Las mujeres del ISIS imponen su califato en el campo sirio de Al Hol
Las yihadistas instauran un matriarcado radical bajo las ¨®rdenes de una 'emir' que controla el recinto y promueve las fugas aprovechando el repunte de la guerra en el noreste de Siria
Aprovechando el caos desatado por los combates entre grupos paramilitares locales proturcos y las milicias kurdas y ante la expectaci¨®n despertada por el nuevo mapa que Ankara y Damasco redibujan en el noreste de Siria, las novias del ISIS apuntalan el mini Estado Isl¨¢mico (ISIS, por sus siglas en ingl¨¦s) femenino que han levantado en el campo de Al Hol. All¨ª, a 120 kil¨®metros al sur de la frontera turca y a siete de la linde con Irak, han ido a parar 70.800 personas, la mayor¨ªa mujeres e hijos de combatientes yihadistas apresados tras la ca¨ªda del califato el pasado 23 de marzo. A la cabeza del grupo hay una mujer, una emir, que fija las normas de convivencia y vestimenta del campamento, recibe informaci¨®n sobre los movimientos de los guardias y decide los castigos.
A imagen y semejanza de lo que fuera el califato que Abubaker al Bagdadi autoproclam¨® en junio de 2014 en Mosul?(Irak), en tan solo siete meses de cautiverio las radicales han logrado establecer una compleja estructura interna. ¡°La emir que se ha erigido como la jefa del campo duerme cada noche en una tienda distinta para evitar que la arrestemos¡±, relata Julia, seud¨®nimo de una miliciana kurda a cargo de la seguridad de Al Hol.
Un alto cargo de la inteligencia kurda explica que la prioridad de las autoridades ha sido ¡°repeler la invasi¨®n turca", dice. "Por eso hemos tenido que retirar de Al Hol a las fuerzas especiales y dejar la vigilancia en manos de los Assayish [fuerzas de seguridad kurdas], peor entrenados¡±. Julia confirma la decisi¨®n. ¡°De los 800 guardas que controlaban el campo, tan solo se han mantenido a 300¡±. Una cifra insuficiente para vigilar el asentamiento, circunstancia aprovechada por las yihadistas para multiplicar los intentos de fuga, mediante t¨²neles o el pago de importantes sumas de dinero ¡ªde hasta 9.000 euros por cabeza¡ª a traficantes del ISIS que sobornan a guardias del campo.
Este matriarcado radical de facto es un movimiento pionero entre los grupos yihadistas que, seg¨²n los guardas consultados, est¨¢ radicalizando a todas las cautivas del campamento. Y con ellas a los cerca de 40.000 menores que no han conocido m¨¢s mundo que el califato y que reciben a los periodistas a pedradas con el dedo ¨ªndice levantado hacia el cielo. ¡°Esto no es un campo de desplazados, es un campamento militar¡±, dice Julia.
Entre las novias del ISIS y los ni?os, se calcula que unos 10.400 son lo que denominan internacionales, que est¨¢n en un recinto especial, y el resto, son mitad sirios y mitad iraqu¨ªes. Ante la indecisi¨®n de los pa¨ªses de repatriar a sus nacionales, las reclusas extranjeras y locales afianzan sus v¨ªnculos en el campo, tal y como hizo Al Bagdadi, que reclut¨® y radicaliz¨® a los que habr¨ªan de ser la c¨²pula del ISIS en el campo de Bucca, en Irak, mientras estuvo recluido por tropas estadounidenses.
En la secci¨®n de alta seguridad es donde la emir ha establecido cuatro brigadas, que se dividen entre las principales nacionalidades y a las que ha adjudicado roles espec¨ªficos. ¡°Las rusas son las m¨¢s peligrosas y las que se han hecho con el control del campo¡±, dice Julia. Varias mujeres, aterrorizadas, reh¨²san hablar con la prensa porque temen represalias por parte de las m¨¢s radicales.
Una de esas cuatro brigadas es la encargada de replicar lo que fueran las jansa en Raqa, una suerte de patrullas religiosas garantes de que se respeten las pautas de vestimenta impuestas (todas han de llevar el velo facial) o la asistencia a los cinco rezos diarios. Otras son las informantes, que avisan cuando los Assayish entran para realizar registros de tiendas, en busca de m¨®viles o armas. Luego est¨¢n las verdugas, que ejecutan las condenas a muerte y otros castigos, como la quema de tiendas o dar alguna paliza a quien no se someta a las leyes de las jefas. ¡°Cada mes hay un par de asesinatos, el ¨²ltimo fue anteayer, cuando nos encontramos con el cad¨¢ver de esta mujer¡±, dice Julia mostrando una foto en la pantalla de su tel¨¦fono en la que figura una mujer con un golpe en la frente.
