Los j¨®venes sin piso no interesan en Espa?a
La enorme desigualdad que la vivienda provoca a largo plazo amaga con da?ar seriamente nuestra democracia
La tragedia del acceso a la vivienda se solucionar¨¢ cuando haya verdadera voluntad pol¨ªtica en Espa?a. Creen las malas lenguas que al Partido Popular y al PSOE en verdad no les interesa que bajen los precios: a fin de cuentas, muchas familias tienen invertidos todos sus ahorros en un piso en propiedad, o incluso, en una segunda residencia, esperando obtener una mayor rentabilidad a futuro, vendi¨¦ndolas o alquil¨¢ndolas. Esa mentalidad es notable entre la generaci¨®n del baby boom, pero aunque la teor¨ªa fuera alocada, los j¨®venes tampoco deber¨ªan ser ignorados: la enorme desigualdad que la vivienda provoca a largo plazo amaga con da?ar seriamente nuestra democracia.
La duda es si las medidas aplicadas hasta ahora han servido para algo. Por parte del Gobierno y sus socios, la Ley de Vivienda de 2023 quiz¨¢s no d¨¦ los r¨¦ditos deseados. El control de los alquileres en Catalu?a ha contribuido a una reducci¨®n de un 5% de los precios en las zonas reguladas y sin embargo, la contrapartida es que se ha desplomado el n¨²mero de contratos, avalando la teor¨ªa de la reducci¨®n de oferta. Se suscribieron alrededor de un 17,2% de alquileres menos, ya sea porque se han retirado pisos del mercado, se ha apostado por alquiler no regulado de temporada, o han prorrogado los contratos existentes. Por tanto, el problema de la gran demanda insatisfecha permanece, aunque unos pocos acceden a una vivienda algo m¨¢s barata. Es m¨¢s, aunque se apostara por la v¨ªa intervencionista forzando a los caseros a poner su inmueble en alquiler ¡ªcomo exigen algunos partidos a la izquierda del PSOE¡ª quiz¨¢s la escasez de techo persistir¨ªa.
El Banco de Espa?a calcula un d¨¦ficit de 600.000 pisos hasta 2025 porque la poblaci¨®n est¨¢ creciendo a un ritmo m¨¢s r¨¢pido que el n¨²mero de viviendas ¡ªse construyen unas 90.000 al a?o¡ª, y se sabe que muchos de los pisos hoy disponibles no est¨¢n en las zonas donde hacen falta. En definitiva, de poco sirve culpar a la derecha por no limitar el precio de los alquileres en las comunidades donde gobierna, como hace el Ejecutivo, asumiendo que ser¨ªa la soluci¨®n a todos los males. S¨ª se podr¨ªa reprochar al PP oponerse en el Congreso a otras cuestiones m¨¢s espec¨ªficas, como la Ley del Suelo que quiso impulsar el Gobierno para agilizar los planes urban¨ªsticos. Es un consenso entre expertos, como el catedr¨¢tico Jos¨¦ Garc¨ªa Montalvo, que necesitamos m¨¢s oferta para que bajen los precios. Y son precisamente las comunidades ¨C¡ªhoy, en su mayor¨ªa bajo control de los populares¡ª y los ayuntamientos quienes tienen competencias para construir vivienda p¨²blica. Aunque parece haberlo entendido el president Salvador Illa, las palabras deben materializarse: el expresident Jos¨¦ Montilla tambi¨¦n prometi¨® 50.000 viviendas en su momento, incumplidas, y de los pisos anunciados por Pedro S¨¢nchez a¨²n no se sabe.
As¨ª pues, si hay una cuesti¨®n de Estado donde PP y PSOE deber¨ªan cooperar es la vivienda por la cantidad de administraciones a las que implica: ning¨²n partido podr¨¢ colgarse la medalla en solitario, y los resultados ser¨¢n a largo plazo. Es m¨¢s, dado que el bipartidismo se precia de ser el garante del sistema frente a sus extremos, nada podr¨ªa ser m¨¢s antisistema hoy que condenar a las siguientes generaciones al crecimiento de la desigualdad que implica no tener un techo asequible.
La situaci¨®n actual causar¨¢ desasosiego, pero lo peor est¨¢ a¨²n por llegar. Una parte de la generaci¨®n joven presente todav¨ªa podr¨¢ heredar alguna vivienda, o recibir ayuda de sus padres, como elemento corrector de su precariedad. Ahora bien, para las siguientes generaciones el patrimonio familiar se acabar¨¢ volviendo un factor a¨²n m¨¢s decisivo como perpetuador de las injusticias sociales. De un lado, habr¨¢ un grueso de ciudadanos que no reciban nada de sus parientes, dependiendo solo de su salario, atrapados as¨ª en un bucle de vulnerabilidad infinito: vivir en alquiler incrementa ya el riesgo de caer en la pobreza por la crisis de precios. Del otro, se ir¨¢ creando un club de multipropietarios: entre 2002 y 2017 el grupo de hogares que m¨¢s creci¨® fue el que pose¨ªa tres o m¨¢s propiedades, pasando del 9% al casi 20%, los que ten¨ªan dos hogares o m¨¢s subieron del 29% al 42%; el porcentaje con cuatro propiedades o m¨¢s en alquiler aument¨® del 5% al 11%. Dinero llama a dinero, cabe imaginarse la fractura social si la concentraci¨®n de riqueza se acaba multiplicando, mientras otros no poseen absolutamente nada.
En consecuencia, los riesgos democr¨¢ticos son evidentes, sabido que la desigualdad es peligroso vector de polarizaci¨®n pol¨ªtica. Se vio en la crisis de 2008: el empobrecimiento de la clase media deton¨® un auge de los populismos en Europa y de la ultraderecha, con heridas que todav¨ªa siguen supurando. Si la austeridad provoc¨® entonces un desgarro social apabullante, asistiendo a diario c¨®mo se desahuciaba a familias enteras de sus casas por la fuerza, el drama de que los j¨®venes actuales no accedan a una vivienda, por silencioso, no ser¨¢ menos traum¨¢tico. ¡°Toda realidad ignorada prepara su venganza¡± avisa Ortega en La rebeli¨®n de las masas. Los j¨®venes sin pisito realmente no interesan a la democracia en Espa?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.