El lado m¨¢s desconocido de las grandes historias de amor de Hollywood
La relaci¨®n entre Paul Newman y Joanne Woodward no era perfecta y Liz Taylor y Richard Burton se casaron con otras personas, pero ambas parejas se quisieron hasta el final de sus d¨ªas
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El precio de salida era un mill¨®n de d¨®lares y se vendi¨® finalmente por 15,5 millones, el m¨¢s alto alcanzado hasta entonces (2017) en una subasta por un reloj de pulsera. Pertenec¨ªa a Paul Newman y se lo hab¨ªa regalado su esposa, Joanne Woodward, con la inscripci¨®n ¡°conduce con cuidado¡±. Es decir, no era un reloj, era un s¨ªmbolo, lo m¨¢s cerca que pod¨ªa estar un mortal del amor incorruptible de la pareja con el mejor ¨¢lbum de fotos de la historia.
La serie documental The last movie stars (HBO) ¡ªa¨²n no estrenada en Espa?a¡ª dedica seis cap¨ªtulos de una hora cada uno a contar la verdadera historia del hombre m¨¢s guapo del mundo y la maravillosa actriz con la que comparti¨® m¨¢s de medio siglo. A trav¨¦s de un material in¨¦dito, m¨¢s de cien entrevistas con la pareja, amigos y compa?eros de profesi¨®n ¡ªNewman pretend¨ªa utilizarlas para escribir sus memorias¡ª, adem¨¢s de charlas con hijos y nietos del matrimonio, el director, Ethan Hawke, consigue el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa: engrandecer la leyenda. Y lo hace baj¨¢ndolos a la tierra, mostrando que su relaci¨®n no era perfecta ¡ªporque ninguna lo es¡ª, humanizando a las ¨²ltimas estrellas, como les llamaba su amigo Gore Vidal, escritor.
Newman: ¡°Nos abalanzamos sobre el otro, dejando un rastro de lujuria por todas partes: hoteles, moteles, parques p¨²blicos, ba?os, coches de alquiler, piscinas y playas¡±
El actor de El buscavidas quem¨® un d¨ªa las cintas, pero las transcripciones sobrevivieron. Y fue la familia la que encarg¨® el documental. Dice una de sus hijas, Melissa: ¡°La gente piensa en Joanne Woodward y Paul Newman y piensa en el matrimonio perfecto. Hasta cierto punto, me siento culpable por desmantelar esa historia porque todos necesitan ese tipo de h¨¦roes, pero, al mismo tiempo, creo que merecen m¨¢s cr¨¦dito. No fue f¨¢cil, fue un trabajo duro, a veces feo¡±. Y es precisamente eso lo que dispara su m¨¦rito, lo que les aporta, tambi¨¦n fuera de la pantalla, la cualidad esencial de los buenos actores: autenticidad.
Se conocieron en 1953 en el despacho de su agente com¨²n. ¡°Subiendo la escalera¡±, recuerda ella, ¡°apareci¨® esta criatura de anuncio. Parec¨ªa que le hubieran conservado en hielo. Y le odi¨¦¡±. Esa primera impresi¨®n negativa fue superada r¨¢pidamente. Dice ¨¦l: ¡°Los hu¨¦rfanos tienen un gran apetito por todo. Y nosotros nos abalanzamos sobre el otro como hu¨¦rfanos, dejando un rastro de lujuria por todas partes: hoteles, moteles, parques p¨²blicos, ba?os, coches de alquiler, piscinas y playas¡±. ¡°Woodward¡±, relata Gore Vidal (uno de los entrevistados, al que pone voz el actor Brooks Ashmanskas), ¡°volvi¨® a casa diciendo que hab¨ªa conocido al hombre con el que se iba a casar. ?Y ya estaba casado!¡±. La aventura dur¨® cinco a?os hasta que Newman se divorci¨® de su esposa, Jackie Witte ¡ªtambi¨¦n entrevistada¡ª, con la que ten¨ªa tres hijos de menos de cinco a?os. Una de ellas, Stephanie, explica: ¡°El divorcio destroz¨® a mi madre. Ella quer¨ªa ser actriz ?y encima Joanne se llev¨® el Oscar!¡±. Porque al principio, la estrella era, efectivamente, Woodward. Luego todo cambi¨®. ¡°Soy simplemente una criatura que ella invent¨®¡±, declara Newman refiri¨¦ndose a su imagen de ¡°icono sexual¡±.
