La lucha interna de Daniel Ortega
Las protestas en las calles de Nicaragua acorralan al presidente

Era la madrugada del 26 de Febrero de 1990. Hac¨ªa un g¨¦lido fr¨ªo artificial -t¨ªpico de los aires acondicionados del tr¨®pico- en el Centro de Convenciones Olof Palme. La prensa local y extranjera, y simpatizantes de la Revoluci¨®n Popular Sandinista, luc¨ªan angustiados y desvelados. El ambiente, l¨²gubre.
Rodeado de su entourage, un mustio y disciplinado comandante Daniel Ortega Saavedra, ataviado con jeans y blusa de campa?a, cual ¡°gallo ennavajado¡± -como le llamaba una popular canci¨®n de su propaganda electoral- entra al lugar en silencio.

Se sienta y lanza la noticia que ten¨ªa al mundo en vilo.
¡°Quiero expresarle a todos los nicarag¨¹enses y a los pueblos del mundo que el presidente de Nicaragua, el pueblo de Nicaragua, va a acatar el mandato popular emanado por la votaci¨®n en estas elecciones¡±.
Para el FSLN, 40,2% de los votos. Para la Alianza opositora UNO, con Violeta Barrios de Chamorro a la cabeza, 55,2%, una tajante victoria.
La decisi¨®n de aceptar el resultado electoral fue de la Direcci¨®n Nacional del Frente Sandinista de Liberaci¨®n Nacional (FSLN), pero Ortega (La Libertad, Nicaragua, 1945) era el presidente leg¨ªtimo tras un triunfo electoral cinco a?os antes y se llev¨® las palmas.
Ha sido su momento p¨²blico m¨¢s luminoso y tambi¨¦n el momento que empez¨® a librar su batalla interna.
Al d¨ªa siguiente, un Ortega alterado se present¨® en la oficina de Sergio Ram¨ªrez Mercado, su vicepresidente, hoy Premio Cervantes 2018. Era un error entregar el poder, le dijo. As¨ª lo cuenta Ram¨ªrez en Adi¨®s Muchachos, donde narra por qu¨¦ se separ¨® de sus antiguos compa?eros.
Ortega no solo hab¨ªa perdido las elecciones, sino lo m¨¢s importante, el poder revolucionario al estilo leninista.
Mientras el pa¨ªs se preparaba para una transici¨®n pac¨ªfica de un sistema totalitario a una democracia, Ortega empezaba su lucha por ¡°gobernar desde abajo¡± y luego regresar al mando institucional como jefe de Estado.
Su conflicto interno entre el pol¨ªtico conciliador y el guerrillero con estudios en Mosc¨², preso por siete a?os tras robar un banco como dirigente clandestino urbano contra la dictadura de Anastasio Somoza Debayle y finalmente liberado por sus compa?eros sandinistas en 1974, hab¨ªa empezado.
Hoy, casi 30 a?os despu¨¦s, la lucha sigue.
Tras haber logrado reinstalarse como presidente de un r¨¦gimen centralista y autoritario durante otros 11 a?os, Ortega parece acorralado entre su discurso de paz y la realidad en las calles, que ha dejado un saldo de al menos 40 v¨ªctimas mortales, la mayor¨ªa j¨®venes pero tambi¨¦n un periodista y ¨Chasta donde se sabe- dos polic¨ªas.
Con las instituciones y los poderes del Estado desmantelados, la oposici¨®n cooptada, el sistema autocr¨¢tico estable que Ortega ha dise?ado, de la mano de la empresa privada, y mantenido en gran parte por el generoso financiamiento venezolano, hoy parece a punto de colapsar.
Hasta hace unos tres a?os, Nicaragua era el para¨ªso de los inversionistas en Centroam¨¦rica; un pa¨ªs en paz, con seguridad y estabilidad econ¨®mica. El ¨²nico del istmo sin guerrillas urbanas ni violencia en las calles.
