Cuatro prop¨®sitos sexuales que todo el mundo puede poner en pr¨¢ctica en 2023
Pensar menos y sentir m¨¢s o concederle al deseo el espacio que se merece en el d¨ªa a d¨ªa son algunos de los peque?os grandes retos para llevar a cabo este nuevo a?o y lograr tener una vida sexual m¨¢s satisfactoria
Nuestra lista de resoluciones er¨®ticas para el a?o que comienza contiene una serie de peque?os grandes retos muy a tono con el esp¨ªritu de los tiempos que corren: desde limitar el contenido sexual informativo para evitar la saturaci¨®n hasta despolitizar los dormitorios. Una serie de buenos prop¨®sitos para tener una vida sexual m¨¢s saludable en 2023.
Menos informaci¨®n y m¨¢s introspecci¨®n
Nunca ha habido tanta informaci¨®n y tan accesible sobre el sexo como ahora. Sin embargo, esta ingente cantidad de data no siempre se traduce en conocimiento. A veces, puede producir un efecto contrario y derivar en confusi¨®n. Una avalancha de referencias que no tenemos tiempo de registrar ni asimilar y a las que, como mucho, les echamos un vistazo de lejos para archivarlas en nuestro disco duro con la etiqueta equivocada o imprecisa.
?No sabe lo que es un coreorgasmo, el squirt o el m¨¦todo Florentino (que nada tiene que ver con el presidente del Real Madrid)? Pues corra a informarse. O, a¨²n mejor, busque alg¨²n experto o coach en la materia, licenciado en no se sabe d¨®nde, para que le ense?e estas imprescindibles t¨¦cnicas amatorias.
Muchos j¨®venes de hoy empiezan la construcci¨®n de su estructura sexual por el tejado, en vez de por los cimientos; ya que alternan sus deberes escolares con el visionado de un bukkake en la intimidad de sus habitaciones; al mismo tiempo que se preguntan si una mujer puede quedarse embarazada si tiene la regla o planean, con sentimiento de culpa, perder la virginidad porque sus amigos ya lo han hecho.
Se habla mucho de t¨¦cnicas, posturas, tr¨ªos y muy poco de afectos y sentimientos, que la gente parece manejar cada vez con m¨¢s torpeza. En plena moda de los cuerpos no normativos, todos retocan sus fotos hasta convertirse ya en una caricatura, antes de subirlas a las redes sociales. El sexo parece una asignatura obligatoria, y hay que llegar al nivel avanzado, pero nuestros padres y abuelos ten¨ªan m¨¢s relaciones sexuales que nosotros.
As¨ª, este barullo mental crece y crece y la informaci¨®n es ya dispersi¨®n que nos impide disfrutar. La ¨²nica soluci¨®n posible pasa por olvidar la mente, centrarse en el cuerpo y conjugar el verbo sentir en todos sus tiempos. Todo lo que necesitamos experimentar est¨¢ dentro de nosotros y no en las redes sociales.
Cambiar el porno por la literatura y los c¨®mics er¨®ticos
Vaya por delante que me gusta el porno, lo consumo (aunque no me consume a m¨ª) y, con mi natural tendencia a ser abogada de las causas perdidas, lo defiendo cada vez que alguien lo culpabiliza, junto con el reguet¨®n, de la falta de ganas y de la ignorancia sexual patria, de los embarazos no deseados, del declive de Occidente y no faltar¨¢ quien lo relacione con el cambio clim¨¢tico. Pero el problema no est¨¢ en el porno, sino en el uso que hacemos de ¨¦l.
Por supuesto que se podr¨ªa hacer mejor pornograf¨ªa, pero culpar al cine para adultos de una pobre o desenfrenada vida sexual ser¨ªa como culpar a Hollywood de estar en el paro, compartir piso a los 60 o sufrir de depresi¨®n o ansiedad; y, francamente, creo que esta ¨²ltima teor¨ªa no estar¨ªa falta de argumentos.
El problema con el porno es cuando lo integramos en nuestra vida cotidiana, como al metro; porque entonces uno est¨¢ entrando de lleno en un proceso de desensibilizaci¨®n al necesitar, cada vez, alicientes m¨¢s fuertes. Los yonquis de la pornograf¨ªa est¨¢n mecanizando su conducta sexual bas¨¢ndose en unos est¨ªmulos muy determinados, como el perro de P¨¢vlov. En la vida real las mujeres no tienen tetas a las que no afecta la ley de la gravedad, ni culos de pato, y los hombres no vienen con penes megaerectos que rompen nueces. En la vida en tres dimensiones la gente es distinta, uno debe cambiar de estrategia con cada amante y no seguir siempre la misma pauta para acabar con un final feliz. En la vida real hay sabores fuertes y sutiles; y si uno come solo patatillas extra saladas, puede que luego no le encuentre la gracia a una lubina al horno, con aceite y lim¨®n. ?Una pena!
