¡°Somos sirvientes y figurantes¡±: as¨ª se construy¨® la trampa del ¡®verano mediterr¨¢neo¡¯
De las playas de cine a las costas desbordadas, exploramos los or¨ªgenes del sue?o vacacional mediterr¨¢neo que hizo que las localidades de costa se vaciasen de autenticidad para convertirse exactamente en lo que el turista quer¨ªa que fuesen
Millones de personas planean sus vacaciones veraniegas con un prop¨®sito: que se acerquen todo lo posible a lo que sue?an cuando no est¨¢n de vacaciones. Esto incluye el descanso y tambi¨¦n lo que podr¨ªa llamarse una est¨¦tica del mismo. Que donde vayamos, nuestro descanso resulte tan perfecto que parezca de pel¨ªcula. Se busca un escenario, formar parte de alguna ficci¨®n, el estuve aqu¨ª, como las camisetas y como el t¨ªtulo del libro de Anna Pacheco, Estuve aqu¨ª y me acord¨¦ de nosotros. Una historia sobre turismo, trabajo y clase, en el que la periodista comienza se?alando una reflexi¨®n del antrop¨®logo Marc Aug¨¦: ¡°Viajamos para dar prueba de ello¡±.
Bajo ese paraguas, en este caso sombrilla, algunos pa¨ªses con orillas en el Mediterr¨¢neo ven desbordadas sus costas estos meses, cada vez m¨¢s meses (como tambi¨¦n apunta Pacheco). Son principales destinos tur¨ªsticos desde hace d¨¦cadas. Mientras tanto, en internet, el hashtag #veranomediterr¨¢neo va y viene como las olas con im¨¢genes descontextualizadas con las que se pretende subrayar una geograf¨ªa como canon. El Mediterr¨¢neo es el sur para la poblaci¨®n europea, pero cada vez un todo y nada para m¨¢s gente. Toca tierra en una veintena de pa¨ªses. El verano se sucede en ellos con infinitas particularidades. Con un genocidio, por ejemplo, sucede el verano mediterr¨¢neo en Gaza.
Sin embargo, si buscamos en las redes mediterranean summer, el algoritmo nos muestra palacetes sobre el agua, mesas tan sobrecargadas de comida como minuciosamente organizadas o bodegones un tanto absurdos compuestos por un libro y una naranja en alguna cala... ?vac¨ªa? ¡°La reconstrucci¨®n del territorio se basa en satisfacer los deseos de las personas que est¨¢n de paso, no de las necesidades de las personas que lo habitan¡±, dice la periodista Ana Geranios en su libro Verano sin vacaciones. Las hijas de la Costa del sol. Para comerte una naranja tendr¨ªas que quitarle la piel. Si lo hicieras t¨², quiz¨¢s mancharas el libro, algo parecido a lo que este principio tur¨ªstico que esconde todo eso con el trabajo de otros viene haciendo con la geograf¨ªa del Mediterr¨¢neo desde mucho antes de que existiera internet.
En 1978, Raffaella Carr¨¤ cantaba que para hacer bien el amor hay que venir al sur. La cantante italiana se fue hasta Mallorca para grabar su videoclip. Aquel a?o llegaron 4 millones de turistas a la isla, seg¨²n el informe Mar Balear; hoy son 16 millones. Hacer el amor en estas circunstancias resulta dif¨ªcil, a no ser que puedas aislarte del bullicio, salir de ¨¦l sin salir del sur, y permanecer en la distancia m¨¢s rom¨¢ntica: la del estatus, donde solo para algunas personas las bondades de la ficci¨®n son realidad. Para el resto, una aspiraci¨®n fijada.
Los elementos gr¨¢ficos que constituyen el concepto viral del verano mediterr¨¢neo apelan a esa ficci¨®n. ¡°Nos mantenemos en un simulacro de vacaciones que nos permitan pensar que no tenemos una vida tan de mierda si podemos simular lo que se hace en las pel¨ªculas¡±, sostiene la historiadora D¨¦borah Garc¨ªa, aunque no sea en un palacete sino alquilando el piso de alguien que ya se ha ido de ah¨ª. Para llegar a hacer del Mediterr¨¢neo una postal est¨¢tica a la que seguir aspirando (obligando a sus habitantes a la aspiraci¨®n de la huida) ha hecho falta invertir en su ficci¨®n. ¡°Los turistas consideran que una parte de lo invertido en sus viajes tambi¨¦n compra a las personas que vivimos en estos lugares, sobre todo a las mujeres¡±, lamenta Geranios.
