La resaca del 8-M: feminismo y opini¨®n p¨²blica
El movimiento feminista ha recibido un gran impulso desde 2018 y ha colocado sus prioridades en el debate p¨²blico, pero las divisiones y los enfrentamientos provocan hostilidad y desmotivan a la ciudadan¨ªa, especialmente a las mujeres
El feminismo ha avanzado mucho en el camino hacia la igualdad de g¨¦nero. Como cualquier otra causa que pretenda conseguir un objetivo tan dif¨ªcil como la igualdad, hay muchos obst¨¢culos. Algunos logran sortearse y otros, los m¨¢s sutiles y persistentes, no. Tambi¨¦n hay momentos especialmente m¨¢gicos en los que se dan pasos de gigante. Muy probablemente ese momento lo vivimos hace cinco a?os, cuando al calor de movimientos internacionales de protesta como el Me Too, e impulsadas por la indignaci¨®n social que produjo el conocido caso de violaci¨®n en grupo sufrido por una joven en las fiestas de San Ferm¨ªn en 2016, muchas personas tomaron conciencia de algo bien sabido pero que tal vez no se atrev¨ªan a verbalizar abiertamente: las injusticias y discriminaciones que las mujeres siguen sufriendo en el mundo del trabajo, en sus relaciones sexuales, en la desigual distribuci¨®n de los cuidados y el trabajo dom¨¦stico, o en la aplicaci¨®n de la normativa judicial, por poner algunos ejemplos. Cientos de miles de mujeres salieron a la calle a protestar por ello. Si hay algo que caracteriza a lo que se ha denominado la cuarta ola del feminismo es la denuncia de las discriminaciones, sobre todo aquellas m¨¢s enquistadas en las normas y las costumbres que rigen nuestras sociedades occidentales.
Los estudiosos de las protestas masivas como las del 8-M en Espa?a han mostrado que estas pueden tener consecuencias sociales y pol¨ªticas de gran calado. Entre ellas, fomentar la empat¨ªa y comprensi¨®n de la ciudadan¨ªa con las protagonistas de la protesta y sus razones. Y eso fue lo que pas¨® en Espa?a durante los meses inmediatamente posteriores a la protesta y huelga del 8-M de 2018. Estudios realizados en el oto?o de 2018 mostraron que m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n declaraba sentirse muy o bastante feminista. Acostumbradas como est¨¢bamos a una visi¨®n lineal y progresiva (esto es: de menos a m¨¢s) de este tipo de procesos, muchas auguramos la transformaci¨®n del feminismo desde una causa residual de un grupo muy concreto de ciudadanas a un motivo de orgullo generalizado. Cinco a?os m¨¢s tarde, todo apunta a que ese pron¨®stico tan optimista requiere matizaciones importantes.
La efervescencia que gener¨® la movilizaci¨®n social impulsada por el 8-M ha tenido efectivamente muchas repercusiones tanto a nivel te¨®rico como pol¨ªtico. A nivel te¨®rico, se ha generado un debate de gran calado dentro del movimiento feminista. Un debate que, en el terreno de la pol¨ªtica, ha generado enfrentamientos en torno a la compleja cuesti¨®n de la importancia relativa del sexo biol¨®gico versus la identidad de g¨¦nero. Apena la aparente imposibilidad de generar un consenso donde la interseccionalidad tenga un espacio lo suficientemente amplio y plural como para que quepan las distintas interpretaciones que existen sobre la relaci¨®n de las mujeres con su cuerpo, la regulaci¨®n de los derechos y libertades respecto a la sexualidad de cada cual, o la gesti¨®n y distribuci¨®n de los cuidados en las sociedades. No es f¨¢cil porque son temas en los que nada es blanco o negro y en los que las necesarias tonalidades no parecen tener cabida en las contundentes declaraciones que a menudo escuchamos en los medios y en boca de nuestras representantes pol¨ªticas. Hasta el momento, el debate no ha hecho m¨¢s que recrudecerse y son raras las ocasiones en las que los distintos puntos de vista dialogan sin acusaciones mutuas de manipulaci¨®n o falsedad.
