Joanna Pocock: ¡°Las redes provocan una separaci¨®n entre cuerpo y realidad¡±
La autora canadiense se zambull¨® en los espacios semisalvajes del Oeste americano. Dice que internet nos aleja de nuestro propio f¨ªsico
La canadiense Joanna Pocock (Ottawa, 1965) decidi¨® en 2014 abandonar Londres, donde viv¨ªa desde hac¨ªa m¨¢s de tres d¨¦cadas, y zambullirse sin preparaci¨®n previa en los espacios abiertos, todav¨ªa semisalvajes, y el esp¨ªritu pionero del Oeste americano. Missoula, Montana. All¨ª escogieron cumplir 50 a?os ella y su marido, acompa?ados de su hija de siete. El resultado de aquellos dos a?os es Rendici¨®n (editorial Errata Naturae), una colecci¨®n h¨ªbrida, entre el ensayo y el reportaje, escrito con una elegancia exquisita. Pocock se mezcla con los tramperos de lobos, con los n¨®madas que siguen a los bisontes en su vasto recorrido por medio continente, o con la comunidad ecosexual decidida a hacer el amor con la Tierra para salvarla de su extinci¨®n.
Pregunta.?Rendici¨®n, ?por qu¨¦?
Respuesta.?Porque es el primer paso hacia la plena conciencia y hacia la aceptaci¨®n de la realidad. Si combates y te resistes, no est¨¢s abierto a nada. Combatir es una forma de negaci¨®n. Si te rindes, te abres. No se trata de bajar los brazos, como podr¨ªas hacerlo en una batalla. Yo veo la rendici¨®n como una entrega, como una forma de fortaleza.
P.?Como una forma de abandono¡
R.?En la forma en que aparece en la tradici¨®n budista. No soy practicante, pero tengo un inmenso respeto por su modo de pensar. No nos vendr¨ªa mal a todos un poco de esa manera de entender la vida.
P.?Escapada al oeste de Estados Unidos desde una metr¨®poli como Londres, a punto de cumplir los 50 a?os. ?Por qu¨¦?
R.?Fue cosa sobre todo de mi marido, Jason, que comenz¨® a mostrarse muy inquieto a medida que se aproximaba esa edad. Te pones a pensar todo lo que no has hecho y quieres hacer. Necesit¨¢bamos escapar. Pensamos en destinos diferentes, como El Paso o San Antonio, en Texas. Incluso en el Estado de Nueva York. Por una serie de coincidencias, empezamos a escuchar cada vez m¨¢s el nombre de esta ciudad, Missoula, en el Estado de Montana. No hab¨ªamos estado nunca all¨ª, y nos dejamos guiar por las tripas y el instinto.
P.?Y qu¨¦ mejor m¨¦todo de inmersi¨®n en la cultura del lugar que apuntarse a un curso de trampas para la caza del lobo¡
R.?[Risas] ?Era gratis! Yo estoy muy en contra de la caza con trampa, pero pens¨¦, si vas a ser antialgo, lo mejor que puedes hacer es aprender sobre ello. Me ayud¨® a entender el grado de divisi¨®n que existe ahora en Estados Unidos. Para ellos, probablemente, yo era el enemigo. Una liberal [en el lenguaje pol¨ªtico estadounidense, alguien con ideas progresistas] que est¨¢ en contra de los tramperos. Pero a la vez fue una experiencia enriquecedora. No intent¨¦ imponer a nadie mis valores o principios, y puse cara a personas que hac¨ªan algo con lo que yo estaba en desacuerdo. Me gusta escuchar a la gente explicar lo que hace. Y que, de alg¨²n modo, me fuercen a cuestionar mis propias ideas.
P.?Porque se puede ser conservador y a la vez conservacionista.
R.?All¨ª encontr¨¦ una actitud m¨¢s cercana al vive y deja vivir, un conservadurismo con ¡°c¡± min¨²scula, casi libertario. Puedes encontrarte con gente que se sit¨²a en la extrema derecha, como algunos rancheros, que tienen una aut¨¦ntica vocaci¨®n por cuidar y respetar su tierra. Y al mismo tiempo cruzarte con personas que se consideran progresistas y conducen sus 4¡Á4, devorando gasolina, y tienen puesta la calefacci¨®n a todas horas.
