IRIS TORIBIO PASCUAL
Nacionalidad: Española
Edad: 20 años
MARÍA G. SILVA
Iris se llamaba así porque cuando nació, hace 20 años, a sus padres, Pablo y María, les pareció un nombre muy hippy. Pero a Iris lo que le gustaba era salir, pinchar bakalao en una mesa que tenía instalada en su casa y los videojuegos. Podía pasarse desde las cuatro de la tarde hasta las dos de la madrugada en el bar Patapalo, jugando con sus amigos a los dardos o a las cartas. El naranja le volvía loco, zapatillas, sudaderas naranja, piercing naranja... Y el fútbol, al que solía jugar con un 14 en la espalda. "Era muy perro", dicen sus amigos, con sonrisa en los labios y la mirada brillante, "y muy suyo". "En los partidos de barro todos salían hasta arriba menos él, todo limpito, con sus pinchos en el pelo... Pero era un jugador de una calidad increíble, tenía una zurda...". Su padre los había entrenado a todos. El Rayo Vallecano, el Vallecas, y el último, el Nueva Castilla, de donde se salió por ser demasiado mayor.
Era un estudiante mediano, así que después de intentar algún curso de formación profesional o aprender informática con su padre, se puso a trabajar. Aquella mañana iba a Recoletos, donde ejercía de comercial para una empresa de telefonía móvil. En el apeadero del barrio había quedado con Marcos para hacer el trayecto juntos, pero cuando llegó el tren, Marcos había encendido un cigarro y decidió tomar el siguiente para acabarlo. Iris prefirió subirse a un vagón y aguardar a su compañero en Atocha, tomando un café. Marcos pudo oír la explosión de Santa Eugenia al norte, y pocos segundos después, la de El Pozo del Tío Raimundo, al sur. A los amigos de Iris les explicaron que la onda expansiva le había destrozado las entrañas. Ellos piensan que la onda se ensañó en las suyas también.