Una oportunidad hist¨®rica para Catalu?a y Espa?a
Para un pa¨ªs de pa¨ªses como Espa?a no sirve un federalismo centralizador ¡ªtan mencionado estos d¨ªas¡ª propio de pa¨ªses nacionalmente homog¨¦neos
Disc¨²lpenme por utilizar el tan manido concepto de ¡°hist¨®rico¡± cuando llevamos acumulados tantos momentos, hitos y acontecimientos a los que se califica de hist¨®ricos. Pero creo que en este caso estamos ante una oportunidad que puede ser hist¨®rica.
Los acuerdos de PSC, ERC y los Comunes para investir a Salvador Illa como presidente de la Generalitat pueden ser el inicio de algo m¨¢s trascendental que un pacto de investidura. Son una oportunidad para dar un nuevo paso en la superaci¨®n del conflicto catal¨¢n con una mayor¨ªa parlamentaria basada en las pol¨ªticas sociales, como el derecho a la vivienda y la sanidad, y en la mejora del autogobierno, poniendo fin a la din¨¢mica de bloques irreconciliables.
Es una oportunidad hist¨®rica para avanzar en el encaje de Catalu?a en el Estado superando la frustraci¨®n del proc¨¦s. En Catalu?a hay una mayor¨ªa amplia y muy transversal que comparte la necesidad de un mayor y mejor autogobierno con la financiaci¨®n como elemento central. Eso no quiere decir que los independentistas renuncien a sus objetivos ni tampoco los que defienden el actual modelo auton¨®mico ni los que aspiramos a una rep¨²blica federal plurinacional, sino que es posible un punto de encuentro que permita avanzar y salir del bloqueo y la frustraci¨®n. Solo basta una r¨¢pida mirada a la ¨²ltima d¨¦cada para darse cuenta de la trascendencia que el cambio pol¨ªtico tiene para Catalu?a, pero tambi¨¦n para el conjunto de Espa?a. El desarrollo de estos acuerdos permitir¨¢ consolidar la mayor¨ªa plurinacional y progresista en el Estado.
Esta nueva etapa es una gran oportunidad para las comunidades del llamado r¨¦gimen com¨²n porque abre el proceso, postergado desde 2013, para acordar un nuevo modelo de financiaci¨®n auton¨®mico. Y lo hace en un sentido determinado: como dijo el presidente del Gobierno, ¡°es un paso en la federalizaci¨®n de nuestro Estado auton¨®mico¡±. Pero, ?qu¨¦ tipo de federalizaci¨®n necesitamos? Una que sea coherente con la realidad plurinacional de Espa?a. La plurinacionalidad no puede ser solo el reconocimiento de determinados ¡°hechos diferenciales¡± ¡ªhist¨®ricos, culturales o ling¨¹¨ªsticos¡ª, sino que debe integrar las realidades pol¨ªticas. La sociedad catalana, al igual que otras, ha demostrado una fuerte voluntad sostenida a lo largo del tiempo de reconocimiento nacional y de autogobierno. Para un pa¨ªs de pa¨ªses como Espa?a no sirve un federalismo centralizador ¡ªtan mencionado estos d¨ªas¡ª propio de pa¨ªses nacionalmente homog¨¦neos. En Espa?a es necesario un federalismo plurinacional que acomode las distintas realidades nacionales y su voluntad de mayor autogobierno en una l¨®gica de soberan¨ªas compartidas y de igualdad ciudadana. Es decir, la libre uni¨®n en la diversidad y m¨¢s autogobierno y mejor gobierno compartido como bases de un Estado com¨²n.
Pero pasemos de los principios a las pol¨ªticas concretas. El rechazo o las dudas que se han expresado sobre el nuevo paradigma de financiaci¨®n planteado en los acuerdos de investidura son: que la Generalitat gestione los impuestos en Catalu?a y ampl¨ªe sustancialmente su capacidad normativa, la supuesta ruptura de la capacidad redistributiva del Estado para reducir las desigualdades entre territorios y el principio de ordinalidad. Sobre las posiciones contrarias al acuerdo planea la idea infundada de que lo acordado es un concierto igual al de Euskadi o Navarra.
