La moda abraza la causa ecol¨®gica
La industria textil busca reubicarse dentro de las tendencias sociales y comerciales que claman por un mundo m¨¢s sostenible. Se imponen las fibras org¨¢nicas y soluciones basadas en la biodiversidad, marcas con conciencia ambiental y social, trazabilidad de los procesos y una urgencia: acabar con la sobreproducci¨®n
La dise?adora Miriam Ponsa dirige un taller de cuatro personas en Manresa (Barcelona), con tejidos org¨¢nicos y proveedores del entorno. Trabaja solo online y mediante pre-order o bajo demanda: sus clientas pueden comprar sus prendas cuatro veces al a?o ¡ªen la antesala de cada estaci¨®n¡ª y recibirlas dos meses despu¨¦s, as¨ª evita la sobreproducci¨®n. No aparece entre los primeros resultados de b¨²squeda al teclear ¡°camiseta sostenible mujer¡± en Google; su crecimiento es org¨¢nico, gracias a que va de boca en boca. Vende unas 2.000 o 3.000 piezas por colecci¨®n, vers¨¢tiles, intemporales y, en la medida de lo posible, ponibles durante la mayor parte del a?o. La moda sostenible se nutre de muchas iniciativas como la suya, locales, de un tama?o tan peque?o que ¡°es f¨¢cil que pase inadvertido¡±, recuerda Federica Massa, vocal de la asociaci¨®n Moda Sostenible Barcelona. Operando en los m¨¢rgenes de una industria considerada, recordemos, la segunda m¨¢s contaminante del mundo.
Tampoco existe una definici¨®n un¨ªvoca de qu¨¦ es moda sostenible, lo que la convierte en un territorio difuso, de l¨ªmites borrosos y orograf¨ªa poli¨¦drica, en el que conviven cada vez m¨¢s conceptos. Moda ¨¦tica, regenerativa, la que tiene como br¨²jula los l¨ªmites planetarios, la que se basa en la naturaleza, en materiales procedentes de residuos o en nuevas fibras ecosostenibles, en la segunda mano, reciclaje y upcycling, econom¨ªa circular¡ Cuantificar su peso resulta complicado. ¡°No hay un mapeo global de todas las iniciativas de moda sostenible que existen en el mundo, que yo sepa¡±, reconoce Massa. ¡°No creo que represente m¨¢s del 5% del total de la industria¡±, aventura otro de los vocales de Moda Sostenible Barcelona, Enric Carrera, director del Instituto de Investigaci¨®n Textil y Cooperaci¨®n Industrial de Terrassa, unidad de la Universitat Polit¨¨cnica de Catalunya (UPC). Solo el 1% de la producci¨®n mundial de algod¨®n es org¨¢nico, recuerda. ¡°Ese dato ya nos da una pista¡±, remacha.
Reciclar, un paso necesario
¡°No nos consideramos parte del problema, pero producimos moda, y, si no hacemos nada con ella, acabar¨¢ igualmente en el desierto de Atacama¡±, reflexiona Ponsa aludiendo a la basura textil que asfixia este espacio natural de Chile, al igual que Ghana o Kenia, en ?frica. Cree que los pr¨®ximos pasos de su firma tender¨¢n hacia el reciclaje, el upcycling ¡ªaprovechamiento de materiales para crear objetos de mayor valor a?adido respecto al original¡ª y la reutilizaci¨®n. Seg¨²n un reportaje publicado por S Moda en 2021, todo el patchwork de la colecci¨®n de Marni se cre¨® a partir del que ya exist¨ªa; la colecci¨®n de Gabriela Hearst conten¨ªa un 60% de piezas recicladas de su taller, y Miu Miu anunci¨® Upcycled, una colecci¨®n c¨¢psula compuesta por 80 vestidos remodelados a partir de prendas antiguas y de tiendas vintage.
