El juego de las minor¨ªas en Estados Unidos
Los dem¨®cratas han cometido el error de considerar a los votantes negros y latinos como bloques monol¨ªticos mientras abandonaban a los blancos de clase trabajadora y dejaban el campo libre a los republicanos
Tras la contundente victoria de Barack Obama en 2008, los estrategas del Partido Dem¨®crata cayeron bajo el influjo del principio de que ¡°la demograf¨ªa es el destino¡±, una frase atribuida a Auguste Comte. Obama triunf¨® de manera decisiva entre j¨®venes, afroamericanos, latinos, asi¨¢tico-americanos y mujeres con estudios universitarios. Como las proyecciones mostraban que la proporci¨®n de estos grupos en el electorado iba en aumento, y que los votantes blancos tendr¨ªan un peso cada vez menor, los dem¨®cratas anticiparon un dominio electoral en el futuro, mientras los republicanos quedaban rezagados. James Carville, destacado estratega dem¨®crata, incluso escribi¨® un libro en el que predec¨ªa 40 a?os de hegemon¨ªa dem¨®crata, una obra fascinante, aunque una lectura equivocada de la evoluci¨®n de EE UU.
La cohorte ganadora del 2008 se defini¨® como ¡°la coalici¨®n Obama¡± y, en los a?os siguientes, los temas que plantearon los Dem¨®cratas y sus esfuerzos de captaci¨®n de votantes se dirigieron en gran medida a cultivar y mantener unida esa coalici¨®n. Cometieron, sin embargo, el error de considerar a los votantes negros y latinos como bloques monol¨ªticos, especialmente a los segundos, sin tener en cuenta la diversidad interna. En el proceso, abandonaron el acercamiento a otros grupos, especialmente a los votantes blancos de clase trabajadora, dejando el campo libre a sus oponentes republicanos.
En las tres elecciones siguientes (2010, 2012, 2014), apoy¨¢ndose en su estrategia de movilizar a su base de la ¡°coalici¨®n Obama¡±, los dem¨®cratas perdieron casi 1.500 esca?os estatales y federales, dando a los republicanos el control de ambas c¨¢maras del Congreso y la mayor¨ªa de las gobernaciones y legislaturas estatales. Y lleg¨® Trump.
Se podr¨ªa haber pensado que los dem¨®cratas habr¨ªan aprendido de sus errores, pero siguieron empe?ados en que una Am¨¦rica cambiante significaba una pol¨ªtica cambiante, y que eso abrir¨ªa las puertas del poder a j¨®venes progresistas como la representante Alexandria Ocasio-Cortez y quiz¨¢s a una futura gobernadora Stacey Abrams, que har¨ªan historia. Pero la predicci¨®n de que cuando el pueblo de una naci¨®n cambia, tambi¨¦n lo hace su pol¨ªtica, no se ha desarrollado al final enteramente y al paso que se auguraba. Hoy en d¨ªa, ya no funciona la noci¨®n de que ser parte de una minor¨ªa, ser joven o ser mujer garantice el apoyo autom¨¢tico al Partido Dem¨®crata. Esto es cierto en parte, pero tambi¨¦n hay matices.
El cambio de Joe Biden por Kamala Harris como candidata presidencial ha mejorado las perspectivas de voto para los dem¨®cratas entre los afroamericanos e hispanos, quienes se estaban inclinando hacia Trump en n¨²meros inesperados. A pesar de ello, este sigue teniendo un respaldo considerable en t¨¦rminos hist¨®ricos. Actualmente, Harris lidera por un margen de 78 a 14 aproximadamente entre los votantes afroamericanos, y de 52 frente a 41 entre los hispanos. Harris est¨¢ a medio camino entre la debilitada posici¨®n de Biden antes de abandonar la carrera y su estimaci¨®n m¨¢s favorable en las elecciones de 2020. Trump, por su parte, obtiene el nivel m¨¢s alto de respaldo que un candidato presidencial republicano haya recibido jam¨¢s desde la promulgaci¨®n de la Ley de Derechos Civiles en 1964.
?Por qu¨¦ Trump no ha sido descartado de manera aplastante por estos sectores del electorado, especialmente frente a una mujer de color como Harris?
Empecemos por los hispanos, entre los que hay un debate abierto sobre c¨®mo se define exactamente lo ¡°hispano¡±, dada la gran diversidad existente en t¨¦rminos de origen hist¨®rico, geogr¨¢fico e idiom¨¢tico. El apoyo republicano entre ellos ha oscilado entre un m¨¢ximo del 44% durante la reelecci¨®n de George W. Bush en 2004 y un m¨ªnimo del 21% cuando Bill Clinton derrot¨® a Bob Dole en 1996. Si Trump logra acercarse al 40% del voto hispano, como algunas encuestas prev¨¦n, ser¨ªa un logro impresionante y posiblemente decisivo. Los hispanos han duplicado su presencia en el electorado desde 2004, representando actualmente el 14,7% del voto total, con gran influencia en Estados clave como Arizona y Nevada.
