Feria del Libro de Buenos Aires
Argentina celebra estos d¨ªas el amor a la letra impresa en la ciudad m¨¢s literaria que conozco despu¨¦s de Par¨ªs, la que ten¨ªa las mejores editoriales de Am¨¦rica Latina y nos hizo leer a todos los latinoamericanos
Me encuentro en un caf¨¦ de La Recoleta con Juan Jos¨¦ Sebreli, a quien siempre he respetado, incluso en una ¨¦poca de liberalismo fren¨¦tico. La primera vez que nos vimos, en Par¨ªs, hace muchos a?os, tuvimos una discusi¨®n feroz sobre Rayuela de Julio Cort¨¢zar, a la que yo defend¨ªa y ¨¦l atacaba como un juego un tanto superficial. Debo reconocer que ¨¦l ten¨ªa raz¨®n, y que el deslumbramiento que me produc¨ªa esa novela ha perdido mucho de su prestigio en esta ¨¦poca, como todos los libros que, como los de Julio Cort¨¢zar, se dedicaban a jugar. Le digo que los libros de Cort¨¢zar que me parecen m¨¢s importantes ahora son los de los cuentos fant¨¢sticos. No s¨¦ si ¨¦l asiente.
Como naci¨® en 1930, Juan Jos¨¦ Sebreli, que acaba de publicar un libro con Marcelo Gioffr¨¦, Disciplina civil y libertad responsable, tiene 92 a?os y est¨¢ firme como un toro, defiende sus ideas como lo hac¨ªa hace 20 a?os, es decir, con resoluci¨®n y eficacia. Su ¨²ltima batalla ¡ªpero habr¨¢ otras¡ª es en favor de las v¨ªctimas del coronavirus, de los que ha tomado la defensa a fin de que no sean obligados a seguir las indicaciones de los m¨¦dicos para defenderse contra el virus.
En el segundo cap¨ªtulo, escrito seguramente por Sebreli, este recuerda a sus padres, inmigrantes muy modestos, que lentamente se fueron levantando para caer luego como v¨ªctimas de las crisis econ¨®micas que vivi¨® este pa¨ªs. Y Sebreli recuerda en primera persona muchas de estas crisis que fueron destruyendo en sus bolsillos los pocos ahorros que los art¨ªculos le deparaban. Aqu¨ª, en estas pocas l¨ªneas, Sebreli relata la tragedia argentina, el empobrecimiento s¨²bito de este pa¨ªs, cuando parec¨ªa despuntar. Y, sin embargo, el amor a los libros no se ha desfigurado ni empobrecido. Como lo compruebo estos d¨ªas felices en que Argentina celebra el regreso de los libros.
Siempre he tenido admiraci¨®n por las cosas que Sebreli defiende, y ahora m¨¢s, desde que acepta que el liberalismo sea lo que nos salve de la dictadura del marxismo y nos ayude a progresar. ¡°Lo que no es aceptable ¡ªdice¡ª es que los liberales sean responsables del mercado, porque lo echar¨ªan a perder¡±. Est¨¢ en perfecta forma y sus argumentos son s¨®lidos, como casi siempre. Ser¨ªa maravilloso llegar a esa edad con las convicciones que Sebreli defiende y la manera en que lo hace: con discernimiento y una vasta informaci¨®n de libros y peri¨®dicos.
Es verdad que los peri¨®dicos de Buenos Aires son s¨®lidos y est¨¢n muy bien escritos. Los domingos, como hoy d¨ªa, que yo sepa, s¨®lo La Naci¨®n public¨® los env¨ªos de P¨¦rez Gald¨®s. Es un placer leerlos, porque tienen casi siempre un magn¨ªfico elemento intelectual de fondo.
Durante muchos a?os quise pasar uno o dos a?os en la Argentina, sobre todo desde que mi amigo, Jos¨¦ Emilio Pacheco, estuvo aqu¨ª como agregado cultural mexicano, y me llev¨® a dar un paseo por las librer¨ªas de viejo ¡ªlas conoc¨ªa todas¡ª y descubrir en esos estantes toda clase de maravillas, entre las ediciones antiguas que mostraban. No me fue posible encontrar un trabajo que me permitiera hacerlo, y fue una de mis mayores frustraciones porque s¨¦ que en esta ciudad hubiera sido feliz, entre otras cosas por sus caf¨¦s y sus peri¨®dicos, para m¨ª indispensables y que ahora, oigo decir, van desapareciendo poco a poco.
Estoy aqu¨ª por la Feria del Libro, que estuvo cerrada un par de a?os, y acaba de abrirse de nuevo, con gran alboroto, porque viejos y j¨®venes ¡ªestos ¨²ltimos sobre todo¡ª repletan los seminarios y nuevas rondas donde se lucen los libros antes de publicarse. Me sorprende que las reuniones multitudinarias sean excepcionalmente respetuosas.