P.?Defiende en el libro la constataci¨®n de que, en este mundo, todos somos presas¡
R.?Uno de los mayores problemas que tenemos es esta idea de que el ser humano es algo excepcional. El sentimiento de que alguien nos ha entregado la Tierra para hacer con ella lo que queramos, como sus gobernantes supremos. No nos vendr¨ªa mal algo de humildad. Deber¨ªamos recordar que no controlamos todo. Lo ves claramente cuando te rodean animales clave, como ocurre en Montana. Lobos, osos, todas aquellas especies que ya no existen en el Reino Unido, y que guardan el equilibrio del ecosistema. Controlan el n¨²mero de ciervos, y si hay menos ciervos hay m¨¢s vegetaci¨®n, m¨¢s p¨¢jaros, etc¨¦tera. Como humanos, es importante rendirse a la idea de que tambi¨¦n podemos morir, y que no somos m¨¢s importantes que otras criaturas.
P.?Hay ya una corriente de pensadores, comprometidos contra el cambio clim¨¢tico, que alertan contra este anuncio constante del fin del mundo, que provoca que la gente tire la toalla.
Debemos tomarnos la protecci¨®n del planeta con una actitud zen, de aceptar la realidad tal y como es
R.?Es algo en lo que pienso constantemente. Nuestro planeta no tiene necesariamente que desaparecer. Pero sus porciones habitables ser¨¢n cada vez m¨¢s peque?as, y sus recursos m¨¢s escasos. Y eso va a conducir necesariamente a situaciones peligrosas. Hace poco le¨ª un ensayo de Derrick Jensen que escribi¨® hace 15 o 20 a?os en la revista Orion. Cuando est¨¢s sentado en el lecho de un ser querido que se est¨¢ muriendo, no ¡°conf¨ªas¡± en que se recupere. Haces lo que sea posible por que mejore. Quiz¨¢ ese deber¨ªa ser el modo de trasladar a la gente el mensaje. Hagamos algo entre todos. Lo que podamos. No esperemos a que alguien m¨¢s d¨¦ con la soluci¨®n. Todos debemos tom¨¢rnoslo en serio, pero compaginarlo a la vez con una actitud un poco zen, en el sentido de aceptar la realidad tal y como es.
P.?Y en medio de su estancia en Montana, atraviesa esa experiencia llamada menopausia.
R.?Divertida, divertida, divertida¡
P.?Casi lo parece, al leerlo¡
R.?No lo es, est¨¢ claro. Y para algunas mujeres es un infierno. Quiz¨¢ yo he tenido m¨¢s suerte. He tenido cambios de ¨¢nimo, ataques de calor, pero, de nuevo, ha sido tambi¨¦n una especie de rendici¨®n. No he intentado combatirlo. Como esos edificios de los pa¨ªses con muchos terremotos. Aceptas el movimiento porque sabes que no te va a quebrar. Tiene que haber un motivo para lo que est¨¢ sucediendo, me dije, y debo acercarme a ello para entenderlo¡
P.?Coincidi¨® adem¨¢s con la muerte de sus padres. ?Habr¨ªa sido diferente en otro lugar que no fuera Montana?
R.?Creo que s¨ª. Si me hubiera pillado en Londres, con una vida tan reglamentada y llena de tareas, hubiera sido diferente. All¨ª me sent¨ª m¨¢s libre, adquir¨ª un modo de pensar m¨¢s abierto y, a la vez, m¨¢s conectado a la tierra. Me hizo m¨¢s flexible para asumir todos esos cambios.
P.?¡°La tierra es nuestra amante. Estamos loca, pasional y ferozmente enamorados¡±. Tambi¨¦n pudo conocer una comuna ecosexual.
R.?Intentan que tomemos conciencia del estado de nuestro planeta a trav¨¦s del sexo y la diversi¨®n, con una serie de rituales que se han inventado. ?Son unos ingenuos? No lo s¨¦, quiz¨¢. ?No lo somos todos? Me gust¨® su optimismo y su modo de pensar. Y a lo mejor son capaces de llegar a alguna gente para la que los mensajes catastrofistas no funcionan.
P.?Finalmente, tiene una guerra declarada a las redes sociales.
R.?Son culpables del clima de divisi¨®n agravado que vivimos. Creo que han provocado una incorporeidad, una separaci¨®n entre el cuerpo y la realidad. Nos han alejado de la naturaleza, incluso de nuestro propio f¨ªsico. Cada vez veo m¨¢s j¨®venes que se autolesionan, que quieren alterar su apariencia. No son felices. Est¨¢n completamente desconectados con la naturaleza.
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