Una visita a Ernesto Collado, el capturador de esencias de l¡¯Empord¨¤
Tras 23 a?os como creador teatral, un d¨ªa dej¨® de oler por culpa de la fantosmia y le cambi¨® la vida. Se obsesion¨® con la idea de que se puede meter en una botella c¨®mo huelen los paisajes. As¨ª naci¨® Bravanariz, un proyecto olfativo con la voluntad de invitar a la gente a reconectar con la naturaleza y el entorno
Nuestro cuerpo no huele como la fragancia del perfume con la que lo solemos rociar antes de salir a la calle. Camuflamos nuestro propio olor y el de los diferentes espacios en los que hacemos vida. Entornos aromatizados que evocan a un templo budista tailand¨¦s o al campo de lavanda de Brihuega, aunque nos encontremos en la recepci¨®n de un hotel o en una oficina. La cultura olfativa se reduce a los anuncios de perfumes que se emiten en la televisi¨®n y en las salas de cine. Anuncios en los que no se escatiman recursos y clich¨¦s. Es lo que tiene tratar de vender una fragancia sin que el espectador pueda olerla. Y es que describir un olor no es sencillo. El vocabulario olfativo del que hacemos uso es m¨¢s rico en palabras apestosas que arom¨¢ticas. Podrido. Nauseabundo. F¨¦tido. Rancio. Esti¨¦rcol. Fragante. Leer El perfume, de Patrick S¨¹skind, seguro que nos enriquece y nivela el l¨¦xico en este campo. El olor es recuerdo, presencia y cambio. Gracias al olfato podemos detectar una fuga de gas. El olfato es necesario para la supervivencia, tambi¨¦n para disfrutar de los placeres y la sensualidad de la vida. Imaginen una vida sin oler. Imaginen.
El navegador del coche nos lleva hasta una finca en la que en un peque?o cartel pone Bravanariz. Da la sensaci¨®n de que estamos en el interior de Grecia, pero nos encontramos en Pont¨®s, a las afueras de Cantallops, en la comarca del Alt Empord¨¤ (Girona), al sur de la sierra de la Albera. Nos recibe un hombre que luce sombrero y viste pantal¨®n de patas anchas, camisa bordada y chaqueta. Es Ernesto Collado, que nos invita a sentarnos a la sombra de unos ¨¢rboles y nos sirve un agua perfumada a base de melisa, santolina y naranja desecada. ¡°Para que empec¨¦is la experiencia¡±, anuncia. Y a partir de ese momento se pone a hablar intercalando nombres de plantas arom¨¢ticas, como la lavanda, describiendo olores, como el del curri, y referenciando t¨ªtulos de libros relacionados con la naturaleza, como El futuro es vegetal, de Stefano Mancuso.
Cuando era un beb¨¦, la siesta se la echaba en una cama de lavanda. ¡°Con la lavanda me siento en casa¡±, dice Collado, hijo y nieto de trabajadores de ¨¦xito en el campo de la qu¨ªmica y la perfumer¨ªa. ?l, sin embargo, hizo carrera como creador teatral durante 23 a?os, hasta que un d¨ªa dej¨® de oler por culpa de la fantosmia, una enfermedad que hizo que su cerebro creara un olor que no existe en la realidad y que se convirti¨® en el ¨²nico que oli¨® durante un tiempo. Una alucinaci¨®n olfativa que le aisl¨® del mundo. Durante ocho meses se someti¨® a diferentes pruebas para descartar alzh¨¦imer, p¨¢rkinson o un tumor cerebral. Mientras tanto, se obsesion¨® con el mundo del olfato y ley¨® todo lo que pudo al respecto. Con sus libros y los de su abuelo arm¨® una biblioteca de los olores.
Con los resultados de las pruebas negativos, le pregunt¨® a su neur¨®logo c¨®mo pod¨ªa recuperar el olfato. El m¨¦dico le dijo que ten¨ªa que entrenar a su cerebro para distinguir la alucinaci¨®n olfativa de la realidad, por lo que ten¨ªa que oler algo todos los d¨ªas. ¡°Escog¨ª los aromas de mi infancia: lavanda y romero, plantas que ol¨ª durante mis paseos matutinos por l¡¯Empord¨¤¡±, recuerda. Y as¨ª hasta el cuarto mes de rehabilitaci¨®n, cuando oli¨® algo que no era lo que su cerebro inventaba. ¡°La vida penetr¨® en m¨ª en forma de todos esos componentes y mol¨¦culas que hay dentro del romero. Planta a planta fui recuperando el sentido del olfato. Planta a planta me di cuenta hasta qu¨¦ punto nuestros paisajes huelen espectacular¡±. Entonces se obsesion¨® con la idea de que se puede capturar la esencia de los paisajes y meterla en una botella. Una idea que tuvo como artista, no como perfumista. As¨ª naci¨® Bravanariz.
