Las dos varas del juez Hurtado
Implacable con el fiscal general, ben¨¦volo con el PP, el magistrado levanta pasiones en la derecha y provoca estupefacci¨®n en el progresismo judicial
El juez ?ngel Hurtado nos dej¨® por escrito su convicci¨®n de que para sustentar una acusaci¨®n judicial es preciso alcanzar ¡°un nivel de certeza¡± que ¡°suponga un convencimiento que supere el canon de la llamada duda razonable¡±. Eso al menos era lo que pensaba en 2009 el ahora magistrado del Tribunal Supremo. Quince a?os despu¨¦s, el autor de esas l¨ªneas no parece albergar la menor ¡°duda razonable¡± de que el fiscal general del Estado filtr¨® un documento supuestamente secreto, pese a que ...
El juez ?ngel Hurtado nos dej¨® por escrito su convicci¨®n de que para sustentar una acusaci¨®n judicial es preciso alcanzar ¡°un nivel de certeza¡± que ¡°suponga un convencimiento que supere el canon de la llamada duda razonable¡±. Eso al menos era lo que pensaba en 2009 el ahora magistrado del Tribunal Supremo. Quince a?os despu¨¦s, el autor de esas l¨ªneas no parece albergar la menor ¡°duda razonable¡± de que el fiscal general del Estado filtr¨® un documento supuestamente secreto, pese a que ten¨ªan acceso a ¨¦l m¨¢s de 60 personas y no se ha podido mostrar ning¨²n elemento material que se?ale en concreto al imputado ?lvaro Garc¨ªa Ortiz.
Aquella doctrina de 2009 sirvi¨® como uno de los argumentos para que la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, con Hurtado como ponente, archivase la causa abierta contra tres militares estadounidenses por la muerte en Irak del c¨¢mara de televisi¨®n Jos¨¦ Couso. Hurtado, el juez implacable de las ¨²ltimas semanas, el que ha dejado de lado los testimonios de periodistas que declararon haber obtenido antes de que llegara al fiscal la informaci¨®n ¡ªpretendidamente secreta¡ª sobre el reconocimiento de delitos por parte del novio de Isabel D¨ªaz Ayuso; el magistrado de la Sala Segunda del alto tribunal que no ha cre¨ªdo oportuno mencionar en sus autos que el Ministerio P¨²blico trataba de frenar un bulo del jefe de gabinete de la presidenta madrile?a, Miguel ?ngel Rodr¨ªguez; ese mismo Hurtado reconven¨ªa en 2009 a su entonces compa?ero de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz por ¡°desatender lo que favorece y centrarse en lo que perjudica al reo¡± con el fin de procesar a los militares estadounidenses.
En una cosa s¨ª resulta coherente la arrolladora instrucci¨®n actual con la vieja doctrina del juez. Tambi¨¦n entonces desde?¨® los testimonios de los periodistas que estaban en el hotel de Bagdad donde el disparo de un tanque estadounidense abati¨® a Couso. Hurtado, junto a otros dos jueces, concedi¨® mayor verosimilitud a lo declarado por los soldados norteamericanos. Y hasta adorn¨® el auto con un elogio a la democracia de aquel pa¨ªs, ¡°m¨¢s tradicional y arraigada que la nuestra¡±.
A sus 70 a?os, ?ngel Luis Hurtado Adri¨¢n ha adquirido una notoriedad que no hab¨ªa logrado a lo largo de una carrera m¨¢s bien anodina, en la que apenas descoll¨® epis¨®dicamente, tras su llegada en 2007 a la Audiencia Nacional procedente de la Audiencia Provincial de Madrid, por su combatividad en el proceso del caso G¨¹rtel. Entonces el combate tuvo una direcci¨®n opuesta a la de ahora: salvaguardar al implicado, el PP. Su ruidosa instrucci¨®n contra Garc¨ªa Ortiz ha hecho que los medios de la derecha lo pongan en un pedestal; mientras en sectores judiciales progresistas cunde la estupefacci¨®n. Nadie imaginaba que para investigar un delito considerado menor en el C¨®digo Penal ¡ªrevelaci¨®n de secretos¡ª fuese necesario recurrir a una medida tan extrema como registrar durante 10 horas el despacho e incautarse de los dispositivos electr¨®nicos de una de las principales autoridades del Estado. ¡°Una de las intervenciones judiciales de mayor trascendencia negativa de las que se tiene noticia¡±, ha escrito el magistrado em¨¦rito del Supremo Perfecto Andr¨¦s Ib¨¢?ez, para quien el caso se ha construido a partir de ¡°afirmaciones meramente conjeturales¡±.
