?El Nobel de la paz para los bomberos de Brumandinho?
Han sido ellos an¨®nimos, mal pagados, que no dudaron en poner en peligro su propia vida para salvar la de los otros. Son quienes nos han ofrecido un poco de ox¨ªgeno cuando empez¨¢bamos a desconfiar de todo y de todos
Brasil nunca conquist¨® el Nobel en nada. En Am¨¦rica Latina, Argentina cuenta con cinco, M¨¦xico tres, Colombia dos, Guatemala dos, Chile dos mientras que Venezuela, Costa Rica y Per¨²: uno. Brasil, que es el coraz¨®n econ¨®mico del continente, nunca fue premiado en ning¨²n campo con el m¨¢ximo galard¨®n del mundo. ?Por qu¨¦ no darle este a?o el Nobel de la Paz a los bomberos de Brumandinho que han conquistado la simpat¨ªa y admiraci¨®n dentro y fuera de el pa¨ªs con su ejemplo de abnegaci¨®n?
En este pa¨ªs, al que la pol¨ªtica quiere convertir las manos de la gente en armas para matar, esos bomberos hicieron de sus manos, hundidas en el lodo mortal, un instrumento de paz y de ilusi¨®n de poder encontrar vida. Quiz¨¢ haya sido porque los brasile?os viven un momento de perplejidad y pocas esperanzas. Quiz¨¢ porque los residuos t¨®xicos de la mina de Brumadinho, que se ha tragado tantas vidas inocentes, sean vistos como met¨¢fora pol¨ªtica del pa¨ªs, envuelto en el lodo de corrupci¨®n, violencia y desamparo social, lo cierto es que pocas veces tantos brasile?os se hab¨ªan identificado con esos bomberos buceadores de vida.
Ha conmovido al pa¨ªs, por ejemplo, el joven portavoz de los bomberos de Minas, el teniente de bomberos Pedro Aihara, de 25 a?os, que sin alardes, aunque emocionado, confes¨®: ¡°Pueden estar seguros de que estamos trabajando como si esas personas fueran nuestras madres y nuestros padres¡±. Una mujer escribi¨® en redes sociales que sinti¨® a aquel joven bombero, sensible, inteligente y preparado, ¡°con el mismo orgullo que si fuera mi hijo¡±.
Han sido esos bomberos, an¨®nimos, mal pagados, que no dudaron en poner en peligro su propia vida para salvar la de los otros. Son quienes nos han ofrecido un poco de ox¨ªgeno cuando empez¨¢bamos a desconfiar de todo y de todos. Hab¨ªamos experimentado, en efecto, primero en Mariana y ahora en Brumandinho que el lucro salvaje de las empresas en connivencia con los pol¨ªticos, acaba engendrando esos nuevos campos de exterminio ambiental y humano.
Ser¨ªa hasta simb¨®lico que la Academia de Suecia pensase, al conceder por primera vez su galard¨®n a Brasil, en el Nobel de la Paz. Millones de brasile?os, en efecto, se han identificado, sin diferencias pol¨ªticas, en un movimiento de solidaridad con los bomberos salvavidas que han conseguido crear un clima de aliento en un contexto de polarizaci¨®n asfixiante. Los bomberos han conseguido el milagro de unificar por un instante a un pa¨ªs casi en guerra.
De conceder a Brasil el Nobel de la Paz no podr¨ªa ser en este momento a un pol¨ªtico, ni aunque sea al popular Lula. La pol¨ªtica no es, ciertamente, lo que en hoy entusiasma a los brasile?os esc¨¦pticos de una y otra orilla. La pol¨ªtica, con todas sus corrupciones y ambig¨¹edades, no est¨¢ siendo en Brasil un catalizador de esperanzas. Lo que necesita el pa¨ªs es creer que es a¨²n posible encontrar gente com¨²n y an¨®nima capaz de ofrecer ejemplo de abnegaci¨®n y de lucha para salvar vidas, y no para humillarlas y sacrificarlas.
Hay ya demasiada muerte, demasiada desconfianza entre los m¨¢s marginados para que se pueda pensar que ese galard¨®n a un pol¨ªtico crear¨ªa alg¨²n tipo de conmoci¨®n nacional.
Que el Gobierno de Brasil, que nunca ha conseguido un Nobel para este pa¨ªs, pida si acaso, que se le otorgue este a?o el de la Paz a los bomberos de Brumadinho. Ser¨ªa la mejor met¨¢fora de que la gente no ha abdicado de luchar por un pa¨ªs m¨¢s decente, m¨¢s de todos y no solo de los que siguen acumulando privilegios. Un pa¨ªs que a¨²n sabe reconocer y premiar el sacrificio an¨®nimo de quienes se niegan a ser lo que alguien ha definido como ¡°los esclavos del vac¨ªo¡±. Que eso son los incapaces de entender que el Brasil que nos salvar¨¢ de la derrota, no habita en los salones as¨¦pticos y corruptos del poder, sino en las lindes en llamas del peligro. Los trabajadores siempre a la espera de que puedan ser atropellados por quienes les prometen peligrosos para¨ªsos imposibles.
Ese Brasil est¨¢ vivo en el coraz¨®n de quienes a¨²n son capaces de ofrecerse para salvar la vida de gentes an¨®nimas como ellos. Son, sin duda, sembradores de paz, capaces de emocionarnos cuando cre¨ªamos que el escepticismo nos hab¨ªa ya secado el coraz¨®n.
El Nobel a ellos engrandecer¨ªa al Brasil invisible, levadura de tiempos m¨¢s luminosos y menos enfangados de los de hoy.
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