Aquello fue mitad necesidad, debido a las restricciones de suministros causadas por la pandemia ¡ªaunque Upcycled sigue vendi¨¦ndose en nueve establecimientos de la firma en todo el mundo¡ª, mitad tendencia. Lo cierto es que esta nueva cultura del aprovechamiento parece estar calando entre los m¨¢s j¨®venes. ¡°Las nuevas generaciones est¨¢n muy abiertas a vestir ropa de segunda mano, comprando y vendiendo en plataformas online como Vinted¡±, observa Ponsa. La mencionada Vinted alcanz¨® en 2023 los 370,2 millones de euros de ingresos, un 61% m¨¢s que en 2022, seg¨²n informa en nota de prensa. Los grandes grupos de fast fashion no pueden quedarse al margen, y hacen sus pinitos abriendo espacios en sus webs para la compra y venta de ropa usada; H&M ofrece incluso un servicio de alquiler de trajes seleccionados de su colecci¨®n Conscious Exclusive. Tambi¨¦n lanzan colecciones c¨¢psula de fibras org¨¢nicas, recicladas y procedentes de residuos.
Surgen marcas que innovan con el frutero, sacando fibras textiles del pl¨¢tano, las hojas de pi?a, la paja del arroz, uvas, caf¨¦, restos de manzanas y mangos o la corteza de la ca?a de az¨²car. Los ejemplos abundan ¡ªPi?atex de Ananas Anam, Vegea, S. Caf¨¦, All¨¦gorie¡ª, pero son tan peque?os en comparaci¨®n con los gigantes de la fast fashion y la ultra fast fashion que apenas suponen ara?azos en el chasis, no implican cambios estructurales.
El poli¨¦ster sigue siendo el rey de la industria textil. De los 116 millones de toneladas de fibras que se produjeron en el mundo en 2022, un 65% fue sint¨¦tica, seg¨²n el informe Materials Market Report de Textile Exchange. Ese a?o, las recicladas tuvieron una cuota de mercado del 7,9%.
¡°Tendr¨ªamos que retroceder varios pasos en la cadena de producci¨®n, ir al origen de los materiales con los que trabaja la industria textil, y repensarlos¡±, receta Gema G¨®mez, directora ejecutiva y fundadora de Slow Fashion Next, y defensora de la moda regenerativa, aquella que no solo reduce al m¨ªnimo los impactos negativos, sino que contribuye a regenerar los sistemas sociales y ambientales da?ados.
Se sustenta en soluciones basadas en la naturaleza y materiales como el lino, el c¨¢?amo o la lana, producidos siempre de manera que ¡°restauren la biodiversidad y relocalicen toda la cadena de valor¡±, apostilla. Menciona WoolDreamers, de los pocos lavaderos de lana que quedan en Espa?a, en Mota del Cuervo (Cuenca). Las prendas de lana de oveja lacha de la dise?adora alavesa Mar¨ªa Cl¨¨ Leal. O las pruebas que realizan artesanos extreme?os con el c¨¢?amo textil. ¡°El lino y el c¨¢?amo son cultivos maravillosos, que crean biodiversidad¡±, recuerda. Tambi¨¦n saluda al ma¨ªz y a la ortiga, por la que existe un inter¨¦s creciente.
Camilla Corsini, vocal de Moda Sostenible Barcelona, cree que una gran empresa tiene la posibilidad de ayudar a nuevos tejidos sostenibles a escalar y crecer, por la v¨ªa de comprar muchos metros a sus fabricantes. Fibershed, organizaci¨®n californiana nacida para ¡°desarrollar sistemas regionales de fibras que regeneran el suelo y protegen la salud de nuestra biosfera¡±, ha llegado a acuerdos con marcas para que usen sus materias primas en sus colecciones. Es un ejemplo de c¨®mo las sinergias entre compa?¨ªas con peso y poder y asociaciones y actores m¨¢s peque?os pueden generar impactos positivos. Sin embargo, a Corsini no le parecen ¨¦ticas las colaboraciones entre marcas globales y dise?adores de nicho sostenible, por considerarlas una externalizaci¨®n de la creatividad. ¡°Una queja no tanto en moda, pero s¨ª en producci¨®n textil, es que los grandes van comprando start-ups que les parecen interesantes, considerando que alguna saldr¨¢ adelante¡±, comenta Enric Carrera. ¡°Es una forma de no invertir en investigaci¨®n¡±, a?ade.
