Un paseo de 500 a?os de historia como legado madrile?o para la humanidad
Recorrido con M¨®nica Luengo, la coordinadora del expediente del Paisaje de la Luz, por el Paseo del Prado y el Retiro, reconocidos este domingo como Patrimonio Mundial
La brisa todav¨ªa mece las copas frondosas de los ¨¢rboles que custodian el Paseo del Prado en las primeras horas de la ma?ana. Los deportistas corren a buen ritmo antes de que el calor apriete, y las parejas m¨¢s madrugadoras disfrutan, agarradas de la mano, de un respiro de los coches tras la peatonalizaci¨®n de la avenida durante los fines de semana. El primer paseo arbolado de Europa, y el primero del mundo de uso p¨²blico, conseguir¨¢, horas despu¨¦s, entrar este domingo en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco.
Una victoria que se celebra con fuegos artificiales desde el Ayuntamiento y con la iluminaci¨®n de la fachada de la Real Casa de Correos, y que tiene detr¨¢s un extenso dosier de unas 1.500 p¨¢ginas que ha conseguido convencer de la singularidad de este paisaje urbano natural que los madrile?os han elegido durante cinco siglos como su lugar de ocio y recreo, y que a¨²na lo mejor de la cultura y la ciencia.
M¨®nica Luengo, la coordinadora del expediente del Paisaje de la Luz, nombre que ha recibido el conjunto que engloba el Paseo del Prado y el Retiro y que hace referencia a la ¨¦poca de la Ilustraci¨®n, comienza el recorrido por este enclave desde Neptuno, horas antes de que se conozca el veredicto final de la comisi¨®n.
Ella explica que en la candidatura han participado t¨¦cnicos municipales, expertos en movilidad, urbanismo, patrimonio o medioambiente con ayudas puntuales de historiadores, de universidades o de la escuela de arquitectura, unidos en un frente com¨²n que pusiera en valor lo excepcional de esta ¨¢rea. Recalca que no solamente han tenido que explicar el sitio y su historia, sino c¨®mo va a estar conservado, el presupuesto del que se dispone y la respuesta que se dar¨¢ ante el reto inminente del cambio clim¨¢tico.
Hay que asegurar esto para las generaciones futuras de toda la humanidad. Es ahora cuando empieza el trabajoM¨®nica Luengo, coordinadora del expediente Paisaje de la Luz
¡°El meollo es que hay que asegurar esto para las generaciones futuras de toda la humanidad, tienes que conservarlo mejor que nadie. Y eso es lo que est¨¢s firmando, es ahora cuando empieza el trabajo. De hecho en la recomendaci¨®n que nos hacen est¨¢ cuidar los pavimentos del Paseo del Prado, pero se decidi¨® no meterse en obras para no variar lo que hab¨ªamos presentado¡± comenta Luengo a su paso por una acera da?ada al lado de la fuente de Apolo.
En realidad, el Paseo del Prado ten¨ªa cuatro fuentes monumentales: la de Cibeles, Apolo, Neptuno y la de la Alcachofa. Luengo indica que esta ¨²ltima ya no se encuentra aqu¨ª porque fue trasladada al Retiro. Con la reforma del siglo XVIII es la primera vez que se utilizan en serie y de una forma aleg¨®rica, y esta paisajista e historiadora del arte decide contar la leyenda de Apolo, el dios de las artes y las ciencias, que representaba a la monarqu¨ªa borb¨®nica y dominaba la tierra, que es Cibeles, y las aguas de Neptuno. La Alcachofa, s¨ªmbolo de la fertilidad, aseguraba la continuidad de la dinast¨ªa. Hubo un momento en el que se permit¨ªa beber de estas fuentes, basadas en los dibujos de Ventura Rodr¨ªguez, y en las que trabajaron distintos escultores. ¡°Ya no es posible¡±, lamenta, mientras sigue caminando rodeada de mascotas que olisquean las aceras y del suave pedaleo de las bicicletas.
Si echamos la vista atr¨¢s, los madrile?os ya recorr¨ªan esta alameda en el siglo XVI. Luengo se detiene para se?alar la longitud del paseo: ¡°Por aqu¨ª pasaba el arroyo de la Fuente Castellana y hab¨ªa puentecitos que permit¨ªan cruzar al otro lado¡±. Este era uno de los pocos sitios en donde los madrile?os pod¨ªan socializar. Despu¨¦s, a la altura del Museo Naval, la coordinadora matiza que el Retiro bordeaba la zona, sin que existiera un l¨ªmite que separase ambos espacios. Se extend¨ªa desde Alcal¨¢ hasta Atocha, en un paisaje unificado.
Felipe II decide arreglarlo y estudia la ubicaci¨®n de los ¨¢rboles, planta rosales y hace ordenanzas para cuidarlos. Hasta se encontraba la torrecilla de Juan Fern¨¢ndez que acog¨ªa a los m¨²sicos para que tocaran y amenizaran el paseo. Tambi¨¦n quer¨ªa que su esposa, Ana de Austria, viera este camino de entrada a la ciudad, que ahora rebosa de familias que aprovechan la sombra de los plataneros para dar esquinazo a las altas temperaturas de julio.