En Al Hol est¨¢n cautivas la espa?ola Lubna Miludi, de 25 a?os, con su hijo de tres, y la marroqu¨ª Loubna Fares, de 40, con tres hijos menores espa?oles. Dentro del recinto han quedado bajo el liderazgo de las magreb¨ªes. Las otras dos espa?olas apresadas, Yolanda Mart¨ªnez Cobos (34) y Luna Fern¨¢ndez Grande (30), han sido trasladadas al campo de Al Roj, junto con 13 menores espa?oles. Las primeras permanecen bajo custodia de las milicias kurdas, mientras que las segundas pasar¨ªan a manos turcas en la franja de 30 kil¨®metros de ancho que exige Ankara. ¡°Se ha acordado, llegado el momento, repatriarlas a Espa?a v¨ªa Estambul, mientras que a las de Al Hol habr¨ªa que ver si v¨ªa Irak o Damasco¡±, confirma a EL PA?S un oficial del Gobierno espa?ol consultado.
Las yihadistas conf¨ªan en que Al Hol quede en zona turca. ¡°Si los de [Bachar el] Asad llegan, nos exterminar¨¢n a todas¡±, sostiene una mujer rusa. ¡°Preferimos que vengan los turcos, pero no sabemos qu¨¦ pasa¡±, dice. ¡°Yo no quiero que me manden a la c¨¢rcel en Rusia, prefiero quedarme aqu¨ª, donde estamos bien y tenemos comida. Hacemos nuestra vida sin hombres¡±, opina F¨¢tima, de 33 a?os, tambi¨¦n rusa y madre de dos hijos. Huy¨® de su casa abandonando a su segundo marido, al que acusa de maltratador, para sumarse al califato, donde le dieron una casa y una pensi¨®n.
El m¨®vil de Julia se ha convertido en una especie de registro de defunci¨®n del campo, con im¨¢genes como el cuerpo amoratado de una uzbeka, un joven iraqu¨ª acuchillado 17 veces o de un cad¨¢ver putrefacto que desenterraron debajo de los ba?os alertados por el hedor. En otra imagen aparece un Assayish con un cuchillo clavado en la espalda y a continuaci¨®n sonrientes rostros de mujeres uniformadas, compa?eras milicianas de Julia. ¡°A mi mejor amiga la han matado varios d¨ªas atr¨¢s los mercenarios islamistas enviados por Ankara. No tengo energ¨ªas para venir a trabajar a Al Hol, me hierve sangre de pensar que 11.000 camaradas han muerto luchando contra el ISIS para que se escapen ahora¡±, se desahoga.
Las c¨¦lulas durmientes campan en el des¨¦rtico paisaje que rodea Al Hol y los guardias temen que, al igual que ha ocurrido en varias de las 12 prisiones para yihadistas, estos lancen un ataque organizado para liberar a las extranjeras del campo. Una de esas c¨¢rceles atacadas por yihadistas fue la de Qamishli, a un centenar de kil¨®metros del campo de Al Hol. En esa ciudad, son las defensas populares de barrio, con mujeres como Zubeifa Ali, miliciana kurda de 37 a?os y madre de cinco ni?os, quienes suplen la falta de efectivos y patrullan las calles del noreste de Siria en busca de los fugados. ¡°Arrestamos a un hombre con una mujer", explica en Qamishli. "Eran extranjeros, por lo que ¨¦l se hac¨ªa pasar por enfermo mental y ella por mendiga para no ser identificados por su acento¡±.
Varios helic¨®pteros de la coalici¨®n sobrevuelan el campo al tiempo que los ¨²ltimos soldados estadounidenses abandonan el noreste de Siria, despedidos a tomatazos por la poblaci¨®n kurda que se dice traicionada. La inteligencia kurda confirma que la coalici¨®n ha trasladado a Irak a los reos extranjeros del ISIS m¨¢s peligrosos. En el campo de Ain Issa, al norte del pa¨ªs, paramilitares sirios bajo ¨®rdenes de Ankara liberaron la semana pasada a 800 mujeres del ISIS con sus ni?os. Entre ellas, siete francesas de las cuales tres contactaron a sus abogados para informarles de que estaban bien y que se hab¨ªan reinsertado en las filas yihadistas en Siria.