Decrecer para mejorar
En ese remar aguas arriba de la cadena de valor textil contempla un ¨²ltimo paso, que en realidad es el inicial: reducir la fabricaci¨®n para que se consuma menos. ¡°Tenemos que decrecer¡±, sentencia G¨®mez. Cuando Corsini enumera las caracter¨ªsticas que ha de cumplir cualquier prenda respetuosa con su entorno, se refiere a los tejidos org¨¢nicos y monomateriales, pues las mezclas dificultan el reciclaje; a ¡°los tallajes m¨¢s inclusivos, para no generar desperdicio¡±, y a las producciones peque?as que no provocan un sobrestock con final en el vertedero. ¡°La ra¨ªz del problema de la industria son los vol¨²menes y la sobreproducci¨®n¡±, insiste. Exagerados, contaminantes, generadores de basura.
¡°?Se puede llamar sostenible a una colecci¨®n de 300.000 prendas hechas en algod¨®n org¨¢nico, de las cuales un 87% ir¨¢ a incineraci¨®n o vertedero?¡±, se pregunta Federica Massa. Ella cree que, posiblemente, no. Ese 87% que cita procede de los datos publicados por ONU Medio Ambiente y la Fundaci¨®n Ellen MacArthur, que adem¨¢s revelan otras realidades: el 30% de lo que se produce se desecha antes de venderse; el 60% de las piezas se dese?chan antes de que se cumpla un a?o de su fabricaci¨®n; el consumidor promedio compra hoy un 60% m¨¢s de ropa que en el a?o 2000, y menos del 1% de lo que se queda viejo se aprovecha para hacer prendas nuevas.
Si Miriam Ponsa pone sus esperanzas en los consumidores j¨®venes para cambiar el modelo productivo de la moda r¨¢pida y ultrarr¨¢pida, Enric Carrera resalta el papel del legislador. En marzo de 2024, el Parlamento Europeo vot¨® en pleno una modificaci¨®n de la directiva marco sobre residuos. De all¨ª sali¨® que, a partir del 1 de enero de 2025, todos los Estados miembros deber¨¢n tener implantada la recogida selectiva de residuos textiles, y los fabricantes ser¨¢n los responsables de su gesti¨®n. Con esto, la UE no abre el mel¨®n de la sobreproducci¨®n, pero s¨ª impone la trazabilidad, algo muy importante a juicio de Carrera. ¡°Que el proceso sea transparente significa que el productor ha de contar c¨®mo lo ha hecho, para que el usuario decida de manera informada¡±, explica. Lo compara con la obligaci¨®n de indicar el porcentaje de az¨²car o grasas saturadas en los alimentos. El siguiente salto ser¨ªa la prohibici¨®n por motivos de salud; se dar¨¢ conforme se acumulen las evidencias contra los micropl¨¢sticos, seg¨²n avanza.
En el mercado funcionan ya herramientas de trazabilidad, como el ?ndice de Sostenibilidad de Materiales de Higg, que ofrece a dise?adores, marcas, minoristas y fabricantes poder evaluar el ciclo de vida de los diferentes tejidos y proceso de producci¨®n; o el ?ndice de Transparencia de Fashion Revolution, que informa sobre el impacto de las cadenas de producci¨®n y distribuci¨®n de las grandes marcas. En 2016, las hermanas Carlota y Mariana Gramunt lanzaron T_Neutral, una plataforma que se inspira en los modelos que calculan la huella de carbono, pl¨¢stico o agua para medir la huella textil. Una metodolog¨ªa homog¨¦nea y transversal que dota de trazabilidad y permite a los productores medir, reducir y compensar la cantidad de textiles generados durante el proceso productivo y comercial.
