C¨®mo el sexo ciment¨® (y estigmatiz¨®) a la comunidad gay
La historia de discriminaci¨®n y persecuci¨®n hacia la comunidad LGTB+ llev¨® a muchas personas a buscar espacios de encuentro seguros
Para Nico, un estadounidense de 30 a?os que se mud¨® a Pamplona a estudiar y que prefiere mantener el anonimato, el sexo y el amor rom¨¢ntico no van necesariamente de la mano. Tras salir del armario en 2019, adopt¨® gradualmente una visi¨®n prosexual que, en gran parte, caracteriza a las relaciones entre hombres queer, aquellos cuyas identidades de g¨¦nero u orientaci¨®n sexual difieren de la normatividad. ¡°El sexo no es solo lo que hemos estando protegiendo durante siglos a trav¨¦s de normas religiosas y culturales, como algo solo para la procreaci¨®n¡±, explica por tel¨¦fono. ¡°El sexo no es algo que haya que dejar de lado cuando hablamos de lo queer, es algo central para nosotros¡±.
La cultura heterosexual ha estado marcada por la monogamia como, casi, ¨²nico modelo aceptable en una relaci¨®n, pero los hombres y mujeres queer han tenido m¨¢s libertad a la hora de explorar sus v¨ªnculos afectivos. En el caso de los hombres queer, el sexo ha podido llegar a servir como catalizador en la formaci¨®n de comunidad, una pr¨¢ctica que, por su visibilidad y su ruptura con el orden establecido, ha sido objeto de una mayor persecuci¨®n social, incluso en la actualidad. En Estados Unidos, por ejemplo, cuatro Estados prohib¨ªan las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo hasta 2003, bajo las llamadas ¡°leyes de sodom¨ªa¡±, y hace dos a?os, Ir¨¢n ejecut¨® p¨²blicamente a dos hombres por tener relaciones homosexuales.
Entre los hombres queer, el significado del sexo va m¨¢s all¨¢ del rato que se pasa con otra persona ¡ªo personas¡ª en una cama. O en los ba?os de una discoteca. O, incluso, al aire libre. La importancia del sexo para la comunidad tiene una clara trayectoria hist¨®rica. Uno de los motivos fue la represi¨®n de la homosexualidad, afirma Gabriel J. Mart¨ªn, psic¨®logo y autor de varios libros de tem¨¢tica LGTB+. Cuando los espacios queer no exist¨ªan debido a la criminalizaci¨®n institucional, el sexo con desconocidos se convirti¨® en una manera segura de satisfacer el deseo. ¡°Era preferible que fuesen encuentros an¨®nimos, dado que, como estaba prohibido, si al otro lo deten¨ªan, en ning¨²n momento te podr¨ªa delatar porque no sab¨ªa qui¨¦n eras¡±, cuenta Mart¨ªn por WhatsApp.
En los a?os setenta, con el movimiento de Liberaci¨®n Gay, el sexo asent¨® los cimientos de la incipiente comunidad queer, y los hombres empezaron a construir lo que se convertir¨ªa en un movimiento social forjado, en parte, a trav¨¦s de las relaciones sexuales. El creciente n¨²mero de espacios queer, sobre todo tras las protestas de Stonewall en 1969 (Nueva York, EE UU), fue imprescindible, explica al tel¨¦fono Phillip Hammack, profesor de Psicolog¨ªa en la Universidad de California y coeditor de The Story of Sexual Identity: Narrative Perspectives on the Gay and Lesbian Life Course (La historia de la identidad sexual: perspectivas narrativas sobre el curso de la vida gay y lesbiana; no traducido al espa?ol). ¡°Todo ese sexo furtivo que ocurr¨ªa en ba?os y en espacios escondidos pudo integrarse en instituciones reales: bares gais, saunas y clubes de sexo¡±.
La apertura sexual tambi¨¦n implica aceptar la diversidad en los m¨²ltiples significados que tiene el sexo
La epidemia del VIH puso fin a estas actitudes prosexuales, y aunque la importancia del sexo entre hombres queer nunca desapareci¨®, la apertura social de los a?os setenta se vio sustituida por el rechazo a la visi¨®n prosexual que caracteriz¨® a esa ¨¦poca. ¡°El sexo se vincul¨® con la enfermedad¡±, cuenta al tel¨¦fono Michael Bronski, profesor en la Universidad de Harvard y autor de A Queer History of the United States (Una historia queer de Estados Unidos; no traducido al espa?ol). ¡°Dedicamos a?os a intentar descifrar c¨®mo evitar eso y c¨®mo separarlo por completo en nuestra imaginaci¨®n¡±. En los 15 a?os desde los primeros casos en 1981 hasta la aprobaci¨®n de tratamientos antirretrovirales, un diagn¨®stico positivo significaba, en gran parte, una condena, recuerda Hammack. Pese a que el sexo con cond¨®n y no penetrativo reduc¨ªa enormemente las posibilidades de infecci¨®n, el discurso moralista se impuso, y el sexo y la promiscuidad adoptaron un significado s¨®rdido. Se pod¨ªa intentar ser queer, pero solo dentro de los m¨¢rgenes de la respetabilidad heteronormativa.