El m¨¦rito del Daniel pragm¨¢tico fue dise?ar un modelo de poder corporativista tras aprender ¡°lecciones del gobierno de la revoluci¨®n¡± y reconocer la existencia de ¡°poderes f¨¢cticos¡±, reflexiona el periodista y analista Carlos Fernando Chamorro, ahora palad¨ªn de la libertad de prensa como su padre Pedro Joaqu¨ªn Chamorro, y antes, director de Barricada, ¨®rgano oficial del FSLN en el poder.
Chamorro se refer¨ªa a las alianzas con Estados Unidos, el ¡°imperialismo¡± que Ortega y los sandinistas antes llamaban ¡°enemigos de la humanidad¡±; la empresa privada, con la que hasta ahora, su Gobierno llevaba la fiesta en paz y prosperidad, y la Iglesia, que a partir de las masacres que empezaron con una marcha pac¨ªfica el pasado 18 de abril, es hoy un ¡°aliado opositor¡±, convocando a la paz y al di¨¢logo.
Fue al d¨ªa siguiente de esa primera protesta de abril que estall¨® el ¡°terremoto¡± provocado por un nuevo actor, el ahora llamado Movimiento Estudiantil 19 de Abril. Desde entonces, la paz ¡°cristiana, solidaria y socialista¡± de la ¡°dictadura familiar Ortega-Murillo¡± sufre su primera gran crisis, que tom¨® a todos, justos y pecadores, por sorpresa.
El detonante fue una reforma al sistema de salud que solo afecta a un 20% de la poblaci¨®n econ¨®micamente activa, pero el anuncio sucedi¨® tras una acumulaci¨®n de agravios contra el Gobierno.
El desprecio oficial tras la quema de 6.000 hect¨¢reas de bosques v¨ªrgenes de la Reserva Biol¨®gica Indio Ma¨ªz y el rechazo a recibir ayuda de bomberos de la vecina Costa Rica fueron los primeros temblores que sacudieron los cimientos del orteguismo.

No fueron los ecologistas los primeros que sonaron las alarmas s¨ªsmicas.
Ya antes, grupos de campesinos se hab¨ªan movilizado contra la construcci¨®n de un multimillonario canal interoce¨¢nico, proyecto que ahora tambalea. Algunos escucharon las alarmas dentro de Nicaragua y en el extranjero. Muchos m¨¢s las difundieron en las redes sociales.
Para el FSLN controlado por Ortega desde su residencia en la Colonia del Carmen en Managua, antes propiedad del empresario Jaime Morales Carazo, todo lo que sea contra su Gobierno es una ¡°conspiraci¨®n pagada por el imperialismo yanqui¡± promovida por sus secuaces en el Movimiento de Renovaci¨®n Sandinista (MRS), creado por Ram¨ªrez y ahora en manos de sandinistas ¡°no danielistas¡±.
Cuando las protestas inundaron las calles del pa¨ªs, tambi¨¦n estall¨® la represi¨®n sin tregua de ¡°una combinaci¨®n de fuerzas paramilitares y una polic¨ªa sin liderazgo institucional, no porque est¨¦ politizada, sino porque no tiene mando¡±, argumenta Chamorro.
Pero una ley reformada por Ortega en 2014 se?ala que el jefe supremo de la Polic¨ªa, que junto con el Ej¨¦rcito era la joya de la corona de la transici¨®n en los 90, es Daniel Ortega.
Todo indica que la lucha interna de Ortega, quien hace muchos a?os reconoci¨® que entraba al juego pol¨ªtico en Nicaragua con reglas que no eran las suyas, siempre lo ha invadido.
No est¨¢ claro si su estrafalaria esposa Rosario Murillo, ahora su asesora incondicional como vicepresidente, lo ha ayudado o todo lo contrario. Muchos sandinistas hist¨®ricos, ahora sus opositores, aseguran que la lealtad de la Chayo a Daniel frente a las graves acusaciones de abuso sexual de su hija Zoilam¨¦rica Narv¨¢ez Murillo, le facilit¨® obtener el poder del que ahora goza.