La ¨²ltima incorporaci¨®n al califato han sido las Zaid el Benat, un grupo de mujeres formadas que han instaurado tribunales isl¨¢micos capaces de condenar a muerte a las s¨²bditas del campo, y que imparten clases cor¨¢nicas a las ni?as y de jurisprudencia isl¨¢mica a las adultas. El ¨²nico libro de texto que usan es el Cor¨¢n y la ¨²nica filosof¨ªa, una versi¨®n radicalmente deformada del islam. ¡°Estudio ¨¢rabe y el Cor¨¢n y a veces, tambi¨¦n, ingl¨¦s¡±, dice una peque?a de siete a?os que correteaba por Al Hol y que dice ser chechena. Cerca de ella, cuatro figuras negras se aproximan cargando con una camilla. Portan una ni?a moribunda de 12 a?os, originaria del C¨¢ucaso, dicen, y en fase terminal de c¨¢ncer. La trasladan a uno de los cuatro hospitales de campa?a habilitados por las 29 ONG que trabajan en el interior del campo. Sus oportunidades de sobrevivir son m¨ªnimas. ¡°Todo el personal extranjero ha sido evacuado por sus ONG, y el personal m¨¦dico local ha ido a ayudar a los hospitales del frente¡±, asegura Bawer Khalaz, una empleada de la Media Luna Roja Kurda del Campo.
Desde el inicio de la ofensiva turca, hace dos semanas, no se realizan operaciones ni se trasladan heridos al hospital de Hasaka, que era a donde hasta ahora se derivaba a las yihadistas del campo de Al Hol. Sus ya contadas camas son insuficientes para atender a los heridos evacuados del frente con Turqu¨ªa. ¡°Cada d¨ªa mueren una o dos personas en el campo [de Al Hol]¡±, calcula Julia. Ya son 460 los beb¨¦s que han perdido la vida por malnutrici¨®n o problemas respiratorios, seg¨²n el c¨®mputo de Save the Children, organizaci¨®n a cargo del orfanato del campo, donde viven 160 desamparados ni?os.
La poblaci¨®n de Al Hol tambi¨¦n aumenta. Mohamed, responsable administrativo del campo, calcula que hay unos 50 nacimientos al mes, aunque solo un 5% de los habitantes del campo son hombres. ¡°Las mujeres act¨²an como incubadoras de cachorros para el califato¡±, prosigue el funcionario. Pese a la ausencia de hombres, los hospitales han empezado a recibir a j¨®venes embarazadas procedentes de la zona donde viven las yihadistas extranjeras y donde no hay hombres, solo adolescentes. ¡°Las yihadistas casan a los ni?os y ni?as de 15 a?os para que se reproduzcan¡±, es la explicaci¨®n que le han dado a Mohamed sus informantes.
La poblaci¨®n del campo ya es 10 veces mayor que la de la localidad de Al Hol, a apenas un kil¨®metro de distancia. A la entrada del pueblo est¨¢ el cementerio. Una patrulla de Assayish acude a toda velocidad para identificar a los desconocidos que merodean cerca de las sepulturas sin nombre, que pertenecen a los muertos del campo. ¡°?Abran el cap¨®!¡±, increpan desconfiados. Tras observar las c¨¢maras de fotograf¨ªa se disculpan: ¡°Tem¨ªamos que fueran una c¨¦lula del ISIS porque es aqu¨ª donde citan a las yihadistas que escapan de Al Hol. Ayer fueron 54 y se las llevan en coches ocultas en el maletero¡±.
Pensiones de viudedad
El campo de Al Hol cuenta tambi¨¦n con su propio banco, donde las familias les env¨ªan transferencias desde las cuatro esquinas del planeta. Y es que aparte de recibir una escueta raci¨®n de comida mensual de la administraci¨®n kurda, las yihadistas con buen bolsillo acceden al mercado negro que revende los productos del zoco interno en la secci¨®n sirio-iraqu¨ª, donde pueden comprar desde tinte para el pelo y medias de colores, a triciclos, recargas de Internet y hasta un camping gas. El personal del campo asegura que las transferencias se tramitan v¨ªa Turqu¨ªa. Para las viudas, el dinero llega v¨ªa Idlib [¨²ltima provincia insurrecta controlada por los yihadistas afines a Al Qaeda] donde el Maktab el Shuhada [la oficina de los m¨¢rtires] recibe las donaciones de beneficencia vinculadas al ISIS. Es esta oficina la que transfiere las pensiones para hu¨¦rfanos y viudas de sus combatientes al banco de Al Hol.
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