La profilaxis preexposici¨®n, conocida como PrEP, lo cambi¨® todo ¡ªla Organizaci¨®n Mundial de la Salud empez¨® a recomendar su uso a mediados de 2014¡ª. Este tratamiento, adoptado en pa¨ªses como Estados Unidos o Espa?a en los ¨²ltimos a?os, previene en un 99% la infecci¨®n del VIH, lo que ha tra¨ªdo las relaciones sexuales no normativas de nuevo al centro de la conversaci¨®n queer. Gracias a esta barrera extra de protecci¨®n, los hombres queer ¡°pueden finalmente cumplir sus deseos libres de la ansiedad de una posible muerte¡±, concluye Hammack. El sexo recuper¨® su lugar hist¨®rico como herramienta relacional, provocando una revoluci¨®n cultural que ha legitimado socialmente pr¨¢cticas sexuales m¨¢s all¨¢ del modelo relacional tradicional: la monogamia.
Excluida de la instituci¨®n del matrimonio hasta hace poco, la poblaci¨®n queer ha explorado las relaciones sexuales con mayor libertad que sus contrapartes heterosexuales, especialmente las mujeres, afirma Bronski, aunque estas formas no mon¨®gamas de relacionarse est¨¦n m¨¢s presentes en la conversaci¨®n general. Seg¨²n un estudio de la Universidad Chapman y el Instituto Kinsey de 2021, las personas que se identifican como gais o bisexuales han practicado la no monogamia consensuada con m¨¢s frecuencia que los heterosexuales. Seg¨²n afirma en conversaci¨®n telef¨®nica Christopher Stults, profesor en Baruch College, las relaciones abiertas y el sexo fuera de la pareja constituyen, en algunos casos, el est¨¢ndar queer metropolitano, al menos en grandes ciudades estadounidenses. Eric Anderson, profesor en la Universidad de Winchester y autor de The Monogamy Gap (La brecha de la monogamia, no traducido al espa?ol), cree que el ideal mon¨®gamo a¨²n marca las relaciones queer, aunque es una utop¨ªa insostenible a largo plazo. ¡°Los hombres tienen m¨¢s deseo sexual que las mujeres, siempre quieren m¨¢s parejas sexuales¡±, explica al tel¨¦fono. En una pareja de dos hombres, afirma, el tiempo lleva a modelos no mon¨®gamos, aunque ¡°nunca reconozcan que est¨¢n en una relaci¨®n abierta debido al estigma¡±.
En cualquier caso, las relaciones entre hombres queer no parecen estar marcadas por la b¨²squeda de sexo con otros. Seg¨²n un estudio publicado en 2018 en la revista cient¨ªfica Archives of Sexual Behavior (Archivos del comportamiento sexual), un 45,3% de los hombres queer que estaban en pareja ten¨ªan una relaci¨®n mon¨®gama. Tyrel Starks, profesor de Psicolog¨ªa en Hunter College y coautor del estudio, afirma que reemplazar el est¨¢ndar sexual mon¨®gamo por una alternativa ¨²nica reduce la diversidad de los modelos relacionales entre hombres queer. ¡°Si declaramos que la monogamia pertenece a los heterosexuales, en cierta manera estamos aceptando una narrativa bastante hom¨®foba¡± cuenta por tel¨¦fono. Para algunos hombres queer, la importancia del sexo radica en forjar comunidad con otros o en satisfacer un apetito sexual, mientras que para otros es una forma de intimar con una ¨²nica pareja. Cualquier ¡°estructura normativa r¨ªgida¡± con respecto al sexo queer ¡°es potencialmente problem¨¢tica¡±.
La apertura sexual que caracteriza a los hombres queer implica aceptar la diver?sidad en los m¨²ltiples significados del sexo ¡ª siempre que los t¨¦rminos propios y ajenos est¨¦n claros. ¡°Nosotros seguiremos explorando las posibilidades que nos ofrecen los sentimientos y el deseo sexual¡±, afirma Mart¨ªn. ¡°Somos la avanzadilla, lo que tenga que ver con la sexualidad que est¨¦ pasando en este momento con los gais, en dos d¨¦cadas va a pasar con la poblaci¨®n heterosexual¡±.
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