Sin duda la todav¨ªa poeta despliega un enorme protagonismo, ofensivo para muchos, tanto en el Gobierno, a lo interno del FSLN y en la sociedad civil. Llama la atenci¨®n que ninguna autoridad se ha pronunciado contra la destrucci¨®n de las hasta ahora 11 estructuras met¨¢licas -Chayopalos o ?rboles de la Vida- que decoraban Managua, s¨ªmbolo del poder de Ortega instalados por Murillo. La gente ha puesto plantas en su lugar.
¡°Ella ser¨¢ la cara p¨²blica, pero ¨¦l toma las decisiones claves¡±, asegura una fuente pol¨ªtica.
Para Murillo, como para muchos en el Gobierno, los responsables del estallido callejero contra la medida de salud fueron ¡°mentes mezquinas, peque?as¡±, ¡°pandilleros financiados por la derecha¡± que buscan desestabilizar la s¨®lida base popular que a¨²n mantiene el gobierno.
El Ortega pragm¨¢tico al parecer s¨ª escuch¨®. En su primer mensaje p¨²blico revoc¨® la medida en una intervenci¨®n donde evit¨® mencionar la masacre y la violencia.
Los nuevos actores, claves en esta tragedia, son estudiantes apartidistas que piden, ante y sobre todo, justicia de inmediato (una investigaci¨®n imparcial con presencia internacional de la ONU, de la Comisi¨®n Internacional de Derechos Humanos y la creaci¨®n de una Comisi¨®n de la Verdad independiente para investigar las muertes de sus compa?eros) y elecciones adelantadas.
Tras las masacres a¨²n sin investigar en su mayor¨ªa y las calles revueltas ¨Clos orteguistas han estado callados, pero sus v¨ªdeos en redes sociales han dejado claro que no est¨¢n dispuestos a ceder ¡°a la derecha¡±-, una salida pac¨ªfica solo ser¨ªa viable si acepta un di¨¢logo nacional con presencia internacional as¨ª como con notables no afines al Gobierno.
Opositores como Dora Mar¨ªa T¨¦llez, la legendaria comandante dos de la toma sandinista del Palacio Nacional en 1978, ahora integrante del MRS, asegura que Ortega nunca aceptar¨¢ esa salida. ¡°Si se sienta a dialogar sabe que entra a una situaci¨®n terminal¡±.
El pasado mi¨¦rcoles 9 de mayo estall¨® una enorme marcha pac¨ªfica de cientos de miles de personas en la capital, Managua, donde la consigna fue la salida de Ortega y Murillo. La ausencia de polic¨ªas fue notoria. No hubo violencia, mucho menos muertos o heridos.
La p¨¢gina del FSLN, 19 Digital, cuya voz de mando es Murillo, ha publicado fotos donde la bandera nacional azul y blanca se funde con la rojinegra, en lo que expertos en Photoshop aseguran parece un retoque. En v¨ªdeos y fotos de medios independientes nicarag¨¹enses (es decir, opositores a Ortega) as¨ª como de gente del com¨²n que asisti¨® a la marcha, ha quedado claro que el color azul y blanco predomin¨® por mucho.
A pesar del silencio de Ortega desde el pasado 30 abril, hay se?ales de que su Gobierno estar¨ªa dispuesto a aceptar algunas de las condiciones de los estudiantes. Pero no la salida de la pareja Ortega-Murillo. La Comisi¨®n de la Verdad oficial ha anunciado que incluir¨¢ a organismos internacionales de derechos humanos, incluyendo la CIDH, para que apoyen la investigaci¨®n de los asesinatos.
¡°Una combinaci¨®n de movilizaci¨®n, di¨¢logo y presi¨®n internacional podr¨ªa lograr [una transici¨®n pac¨ªfica]¡±, agrega T¨¦llez.
Analistas locales aseguran que el presidente seguir¨¢ empe?ado en ¡°atornillarse¡± en el poder.
Si triunfa este escenario, la lucha interna de Ortega la habr¨ªa ganado el guerrillero y dirigente urbano que lleva como segunda piel el todav¨ªa jefe del Estado.
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