Improvisar puede ser delicioso: conversar es una forma de ¡®jazz¡¯
La creaci¨®n instant¨¢nea es algo tan natural para nosotros como respirar. Mejor vagabundear al azar que dar un paseo ya programado, escribe el m¨²sico Stephen Nachmanovitch
Cuando pensamos en la improvisaci¨®n tendemos a pensar en primer lugar en m¨²sica, teatro o danza improvisados; pero m¨¢s all¨¢ de los placeres que brindan, estas formas de arte son puertas hacia una experiencia que constituye el total de la vida cotidiana. Todos somos improvisadores. La forma m¨¢s com¨²n de improvisaci¨®n es el habla corriente. Al hablar y escuchar, utilizamos un conjunto de elementos (el vocabulario) y reglas para combinarlos (la gram¨¢tica). Esta capacidad la hemos recibido de nuestra cultura, pero las frases que armamos con ellos tal vez nunca fueron dichas antes y tal vez nadie las dir¨¢ despu¨¦s. Toda conversaci¨®n es una forma de jazz. La actividad de la creaci¨®n instant¨¢nea es algo tan natural para nosotros como respirar.
Ya estemos creando una forma elevada del arte o una comida, improvisamos cuando nos movemos con el flujo del tiempo y con nuestra propia conciencia en evoluci¨®n, m¨¢s que con un guion o una receta previamente organizada. En las formas del arte compuestas o escritas hay dos clases de tiempo: el momento de la inspiraci¨®n, en el que el artista recibe una intuici¨®n directa de la belleza o la verdad; luego, la lucha ¡ªa menudo laboriosa¡ª por retenerla el tiempo suficiente para poder llevarla al papel o a la tela, a una pel¨ªcula o a una piedra. Un novelista puede tener un momento (literalmente, un destello) de iluminaci¨®n interior en que se le revele el nacimiento, el significado y el prop¨®sito de un nuevo libro; pero le puede llevar a?os escribirlo. Durante ese tiempo no solo deber¨¢ conservar la idea intacta y clara; adem¨¢s tendr¨¢ que comer, vivir, ganar dinero, sufrir, disfrutar, cuidar a sus amigos..., y todo lo que hacen los seres humanos. En la composici¨®n musical y el teatro hay, adem¨¢s, un tercer tipo de tiempo: tras el momento (o momentos) de inspiraci¨®n y el tiempo que lleva escribir la partitura, est¨¢ el tiempo de la ejecuci¨®n o actuaci¨®n real. A menudo, la m¨²sica no se interpreta hasta despu¨¦s de la muerte del compositor.
¡°Ya estemos creando una forma elevada del arte o una comida, improvisamos con el flujo del tiempo y con nuestra propia conciencia en evoluci¨®n¡±
En la improvisaci¨®n solo hay un tiempo: el que en el ¨¢mbito de la inform¨¢tica se conoce como tiempo real. El tiempo de la inspiraci¨®n, el tiempo de estructurar t¨¦cnicamente y realizar la m¨²sica, el tiempo de ejecutarla, y el tiempo de comunicarse con el p¨²blico, as¨ª como el tiempo com¨²n del reloj, son todos uno solo. La memoria y la intenci¨®n (que postulan el pasado y el futuro) y la intuici¨®n (que indica el eterno presente) se funden. La plancha siempre est¨¢ caliente.
La inspiraci¨®n, experimentada como un destello instant¨¢neo, puede ser deliciosa y vigorizante y generar toda una vida de trabajo. Un verso que nace trae consigo un incre¨ªble impulso de energ¨ªa, coherencia y claridad, exaltaci¨®n y alegr¨ªa. En ese momento la belleza es palpable, est¨¢ viva. El cuerpo se siente fuerte y liviano. La mente parece flotar con comodidad por el mundo. A este respecto, Emily Dickinson dijo que el poema es exterior al tiempo. La improvisaci¨®n se llama tambi¨¦n extemporizaci¨®n, que significa a la vez ¡°fuera del tiempo¡± y ¡°desde el tiempo¡±.
