?Inflaci¨®n transitoria?
La pol¨ªtica monetaria se adentra en un terreno tan inexplorado que los inversores y los agentes econ¨®micos andan desconcertados
Si la respuesta de la pol¨ªtica fiscal al shock econ¨®mico provocado por la pandemia es por su envergadura y duraci¨®n una suerte de experimento econ¨®mico, sin precedentes desde los planes de reconstrucci¨®n posteriores a la II Guerra Mundial, la pol¨ªtica monetaria se adentra tambi¨¦n en un terreno inexplorado. Tan inexplorado que los inversores y los agentes econ¨®micos andan desconcertados ante la templada reacci¨®n de los bancos centrales de EE UU y Europa al salto de la inflaci¨®n en abril y el puntual calentamiento de la econom¨ªa, sobre todo en EE UU. ?Estamos ante un cambio de paradigma?
Tras m¨¢s de diez a?os persiguiendo sin ¨¦xito el alza de los precios para acercarse al 2% de objetivo que comparten las dos m¨¢s importantes instituciones monetarias del mundo, y frescos a¨²n en la memoria los cinco interminables a?os de recesi¨®n que siguieron a la crisis financiera de 2008, ambas parecen hoy decididas a fomentar el crecimiento caiga quien caiga. No solo manteniendo su pol¨ªtica ultra laxa de tipos de inter¨¦s y reeditando, e incluso incrementando sus programas de compras de activos financieros, sino adem¨¢s respondiendo con una ins¨®lita y desconocida flexibilidad a las presiones inflacionistas. Y a eso s¨ª que no est¨¢n acostumbrados los mercados financieros.
Los Gobiernos, ajenos a las decisiones de los bancos centrales pues la credibilidad de estos reside en su independencia, lo deben de estar celebrando por lo bajini¡ Porque esta vez y a diferencia de la anterior crisis, la pol¨ªtica fiscal, con sus monumentales paquetes de est¨ªmulo, s¨ª est¨¢ alineada con la pol¨ªtica monetaria en el objetivo de poner todos los medios necesarios para superar cuanto antes los efectos de la crisis. Y han arriesgado mucho.
EE UU ha comprometido m¨¢s de cuatro billones de d¨®lares (el 20% de su PIB) en programas de gasto, algunos inmediatos y otros a ejecutar en 10 a?os. A los que se podr¨ªan sumar los seis billones de d¨®lares que acaba de anunciar Joe Biden que su Administraci¨®n aspira a gastar en el presupuesto del pr¨®ximo ejercicio. Y la Uni¨®n Europea, 750.000 millones de euros en el plan NextGen para hacer frente a los estragos de la pandemia m¨¢s 1,08 billones de euros del presupuesto de gasto com¨²n para 2021-2027. En total 1,8 billones de euros (12% del PIB de la UE). Ser¨¢ mejor repartir las culpas si el crecimiento es inflacionista¡
Porque el temor es que estas pol¨ªticas expansivas traigan un alza de los precios no solo puntual. Y que ese repunte en la inflaci¨®n descarrile la tan esperada recuperaci¨®n por presionar al alza los tipos de inter¨¦s antes de tiempo. La primera se?al de alarma ha sido el incremento de los intereses de los bonos. En EE UU y, ¨²ltimamente y con m¨¢s intensidad, en la eurozona. La rentabilidad fija de estos activos a largo plazo pierde valor si suben los precios.
Pero los responsables de ambos bancos centrales, Jerome Powell, presidente de la Reserva Federal (Fed), y Christine Lagarde, del Banco Central Europeo insisten en que no hay motivo para alarmarse y que el reciente repunte de los precios es temporal. Aun as¨ª, dada la ortodoxia que est¨¢ en el ADN de ambas instituciones, su tranquilidad a la hora de reaccionar a las recientes presiones inflacionistas es desconcertante y decididamente novedosa. La Fed ha incluso introducido un nuevo concepto: fijarse un objetivo de inflaci¨®n media (Average Inflation Targeting) para un periodo y evitar as¨ª reaccionar a los repuntes puntuales. Ser¨¢ interesante ver si el BCE le sigue en esta iniciativa.
En abril los precios en la UE subieron un 1,6% en tasa interanual, es el dato m¨¢s alto de los ¨²ltimos dos a?os. Algunos economistas no descartan que cierre el a?o cerca del objetivo del 2%. La actividad empresarial de la eurozona est¨¢ en sus niveles m¨¢s altos desde febrero de 2018. En EE UU, el repunte de la inflaci¨®n hasta el 4,2% ha puesto a todos a¨²n m¨¢s nerviosos. Porque a los est¨ªmulos fiscales y monetarios hay que sumar el aumento r¨¦cord del ahorro como reflejan los dep¨®sitos bancarios. Un gasto contenido por las restricciones impuestas durante la pandemia, pero que ahora, a medida que se abren los negocios, la hosteler¨ªa y la posibilidad de viajar, rebotar¨¢ con fuerza.
Las colas para entrar en la tienda de Gucci en Londres que celebraba hace poco la poderosa editora de moda Anne Wintour, ?anticipan el advenimiento de un consumo desaforado? Se dice que viviremos una reedici¨®n de los locos a?os veinte del siglo pasado. Tal vez. Eso s¨ª, limitada a los pa¨ªses privilegiados que han podido vacunar a sus poblaciones.
Lo cierto es que todo suma para que hoy se est¨¦ disparando la demanda. Hasta el punto de que sobre todo en EE UU, pero tambi¨¦n en la UE hay ya escasez de materiales para fabricar y atender los pedidos. En gran parte por la disrupci¨®n del comercio mundial. Y no solo materiales, tambi¨¦n parad¨®jicamente empleados. Una suerte de desajuste que tiene que ver con los programas temporales de ayuda al empleo y a las rentas y que afecta sobre todo a los sectores m¨¢s precarizados.
Hay varios factores deflacionistas que apuntan a que ese repunte de los precios puede ser efectivamente temporal si la recuperaci¨®n consigue asentarse. Entre otros: la reanudaci¨®n del comercio mundial que abaratar¨¢ el precio de las mercanc¨ªas, la digitalizaci¨®n de la econom¨ªa que ha precipitado la pandemia y ahorra costes, la inversi¨®n en infraestructuras que prev¨¦n los planes de est¨ªmulo y que mejorar¨¢ la productividad... La duda es si estos efectos llegar¨¢n a tiempo para calmar a unos nerviosos mercados financieros en los que, entre otras cosas, opera una generaci¨®n de chavales no familiarizados con la inflaci¨®n. Tras casi dos d¨¦cadas de ausencia del peligro inflacionista, todo es posible. Un a?o entero con la econom¨ªa en coma inducido, y ahora la ansiada recuperaci¨®n sigue en juego.
Victoria Carvajal es periodista econ¨®mica.
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