Modelos de circularidad
Seg¨²n insisten sus fundadoras, el objetivo de la plataforma es proporcionar a los productores un modelo ¡°medible, transparente y auditable¡±, que les ofrezca seguridad y los ayude a ser m¨¢s circulares. Las empresas pueden compensar a trav¨¦s de sistemas regulados de RAP (responsabilidad ampliada del productor) textil o contribuyendo voluntariamente con cr¨¦ditos, como los bonos de T_Neutral que financian proyectos ya en marcha de recuperaci¨®n de residuos y ecosistemas en el sur global ¡ªconcretamente en Kenia y en Chile¡ª que reportan impactos medibles. ¡°La respuesta a estos bonos est¨¢ resultando muy positiva¡±, aseguran las hermanas Gramunt. ¡°Las marcas son proactivas en estos temas, ya que reputacionalmente les afectan¡±, concede Mariana. El concepto de pagar por contaminar est¨¢ lo suficientemente instaurado como para que lo entiendan bien y sean sensibles a ¨¦l.
Hasta 2016, Carlota y Mariana Gramunt hab¨ªan trabajado la sostenibilidad al frente de su propia marca, Sidikai, que ¡°est¨¢ dormida, no muerta¡±, matizan. A partir de ella armaron su creencia ¡°en la prosperidad en oposici¨®n al crecimiento¡±, y comprobaron ¡°que ten¨ªamos toda la cadena de suministro en contra¡±. Ese bagaje les ha servido ahora para ayudar a otros a ser m¨¢s sostenibles y circulares: al equipo de dise?o ¡ª¡±donde se toman las decisiones del 80% de los impactos¡±¡ª, que ha de apostar por el ecodise?o; en la fase de corte, durante la que se desperdicia alrededor de un 13% de la materia prima, seg¨²n sus c¨¢lculos; en la log¨ªstica, los stocks o las devoluciones. Es al final de la cadena donde m¨¢s se le ven las costuras al modelo. ¡°Todo se trata como un residuo convencional; no hay recogida separada de textil, ni un ecosistema capacitado para hacerse cargo de su gesti¨®n¡±, denuncia Mariana. ¡°Tan voraz es esta industria lineal que resulta m¨¢s barato asumir los residuos y meterlos debajo de la alfombra que pararse a pensar en c¨®mo hacer las cosas de otra manera¡±, concluye.
Armarios personalizados contra el 'fast fashion'
“Los modelos de negocio fast fashion y ultra fast fashion [moda rápida y ultrarrápida], muy lucrativos, son una gran metedura de pata social, ambiental y económica”, asegura Gema Gómez, directora ejecutiva y fundadora de Slow Fashion Next. Revertirlos costará tiempo, y esfuerzos “de todos”. Los consumidores juegan un papel importante. Los expertos los exhortan a informarse sobre las marcas de ropa que visten, más allá de las certificaciones de sostenibilidad que puedan o no tener. Qué tejidos usan, de dónde son sus proveedores, cómo y cuánto producen.
Gómez argumenta que la moda rápida es barata, cierto, pero está basada en una compra por impulso que lleva a gastar dinero en prendas de mala calidad que no necesitamos ni apenas nos pondremos. Ella propone construir un armario con prendas de calidad, que no pasen de moda, desde un buen autoconocimiento de los gustos y el cuerpo de cada cual, pensando cada nueva adquisición. “¿La necesito? ¿Me la voy a poner mucho? ¿Con qué me combina? Algunos lo llaman armario cápsula o minimalista. Gómez lo denomina armario personalizado.
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