En los a?os cincuenta empresarios de Hollywood se paseaban seleccionando playas mediterr¨¢neas que servir¨ªan de escenario a sus estrellas, especialmente las femeninas. Con ellas, el consumo de las im¨¢genes se multiplicaba porque ¡°marcaban tendencia¡±, aunque cobraran menos. Siguen siendo tendencia, seg¨²n un art¨ªculo de Vogue que en julio de 2023 explicaba un ¡°nuevo estilo¡±, el tomato girl (chica del tomate). Su autora, Donya Momenian, apuntaba: ¡°Se inspira en la costa mediterr¨¢nea o en cualquier lugar donde los platos a base de tomate sean populares. Piensa en los jardines de Amalfi, las playas de Santorini y las calles de Barcelona¡±. No obstante, el modelo a seguir son las actrices y celebridades de Hollywood que pasean por el Festival de Venecia. ¡°Cualquier lugar¡±, adem¨¢s, donde los tomates sean populares, tambi¨¦n incluir¨ªa Latinoam¨¦rica, pero no.
La creaci¨®n del estatus de celebridad empezaba a ser capitalizado por el negocio del cine cuando, en plena posguerra en Espa?a, Franco concretaba un plan para diluir su imagen en la ficci¨®n. Entonces, la poblaci¨®n de Tossa de Mar (Girona) tuvo que acoger y servir a Ava Gardner y el elenco de Pandora y el holand¨¦s errante. Contin¨²a Geranios: ¡°Somos sus sirvientes y los figurantes de las fotos que subir¨¢n a sus perfiles de las redes sociales. Su dinero nos salva (eso creen, eso nos hacen creer), ya que formamos parte del parque de atracciones en el que se han convertido nuestros barrios¡±. No exist¨ªan las redes entonces, pero basta observar la pel¨ªcula.
Con los colores relucientes del technicolor, los habitantes-extras, en la ficci¨®n y en la realidad, solo observan la trama (un idilio de amor). Para hacer bien el amor, en el sur, todo un pueblo deb¨ªa estar al servicio de quien pudiera. ¡°Si los malague?os y malague?as no tienen un lugar en el que vivir, ?qui¨¦n va a atender a los turistas?¡±, declaraba la ministra de Vivienda, Isabel Rodr¨ªguez, hace apenas unos d¨ªas. Este verano, los malague?os y malague?as han salido a las calles para protestar por la especulaci¨®n inmobiliaria que, como en toda la costa del sur europeo, est¨¢ premiando la burbuja de la vivienda tur¨ªstica.
A partir de aquella mitad de siglo, las actrices marcar¨ªan tendencia tambi¨¦n en cuanto a los lugares que pisaban: Grace Kelly en Niza en Atrapa a un ladr¨®n (1955), Brigitte Bardot en Saint-Tropez en Y Dios cre¨® a la mujer (1956), a la que siguieron por la Riviera francesa Deborah Kerr y Jean Seberg en Buenos d¨ªas, tristeza (1958). Como recoge el estudio Tourist see tourist do: the influence of Hollywood movies and television on tourism motivation and activity behavior, las pel¨ªculas dieron nuevas formas al escapismo del arte, en todos los sentidos. ¡°El cine, a diferencia de la pintura, tuvo el poder de introducir el relato burgu¨¦s en las casas de las clases trabajadoras, dio acceso a esas im¨¢genes porque era un producto m¨¢s accesible, y marc¨® as¨ª nuestro deseo¡±, a?ade Garc¨ªa.
