Las metodolog¨ªas activas ganan peso en la Universidad
El nivel de autonom¨ªa del alumnado en los estudios superiores es terreno abonado para las pedagog¨ªas m¨¢s novedosas
Aprendizaje por proyectos, flip?ped classroom, gamificaci¨®n, design thinking, aprendizaje-servicio¡ Los conocidos como ¡°nuevos m¨¦todos pedag¨®gicos¡± llevan a?os en boca de todos. Sin embargo, como explica Manuel Montanero, director del Instituto de Investigaci¨®n y Prospecci¨®n Educativa de la Universidad de Extremadura (INPEx), se suelen cometer dos errores al hablar de ellos. El primero es calificarlos de ¡°nuevos¡±, ya que muchas de estas metodolog¨ªas activas tienen m¨¢s de un siglo de historia. El segundo es asociarlos a las etapas de educaci¨®n infantil y primaria. ¡°Las primeras experiencias publicadas sobre ABP, ApS o flipped classroom, por ejemplo, se desarrollaron en universidades norteamericanas. De hecho, tienen m¨¢s sentido en la educaci¨®n superior porque, en su mayor¨ªa, estos m¨¦todos requieren un cierto grado de autonom¨ªa en el aprendizaje por parte del estudiante¡±, apunta.
Sin embargo, matiza Isabel del Arco, profesora titular del departamento de Ciencias de la Educaci¨®n de la Universitat de Lleida, la generalizaci¨®n de estas metodolog¨ªas activas en las aulas universitarias sigue sin ser un camino f¨¢cil. ¡°El sistema universitario todav¨ªa no dispone de todos los elementos para transitar de manera r¨¢pida a una formaci¨®n m¨¢s acorde a las necesidades de los estudiantes del siglo XXI, las metodolog¨ªas siguen siendo tradicionales en su mayor¨ªa¡±, sostiene la experta, que ha visto en la pandemia ¡°un punto de inflexi¨®n¡±, ya que oblig¨® a muchos profesores universitarios a cuestionarse la tradicional clase magistral y a buscar otras formas de hacer docencia.
Conocer y elegir
Lo que no quiere decir, coinciden todos los expertos consultados, que la clase magistral tenga que ser desterrada. ¡°El profesional de la educaci¨®n deber¨ªa conocer las estrategias y t¨¦cnicas suficientes, entre ellas la clase magistral, para conseguir el objetivo final, que es que el alumno llegue a unos objetivos de conocimientos y destrezas¡±, se?ala Mar¨ªa Luisa Calatayud, profesora asociada del ?rea de Psicolog¨ªa Evolutiva y de la Educaci¨®n de la Universidad de Oviedo y de la Universidad Complutense de Madrid.
Calatayud lleva desde 2016 aplicando estrategias de gamificaci¨®n en el aula, que pasan por la utilizaci¨®n de reglas de juego en una situaci¨®n que en principio no es l¨²dica. ¡°La gamificaci¨®n viene del marketing. Todos tenemos tarjetas por puntos. Pero se ha llevado a la educaci¨®n para llegar a alumnos m¨¢s desmotivados, para hacer accesibles contenidos m¨¢s complejos, para generar trabajo cooperativo¡±, explica. Hay gamificaciones muy simples (apps de cuestionarios con recompensas), pero ella ha ido un paso m¨¢s all¨¢, creando una narrativa, escenarios de realidad virtual y aumentada, y diferentes niveles para sus alumnos del M¨¢ster de Educaci¨®n Especial: ¡°La idea era que los alumnos viesen otras formas de dar clase, porque al dedicarse a la educaci¨®n especial no les va a servir solo con la clase magistral¡±.
Casi dos d¨¦cadas llevan en la Facultad de Formaci¨®n del Profesorado y Educaci¨®n de la Universidad Aut¨®noma de Madrid poniendo en marcha experiencias de aprendizaje-servicio (ApS), una metodolog¨ªa que integra el servicio comunitario en el curr¨ªculo y que ya est¨¢ ¡°institucionalizada¡± y completamente integrada en todas las universidades p¨²blicas madrile?as. ¡°Siempre decimos que el aprendizaje-servicio es bueno, bonito y barato¡±, afirma Pilar Aramburuzabala, profesora titular del ?rea de Did¨¢ctica y Organizaci¨®n Escolar de la Universidad Aut¨®noma, que considera que desde un punto de vista pedag¨®gico esta metodolog¨ªa activa ¡°es la m¨¢s rica y potente¡± por la motivaci¨®n que despierta en el alumnado. ¡°Se aprende m¨¢s cuando la pr¨¢ctica est¨¢ vinculada a una necesidad social¡±, sostiene la experta, que considera que todos los alumnos deber¨ªan experimentar al menos una vez con el ApS en la universidad: ¡°Despliegan sensibilidad y compromiso, aprenden a mirar el entorno de otra manera, a ver que su carrera no es solo para ellos y para su propio bienestar, sino que esos conocimientos se tienen que poner al servicio de los m¨¢s vulnerables¡±.
Otra metodolog¨ªa activa al alza en el entorno universitario es el flipped classroom o clase invertida, una forma de hacer docencia que transfiere algunos procesos del aprendizaje fuera del aula y deja el tiempo de clase para potenciar los procesos de construcci¨®n colaborativa del conocimiento, la reflexi¨®n, el debate y la comunicaci¨®n. Isabel del Arco lleva tiempo aplic¨¢ndolo en su docencia y formando a otros profesores en la materia. Por su experiencia, el modelo de clase invertida no solo tiene beneficios para los alumnos (motivaci¨®n, implicaci¨®n y satisfacci¨®n, mejora del rendimiento, empuje al trabajo colaborativo entre iguales, est¨ªmulo de la autorregulaci¨®n y la participaci¨®n activa en los procesos de planificaci¨®n y evaluaci¨®n¡), sino tambi¨¦n para los profesores que en estas metodolog¨ªas han de desempe?ar un papel ¡°de mediador y de apoyo en el proceso de aprendizaje¡±.
Reticencias en la aplicaci¨®n pese a los beneficios
Para Manuel Montanero, las metodologías activas presentan muchos beneficios, principalmente para el aprendizaje de competencias, “en particular de competencias transversales, como trabajar en equipo, hablar en público, investigar o aprender a aprender”.
Pese a ello, siguen existiendo resistencias a su aplicación. Sostiene María Luisa Calatayud que se ha encontrado con dos, fundamentalmente. Por un lado, una resistencia de los profesionales docentes: “Las metodologías activas requieren actualización y tiempo para preparar y diseñar cada proyecto, para generar materiales e instrumentos de evaluación, y no siempre se tiene ese tiempo, ni los medios ni las ganas”. Por otro lado, de los propios alumnos: “Están muy acostumbrados a que se lo den todo masticado; en el momento en el que rompes con eso y das paso a un aprendizaje más autónomo, les cuesta”.
Su opinión la comparte Isabel del Arco, para quien el reto sigue siendo conseguir “una verdadera corresponsabilidad” entre los estudiantes. “Yo digo que nos llegan a la universidad institucionalizados. Por eso, cuando encuentran un equipo de profesores que trabajan de forma diferente, inicialmente les cuesta, aunque al final valoran muy positivamente esta forma de aprender”, argumenta.
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