Pero con esta hermosa sensaci¨®n no basta. Como muchas otras bellezas y alegr¨ªas, puede traicionarnos apareciendo en un determinado momento y desapareciendo en el siguiente. Si ha de dar por resultado una obra de arte tangible, o una improvisaci¨®n extensa de la calidad que sea, la inspiraci¨®n creativa debe apoyarse en el tiempo. Hacer arte solo por el elevado sentimiento de completitud y conexi¨®n en el momento de la inspiraci¨®n ser¨ªa como hacer el amor solo por el momento del orgasmo.
Por lo tanto, el trabajo del improvisador consiste en extender esos destellos moment¨¢neos hasta que se fusionen con la vida cotidiana. Entonces empezamos a experimentar la creatividad y el libre juego de la improvisaci¨®n como parte de nuestra mente y de nuestra actividad habitual. El ideal, al que podemos acercarnos pero nunca alcanzar plenamente, porque todos nos atascamos de vez en cuando, es un flujo ininterrumpido momento a momento. A esto se refieren muchas de las tradiciones espirituales cuando hablan de ¡°cortar la le?a, llevar el agua¡±: imprimir en las actividades rutinarias de la vida cotidiana las cualidades de luminosidad, profundidad y simplicidad dentro de la complejidad que asociamos con los momentos de inspiraci¨®n. Podemos decir, como los balineses, que: ¡°No tenemos arte. Todo lo que hacemos es arte¡±. Podemos llevar una vida activa en el mundo sin enredarnos en libretos o expectativas r¨ªgidas: hacer sin preocuparnos demasiado por el resultado, porque el hacer es el resultado.
¡°El trabajo del improvisador consiste en extender esos destellos moment¨¢neos hasta que se fusionen con la vida cotidiana¡±
Un paseo por las calles de una ciudad desconocida, guiado por los impulsos de la intuici¨®n, resulta mucho m¨¢s gratificante que una excursi¨®n planeada seg¨²n lo ya probado y experimentado. Ese paseo es algo totalmente distinto de un vagabundeo al azar. Dejando los ojos y los o¨ªdos bien abiertos, uno permite que sus gustos y sus rechazos, sus deseos y sus aversiones inconscientes, sus p¨¢lpitos irracionales, lo gu¨ªen cuando hay que optar entre girar a la derecha o a la izquierda. Uno se abre camino en una ciudad que es solo suya, que le depara sorpresas destinadas solo a ¨¦l. Y descubre conversaciones y amistades, encuentros con personas excepcionales. Cuando uno viaja de esta manera es libre; no ?debe? ni ?tiene que? hacer nada. Tal vez la ¨²nica limitaci¨®n es a qu¨¦ hora sale el vuelo de regreso. A medida que se despliega el dibujo de la gente y de los lugares, el viaje, como una improvisada pieza musical, revela su propia estructura y ritmo internos. As¨ª se prepara el escenario para los encuentros que brinda el azar.
Hay muchas situaciones en que se espera err¨®neamente que programemos o escribamos el guion del futuro. En particular, la comunicaci¨®n sobre las relaciones humanas se complica y enreda cuando no vienen directamente del coraz¨®n y de la mente. Por eso, instintivamente, identificamos los discursos pol¨ªticos como falsos. Nos sentimos un poco inc¨®modos cada vez que alguien va a leer un discurso preparado (aunque sea bueno) en lugar de hablarnos directamente. Cuando uno debe hablar en p¨²blico, es bueno planificar lo que se va a decir para refrescar la mente en el momento de hacerlo, pero llegado el momento es mejor dejar a un lado los papeles y dirigirse en tiempo real a la gente reunida en la sala.
En muchas escuelas, la ense?anza sigue un programa donde se especifica lo que aprender¨¢ el alumnado, as¨ª como la forma y el momento de ense?arlo. Pero en el aula real, ya se trate de la escuela infantil, de la universidad o de la escuela de la vida, hay personas vivas con necesidades y conocimientos personales. Una ense?anza en particular en cierta direcci¨®n cambiar¨¢ las perspectivas de cierta persona; despu¨¦s de la clase de hoy, el profesor sabe que ser¨ªa bueno recomendar cierto libro, bas¨¢ndose en lo que parece ser el flujo natural hacia el siguiente paso. Estas cosas no se pueden planear. Hay que ense?ar a cada persona, a cada grupo y en cada momento entendiendo que son casos particulares que exigen un tratamiento particular.
Ap¨²ntate aqu¨ª a la newsletter semanal de Ideas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.