Un siglo despu¨¦s llega Felipe IV, llamado el Rey Planeta. ¡°No era muy buen gobernante, pero fue el mayor coleccionista de arte de Europa y compr¨® muchas colecciones. Coincide con el Siglo de Oro de Lope de Vega, Calder¨®n y Tirso de Molina, y hace un teatro en el Palacio del Buen Retiro donde estrenan estas obras. Traen a un escen¨®grafo italiano que levantaba el fondo del escenario y se ve¨ªan los jardines para que pudieran estar incorporados al espect¨¢culo¡±, resume Luengo con pasi¨®n, intentando hilar la historia del Paisaje de la Luz, y describiendo detalles como el de las naumaquias, representaciones de combates navales en el estanque grande del Retiro, que contaba con una islita en medio que serv¨ªa para recrear cl¨¢sicos como Ulises.
Adem¨¢s, Luengo recorre con el dedo la margen izquierda del paseo, donde comienzan a levantarse palacetes, como el del Thyssen, el de Buenavista y las grandes casas de los Medinaceli. Lo l¨®gico hubiese sido que estas nuevas construcciones se hubiesen erigido en las calles adyacentes al Palacio de Oriente, pero nadie quer¨ªa perderse el bullicio de esta ¨¢rea por el que la vida discurr¨ªa, afirma Luengo.
Aunque ser¨¢ Carlos III en el siglo XVIII el que se encargue del gran alcantarillado. As¨ª que no solo hermosea la ciudad, tambi¨¦n la sanea. Es en esta etapa cuando comienza la verdadera revoluci¨®n del concepto de lo p¨²blico, y donde Madrid se convierte en una ciudad ilustrada. ¡°Hace la gran reforma y se trae el Jard¨ªn Bot¨¢nico, en donde se daban clases abiertas y se repart¨ªan hierbas medicinales. Dispone de una colecci¨®n de l¨¢minas e informaci¨®n cient¨ªfica de las mayores del mundo. Las expediciones espa?olas son las primeras en descubrir la quinina que era vital para bajar la fiebre de la malaria¡±, explica Luengo.
Tambi¨¦n el Gabinete de Historia Natural, el Observatorio astron¨®mico y la Academia de Ciencias, que es el Museo del Prado, y una biblioteca p¨²blica a pie de calle para que la gente entrara y les incitara a aprender, contin¨²a la historiadora, sin ocultar su admiraci¨®n por un hecho que no ocurri¨® en otras capitales europeas, como Par¨ªs o Berl¨ªn, que dispon¨ªan de paseos arbolados pero solo destinados a la nobleza. Madrid, en cambio, permiti¨® que el Paisaje de la Luz fuese un espacio por y para los madrile?os, abierto a cualquier clase social, en un gesto democr¨¢tico que sirvi¨® de inspiraci¨®n para el mundo.
La Alameda de H¨¦rcules, en Sevilla, puerto que serv¨ªa de intercambio con las Am¨¦ricas, es una copia de la de Madrid y as¨ª es como este modelo se extiende no solo por el territorio nacional, tambi¨¦n por Ciudad de M¨¦xico, Per¨² o Cuba, donde se convierten en los primeros parques p¨²blicos del Nuevo Continente.
Adem¨¢s, poco a poco el resto de instituciones vienen a instalarse en las inmediaciones del Paseo del Prado y el Retiro, como si este paisaje urbano fuese magn¨¦tico. Luengo recapitula y los enumera: ¡°El poder pol¨ªtico con el Congreso, el poder econ¨®mico, con el Banco de Espa?a, la Iglesia, el Ej¨¦rcito, el Hospital General, la estaci¨®n de Atocha, el Museo de Artes Decorativas, la Real Academia Espa?ola y todo tipo de instituciones que representan a una sociedad democr¨¢tica proliferan¡±. Hasta los hoteles m¨¢s lujosos, como el Ritz y el Palace, eligen este emplazamiento, y si seguimos abriendo el abanico podr¨ªamos incluir La Casa Encendida, la Tabacalera y el Matadero, a?ade Luengo con la mirada puesta en la lejan¨ªa. Cada cosa ha ido encajando de una manera casi m¨¢gica.
La coordinadora del expediente reconoce lo complejo que ha sido describir los 500 a?os de historia, y confiesa que ten¨ªan miedo de no haber explicado lo suficientemente bien el patrimonio inmaterial que lleva impl¨ªcito este paisaje. La recomendaci¨®n del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios consideraba que el Paseo del Prado y el Retiro eran dos bienes separados, pero Luengo y su equipo han querido luchar hasta el final para demostrar esa simbiosis ¨²nica que retroalimentaba al conjunto entero. Al final lo han conseguido.
¡°En el momento en el que entras a ser Patrimonio Mundial est¨¢s obligado a pasar ex¨¢menes peri¨®dicos. Cada cinco a?os presentas el estado de conservaci¨®n de c¨®mo est¨¢ el sitio. Ahora es m¨¢s f¨¢cil conseguir patrocinios, fondos nacionales e incluso de instituciones extranjeras que cuidan el patrimonio¡±, destaca Luengo, que cita el ejemplo de Liverpool, excluida de la lista de Patrimonio Mundial porque el comit¨¦ dijo que los desarrollos urban¨ªsticos de la ciudad inglesa hab¨ªan amenazado el valor del frente mar¨ªtimo, con el futuro estadio de f¨²tbol Everton FC, algo que consideraban un ¡°grave deterioro¡± del lugar.
El Paseo del Prado y el Retiro est¨¢n tambi¨¦n obligados a conservar los valores y la esencia que les han hecho merecedores de esta distinci¨®n, que aumentar¨¢ considerablemente el turismo, y cualquier cambio que se realice tendr¨¢ que ser consultado con la Unesco. Una manera de blindar este paisaje cultural urbano, el primero inscrito en Europa.
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