El nuevo modelo debe resolver los principales problemas, en buena medida comunes a todos los territorios, del actual sistema de financiaci¨®n. Las comunidades tienen una amplia capacidad de gasto, pero ninguna capacidad para decidir sobre las figuras tributarias que proporcionan el 50% de sus ingresos. Si nos referimos a los tributos gestionados plenamente por las comunidades, esa cifra quedar¨ªa reducida al 10,4%. Por tanto, hay margen para ampliar la capacidad normativa y para que la gesti¨®n, con una adecuada coordinaci¨®n, radique en los territorios como ya ocurre en muchos pa¨ªses federales. Disponer de mayor autonom¨ªa fiscal no es un privilegio, supone asumir mayores responsabilidades ante la ciudadan¨ªa.
Ninguna comunidad aut¨®noma debe perder recursos, sino todo lo contrario. Un nuevo modelo de financiaci¨®n debe garantizar los recursos suficientes para la sanidad, la educaci¨®n y los servicios sociales, unas pol¨ªticas sociales con una creciente necesidad de ampliar y mejorar servicios que no ha sido suficientemente atendida. Y es imprescindible abordar en paralelo una profunda reforma fiscal para que nuestro sistema sea m¨¢s justo y redistributivo poniendo fin, entre otras cuestiones, a la competencia fiscal a la baja de las comunidades gobernadas por el PP que convierten Madrid en un para¨ªso fiscal para los muy ricos.
En relaci¨®n con la cuesti¨®n del debilitamiento del Estado y a la p¨¦rdida de la capacidad redistributiva que supondr¨ªa el modelo acordado: atendiendo a la letra del acuerdo entre el PSC y ERC, se dice claramente que la Generalitat participar¨¢ en el sostenimiento de los gastos comunes del Estado mediante un porcentaje en los tributos y, por tanto, no mediante un cupo, una aportaci¨®n directa, como en el caso vasco. Y que Catalu?a tiene que contribuir a la solidaridad con las otras comunidades aut¨®nomas con el fin de que los servicios prestados por los diferentes gobiernos aut¨®nomos a sus ciudadanos puedan alcanzar niveles similares, siempre que lleven a cabo un esfuerzo fiscal tambi¨¦n similar, un principio ya establecido en el actual modelo de financiaci¨®n y ausente en el caso vasco y el navarro. Se mantiene, pues, un mecanismo redistributivo, con la diferencia que la Generalitat realizar¨¢ la aportaci¨®n directamente al Estado para tal fin. No hay ruptura de la solidaridad territorial.
El principio de ordinalidad no pretende acabar con el principio de solidaridad entre territorios, sino que establece un criterio transparente y coherente para evitar las distorsiones del modelo actual. Es un principio que ha sido aplicado en Alemania, por el cual la necesaria convergencia en recursos por habitante que iguale los diferentes territorios no puede dejar en peor posici¨®n en recursos per c¨¢pita a las comunidades con mayor capacidad fiscal. La solidaridad requiere de transparencia y proporcionalidad para evitar los resultados err¨¢ticos del actual modelo.
Se ha dicho que un acuerdo en Catalu?a no puede condicionar cuestiones que afectan al conjunto del Estado. En toda negociaci¨®n sobre un modelo de financiaci¨®n se combina la bilateralidad y la multilateralidad. La mayor parte de las reformas del sistema de financiaci¨®n (1993, 1996, 2009) se han iniciado con acuerdos de Gobiernos del PSOE o del PP con fuerzas pol¨ªticas catalanas o con el Gobierno catal¨¢n, provocando en un principio dram¨¢ticos rasgados de vestiduras con argumentos muy parecidos a los actuales, para acabar siendo debatidas y acordadas en marcos multilaterales y aprobadas en las Cortes con las modificaciones legislativas correspondientes. Esta vez no creo que sea distinto.
El debate sobre un nuevo modelo de financiaci¨®n ser¨¢ largo, complejo y debe realizarse con seriedad y sin prejuicios. Ni se va a romper Espa?a, ni la solidaridad territorial. Lo peor que podr¨ªa hacer la izquierda es asumir el marco de la confrontaci¨®n entre territorios de una derecha que clama contra una supuesta desigualdad territorial mientras fomenta con sus pol¨ªticas una lacerante desigualdad social.
Es compatible reconocer la singularidad catalana y dar respuesta a las justas demandas de una mejor financiaci¨®n de todas las comunidades, especialmente de las peor financiadas, como por ejemplo Comunidad Valenciana, Murcia o Andaluc¨ªa, y garantizar una mayor autonom¨ªa fiscal, corresponsabilidad y cohesi¨®n territorial del conjunto. No perdamos esta oportunidad hist¨®rica.
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