A Trump le apoyan los latinos que trabajan en las fuerzas del orden a lo largo de la frontera con M¨¦xico o son miembros de sus fuerzas armadas; los cubano-americanos de Florida reacios a pol¨ªticas que consideran cercanas al socialismo; los latinos evang¨¦licos; y los j¨®venes latinos nacidos en EE UU de segunda y tercera generaci¨®n que son m¨¢s propensos a identificarse y votar como sus coet¨¢neos blancos, con preocupaci¨®n por las expectativas econ¨®micas. Quiz¨¢ los dem¨®cratas deber¨ªan recordarles este a?o a los hispanos la promesa de Trump de deportar masivamente a inmigrantes indocumentados, lo que podr¨ªa traducirse en acoso para quienes simplemente parezcan extranjeros.
El apoyo de la comunidad negra a Trump es menor, pero sigue siendo significativo en t¨¦rminos hist¨®ricos. George W. Bush caus¨® revuelo cuando obtuvo el 11% del voto afroamericano en 2004, pero ning¨²n candidato presidencial republicano desde Richard Nixon habr¨ªa recibido nada que se acercara a este nivel de apoyo entre los votantes afroamericanos. Entre los m¨¢s j¨®venes, se percibe un alejamiento inevitable del apoyo monol¨ªtico al Partido Dem¨®crata, forjado en la era de los derechos civiles y reforzado por la presidencia de Obama. Adem¨¢s, muchos votantes negros sienten que los dem¨®cratas no han cumplido con sus expectativas, lo que ha debilitado su lealtad. Un peque?o incremento en el porcentaje de apoyo en Estados clave como Georgia y Carolina del Norte podr¨ªa marcar la diferencia en una carrera tan re?ida.
Cabe hacer una menci¨®n a la minor¨ªa ¨¢rabe-americana, con una presencia de 200.000 personas en Michigan. Tradicionalmente han votado a los dem¨®cratas ¡ªBiden obtuvo el 59% en 2020¡ª pero las cifras sugieren que est¨¢n abandonando en masa a los dem¨®cratas por el apoyo a Israel. Un cambio en Michigan podr¨ªa suponer un cambio en el Colegio Electoral.
Por ¨²ltimo, todo hay que verlo dentro de un movimiento m¨¢s amplio de notable realineamiento pol¨ªtico que se est¨¢ produciendo. Los votantes blancos con dinero y educaci¨®n, que antes eran parte natural de la base del Partido Republicano se est¨¢n volviendo dem¨®cratas, mientras que una parte de los votantes minoritarios, por el contrario, parece girar hacia los republicanos. Los sondeos muestran, adem¨¢s, una compleja interacci¨®n entre raza, educaci¨®n y g¨¦nero que est¨¢ reconfigurado las coaliciones de los dos partidos en la ¨²ltima generaci¨®n. Los dem¨®cratas suelen tener mejores resultados entre las mujeres blancas con titulaci¨®n y peores entre los hombres sin ella, algo que tambi¨¦n parece ocurrir entre las minor¨ªas. Los latinos se est¨¢n acercando al patr¨®n de los votantes blancos de bajo nivel educativo, mientras que se ha abierto una brecha de g¨¦nero entre los hombres y las mujeres de la comunidad negra, sobre todo entre los m¨¢s j¨®venes.
Tampoco hay que olvidar que las generaciones pasadas crecieron con un fuerte apego a la identificaci¨®n partidista, mientras que hoy, en parte por la debilidad de los propios partidos, la identificaci¨®n con ellos se ha resentido, especialmente entre los j¨®venes y las minor¨ªas.
Todos estos cambios pueden desconcertar, pero no deber¨ªa sorprender. Reagan sol¨ªa describir a los hispanos como conservadores que a¨²n no se hab¨ªa dado cuenta de que lo eran. Lo que quer¨ªa decir era que, con el tiempo, este grupo demogr¨¢fico empezar¨ªa a votar como empresarios, como feligreses y como esc¨¦pticos hacia el gobierno, en lugar de como una minor¨ªa que hab¨ªa sido arbitrariamente colocada en la columna de los ¡°oprimidos¡±. Y as¨ª ha sido.
No es una mala noticia que los votantes de las minor¨ªas se sientan menos atados por las lealtades partidistas. Incluso puede ser beneficiosos para ellos, porque cuando un partido te da por descontado, y el otro ni se molesta en intentarlo, tu influencia pol¨ªtica cae en picado.
Tambi¨¦n ser¨¢ bueno para la pol¨ªtica. Si no pueden ganar apelando a la lealtad y la identidad, los candidatos tendr¨¢n que recurrir a la persuasi¨®n intelectual. Y eso, cuando los gobiernos representativos est¨¢n en declive en todo el mundo, es algo inequ¨ªvocamente bueno.
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