La amnist¨ªa, cuesti¨®n de fe
S¨¢nchez no ha hecho pedagog¨ªa alguna sobre la medida de gracia, como si no tuviera otra opci¨®n que precipitarse y concederla
Lo que se nos pidi¨® el mi¨¦rcoles durante la investidura de Pedro S¨¢nchez fue un acto de fe. Creer que la amnist¨ªa va a conseguir lo que promete la proposici¨®n de ley: ¡°Garantizar la convivencia dentro del Estado de derecho, y generar un contexto social, pol¨ªtico e institucional que fomente la estabilidad econ¨®mica y el progreso cultural y social tanto de Catalu?a como del conjunto de Espa?a, sirviendo al mismo tiempo para la superaci¨®n de un conflicto pol¨ªtico¡±. Resulta dif¨ªcil estar en contra de una herramienta cuyo prop¨®sito es terminar, por fin, con un conflicto que ha dividido a Catalu?a en dos, y que ha enfangado la vida pol¨ªtica desde el mismo momento en que las fuerzas independentistas decidieron saltarse la ley. El problema es que nadie sabe a ciencia cierta si, tal como se han hecho las cosas, ese prop¨®sito va a conseguirse.
As¨ª que crees o no crees. El partido socialista, a trav¨¦s de algunos de sus l¨ªderes m¨¢s importantes, llevaba tiempo diciendo que la amnist¨ªa no cab¨ªa en nuestro ordenamiento jur¨ªdico y que no era partidario de concederla. Es l¨ªcito cambiar de opini¨®n, y lo que fuerza que se produzcan cambios tan radicales de criterio suele tener que ver con una urgencia tan evidente como es la de conseguir apoyos para conservar el poder. Y de eso va la pol¨ªtica, de ocupar el poder para, por ejemplo, y tal como explic¨® S¨¢nchez, perseverar en implantar medidas progresistas ante el avance de las fuerzas reaccionarias. Un relato de los unos contra los otros: sin puentes, sin matices.
En una iniciativa tan ambiciosa como conceder una amnist¨ªa hubiera tenido sentido intentar incluir al principal partido de la oposici¨®n, porque para pasar p¨¢gina de cuanto ocurri¨® durante el proc¨¦s son necesarios acuerdos amplios y transversales. No ha sido as¨ª. En esa hip¨®tesis del ¡°reencuentro total¡± entre Catalu?a y el resto de Espa?a, al que apunt¨® Pedro S¨¢nchez, no cabe una fuerza que tuvo m¨¢s de ocho millones de votos en las ¨²ltimas elecciones. Y en lo que est¨¢ ocurriendo ya hay demasiado ruido y furia, demasiadas hip¨¦rboles que apuntan a que Espa?a se rompe o que va a convertirse en una dictadura. Y la intolerable violencia que se ha manifestado en los asaltos a diferentes sedes socialistas.
Se esperaba que los socialistas explicaran por qu¨¦ defienden ahora la amnist¨ªa. Lo poco que han contado en t¨¦rminos pol¨ªticos se puede encontrar en lo que firmaron en el acuerdo con Junts, en el que lamentablemente comparten el relato independentista sobre el proc¨¦s, consideran necesario un mediador internacional que est¨¦ encima de lo que vaya a hacerse en una mesa de negociaci¨®n y hablan de lawfare. S¨¢nchez no ha hecho pedagog¨ªa alguna sobre la amnist¨ªa, como si no tuviera otra opci¨®n que precipitarse y concederla.
En el Panchatantra ¡ªKalila y Dimna (Acantilado)¡ª, esa colecci¨®n de narraciones en las que se trataba hace siglos en la India sobre lo divino y lo humano, se habla del rey Dazbelim, que descubri¨® el tesoro de una gu¨ªa de 13 puntos para ser un buen rey. El quinto punto dice: ¡°No te precipites nunca en los negocios. Antes de ejecutar cualquier empresa, hay que pensar y examinar en detalle la estrategia a seguir. Las cosas hechas con precipitaci¨®n no suelen terminar bien. Se arrepiente en vano quien no recuerda lo que hizo mal¡±. En esas andamos, y el atolondramiento es tan grande que cuanto pueda decirse queda viejo enseguida, superado. Y no cuenta.
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