Se casaron en 1958 y tuvieron tres hijos. La fama de Newman se multiplic¨® y la carrera de Woodward, ahora madre de familia numerosa, se resinti¨®. ¡°Son todos maravillosos. Los amo. Pero si tuviera que hacerlo de nuevo, no estoy segura de que tuviera hijos¡±, confiesa en el documental. Pese a todo, Stephanie lleva hoy el nombre de su madrastra tatuado en el brazo. ¡°Fue ella la que nos convirti¨® en una familia¡±, explica su hermana Melissa.
Woodward: ¡°Cada vez que sale la frase de la hamburguesa quiero matar. ?No soy un pedazo de carne!¡±
El matrimonio interpret¨® entonces un guion injusto y universal: mientras ella envejec¨ªa y cuidaba a los cr¨ªos, ¨¦l ascend¨ªa y se volv¨ªa m¨¢s interesante. ¡°?C¨®mo es estar casada con Paul Newman?¡±, le preguntaban en las entrevistas. Un presentador se dirigi¨® un d¨ªa al p¨²blico, delante del actor: ¡°?Vosotras le dejar¨ªais salir de casa si fuerais su esposa?¡±. Fue en esa ¨¦poca cuando ¨¦l pronunci¨® una frase que pas¨® a la historia del romanticismo: ¡°?Para qu¨¦ voy a salir a comerme una hamburguesa si tengo filete en casa?¡±. A ella no le gust¨® nada: ¡°Menuda declaraci¨®n chovinista¡±, explica en una de las entrevistas del documental (con la voz de Laura Linney). ¡°No soy un pedazo de carne, por el amor de Dios. Cada vez que sale esa frase, quiero matar¡±.
Superaron tambi¨¦n la terrible muerte, por sobredosis y con solo 28 a?os, de Scott, el hijo mayor de Newman, ¡ª¡°La culpa me acompa?ar¨¢ hasta el d¨ªa que me muera¡±¡ª, y el alcoholismo del actor. Tras encontrarle un d¨ªa en el suelo con una brecha en la frente, Woodward cogi¨® a las ni?as y se fue de casa. Le dio un ultim¨¢tum: o la bebida o ellas. Finalmente, llegaron a un pacto: ¡°Solo cervezas¡±.
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El hombre m¨¢s bello del mundo era, sorprendentemente, muy inseguro. No habla bien de s¨ª mismo en todo el documental, donde el actor George Clooney pone voz a las transcripciones de las entrevistas que su amigo, el guionista Stewart Stern, grab¨® para ese proyecto de memorias. Woodward no solo lo ¡°invent¨®¡± como icono sexual, tambi¨¦n le ense?¨® a quererse a s¨ª mismo.
En 1983, en su 25? aniversario, despu¨¦s de muchas dificultades, renovaron sus votos y volvieron a casarse. El texto que ambos leyeron dice: ¡°La felicidad en el matrimonio no es algo que simplemente sucede. Hay que crearlo. Cultivar la paciencia, la capacidad de perdonar y de olvidar. Estar juntos frente al mundo¡±.
En 2007, a Woodward le diagnosticaron alzh¨¦imer y nueve d¨ªas despu¨¦s, a Newman, c¨¢ncer. Antes de ir al hospital por ¨²ltima vez, ¨¦l busc¨® uno de esos calcetines que los estadounidenses cuelgan de las chimeneas en Navidades y meti¨® dentro del de su esposa su br¨²jula, para que tuviera un regalo en las primeras fiestas que no iban a pasar juntos en 50 a?os. Para entonces hab¨ªa quemado las cintas de las entrevistas. Paul Newman se hab¨ªa cansado de Paul Newman. Afortunadamente, su amigo Stern ya lo hab¨ªa transcrito todo.
Burton: ¡°Era tan extraordinariamente bella que casi me r¨ªo a carcajadas all¨ª mismo. Incuestionablemente preciosa. En resumen, era demasiado, y por si eso no fuera suficiente, me ignoraba por completo¡±
Con ellos lleg¨® el esc¨¢ndalo
Si la de Newman y Woodward era la historia del amor ejemplar, pese a que comenz¨® en adulterio, la de Liz Taylor y Richard Burton fue la del esc¨¢ndalo. Se conocieron cuando ¨¦l ten¨ªa 28 a?os y ella 20. ¡°Era tan extraordinariamente bella que casi me r¨ªo a carcajadas all¨ª mismo. Era incuestionablemente preciosa. En resumen, era demasiado, y por si eso no fuera suficiente, me ignoraba por completo¡±, dir¨ªa ¨¦l. ¡°No paraba de flirtear conmigo, pero yo me negaba a ser otra muesca en su cintur¨®n¡ Qu¨¦ poco sab¨ªa¡±, dir¨ªa ella.