En una de las salas de juicios de la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares (Madrid) hay una mesa que ha quedado bautizada como ¡°la mesa de Rajoy¡±. All¨ª coloc¨® Hurtado, presidente del tribunal que enjuiciaba el caso G¨¹rtel en 2017, al entonces jefe del Gobierno. Rajoy acud¨ªa a declarar como testigo y el juez le otorg¨® una posici¨®n preeminente nunca vista. En lugar de estar de frente al tribunal y un pelda?o m¨¢s abajo, como todos los testigos, lo situ¨® al lado y a su misma altura.
Hurtado hab¨ªa hecho todo lo posible por evitar que Rajoy tuviese que dar explicaciones de la corrupci¨®n del PP. Primero se opuso a recabar su testimonio, luego pidi¨® que declarase por videoconferencia y finalmente intent¨® que fuese en La Moncloa. En un voto particular, defendi¨® que la comparecencia de Rajoy ante el tribunal quebraba ¡°el principio de igualdad¡± por trat¨¢rsele ¡°igual que el resto de personas que no ostentan un cargo de tanta relevancia¡±. El juez pretend¨ªa evitar al presidente la ¡°exposici¨®n p¨²blica¡± de ¡°verle llegar y estar en la Audiencia Nacional¡±.
Quien m¨¢s persever¨® en reclamar el testimonio de Rajoy fue el abogado Jos¨¦ Mariano Ben¨ªtez de Lugo, que ejerc¨ªa la acusaci¨®n popular en nombre de la Asociaci¨®n de Abogados Dem¨®cratas por Europa. ¡°Hurtado me la ten¨ªa guardada¡±, afirma el letrado, partes de cuyo interrogatorio a Rajoy han circulado estos d¨ªas por las redes recogiendo las numerosas interrupciones del presidente del tribunal, que declaraba ¡°impertinentes¡± algunas de sus preguntas. ¡°En Espa?a la justicia se acomoda a lo que piensan los jueces¡±, sentencia Ben¨ªtez de Lugo a sus 84 a?os.
Hurtado gan¨® la plaza de juez en 1983, en una promoci¨®n de la que salieron grandes pilares del conservadurismo judicial como Concepci¨®n Espejel, ahora en el Constitucional, o Jos¨¦ Luis Requero, en el Supremo. Pas¨® sus primeros a?os en Canarias, luego recal¨® en Vitoria y en 1988 dio el salto a Madrid. Varios de los que lo han tratado lo definen como una persona gris, reservada, ¡°un hombre de orden¡±, de convicciones conservadoras, ¡°correcto en las formas, pero inflexible¡±, seg¨²n un compa?ero. Sus autos y sentencias est¨¢n escritos en lo que esta misma fuente define como una ¡°prosa tortuosa¡±, encadenando p¨¢rrafos interminables, de dif¨ªcil comprensi¨®n para un lego.
En la Audiencia Nacional estrech¨® lazos con el magistrado Enrique L¨®pez, durante a?os uno de los principales enlaces entre el PP y el mundo judicial, exmiembro del Constitucional y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), exconsejero de Justicia con Ayuso y exsecretario de esa ¨¢rea en la direcci¨®n nacional del partido. En 2015 L¨®pez fue apartado del tribunal que juzgar¨ªa el caso G¨¹rtel por sus v¨ªnculos con el PP. Hurtado le dedic¨® un extenso voto particular para discrepar de la decisi¨®n. Uno de los elementos para aceptar la recusaci¨®n de L¨®pez era que hab¨ªa elaborado medio centenar de ponencias para la fundaci¨®n FAES, que presid¨ªa Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Hurtado sostuvo que resulta ¡°aconsejable¡± que un juez colabore con asociaciones pol¨ªticas para facilitarles un ¡°enfoque jur¨ªdico¡±; sobre todo ¡°si se tiene un pensamiento que guarda sinton¨ªa¡±.
