Maternidad y pandemia: convivir con el sentimiento de culpa
Seis consejos para que esta emoci¨®n no interfiera m¨¢s de lo estrictamente necesario y en la relaci¨®n con nuestros hijos en estos d¨ªas de fatiga pand¨¦mica
El sentimiento de culpa est¨¢ estrechamente ligado a la maternidad y la paternidad. Sobre todo desde que internet facilit¨® el acceso a multitud de informaci¨®n sobre educaci¨®n y crianza, facilit¨® la proliferaci¨®n de gur¨²s y pseudoexpertos en la materia y nos abri¨® ventanas a vidas familiares id¨ªlicas en las que todo es disciplina positiva, democracia participativa y entornos Montessori. Hoy todo nos genera culpa, porque tras cada grito, tras cada respuesta fuera de tono y tras cada mala vivencia que no conseguimos evitar a nuestros hijos adivinamos traumas, cerebros en construcci¨®n da?ados, v¨ªnculos rotos, un desastre familiar impensable en la casa de la influencer de turno, donde todo es paz, sonrisas y tiempo de calidad.
¡°Con esto me estoy tirando piedras contra mi propio tejado, pero mi sensaci¨®n es que Internet, con sus blogs de maternidad y sus miles de expertos en casi cualquier cosa, se ha convertido en nuestra principal fuente de referencia, en el or¨¢culo del siglo XXI. Una y otra vez consultamos al or¨¢culo para obtener esa ayuda r¨¢pida e inmediata que internet nos ofrece, pero olvidamos que no siempre la respuesta que obtendremos ser¨¢ la acertada o la mejor para nuestro caso. Porque no hay una ¨²nica forma de educar o criar, porque cada ni?o responde de una manera diferente, porque cada familia y cada caso es un mundo y no podemos comparar unos resultados con otros¡±, reflexiona la psic¨®loga Sara Tarr¨¦s, miembro del grupo de trabajo en Inteligencia emocional del Colegio Oficial de Psicolog¨ªa de Catalunya y autora del blog Mam¨¢ Psic¨®loga Infantil. Por su parte, para Sonia Mart¨ªnez, psic¨®loga y directora de los Centros Crece Bien de Madrid, pioneros en la ense?anza y el desarrollo de Habilidades Emocionales, Sociales y de Aprendizaje, el problema no es tanto la informaci¨®n que tenemos como ¡°la comparaci¨®n con los dem¨¢s, las expectativas que tenemos y las inmensas posibilidades de elecci¨®n a las que nos enfrentamos¡±.
Sea como sea, la culpa nos persigue. Pedimos perd¨®n a diario, compartimos nuestros dramas del primer mundo en los parques con padres y madres afines para sentirnos mejor a trav¨¦s del recurso al ¡°mal de muchos, consuelo de tontos¡±, nos prometemos no volver a perder los nervios, nos llevamos la culpa a la cama y nos cuesta conciliar el sue?o. M¨¢s a¨²n desde el inicio de la pandemia, una situaci¨®n extraordinaria en la que la culpa se ha hecho fuerte en nuestros hogares. Confinamientos, teletrabajo, educaci¨®n a distancia, Filomena, cierres de clases por contagios, imposibilidad de delegar puntualmente los cuidados en familiares y amigos por las restricciones a la movilidad, la necesidad de ser padres, administradores dom¨¦sticos, empleados y profesores, todo a la vez y en el mismo espacio¡ ?C¨®mo no sentirse culpable mientras tu hija, cuya clase ha sido confinada, deambula durante diez d¨ªas por casa sin que t¨², obligado por tu trabajo, puedas hacerle caso? ?C¨®mo no sentirte culpable cuando pierdes los nervios por no poder concentrarte entre los gritos y las peleas de tus hijos, que al fin y al cabo no son responsables de nada? ?C¨®mo no sentirte culpable por maldecir y por pensar cosas terribles, por querer ser parte del libro de Orna Donath?
¡°Teletrabajar y cuidar de los hijos ha causado estragos en las familias, porque estas dos tareas son en s¨ª mismas incompatibles. Ambas requieren concentraci¨®n y atenci¨®n en exclusiva, tanta m¨¢s cuanto m¨¢s peque?os son los ni?os y m¨¢s complejos los trabajos. Y al no poder hacer ninguna de ellas con la calidad que nos gustar¨ªa, han aparecido todos esos sentimientos de culpa: culpa por no atenderles bien, por hablarles mal, por no tener ganas de leerles un cuento, por la sensaci¨®n de no llegar a nada, por esa malentendida necesidad de pasar tiempo de calidad con nuestros hijos, por la necesidad de querer tiempo para nosotros mismos y por miles de cosas m¨¢s, tanto por las que hacemos como por las que no¡±, apunta Sara Tarr¨¦s.
La buena noticia, para quienes necesiten expiar sus culpas, es que todas esas faltas (perder los nervios m¨¢s de lo habitual, sentirse saturados de hijos, no tener ganas de jugar con ellos, etc.) son, seg¨²n las psic¨®logas consultadas, entendibles tras un a?o de pandemia. ¡°Son sentimientos muy normales. La mezcla de sentimientos de culpa, rabia, tristeza, miedo, incertidumbre hace que gritemos cuando menos lo esperamos. Nuestras emociones se han desbordado y han dejado de ser eficaces, por eso en esta ¨¦poca es f¨¢cil que a ratos nos secuestre la emoci¨®n. Llevamos mucho tiempo en una situaci¨®n compleja¡±, asegura Sonia Mart¨ªnez.