Est¨¢ terminando el oto?o y nadie dir¨ªa que se aproxima el invierno, porque hay, desde temprano, un sol que abriga y levanta el ¨¢nimo de la gente. Nadie parece ocuparse de pol¨ªtica, con este tiempo paradis¨ªaco y, sin embargo, Am¨¦rica Latina pasa uno de sus periodos m¨¢s dif¨ªciles y amenaza con tocar el fondo de la ruina, por ejemplo los peruanos con el presidente analfabeto que se les ocurri¨® elegir para que nos gobierne a lo largo de cinco a?os.
Y, sin embargo, aqu¨ª las librer¨ªas est¨¢n repletas de gente y de libros, y se dir¨ªa que todo el mundo se ha puesto a leer. Desde la primera vez que vine a la Argentina, esta ciudad me pareci¨® la m¨¢s literaria de Am¨¦rica Latina, y record¨¦ mi infancia cochabambina donde el cartero ven¨ªa cargado de libros que eran siempre argentinos, para los abuelos y mi madre, y hasta para m¨ª: Leopl¨¢n para el abuelo, Para Ti para mi madre y mi abuela, y Billiken para m¨ª. Argentina nos hac¨ªa leer a todos los latinoamericanos y entonces era l¨®gico y natural so?ar ¡ªPar¨ªs vendr¨ªa m¨¢s tarde¡ª con Argentina, que ten¨ªa las mejores editoriales de Am¨¦rica Latina. ?Qu¨¦ pas¨® con esa Argentina que nos hac¨ªa leer a todos los latinoamericanos? ?D¨®nde se ocult¨® y se apag¨®?
Pero estos d¨ªas renace, gracias a la Feria del Libro. Hay mares de j¨®venes y la verdad es que repletan los escenarios y todas las presentaciones de nuevos libros, y los debates est¨¢n llenos de gente. Las sesiones no deben durar m¨¢s que una hora, por recomendaci¨®n de los m¨¦dicos, y la verdad es que terminan a la hora en punto pese a las caras tristes y largas de los espectadores. Hasta Espa?a est¨¢ presente, en una nueva edici¨®n del libro de la exvocera del Partido Popular, Cayetana ?lvarez de Toledo, a quien escuch¨¦ anoche en el Club Espa?ol, que, dicho sea de paso, tiene un local magn¨ªfico en el centro mismo de Buenos Aires.
Un autor que tambi¨¦n es empresario, Alejandro Roemmers, ha adquirido por el mundo manuscritos de Jorge Luis Borges y los expondr¨¢ en el local dedicado a defender la econom¨ªa libre, desde esa empe?osa batalla por la autonom¨ªa individual y el mercado que apoya con tanto empe?o Gerardo Bongiovanni. Muchos de los asistentes de la Feria del Libro nos hemos inscrito para esta visita. Curioso es el caso de Jorge Luis Borges, el escritor que m¨¢s ha sido le¨ªdo y seguido en el mundo entero, entre los escritores de nuestra lengua. Y, sin embargo, cuando empez¨® a ser conocido ya estaba ciego y hab¨ªa empezado esa limitaci¨®n que lo convirti¨® en sus ¨²ltimos a?os en un inv¨¢lido. Pero su viuda, Mar¨ªa Kodama, que ha organizado m¨²ltiples exposiciones en medio mundo de la obra de Borges y est¨¢ empe?ada en fundar en Buenos Aires un museo que recuerde su memoria, ha sido una viuda ejemplar, promotora de los libros de su esposo y, sin duda, estar¨¢ ella en Rosario, en la exhibici¨®n de sus manuscritos.
En el caf¨¦ en que Sebreli y yo estamos sentados hay un par de zombis en los que la gente reconoce a Borges y a Bioy Casares, y se toman fotos con ellos pues, al parecer, ambos viv¨ªan por aqu¨ª y se encontraban todas las ma?anas a la hora del desayuno. Hay una larga cola de gente que espera para fotografiarse junto a esas glorias locales que la gente recuerda y nos les permiten morir. Aqu¨ª, devotamente, est¨¢ el secreto de esta ciudad, la m¨¢s literaria que conozco despu¨¦s de Par¨ªs. Borges y Bioy Casares son una de las mejores cosas que le pas¨® a esta tierra, y todos los nacidos aqu¨ª est¨¢n orgullosos de ellos y no permitir¨¢n que se los olvide. Hacen, desde luego, lo correcto. Los escritores no son menos importantes que las glorias militares. Unos y otros conforman esa fraternidad que mantiene viva a una naci¨®n.
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