Hay que dejar la pantalla, de vez en cuando, y excitarse de otras formas; por ejemplo, leyendo literatura er¨®tica y c¨®mics er¨®ticos. O, si se es muy vago, recurrir al audioporno. Estimular la imaginaci¨®n, que es mucho m¨¢s guarra que la retina.
No politizar el sexo
Entre las muchas definiciones de lo que es la pol¨ªtica me quedo con la de Groucho Marx: ¡°La pol¨ªtica es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagn¨®stico falso y aplicar despu¨¦s los remedios equivocados¡±. Pero la pol¨ªtica es tambi¨¦n esa criatura bul¨ªmica que quiere trag¨¢rselo todo y entrar en todas las estancias de la casa buscando algo que devorar, incluyendo el dormitorio.
Las dictaduras nunca han dudado en legislar sobre lo que los ciudadanos pueden hacer o no con sus cuerpos. Podemos observar una peligrosa tendencia mundial a politizar las relaciones y las orientaciones sexuales, a convertir los cuerpos en campos de batalla, a suscribir o identificar determinadas pr¨¢cticas con ciertas ideolog¨ªas y hasta partidos pol¨ªticos; a empezar a crear nuevas clasificaciones sobre lo que es pol¨ªticamente correcto o no. Algunas personas que se sienten muy identificadas con ciertos movimientos o ideolog¨ªas empiezan a establecer un c¨®digo de conducta sexual con pr¨¢cticas deseables o indeseables, como si el coito, por ejemplo, tuviese una alineaci¨®n pol¨ªtica o estuviera suscrito a alg¨²n partido.
La Iglesia cat¨®lica ya hizo eso hace siglos, cuando permit¨ªa ciertas actividades, destinadas a la procreaci¨®n, y prohib¨ªa otras, que solo persegu¨ªan la lujuria. Miles de traumas sexuales han sido necesarios para deshacernos de esta moral; no abracemos ninguna otra disfrazada ahora de militancia. En la historia de la humanidad los buenos amantes siempre fueron los que supieron abstraerse de todo el adoctrinamiento de la ¨¦poca; ya vinera en forma de moral, religi¨®n, cultura, pol¨ªtica o buenas maneras. Ellos cerraban las puertas de sus alcobas y, con libertad y de mutuo acuerdo, creaban sus propios universos.
Una vida con espacio para el deseo
Las consultas de los sex¨®logos est¨¢n llenas de mujeres y, cada vez m¨¢s, hombres con deseo sexual hipoactivo. Personas sin ganas, aunque sin problemas de salud y con una edad en la que no deber¨ªan presentarse estos trastornos. Se les recetan pautas, ejercicios, rutinas que pueden funcionar y que se registran en esos art¨ªculos tan socorridos en las secciones de sexo: Consejos para recuperar el apetito sexual o C¨®mo salpimentar tu vida de pareja.
Una vez m¨¢s, el problema se deriva al individuo y no a la sociedad. Porque hay que tener deseo llevando una vida estresante, as¨¦ptica, cada vez m¨¢s mecanizada, en la que se propicia el enfrentamiento entre los sexos y en la que las pantallas proporcionan historias ajenas que impiden que construyamos la propia. Hay que conservar las ganas tras ver el telediario que nos recuerda, dos veces al d¨ªa, que el mundo est¨¢ a punto de estallar. Hay que ser un seductor/a pero de la manera correcta, la que va con los tiempos que corren, ni mucho ni poco, ni pasarse ni no llegar y el punto exacto se convierte en la aguja en el pajar que nunca se encuentra.
Ante tantos obst¨¢culos, el deseo desaparece porque el deseo es un ni?o que requiere atenci¨®n y tiempo, y no le gustan las prisas. En una sociedad no deseante, lo m¨¢s normal es no tener deseo. As¨ª que, en vez de preguntarse por qu¨¦ no tiene ganas, preg¨²ntese c¨®mo puede hacer para construir una vida donde haya espacio para el deseo; sabiendo que a este le gusta la tranquilidad, el tiempo libre, el buen trato, la imaginaci¨®n, el flirteo, el sentido del humor, las jornadas de ocho horas (o menos) y hasta los lunes al sol. La soluci¨®n es m¨¢s compleja, pero es la definitiva y puede matar varios p¨¢jaros de un tiro.
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