Inseguridad p¨²blica, la estrategia inconfesable
Justo porque conoce lo que conoce, el presidente juzg¨® al inicio de su Gobierno que el proyecto de cambio social y econ¨®mico era demasiado ambicioso para intentar, al mismo tiempo, detener al crimen organizado
El peso que Andr¨¦s Manuel L¨®pez Obrador le otorga a las Ma?aneras nos lleva a olvidar que el presidente en realidad arranca todos sus d¨ªas h¨¢biles con una reuni¨®n sobre seguridad a las 6.00 de la ma?ana. El repaso puntual de la bit¨¢cora de violencia es lo primero y m¨¢s urgente en la agenda del presidente. Lo ha hecho a lo largo de tres a?os con una regularidad que parecer¨ªa contradecir la aparente laxitud de sus pol¨ªticas en relaci¨®n con el crimen organizado. Ciudadanos y especialistas desesperan por la continua expansi¨®n territorial de los c¨¢rteles ante la inacci¨®n de las fuerzas federales, al parecer decididas a no afrontarlos. Y, sin embargo, me atrevo a pensar que L¨®pez Obrador es el hombre mejor informado en M¨¦xico de los detalles, alcances e intensidad de la violencia. ?C¨®mo entonces explicar esta pasividad frente al c¨¢ncer que carcome el tejido social del pa¨ªs?
En mi opini¨®n la respuesta reside en la real politik. Justo porque conoce lo que conoce, el presidente juzg¨® al inicio de su Gobierno que el proyecto de cambio social y econ¨®mico era demasiado ambicioso para intentar, al mismo tiempo, detener al crimen organizado. Combatir la corrupci¨®n pol¨ªtica, achicar la administraci¨®n p¨²blica, devolver al Estado la rector¨ªa de la econom¨ªa, frenar los abusos del mercado y de la iniciativa privada, mejorar el poder adquisitivo de los sectores mayoritarios, era en conjunto una tarea que exig¨ªa todos los esfuerzos y la concentraci¨®n posibles. AMLO decidi¨® no dispersarlos en otra batalla, la del crimen, que no ten¨ªa ninguna posibilidad de ganar en ese momento.
Con toda raz¨®n los especialistas han se?alado que sin el desarrollo de una fuerza profesional de polic¨ªas federales, estatales y locales y la limpieza del sistema judicial en su conjunto, el fin de la impunidad es una ilusi¨®n. Pero esas tareas escapan al ¨¢mbito de posibilidades del presidente en el corto plazo. El poder judicial no depende org¨¢nicamente del ejecutivo federal ya no digamos las polic¨ªas estatales y municipales, con toda su porosidad frente al irresistible binomio plata o plomo. Habr¨ªa que recordar que al arranque del sexenio Morena solo gobernaba en seis entidades, las otras 26 se encontraban en manos de la oposici¨®n.
El presidente habr¨ªa llegado a la conclusi¨®n de que frente a la imposibilidad real de encarar el problema resultaba mejor ganar tiempo. Una estrategia p¨²blicamente inconfesable, pol¨ªticamente incorrecta, pero, a su juicio, realista. Es decir, hacer una especie de d¨¦tente, una tregua no pactada para congelar hostilidades mientras constru¨ªa las condiciones para estar en posibilidades de enfrentar con ¨¦xito a los c¨¢rteles.
?En qu¨¦ consist¨ªa la tregua? ¡°Abrazos, no balazos¡±. Enviar el mensaje de que los capos no eran enemigos del Estado per se y que sus actividades criminales ten¨ªan que ver con condiciones del pasado que estaban a punto de cambiar. No, no creo que AMLO creyese que con eso iba a resolver el problema. Pero deseaba construir una especie de pacto no firmado que congelase fronteras, por as¨ª decirlo, mientras ¨¦l ganaba tiempo. De all¨ª quiz¨¢s su relativa deferencia con El Chapo y el cartel de Sinaloa a los que atribuye c¨®digos y conductas menos salvajes que las de las feroces bandas criminales de los ¨²ltimos a?os. Esta d¨¦tente no carec¨ªa de l¨®gica, pero evidentemente no fue respetada por los criminales, demasiado ocupados en ganarse territorios mutuamente ante lo que asumieron como un aprovechable vac¨ªo de poder de parte de las autoridades.
El resultado de esta ¡°tregua¡± est¨¢ sujeto a debate. Un vaso medio lleno o medio vac¨ªo seg¨²n se mire. Las autoridades insisten en que la curva ascendente de la criminalidad logr¨® detenerse y, en algunos rubros, incluso comenz¨® a revertirse; los cr¨ªticos afirman que detener la cifra de asesinatos diarios en un promedio de 90 no es para presumir. Al margen de la estad¨ªstica, la opini¨®n p¨²blica observa con espanto los ajustes de cuenta en las calles y hoteles de las ciudades.
En el fondo la pregunta es si esta tregua servir¨¢ para algo. ?Ha ofrecido la oportunidad para preparar una respuesta viable por parte del Estado en contra del crimen organizado o al final habr¨¢ sido una coartada para ¡°nadar de muertito¡± durante su sexenio? ?Se est¨¢n dando pasos en la direcci¨®n correcta?
Veamos en qu¨¦ consiste la estrategia. Primero, disminuir la base social y el ¡°ej¨¦rcito industrial de reserva¡± de las bandas criminales en las zonas calientes mediante el mejoramiento de oportunidades para los j¨®venes; algo que tomar¨ªa algunos a?os, pero, a juicio de AMLO, debilitar¨ªa las causas de la violencia. Segundo, construir coordinaciones y l¨ªneas de cooperaci¨®n a lo largo de toda la geograf¨ªa con reuniones en cada entidad similares a las que se hacen en Palacio; es decir, a falta de un mando federal unificado, al menos concentrar la informaci¨®n, la inteligencia y las puestas en com¨²n incluso entre gobiernos de partidos distintos. Tercero, recuperaci¨®n del territorio a trav¨¦s de la presencia permanente de fuerzas federales mediante la creaci¨®n de 248 distritos, cada uno con un cuartel. Cuarto, aunado a lo anterior, la creaci¨®n de la Guardia Nacional, el m¨²sculo de 170.000 elementos para el futuro enfrentamiento, con disciplina y entrenamiento militar, pero sujeta a normas civiles. Quinto, inteligencia financiera para estar en condiciones de combatir las relaciones entre el crimen y los circuitos del dinero. Sexto, impulsar una reforma judicial para sanear la corrupci¨®n en ministerios y polic¨ªas.
Escapa a los l¨ªmites de este texto la evaluaci¨®n del avance en cada uno de estos puntos, pero es evidente qu¨¦ hay atrasos sustanciales en muchos de ellos, atribuibles en parte a la crisis provocada por la pandemia y en parte a las propias limitaciones de la cuarta transformaci¨®n. En la mayor¨ªa de los frentes se ha avanzado, ciertamente, pero lejos de las metas inicialmente trazadas. Probablemente, a estas alturas el presidente asume que ¡°la ofensiva¡± no suceder¨¢ en su sexenio, pero se consolar¨¢ pensando que ha colocado los elementos para que su sucesor pueda hacerla. Falta ver qu¨¦ opina el que llegue. Lo cierto es que los ¨²ltimos dos presidentes decidieron, por una raz¨®n u otra, no enfrentar al crimen organizado. ?Habr¨¢ con qu¨¦ a partir de 2024 o resultar¨¢ que tambi¨¦n los malosos aprovecharon la tregua y se han vuelto invencibles?
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