Los riesgos del sentimiento de culpa
Recientemente, no recuerdo d¨®nde, le¨ªa a una experta norteamericana que dec¨ªa que la culpa es una emoci¨®n ¨²til cuando nos dice que hemos hecho algo mal. Sin embargo, a?ad¨ªa: ¡°Lo que est¨¢ sucediendo ahora es que sentimos que hemos hecho algo mal incluso cuando lo estamos haciendo lo mejor que podemos¡±. Me pregunto si nos pasa un poco eso, si lo que ocurre es que estamos siendo muy exigentes con nosotros mismos como padres y madres.
¡°Queremos ser los mejores padres o madres del mundo, algo que en un principio es l¨®gico y comprensible. Pero la cosa no queda solo ah¨ª. Queremos ser perfectos y eso no es posible, no es real. Hay d¨ªas malos y debemos aceptarlos porque forman parte de nuestras vidas. Incluso habr¨¢ d¨ªas en los que a pesar de ser los padres m¨¢s amorosos del mundo quiz¨¢s perdamos el control y gritemos a nuestros hijos a ¨²ltima hora. Esto no deber¨ªa mortificarnos por creer que estamos causando un da?o irreversible a nuestros peque?os. Es cierto que no es lo m¨¢s adecuado ni lo recomendable, por eso es normal que aparezca esa culpa, que ser¨¢ ¨²til si no nos paraliza y nos invalida¡±, argumenta Tarr¨¦s, que considera que uno de los riesgos que la culpa puede tener en la relaci¨®n con nuestros hijos y su crianza es el ¡°hacernos m¨¢s permisivos o intentar acallar el malestar a trav¨¦s de la compra de regalitos. Es decir, dejar de ejercer parte de nuestras funciones parentales, sobre todo aquellas que nos hacen sentir sensaciones desagradables¡±.
En el mismo sentido apunta Sonia Mart¨ªnez, que se?ala que si no somos capaces de identificar la culpa, quedamos a merced de ella y entramos en una especie de bucle de la culpa: ¡°Te sientes mal, as¨ª que das chuches al ni?o, le dejas m¨¢s horas de tablet, etc. Despu¨¦s, por eso, vuelves a sentir culpa y entonces le rega?as por usar tanto la tablet, echas pestes de la industria tecnol¨®gica o trasladas la responsabilidad al colegio para as¨ª eludir tu responsabilidad. Y vuelta a empezar¡±.
Consejos para controlar el sentimiento de culpa
Las expertas consultadas ofrecen una serie de consejos para que el sentimiento de culpa no interfiera m¨¢s de lo estrictamente necesario en nuestro d¨ªa a d¨ªa y en la relaci¨®n con nuestros hijos en estos d¨ªas de fatiga pand¨¦mica:
- ¡°No existen los padres ni las madres perfectos. Todos tenemos d¨ªas malos, pero eso no nos convierte en malos padres¡±, apunta Sara Tarr¨¦s.
- La autora de la web Mam¨¢ Psic¨®loga Infantil anima tambi¨¦n a padres y madres a no dejarse enga?ar por las ¡°maravillosas¡± im¨¢genes de las redes sociales: ¡°En ellas parece no existir el conflicto, el cansancio o las complicaciones. Son est¨¦ticamente muy bonitas, pero absolutamente irreales¡±.
- Poner en cuarentena y sin dejarnos llevar por la culpa las pautas de expertos que se encuentran en libros y en internet cuando no pueden ser llevadas a la pr¨¢ctica. ¡°Hay que tener en cuenta que estas pautas est¨¢n dadas sin conocer las circunstancias particulares de las familias¡±, puntualiza Sonia Mart¨ªnez.
- No pensar que debemos controlar las emociones. ¡°Nuestra responsabilidad est¨¢ en las acciones que realizamos, no en las emociones que sentimos y que no podemos elegir. A veces nos sentimos culpables por pensar en un determinado momento que nos gustar¨ªa tirar al ni?o por la ventana o que no deber¨ªamos haber tenido hijos. Esos pensamientos no podemos elegirlos¡±, a?ade la directora de los Centros Crece Bien.
- La culpa, solo si sirve para mejorar. ¡°Cuando el sentimiento de culpa aparece yo animo a escucharlo si ello sirve a padres y madres para mejorar alg¨²n aspecto, pero al mismo tiempo les incito a dejarlo ir cuanto antes porque esa culpa acaba por impedirles ver todo lo que s¨ª hacen bien, que suele ser mucho m¨¢s de lo que creen¡±, argumenta Tarr¨¦s.
- La perfecci¨®n no da la felicidad. ¡°Los ni?os no van a ser m¨¢s felices por tener a padres perfectos, pero en cambio, si tienen a padres imperfectos que buscan soluciones, que piden disculpas y que expresan lo que sienten, pueden ser espectacularmente felices¡±, concluye Mart¨ªnez.
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