El resultado de este enfrentamiento es que el feminismo y los roles de g¨¦nero en nuestra sociedad se han convertido en un tema electoral de relevancia, marcando la agenda pol¨ªtica y estructurando debates partidistas (especialmente entre las ¨¦lites pero tambi¨¦n en los medios) que casi siempre adoptan un tono desabrido y mordaz. Cinco a?os despu¨¦s de la mayor movilizaci¨®n feminista conocida en la democracia espa?ola, existen divisiones relevantes no solo entre quienes apoyan la igualdad de g¨¦nero y quienes tienen una visi¨®n m¨¢s tradicional sobre la divisi¨®n de los roles de g¨¦nero en la sociedad, sino tambi¨¦n en el mismo centro del movimiento feminista, como se ha demostrado en el reciente 8-M de 2023. ?Hasta qu¨¦ punto se reflejan dichas divisiones en la opini¨®n p¨²blica?
En el proyecto Genderedpsyche, que dirijo en el Instituto de Pol¨ªticas y Bienes P¨²blicos (IPP, en el CSIC), hemos realizado una encuesta por internet representativa de la poblaci¨®n en Espa?a entre 16 y 75 a?os durante el mes de diciembre de 2022, con el objetivo de estudiar la existencia de estereotipos de g¨¦nero en la sociedad, sobre todo entre los m¨¢s j¨®venes. En esa encuesta incluimos una serie de afirmaciones sobre el feminismo y preguntamos a los participantes su grado de acuerdo o desacuerdo con ellas. Los resultados muestran que un 57% de participantes opinan que el feminismo se ha politizado de forma excesiva, un 41% declaran estar de acuerdo con la afirmaci¨®n de que ¡°el feminismo actual ha dividido a la sociedad¡±, y lo que tal vez sea el indicador m¨¢s preocupante: un 29,5% piensa que ¡°el feminismo promueve el odio hacia los hombres¡±. Los mayores niveles de hostilidad hacia el feminismo se localizan entre los hombres de edades comprendidas entre los 41 y 54 a?os, seguidos muy de cerca por los m¨¢s j¨®venes (entre 16 y 25 a?os). En cambio, las mujeres presentan siempre menores niveles de acuerdo con estas frases, en mayor o menor medida cr¨ªticas con el feminismo, con una sola excepci¨®n: el grupo de mujeres entre los 41 y 54 a?os.
Este breve diagn¨®stico de la opini¨®n p¨²blica sobre el feminismo tiene sus matices, puesto que un porcentaje bastante m¨¢s alto de la ciudadan¨ªa sigue pensando que ¡°el feminismo es necesario para conseguir la igualdad real entre hombres y mujeres¡± (57%) y que ¡°el feminismo debe implicar tanto a las mujeres como a los hombres¡± (73%). Para estudiar con m¨¢s detalle esta evidencia relativamente ambivalente, realizamos un sencillo experimento dividiendo a los participantes en tres grupos y pregunt¨¢ndoles hasta qu¨¦ punto simpatizan con las ideas del ¡°feminismo¡±, con las de ¡°igualdad de g¨¦nero¡±, y con las de ¡°igualdad entre hombres y mujeres¡±, respectivamente. Los resultados confirman las connotaciones negativas asociadas al concepto de feminismo en Espa?a, puesto que s¨®lo un 31% expres¨® ¡°mucha simpat¨ªa¡± cuando la pregunta se plantea utilizando dicho concepto. El porcentaje se duplica cuando la pregunta se propone empleando el concepto de igualdad de g¨¦nero (un 65% manifiesta ¡°mucha simpat¨ªa¡±) y casi se triplica cuando la pregunta menciona la igualdad entre hombres y mujeres (77%). Estas diferencias son mayores para los hombres que para las mujeres.
El resultado de este experimento sugiere que el enfrentamiento que se ha generado entre las ¨¦lites pol¨ªticas respecto a los contenidos de las pol¨¦micas reformas legales (tales como la ley trans o la ley del solo s¨ª es s¨ª), que ha transmitido la imagen de divisi¨®n y conflicto dentro del movimiento feminista y cuya crudeza se ha amplificado a trav¨¦s del altavoz de los medios sociales y tradicionales, est¨¢ calando en la opini¨®n p¨²blica. Es el momento de pararnos a reflexionar. Necesitamos un debate sosegado del que todas podamos aprender. No dejemos que la velocidad y el frenes¨ª de la agenda pol¨ªtica actual nos arrastre a las din¨¢micas polarizadoras que invaden la esfera p¨²blica y que tanto desmotivan a la ciudadan¨ªa, especialmente a las mujeres.
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