Inesperadas carambolas
El dif¨ªcil parto de la nueva c¨²pula de la UE deber¨ªa servir para no incidir en los mismos errores
La realidad no es color de rosa. Por m¨¢s que los realistas ben¨¦volos se esfuercen en suavizar las aristas del cartapacio para la UE propuesto en la ¨²ltima cumbre, sus asperezas no desaparecen como por ensalmo. Sobre todo tres. Una, el descarado golpe de tim¨®n de los Gobiernos frente al Parlamento Europeo, que ha reducido el empaque y alcance del sistema de los spitzenkandidaten: los cabezas de lista que deb¨ªan ser candidatos naturales a los cargos, y que lo han sido solo formalmente, descabalgados a la primera dificultad.
Dos: la inescrupulosa exhibici¨®n de poder desnudo de los ancianos l¨ªderes del club, Francia y Alemania, al cosechar los principales puestos para sus nacionales.
Y tres: la incapacidad de esos l¨ªderes para desafiar y minorizar ¡ªincluso apelando al voto en el Consejo Europeo, que ya va siendo hora¡ª a la repugnante coalici¨®n de gobernadores populistas iliberales del Este, altos funcionarios de la derecha convencional deseosos de desquite contra Angela Merkel y el nuevo despotismo italiano. Tres sectores que se conjuraron para impedir el acceso a la Comisi¨®n del holand¨¦s (aunque socialdem¨®crata) Frans Timmermans, martillo de herejes / fachas polacos y h¨²ngaros, a la Comisi¨®n.
No dejar caer en el olvido estos reveses del dif¨ªcil parto servir¨¢ para no reincidir en ellos; para que las dificultades del tr¨¢mite (los duros ex¨¢menes del Parlamento Europeo a quienes a¨²n son solo candidatos) no cojan a nadie desprevenido; y para que el europe¨ªsmo militante no se troque en exagerado buenismo, vulnerable precisamente por su insensibilidad a los errores m¨¢s evidentes de la construcci¨®n comunitaria.
Ahora bien, ni el leal esp¨ªritu cr¨ªtico implica intenci¨®n demoledora (sino todo lo contrario), ni los defectos de f¨¢brica permiten desde?ar las ben¨¦ficas carambolas probables del reciente proceso decisorio, imprevistas por sus protagonistas. Por lo que trata de sacar partido de las mismas.
La principal es que ha quedado claro cu¨¢les son las instituciones m¨¢s decisivas, en tanto que m¨¢s codiciadas sus presidencias. La Comisi¨®n, en primer t¨¦rmino (seguida del BCE), pese a que irrite a todos los populistas, ebrios del est¨²pido soberanismo nacional. O enfade a todos los incumplidores. Y, sobre todo, incomode a quienes, como Par¨ªs y Berl¨ªn, optan de vez en cuando por tironear las normas comunes cuando estas les son desfavorables. Como hicieron cuando incumpl¨ªan en 2003 los criterios de Maastricht y sabotearon el Pacto de Estabilidad bajo el lema de que la austeridad bien entendida empieza por el vecino. Y como pretendieron recientemente en el intento de fusi¨®n monopolista de las compa?¨ªas de material ferroviario Alstom y Siemens, que violaba flagrantemente las reglas de la competencia.
As¨ª que la Comisi¨®n, el monstruo comunitario de Margaret Thatcher, es el emporio de las ambiciones, por encima del Consejo Europeo, contra toda la ingente propaganda intergubernamentalista y el decadente parloteo sobre la prevalencia de los Estados. La obscena inelegancia con que las dos capitales hegem¨®nicas colocan en su cabecera a una ministra alemana todo lo estupenda que se quiera, pero que no ha pasado el examen de las urnas, provocar¨¢ varios rebotes del m¨¢ximo inter¨¦s. Contra lo que pueda temerse, puede degradar la creciente (aunque desapercibida) germanizaci¨®n del Ejecutivo de Bruselas.
Berl¨ªn ya no lograr¨¢ cobijarse tras el biombo de un presidente del Benelux, con lo que ver¨¢ dificultadas las tentaciones de abuso de poder (inherentes a todo poder) para alcanzar sus intereses m¨¢s particularistas y cortoplacistas. La propia Ursula von der Leyen hablar¨¢ m¨¢s franc¨¦s, perseguir¨¢ ag¨®nicamente consensos y ya se ha aprestado a resucitar el esp¨ªritu malherido (que no fallecido) del sistema de los spitzenkandidaten, al acoger a Timmermans y a Margrethe Vestager como vicepresidentes. Embestido, pero no noqueado, resucitar¨¢ y con m¨¢s fuerza, la que le den las listas electorales parcialmente transnacionales. Porque es signo de los tiempos democr¨¢ticos el creciente control de los parlamentarios sobre ministros y comisarios.
Y en cuanto a las asechanzas populistas de los iliberales, conviene subrayar que si son capaces de coartar, condicionar y entorpecer la labor de la mayor¨ªa liberaldem¨®crata (saboteo a Timermans) no lo son para construir nada. La discreta rebeld¨ªa del Parlamento ante el diktat del Consejo de imponerle un presidente oriental, b¨²lgaro (aunque socialdem¨®crata) termin¨® favoreciendo a un candidato (de igual ideolog¨ªa) italiano, David Sassoli. Con lo que se arruin¨®, quiz¨¢ para bien, el equilibrio geogr¨¢fico Oeste-Este, inmerecido por esta ¨²ltima subregi¨®n.
Mientras, se busca recuperar el equilibrio ideol¨®gico, recuperando oportunista y tard¨ªamente a los Verdes. La gran partida de la Europa cuatripartita no se ha cerrado con este torpe (veremos, por sus hechos, si prometedor) esbozo de cartapacio, no ha hecho m¨¢s que comenzar. Ser¨¢ vertiginosa.
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