Collado no se considera perfumista, sino alguien que captura la esencia de los paisajes del Empord¨¤. Solo trabaja con plantas mediterr¨¢neas aut¨®ctonas: lentisco, tomillo, resinas de los pinos, menta, salvia, siempreviva... Bravanariz se puso en marcha con la voluntad de invitar a la gente a reconectar con la naturaleza a trav¨¦s del olfato y con una voluntad divulgativa en una finca que se llama Mas Flaquer. Ocho hect¨¢reas en las que crecen olivos, almendros, higueras y plantas arom¨¢ticas.
Por medio de esas capturas olfativas elabora perfumes acordes a las estaciones del a?o. Explica que el oto?o y la primavera son cambios, transiciones: ¡°Son temporadas estresantes, desde el punto de vista celular: cambia la luz, el tiempo, la temperatura. La primavera es florecimiento, hay algo excitante en el ambiente. En el oto?o se pasa de las vacaciones al trabajo, a las clases. Se ti?e de colores y olores suaves, como el hinojo, el cipr¨¦s, que es un gran antidepresivo¡±. Ese es el ingrediente m¨¢s importante en todo lo que hacen. Tiempo para observar y contemplar, que no es lo mismo. Para hacer un estudio bot¨¢nico, recopilar datos, hablar con lugare?os, clasificar familias y densidades de plantas, respirar y, sobre todo, sentir. Esta observaci¨®n tiene que cubrir todo el ciclo anual. Y es que los paisajes no huelen igual en verano que en invierno, ni tampoco a primera hora de la ma?ana que al mediod¨ªa.
Mas Flaquer es una mas¨ªa que Collado est¨¢ reformando, con ayuda de compa?eros del mundo del teatro, escen¨®grafos e iluminadores, y que ha convertido en un alojamiento rural y en un espacio l¨²dico y de trabajo en el que se elaboran fragancias con las plantas arom¨¢ticas recogidas en la misma finca. Consta de una casa principal, que se puede alquilar, as¨ª como una caba?a para una pareja, en medio de la finca, rodeada de olivos. Tambi¨¦n hay un huerto ecol¨®gico y un vivero, que antes eran una granja de patos, con un tejado a dos aguas, de 36 metros de largo y de color rojo Menorca, en el que muy pronto habr¨¢ semillas y el esti¨¦rcol de vaca, gallinaza y lombricompos, con lo que se hace la mezcla para usar con las plantas arom¨¢ticas recolectadas. No hay perfume sin una pizca de mierda. En un ¨¢gora, entre el vivero y el espacio de trabajo, estar¨¢n los alambiques de destilaci¨®n, la tienda y la biblioteca, a la que todav¨ªa tiene que nutrir de libros Ernesto, quien recomienda leer La vida de las plantas. Una metaf¨ªsica de la mixtura, de Emanuele Coccia.
La voluntad divulgativa de Bravanariz son los paseos por la finca. Para realizarlos provee a los participantes de unas tijeras, con su cartuchera correspondiente, una bolsa de tela para depositar las flores recogidas, unos guantes y un sombrero. Una vez finalizado el paseo se destila lo recolectado y cada participante se lleva a su casa su captura olfativa.
Paseamos con Ernesto y, de repente, se para, se agacha y corta un esqueje de una planta. ¡°Tomad y oled esto, para entender el territorio¡±. Es cantueso. Tambi¨¦n oleremos calamenta, hinojo, brezo, cal¨¦ndula. ?l se?ala unas matas y dice que la idea es convertirlas en un vergel salvaje. Ve olores donde los dem¨¢s ven matorrales, arbustos y plantas que crecen de manera aleatoria. Aqu¨ª es donde va a formular un perfume en el paisaje, con plantas de la zona. No es un jard¨ªn arom¨¢tico, es una recuperaci¨®n del paisaje aut¨®ctono en la que Ernesto puede incidir en la cantidad de plantas arom¨¢ticas silvestres, no cultivadas. Todo eso para construir acordes arom¨¢ticos en el paisaje, con ayuda del tiempo y las abejas. Aprovecha la coyuntura y habla del libro La vida de las abejas, de Maurice Maeterlinck, y de la pel¨ªcula El esp¨ªritu de la colmena, de V¨ªctor Erice.
Donde est¨¢n las colmenas, lo llama ¡°la isla¡±, porque hay un poco de todo, y nos invita a oler otra planta. Se trata de la siempreviva y se supone que huele a curri. Huele tan poco porque ahora a las plantas, asegura, lo ¨²ltimo que les preocupa es seducir. Ahora est¨¢n para coger nutrientes y sobrevivir. Cuando las plantas huelen m¨¢s es cuando est¨¢n estresadas, desde el punto de vista h¨ªdrico. As¨ª estamos casi todos, esperando que llueva.
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