ALINA BRYK
Nacionalidad: Polaca
Edad: 39 años
MARTA AGUIRREGOMEZCORTA
A Alina Bryk la llamaba todo el mundo Ala. Era polaca, asistenta, tenía 39 años y era muy presumida. "Siempre iba arreglada, con la uñas pintadas, perfectas, y muy maquillada. Le encantaban la ropa, las joyas e ir de compras por los mercadillos", cuenta su marido, Juan.
Ala vivía en España desde hacía 10 años y trabajaba por horas como empleada de hogar. Tenía dos hijas, de 15 y 8 años, que se habían quedado en Polonia con su abuela. "Sus niñas le motivaban mucho. Las echaba de menos y eso era lo único que retenía su cabeza en Polonia", cuenta Mónica, una joven polaca amiga de la familia. Cada verano viajaba a su país para estar con ellas. "Cuando regresaba a España venía cargada de fotos de sus hijas y se las enseñaba orgullosa a todo el mundo", cuenta Mónica.
Por lo demás, Ala no paraba un momento. "Era alegre, positiva, llena de vida. No se callaba nunca, siempre tenía algo que decir", continúa Mónica.
A Ala la quería todo el mundo. Su familia, sus amigos, las familias de las casas donde trabajaba. "Siempre estaba pendiente de la gente. No era de esas que van al trabajo y ya... ella se preocupaba por los demás", asegura la amiga.
Las familias de las casas donde trabajaba escribieron una carta de despedida a Ala. En ella le decían lo "valiente, educada, prudente, lista y buena" que había sido.
Ala y su marido tenían un proyecto: comprar una casa en Polonia y reunirse allí con las niñas. Ser una familia feliz y unida. Estaban ahorrando. "No la teníamos elegida todavía, pero ya sabíamos cómo tendría que ser, con jardín y esas cosas", cuenta Juan.
Ahora vivían en un piso en Vicálvaro, con más polacos. Ala sólo tomaba el cercanías los lunes y los jueves. El 11-M era jueves.