La disputa ¡®torie¡¯ por el Brexit se queda sin ¨¢rbitro
La primera ministra se va de vacaciones sin solucionar la guerra interna entre pragm¨¢ticos y eur¨®fobos
Mientras Theresa May ha puesto tierra de por medio con tres semanas de vacaciones en el lago Garda (Italia) y los Alpes suizos, sus ministros siguen a la gre?a en torno al Brexit y la posici¨®n negociadora que perfilar¨¢ Reino Unido ante Bruselas una vez finalizado el receso estival. ¡°?Qui¨¦n est¨¢ al mando?¡±, se preguntaba el diario The Guardian en un editorial sobre las divisiones entre pragm¨¢ticos y eur¨®fobos en el seno de un Gobierno brit¨¢nico que en los ¨²ltimos d¨ªas se ha asemejado m¨¢s a un club de debate libre, p¨²blico y sin ¨¢rbitro. El resultado es una confusi¨®n inmensa sobre las intenciones ¨²ltimas de la primera ministra a la hora de sellar la salida de la Uni¨®n Europea, probablemente el mayor reto que afronta el pa¨ªs que dirige desde la posguerra.
Los medios afines disculpan a May en el derecho de todo ciudadano a tomarse un descanso, pero las crecientes voces cr¨ªticas denuncian su deliberada dejaci¨®n en el pulso interno del gabinete, subrayada por el hecho inusual de que el pasado 25 de julio hizo las maletas sin dejar designado a un sustituto en funciones. Un portavoz de Downing Street garantiz¨® entonces que la primera ministra seguir¨ªa ¡°al mando¡±, aunque fuera desde esos senderos alpinos que recorre desde hace dos d¨¦cadas con su marido, Philip. A la hora de la verdad, May se ha revelado ausente de la disputa que corroe a las filas tories, alimentada por el protagonismo del ministro de Econom¨ªa, Philip Hammond, en su diagn¨®stico de que la relaci¨®n del Reino Unido con la UE ser¨¢ similiar a la actual ¡°en muchos ¨¢mbitos¡± durante el periodo inmediatamente posterior a la salida del club europeo, en marzo de 2019.
Hammond, erigido en portavoz de una posici¨®n blanda que proteja los intereses comerciales y financieros brit¨¢nicos por encima de todo, ha defendido en los ¨²ltimos d¨ªas ante responsables de ese sector un periodo transitorio que garantice el acceso al mercado ¨²nico una vez oficializado el adi¨®s a la UE. La propuesta, filtrada por el Financial Times y que incluye adem¨¢s una ¡°fase de implementaci¨®n¡± de los acuerdos definitivos sobre aduanas y controles de la inmigraci¨®n (l¨¦ase, su aplicaci¨®n laxa), ha irritado a los espadachines antieuropeos del Gobierno, convencidos de que el plan b de su colega es evitar la consumaci¨®n del Brexit.
Liam Fox, titular de Comercio Internacional, le replicaba desde la tribuna de la prensa que el gabinete no ha consensuado ning¨²n acuerdo transitorio que no sea ¡°a medida¡±, es decir, que otorgue al Reino Unido una serie de ventajas comerciales aunque suprima la libertad de movimientos de trabajadores y bienes inherente al mercado comunitario. Tanto ¨¦l como otro de los ministros que ven posible esa cuadratura del c¨ªrculo, el responsable de Exteriores, Boris Johnson, han admitido sentirse excluidos de los ¨²ltimos debates del gabinete.
Hoy s¨®lo basta el voto adverso de siete diputados d¨ªscolos para asestar a May una derrota parlamentaria
Eso no significa que Theresa May haya acabado decant¨¢ndose por uno de los dos enfoques enfrentados en el seno del Gobierno. S¨®lo el pasado lunes, su oficina se decid¨ªa a emitir un comunicado desautorizando el posicionamiento de Hammond, aunque los observadores den por hecho que, independientemente del acuerdo que se alcance con Bruselas, la situaci¨®n de los trabajadores comunitarios en el Reino Unido no se ver¨¢ alterada a partir de marzo de 2019. As¨ª lo ha avalado la responsable brit¨¢nica de Interior, Amber Rudd (quien, al igual que Hammond, hizo campa?a contra el Brexit), al confirmar a principios del verano que el ¨²nico requisito que necesitar¨¢n es registrarse.
May no est¨¢ jugando una h¨¢bil partida de ajedrez con sus ministros de uno u otro signo. Sencillamente, la indecisi¨®n y la inseguridad se confirman como rasgos esenciales de su car¨¢cter, muy distinto al retrato de dama de hierro que alg¨²n peri¨®dico dibujaba cuando desembarc¨® en Downing Street. Escudada en el lema ¡°Brexit significa Brexit¡±, ley¨® err¨®neamente el resultado del refer¨¦ndum del 23 de junio del a?o pasado (52% a favor de la salida de la UE) a la hora de anticipar el pasado mayo unas elecciones en las que acab¨® perdiendo la mayor¨ªa absoluta. Incluso con el apoyo externo de los unionistas norirlandeses del DUP, hoy s¨®lo basta el voto adverso de siete diputados d¨ªscolos para asestarle una derrota parlamentaria. Y esa perspectiva no es descartable este mismo oto?o.
El l¨ªder de la oposici¨®n laborista, un Jeremy Corbyn de escaso talante europe¨ªsta, ya tantea modificar su posici¨®n contraria a la permanencia en el mercado ¨²nico durante un periodo transitorio (o incluso m¨¢s all¨¢), tal y como sugieren las recientes declaraciones de dos pesos pesados del partido, sir Keir Starmer (responsable en la sombra de la cartera del Brexit) y John McDonnell (Econom¨ªa). Tras el receso estival, el partido laborista podr¨ªa plantear una votaci¨®n en los Comunes a tal efecto y con el apoyo de un grupo de parlamentarios conservadores al¨¦rgicos al Brexit duro, a no ser que declinen en el ¨²ltimo momento para evitar un golpe de gracia al gobierno May.
El escenario inmediato est¨¢, por lo tanto, completamente abierto y a la espera de que una debilitada Theresa May acabe defini¨¦ndose. El tiempo se le echa encima cuando la mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa brit¨¢nica est¨¢ cuestionando su capacidad para liderar el proceso del Brexit. El ¨²ltimo sondeo de YouGov para el diario The Times revela que el 55% cree que la gesti¨®n de la primera ministra es nefasta, y s¨®lo un 25% se muestra dispuesto hoy por hoy a seguir aval¨¢ndole.
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