Los vestidos negros de Balenciaga brillan por primera vez en los Pa¨ªses Bajos
El Kunstmuseum de La Haya re¨²ne joyas, bocetos y m¨¢s de sesenta modelos del dise?ador vasco cuyas l¨ªneas marcaron la moda en el siglo XX por sus innovadores vol¨²menes
En plena vor¨¢gine de las semanas de la moda (Nueva York, Madrid, Londres, ahora Mil¨¢n y, despu¨¦s, Par¨ªs), Crist¨®bal Balenciaga (1895-1972) se presenta en la ciudad neerlandesa de La Haya. En este caso, no se trata de un desfile, sino de la primera vez que pueden verse reunidos en los Pa¨ªses Bajos 65 de sus vestidos negros, adem¨¢s de sombreros, joyas y bocetos. De formas esculturales, el trabajo del ¡°¨²nico aut¨¦ntico couturier¡±, como calific¨® Coco Chanel al dise?ador vasco, llena el Museo de Arte (Kunstmuseum).
Sin distinci¨®n de temporadas, se suceden modelos largos de noche y cortos de c¨®ctel. Hay trajes de chaqueta, t¨²nicas, capas y variedad de tejidos, adornos y texturas: desde tafet¨¢n, raso y terciopelo hasta cuentas de azabache y bordados. Y, claro, metros de gazar de seda, el material textil producido en colaboraci¨®n con la firma suiza Abraham que facilitaba hechuras antes imposibles. Todos muestran el esplendor del negro en la obra de Balenciaga, que abri¨® su taller parisino de alta costura en 1937 y lo cerr¨® en 1968, con la llegada del pr¨ºt-¨¤-porter.
El funeral por la reina Isabel II, oficiado este 19 de septiembre en la abad¨ªa londinense de Westminster, ha dejado abundantes im¨¢genes de las mujeres de la familia real brit¨¢nica, y de reinas y plebeyas, vestidas de negro. Con la retina as¨ª preparada, la exposici¨®n, titulada Balenciaga, la maestr¨ªa en negro ¡ªabierta hasta el 5 de marzo de 2023¡ª, ofrece todos los grados de un color que invita a acercarse y tambi¨¦n a la contemplaci¨®n a cierta distancia. Con un fondo de paredes grises e iluminaci¨®n propia de un cuadro, el visitante asiste a un festival de siluetas que se abre, literalmente, por el principio: unos patrones de vestidos. Acostados en unas vitrinas y tambi¨¦n puestos sobre unos maniqu¨ªs, parecen hechos a juego con los vestidos, pero no es as¨ª. ¡°Aunque la mayor¨ªa de los dise?adores utilizan algod¨®n blanco ¡ªtoile¡ª para el patronaje, ¨¦l los hac¨ªa siempre en negro. En realidad, sus planes eran en negro, que pod¨ªa ser recio o suave, en funci¨®n del tejido elegido luego para el vestido¡±, cuenta Madelief Hoh¨¦, conservadora de la muestra.
La perfecci¨®n de estas plantillas refuerzan la imagen del profesional de la costura que se form¨® como sastre y pod¨ªa confeccionar una prenda entera. Algo que Hoh¨¦ explica compar¨¢ndolo con el arte: ¡°Un restaurador tiene un ojo distinto al de un artista, y no todo el mundo tiene el inter¨¦s de Balenciaga por el trabajo real detr¨¢s de la ropa. Hay dise?adores que dejan sus dibujos en manos de profesionales de la costura, porque conf¨ªan en que sabr¨¢n hacer esa parte del trabajo. A ¨¦l le gustaba estar en el taller, dise?ar y sab¨ªa coser. Todo el proceso¡±.
El trabajo final pod¨ªa ser un traje de chaqueta en boucl¨¦ (rizado), como uno de 1960 llevado ahora a La Haya, junto con el resto de los expuestos, desde las colecciones del Palais Galliera de Par¨ªs y de la Maison Balenciaga. El boucl¨¦ es un tejido de punto de superficie irregular hecho a base de hilos con nudos, y el eco de este dise?o puede verse en la obra de Hubert de Givenchy, el famoso dise?ador franc¨¦s fallecido en 2018. Conoci¨® a Balenciaga en 1953, y el modisto espa?ol fue en cierto modo su mentor. La sencillez de este modelo prepara para el vestido Babydoll, de 1966. De seda cloque, un g¨¦nero con relieve, con cuerpo y grosor, deja libertad de movimientos, algo que Balenciaga buscaba con sus formas innovadoras.
En los Pa¨ªses Bajos, ese enfoque le gan¨® admiradores y fama. ¡°La gente valoraba su vanguardismo. No resaltaba solo el pecho o la cintura, y eso era algo apreciado por las mujeres holandesas, que est¨¢n abiertas a probar cosas nuevas. Hay que atreverse a llevar alguno de sus vestidos, porque llaman la atenci¨®n fuera de lo tradicional¡±, explica Hoh¨¦. Muy cerca, est¨¢ plantado su dise?o favorito: un conjunto de vestido de noche y capa, de 1967. El primero es de tela crep¨¦ de seda. La capa, de superficie rugosa y gran volumen, es de gazar. Hay otro modelo del mismo a?o, y tambi¨¦n de gazar, que refleja el trabajo constante de Balenciaga en su deconstrucci¨®n de las formas. Es ¡°una silueta en vol¨²menes¡±, sin cintura y tirantes de pedrer¨ªa, que se estrecha a la altura de las piernas. Ante obras as¨ª, Hoh¨¦ dice que ¡°sientes la tensi¨®n y el amor por los tejidos y por su trabajo¡±.
La muestra habla tambi¨¦n de la ¨¦tica de trabajo del dise?ador, que aprendi¨® a amar el oficio en Getaria (Gipuzkoa) con su madre, costurera de la familia de los marqueses de Casa-Torres. ¡°Balenciaga abordaba su labor como si fuese una religi¨®n¡±, se explica durante el recorrido por las salas. En las cartelas que acompa?an a los vestidos se menciona su querencia ¡°por la piedad cat¨®lica y los dise?os de inspiraci¨®n del flamenco¡±, as¨ª como la influencia hist¨®rica del negro contemplado en los cuadros de Vel¨¢zquez, Zurbar¨¢n o Goya. Y la conservadora a?ade una nota sobre el negro mismo: ¡°Se llevaba en todo su esplendor en la corte cat¨®lica espa?ola en el siglo XVI y XVII, y tambi¨¦n lo usaban los nobles protestantes holandeses¡±. En su caso, en se?al de modestia porque no distrae la atenci¨®n.
La joyer¨ªa espera al final de la visita, y prima la experimentaci¨®n con los materiales, otro detalle atractivo para sus colegas y clientes en Pa¨ªses Bajos. El museo ha a?adido los dibujos de moda de la ilustradora y escultora holandesa Constance Wibaut, a la que Balenciaga permit¨ªa dibujar los modelos de sus colecciones en Par¨ªs. Demna Gvasalia es el actual director creativo de la casa Balenciaga, ¡°la m¨¢s vibrante del planeta en estos momentos¡±, seg¨²n la revista Vogue. En la tienda del Kunstmuseun, aguarda un libro firmado por Sanne te Loo, de la serie de arte para ni?os. Se titula Crist¨®bal Balenciaga, el ni?o que so?aba con la alta costura.
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