No volvieron a verse hasta nueve a?os despu¨¦s, en Cleopatra. Para entonces ella ya se hab¨ªa casado cuatro veces: con Conrad Nicky Hilton Jr. ¡ªheredero de la cadena de hoteles¡ª, a los 18; con el actor ingl¨¦s Michael Wilding, a los 20; con el productor Mike Todd a los 25 ¡ª¨¦l muri¨® unos meses despu¨¦s al estrellarse su avioneta, llamada Lucky Liz (Afortunada Liz)¡ª y con Eddie Fisher ¡ªmejor amigo de Todd y casado con una de las mejores amigas de Taylor, Debbie Reynolds¡ª a los 26. El guionista Mario Parra, autor de Romances de cine (Editorial Berenice), explica que la prensa empez¨® a acusar a la actriz de ¡°rompehogares¡± y ¨¦l perdi¨® la serie The Eddie Show que emit¨ªa la NBC.
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En el rodaje saltaron las chispas. Taylor y Burton no se despegaban pese a que estaban casados con otras personas. ¡°El Vaticano¡±, recuerda Parra, ¡°lleg¨® a condenar a la pareja, acus¨¢ndolos de ¡®vagancia er¨®tica¡¯ y Fox trat¨® de denunciarles por da?os y perjuicios, alegando que el romance extramarital y toda la mala publicidad que acarre¨® repercuti¨® negativamente en la pel¨ªcula, a pesar de que Cleopatra termin¨® siendo la m¨¢s taquillera de 1963¡å.
Tras sendos y millonarios divorcios, se casaron en 1964. Burton le regal¨® un collar de esmeraldas y diamantes valorado en 150.000 d¨®lares. El libro tambi¨¦n recoge la historia de La Peregrina, una impresionante joya obsequio de Felipe II en 1554 a Mar¨ªa Tudor: ¡°Burton lo gan¨® en una puja por 37.000 d¨®lares a Alfonso de Borb¨®n, que pretend¨ªa devolverla a Espa?a. Al perder la subasta, la casa real, en una muestra de buen perder espa?ol, neg¨® la autenticidad de la perla proclamando que la real estaba en posesi¨®n de la reina Victoria Eugenia, dato que fue desmentido¡±. La tumba del tercer marido de la actriz, por cierto, fue profanada en 1977 por unos ladrones que buscaban el anillo de compromiso con el que Taylor quiso que le enterraran.

Tras el susto inicial, la prensa se enamor¨® de aquella explosiva pareja que, como dec¨ªa Burton, creaba ¡°m¨¢s actividad comercial que muchos peque?os pa¨ªses africanos¡±. Entonces ¨¦l empez¨® a beber ¡ªhasta cuatro botellas al d¨ªa¡ª y en 1973 la pareja se separ¨®. En el verano de 1975, acompa?ados por sus respectivos amantes, se vieron en Suiza para cerrar flecos del divorcio, pero en lugar de eso, decidieron volver a casarse. Duraron menos de un a?o. ?l se cas¨® con otra mujer y ella con su marido n¨²mero siete, John Warner, senador republicano ¡°del que se aburri¨® r¨¢pidamente¡±, recuerda Parra. En 1982, Taylor interrumpi¨® una obra de Burton al subirse al escenario para susurrarle en gal¨¦s: ¡°Te quiero¡±. El p¨²blico se rompi¨® las manos aplaudiendo. El actor Gabriel Byrne dir¨ªa: ¡°El momento m¨¢s teatral e inolvidable que he visto en escena¡±. Pero no funcion¨®. En un momento dado, Burton se fug¨® a Las Vegas con una de sus j¨®venes asistentes y se cas¨® con ella. Taylor ingres¨® en una cl¨ªnica de desintoxicaci¨®n.
Al final del verano de 1984, ¨¦l se despidi¨® de ella por tel¨¦fono con un ¡°adi¨®s, amor¡±. Ten¨ªa 58 a?os. Su viuda prohibi¨® a Taylor asistir al funeral. Ella respet¨® su decisi¨®n y esper¨® para visitar la tumba. A los pocos d¨ªas le lleg¨® una carta que el actor le hab¨ªa enviado antes de morir. Nunca hab¨ªan dejado de escribirse, ni cuando estuvieron casados con otras personas. Como dec¨ªa Joanne Woodward: ¡°Nadie entiende las relaciones de los dem¨¢s. Solo las dos personas implicadas saben qu¨¦ es lo que la mantiene¡±. Los dos amores duraron, cada uno a su manera, toda la vida.
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