El ¡°aburguesamiento de la clase obrera¡± es, de hecho, una teor¨ªa sociol¨®gica. Seg¨²n recoge Pacheco, en palabras de Emmanuel Rodr¨ªguez L¨®pez, ese proceso ¡°reconoci¨® en el consumo el espacio en el que el trabajador se separaba de su condici¨®n proletaria y lograba ser otra cosa¡±. As¨ª, las im¨¢genes en movimiento del cine facilitaron una industria del turismo centrada en la ilusi¨®n del grueso de la poblaci¨®n por ¡°olvidarse de lo que es¡±: extras. Esta producci¨®n del escapismo encerraba a los actores en espacios inalcanzables para el p¨²blico, lo que los hac¨ªa m¨¢s deseados. En todas estas pel¨ªculas del Mediterr¨¢neo en technicolor los pueblos son un decorado, y sus habitantes sirven para perfilar las fronteras de la enso?aci¨®n.
Tambi¨¦n en 1958 Agn¨¨s Varda dec¨ªa en su corto documental Du c?t¨¦ de la c?te (Al lado de la costa) sobre el turismo en la Costa Azul francesa: ¡°Vinieron a buscar el sol, encontraron el olvido. ?D¨®nde est¨¢n? Est¨¢n lejos. Lejos de la Costa. Lejos de todo. Es lo que se llama ¡®exotismo¡¯. Con la c¨¢mara puesta en los paseos mar¨ªtimos y los caf¨¦s hasta arriba, tambi¨¦n escuchamos: Como no pueden ver a la Bardot, hablar con ella, tocarla¡ Vienen a tomar algo a Saint-Tropez. Vienen tambi¨¦n a comer a Cannes, ya que no pueden conocer a Sophia Loren en el festival¡±.
Las siguientes d¨¦cadas transcurrieron como continuidad de esa herencia que nos alcanza hoy. Ficciones, entre las m¨¢s aclamadas, como El desprecio, Pierrot el loco, Dos en la carretera, La piscina o El talento de Mr. Ripley m¨¢s tarde mantuvieron la mirada del negocio sobre el Mediterr¨¢neo y sobre las mujeres. Si buceamos por el hashtag #mediterraneansummer, veremos que un nombre se repite: Eric Rohmer. Lo subraya Garc¨ªa: el director franc¨¦s dedic¨® buena parte de sus pel¨ªculas a personajes contemplativos, con discursos altamente filos¨®ficos, que pasaban las estaciones en villas hablando del amor. Una parte de la juventud tambi¨¦n se ha entregado a tratar de imitarles cuando llega el verano, trasladando las localizaciones de sus filmes, que rara vez acudieron al sur, all¨ª donde acuden ellos. Quieren hacer bien el amor, o el amor de bien.
Si el cine del siglo pasado contin¨²a produciendo este efecto es porque el m¨¢s reciente no ha dejado de seguir sus pasos. Todos los caminos de la ficci¨®n ya (te) conducen al Mediterr¨¢neo, desde Mamma Mia (2008) a Call me by your name (2017). ¡°A todas estas pel¨ªculas les sigue faltando el relato de lo econ¨®mico¡±, reconoce Garc¨ªa, para quien ¡°vivimos en un mundo de im¨¢genes muy grandes mirando a los que miran¡±. La historiadora, especializada en el audiovisual, se pregunta: ¡°?C¨®mo romper todas esas im¨¢genes? Cuando estamos agotadas por ellas¡±.
Este hashtag, adem¨¢s, convive ahora con el creciente n¨²mero de im¨¢genes de lugares generadas por inteligencia artificial publicadas en p¨¢ginas dedicadas a la est¨¦tica de los viajes. No-im¨¢genes, no-lugares como destinos. ¡°Ya ni siquiera es importante d¨®nde est¨¢s, sino que busques replicar lo que la gente tiene en su cabeza y lo que la gente ha visto que es el verano mediterr¨¢neo¡±, subraya D¨¦borah Garc¨ªa. Una respuesta al ¡°?Todas ten¨¦is barco? ?Por qu¨¦ todas ten¨¦is barco?¡±, que dec¨ªa hace algunos veranos el actor Brays Efe en sus redes. El turismo de la est¨¦tica y las im¨¢genes generadas por IA se est¨¢n dando la mano con el riesgo de ser un ¨²ltimo paso para la destrucci¨®n. Estos d¨ªas, las autoridades griegas est¨¢n pidiendo a la poblaci¨®n que no salga de sus casas para evitar que, con la llegada de millones de turistas, las islas se masifiquen. ¡°?No es esto dirigir una pel¨ªcula?¡±, se pregunta Garc¨ªa.
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