SÉRGIO DOS SANTOS SILVA
Nacionalidad: Brasileña
Edad: 28 años
PRISCILLA GUILAYN
Hace seis meses, a los 28 años, Sérgio dos Santos Silva tomó su primer avión. Nunca antes había salido de su Brasil natal. Volaba a Madrid en busca de mejor suerte. El problema no era que São Tomé, el pueblo de 5.200 habitantes donde vivía en el Estado sureño de Paraná, se le hubiera quedado pequeño. Al contrario. Era allí donde quería pasar el resto de su vida con su esposa, Sara, de 21 años, y su hijo, Miquéia, de 4. Pero deseaba darles más de lo que tenía. Después de siete años trabajando como operario en una industria química, su sueldo seguía sin permitirle realizar el sueño de tener su propia casa. Para eso necesitaba juntar al menos 7.000 euros. "Pensaba, además, comprarse una furgoneta para sacar un dinero transportando a los trabajadores desde sus casas a las fábricas", cuenta su dentista, Arlei Hernandes, también alcalde del pueblo.
Los domingos, ya en España, al volver de misa, Sérgio llamaba a su familia. Evangélico convencido, no cambió sus costumbres. "Vivía entre la casa, el trabajo y la iglesia", cuenta su suegra, Isabel Alves, que vive con su hija, costurera como ella, y su nieto. Sérgio no se quejaba, pero la familia sentía su sufrimiento. "No conseguía un trabajo fijo. Hacía chapuzas y sólo logró enviarnos 1.000 reales para pagar sus deudas".
Hace un mes llamó diciendo que sus "oraciones habían sido atendidas". Por fin, había conseguido un trabajo como capataz de obra con un salario de 800 euros mensuales. "El domingo anterior a los atentados, Sérgio nos llamó dos veces, como si fuera para despedirse. Le dijo a Miquéia que volvería y le traería un camioncito de juguete". El martes 17 de marzo, un avión volaba desde Madrid hacia São Paulo. En él iba el cuerpo sin vida de Sérgio dos Santos.