Fue al propio Hurtado a quien correspondi¨® presidir el tribunal, junto a otros dos jueces: Jos¨¦ Ricardo de Prada y Julio de Diego, uno progresista, otro conservador. El proceso, hasta que se dict¨® sentencia en mayo de 2018, se prolong¨® a?o y medio, un periodo en que la tensi¨®n fue creciendo en la Audiencia Nacional y dentro del tribunal. Hurtado iba a ser el ponente del fallo, pero sus discrepancias con los otros dos jueces se hicieron tan fuertes que tuvo que ceder la iniciativa. Sus opiniones quedaron reflejadas en el voto particular que emiti¨® para desmarcarse de la sentencia, luego ratificada por el Supremo, que condenaba al PP por beneficiarse de la trama a t¨ªtulo lucrativo.
El Hurtado de estos d¨ªas ha incluido en sus autos inferencias como la de dar por hecho, sin elemento material que lo acredite, que la Fiscal¨ªa General del Estado envi¨® a La Moncloa el documento del novio de Ayuso. En cambio, en el caso G¨¹rtel consideraba un ¡°salto al vac¨ªo¡± vincular a la trama corrupta con la direcci¨®n del partido. Los trapicheos del grupo de Francisco Correa en ayuntamientos de la regi¨®n de Madrid se habr¨ªan urdido ¡°a espaldas del PP nacional¡±, sostuvo Hurtado, quien neg¨® que se tratase de una ¡°estructura de corrupci¨®n institucional¡± como dictaminaron sus compa?eros.
El mismo a?o de la sentencia fracas¨® en su primer intento de acceder al Supremo. Lo acabar¨ªa logrando en 2020, propuesto por un CGPJ de mayor¨ªa conservadora que ya llevaba un a?o con el mandato caducado. En el examen para acceder al puesto dej¨® constancia de su rechazo a la actuaci¨®n de la justicia alemana de denegar la entrega a Espa?a del ¡°presidente de la Generalidad¡± (sic). Ingres¨® en la Sala Segunda, presidida por Manuel Marchena, el perejil de todas las salsas en los casos m¨¢s medi¨¢ticos del Supremo. Una de las ¨²ltimas actuaciones bajo la presidencia de Marchena, que acaba de dejar ese puesto despu¨¦s de 10 a?os, fue abrir la investigaci¨®n contra el fiscal general del Estado. Acab¨® en manos de Hurtado, su primera instrucci¨®n en el alto tribunal.
En 2013, todav¨ªa en la Audiencia Nacional, suscribi¨® un auto exculpatorio de un militante de Nuevas Generaciones del PP que en un tuit hab¨ªa llamado ¡°tipeja¡± a la presidenta de la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del 11-M, Pilar Manj¨®n, y dudado de que su hijo viajase en los trenes de la masacre. Hurtado abraz¨® la tesis de que tales insultos est¨¢n protegidos por la libertad de expresi¨®n, en un fallo del que fue ponente el progresista De Prada, vilipendiado por el PP tras la sentencia de la G¨¹rtel. Cuando surgi¨® un caso parecido, pero con protagonista de otra ¨ªndole, Hurtado volvi¨® a dar muestras de flexibilidad. En 2020 escribi¨® un art¨ªculo en la revista Pr¨¢ctica Penal, Cuaderno Jur¨ªdico para criticar que el Constitucional enmendase la plana al Supremo y anulase la condena a un a?o de prisi¨®n al cantante C¨¦sar Strawberry por una serie de tuits con sarcasmos muy gruesos sobre v¨ªctimas de ETA como Jos¨¦ Antonio Ortega Lara y Eduardo Madina. Ahora Hurtado glosaba la tesis del Supremo ¡ªredactada por Marchena¡ª de que la libertad de expresi¨®n no puede amparar ¡°expresiones que encierran un injustificable desprecio para las v¨ªctimas del terrorismo¡±.