontrar hueco impartiendo extraescolares en dos colegios de la comarca. Hace poco su contrato acab¨®. ¡°Me llaman loca por vivir sola en un pueblo tan peque?o, pero aqu¨ª tengo toda la libertad del mundo y soy feliz. A largo plazo solo dudo porque falta gente joven. A nivel de salud mental necesitas relacionarte con personas de tu misma edad y aqu¨ª apenas hay¡±, afirma. ¡°Y si decido ser madre soltera, por ejemplo, f¨ªjate el plan: sin m¨¦dico, con un autob¨²s que solo pasa por la ma?ana¡ eso no da tranquilidad para quedarse¡±, a?ade.
¡°El maltrato a la gente rural es alucinante¡±
Algunos de estos pueblos est¨¢n encajonados en un valle comunicado por estrechas y sinuosas carreteras. Otros est¨¢n mejor comunicados, por eso el madrile?o ?scar G¨®mez (45 a?os) y la venezolana Natasha Milincic (33 a?os) eligieron Parauta (272 habitantes) para vivir desde diciembre de 2022. Est¨¢ a solo 15 minutos de Ronda y 45 de Marbella, donde esta pareja viv¨ªa asfixiada por una ciudad ¡°de oro¡±. Ahora se pueden permitir una vivienda ¡ªpagan 400 euros de alquiler¡ª y disfrutar de una vida m¨¢s tranquila. Realizan trabajos por la costa y han abierto la ¨²nica tienda de comestibles del municipio. ¡°Mi hijo est¨¢ content¨ªsimo en el cole: hay solo 15 ni?os y la atenci¨®n es personalizada¡±, celebra quien disfruta del auge Parauta desde la apertura hace dos a?os del llamado Bosque Encantado. Es un sendero con esculturas de madera y figuras de hadas que atrae a miles de personas cada fin de semana. ¡°Ha sido una revoluci¨®n: ha tra¨ªdo m¨¢s gente joven y el trabajo ha aumentado¡±, dice la alcaldesa, Katrin Ortega, que no para de inventar proyectos.
¡°Cada pueblo tiene una situaci¨®n diferente, pero ser¨ªa genial nos uni¨¦ramos todos, buscar necesidades comunes y enfocarnos ah¨ª¡±, propone su hom¨®loga de Igualeja, Isabel V¨¢zquez, de solo 29 a?os. Las ganas, empe?o y capacidad de cada regidor marcan tambi¨¦n el devenir municipal. Est¨¢n para todo y no todos pueden asumir tanta carga de trabajo. Algunos lo hacen solos: hasta los concejales viven fuera. ¡°Apenas tenemos apoyos. Los que estamos funcionando es por sobreesfuerzo¡±, se?ala Miguel ?ngel Herrera. Es alcalde de Genalguacil (393 habitantes), hoy convertido en pueblo museo tras 30 a?os de encuentros de arte. Es uno de los lugares m¨¢s din¨¢micos de la zona a pesar de su aislamiento: su conexi¨®n con la Costa del Sol ¡ªa una hora de viaje¡ª no fue asfaltada en su totalidad hasta 2017. Herrera es tambi¨¦n una de las voces m¨¢s combativas de la comarca. Con indignaci¨®n enumera m¨²ltiples problemas para retener a la poblaci¨®n, como la existencia de una sola ambulancia para todo el valle. ¡°Hay mucho m¨¢s: por ejemplo, para hacernos el DNI tenemos que ir a Ronda, a una hora de trayecto. ?Somos ciudadanos de segunda?¡±, cuestiona el regidor, embarcado en la b¨²squeda de fondos europeos para financiar proyectos como el que analiza las leyes que impactan de manera negativa en comarcas vaciadas. ¡°El maltrato a la gente rural es alucinante¡±, insiste.
Herrera, sin embargo, es optimista. ¡°Si seguimos generando el ecosistema propicio, la gente vendr¨¢ y los de aqu¨ª se quedar¨¢n¡±, asegura. Tiene cerca un buen ejemplo. ¡°Mar¨ªa Jos¨¦ hija de Manoli¡±, como aparece en su agenda del tel¨¦fono. Es Mar¨ªa Jos¨¦ Gonz¨¢lez, de 20 a?os. Naci¨® en el pueblo y sali¨® para estudiar primero un grado medio de Farmacia y luego uno superior de Fabricaci¨®n de productos farmac¨¦uticos, bioqu¨ªmicos y afines. Ante el aumento del precio del alquiler en la ciudad de M¨¢laga se ve¨ªa compartiendo piso, con suerte, hasta los 30. Justo cuando acababa su formaci¨®n, uno de los restaurantes del pueblo cerr¨®. Vio su oportunidad para emprender, porque su madre es cocinera y le ayudar¨ªa. Ahora regenta El Refugio, donde sirve salmorejo de carne o pisto con huevo. ¡°Estoy muy contenta¡±, dice convencida de quedarse en su pueblo.
¡°A veces lo ¨²nico que hace falta es un poco de apoyo para emprender. No solo econ¨®mico, tambi¨¦n ayuda para que para los de fuera asentarse aqu¨ª sea m¨¢s f¨¢cil¡±, cuenta Rub¨¦n Mu?oz, de 33 a?os, que estudia la calidad de vida de las personas mayores en Alpandeire (266 habitantes) gracias al proyecto Metapueblos, impulsado por la Diputaci¨®n malague?a y destinado a personas que quieran comenzar una actividad en zonas rurales. Como ¨¦l, que mientras realiza el informe, ejerce de gestor cultural, promueve una empresa que excursiones y ofrece barber¨ªa a domicilio. M¨¢s all¨¢ de la escasez de servicios p¨²blicos, Mu?oz explica que la poblaci¨®n local debe tambi¨¦n poner de su parte para acoger a quienes llegan. No solo por la desconfianza al de fuera, tambi¨¦n porque hay numerosas casas vac¨ªas, pero casi nadie quiere alquilar a personas que no conocen. ¡°?Y as¨ª c¨®mo se repuebla?¡±, se pregunta el joven. ¡°Hay que abrir la mente¡±, responde Irene Guill¨¦n. ¡°Porque como no venga m¨¢s gente, estos pueblos se van al traste¡±, concluye quien ve en el Valle del Genal un buen futuro para sus hijos.
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