El man¨¢ para el Gobierno congole?o ser¨¢ una ¡°cat¨¢strofe¡± para el planeta, alertan los ecologistas
Alentado por la crisis energ¨¦tica global, la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo quiere explotar sus reservas de petr¨®leo. Los ambientalistas alertan del impacto en ecosistemas clave para la lucha contra el cambio clim¨¢tico
Fue un giro abrupto, un seco golpe de tim¨®n tras los estragos energ¨¦ticos provocados por la guerra de Ucrania. Hist¨®ricamente modesta en la extracci¨®n de hidrocarburos, la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo (RDC) sac¨® el pasado julio a subasta los derechos para explorar (y, si se considera viable, explotar) 27 inmensos bloques de petr¨®leo y otros tres de gas natural. El Gobierno del pa¨ªs centroafricano calcula que, de confirmarse sus estimaciones, la producci¨®n escalar¨ªa de los 25.000 barriles diarios actuales hasta casi un mill¨®n. Tremendo salto para catapultarse a la aristocracia petrol¨ªfera del continente.
En el peor escenario, la nueva apuesta por el oro negro podr¨ªa desencadenar la madre de todas cat¨¢strofes medioambientales, alertan los ecologistas. Sus efectos potenciales son como un crescendo de la tragedia que va subiendo hasta alcanzar tintes apocal¨ªpticos. Poluci¨®n en tierra, agua y aire. Fr¨¢giles ecosistemas, con cotas de biodiversidad en el top mundial, saltando en pedazos. Desarrollismo a ultranza que reventar¨ªa formas de vida humana ancestrales. La selva del Congo, uno de los pulmones del planeta, lentamente asfixiada por una mara?a de oleoductos, perforaciones y carreteras. Alta probabilidad de que se liberen a la atm¨®sfera (acelerando as¨ª el calentamiento global) las enormes cantidades de CO? que acumula el subsuelo congole?o.
El Gobierno del pa¨ªs centroafricano calcula que, de confirmarse sus estimaciones, la producci¨®n escalar¨ªa de los 25.000 barriles de petr¨®leo diarios actuales hasta casi un mill¨®n
La otra versi¨®n, la de los ministros de la RDC (en especial el de Hidrocarburos, Didier Budimbu), ofrece un dibujo antag¨®nico. Cirug¨ªa extractiva sin apenas impacto para la naturaleza. Un Estado soberano que utiliza sus recursos por el bien de su pueblo, en especial de los m¨¢s vulnerables, ese 73% de congole?os que malvive con menos de dos euros al d¨ªa. El petr¨®leo como trampol¨ªn ol¨ªmpico hacia el desarrollo, como man¨¢ que ataja el hambre, construye escuelas y hospitales, provee de electricidad a un pa¨ªs que sigue viviendo a oscuras. En definitiva, una fuente de ingresos irrenunciable que servir¨¢ tambi¨¦n para combatir, precisamente, la gran amenaza ¨Cseg¨²n el Gobierno¨C a la riqueza natural de la naci¨®n: la tala ilegal de bosques tropicales, una plaga incluso en zonas protegidas como el Parque Nacional de Virunga, donde habita una de las dos ¨²ltimas reservas de gorilas de monta?a que quedan en el mundo.
¡°No podemos morir de hambre, pero el camino no es perturbar la naturaleza hasta que deje de prestarnos sus servicios: fertilidad de los suelos, regulaci¨®n de la temperatura, de las lluvias...¡±, asegura Bonaventure Bondo, coordinador nacional del Movimiento de J¨®venes por la Protecci¨®n del Medioambiente en la RDC. Desde Greenpeace ?frica, su jefa de comunicaci¨®n, Mbong Akiy Fokwa Tsafack, teme ante todo por las comunidades que viven en los bloques sacados a subasta: ¡°No son zonas deshabitadas, all¨ª hay gente que pesca en sus r¨ªos y lagos, que bebe su agua, que tiene sus peque?os huertos¡±.
Ambos activistas niegan que exista, hoy por hoy, una tecnolog¨ªa capaz de extraer petr¨®leo sin ¡°comprometer al medioambiente¡±, en palabras de Bondo. Y alertan de que cancelar oficialmente la virginidad de la Selva del Congo ¨Cel propio Virunga se solapa con uno de los bloques¨C supone tentar, recordando la famosa novela de Joseph Conrad, al mism¨ªsimo horror. Esta inabordable masa forestal absorbe el 4% de todo el CO? que se emite en el mundo cada a?o. E influye, explica Fokwa Tsafack, ¡°en las precipitaciones de todo el continente, incluido el Cuerno de ?frica, aquejado desde hace a?os de graves sequ¨ªas¡±.
Tres a?os de emisiones globales
Otro foco de m¨¢xima preocupaci¨®n son los bloques localizados en turberas, un tipo de humedal con intrincadas corrientes acu¨ªferas y una peculiaridad medioambiental: bajo su superficie yacen capas mastod¨®nticas de di¨®xido de carbono. Un equipo de la Universidad de Leeds (Reino Unido) investig¨® durante a?os este ecosistema en la RDC y concluy¨® que las turberas congole?as (las mayores del mundo, m¨¢s o menos del tama?o de Andaluc¨ªa y Castilla-La Mancha juntas) guardan en su interior unos 30.000 millones de toneladas de carbono que, en contacto con el aire, podr¨ªan liberar 6.000 millones de toneladas de CO?. La cifra equivale a 14 a?os de emisiones de gases de efecto invernadero en el Reino Unido.
Desde que la RDC anunciara el viraje en su pol¨ªtica de hidrocarburos, los investigadores principales del proyecto, Simon Lewis y Bart Crezee, hacen campa?a para evitar el desastre que, en su opini¨®n, se avecina. Art¨ªculos en medios internacionales, conversaciones con el Gobierno de la RDC... ¡°Obviamente no se liberar¨ªa todo el CO? al mismo tiempo, pero existe un elevado riesgo de que se inicie un proceso de degradaci¨®n en las turberas que acabe exacerbando el cambio clim¨¢tico¡±, afirma Crezee.
¡°Los ingresos por petr¨®leo ya representan el 8% de nuestro presupuesto. Si multiplicamos la producci¨®n por 40, imagine lo que supondr¨ªa para las arcas del Estado¡±Tosi Mpanu, negociador jefe sobre clima de la RDC ante Naciones Unidas
Tosi Mpanu, negociador jefe sobre clima de la RDC ante Naciones Unidas y estrecho colaborador del ministro Budimbu, reconoce que la convulsi¨®n en los mercados energ¨¦ticos, efecto directo de la guerra en Europa, ha decantado la opci¨®n estrat¨¦gica de su pa¨ªs: ¡°El contexto internacional abre una ventana de oportunidad. Hemos visto c¨®mo pa¨ªses productores de crudo considerados hasta entonces parias por Occidente, en especial Ir¨¢n o Venezuela, dejaban repentinamente de serlo¡±. La esperanza de exportar, en pocos a?os, combustible f¨®sil a espuertas perfila un horizonte que, seg¨²n Mpanu, la RDC no se puede permitir el lujo de ignorar. ¡°Los ingresos por petr¨®leo ya representan el 8% de nuestro presupuesto. Si multiplicamos la producci¨®n por 40, imagine lo que supondr¨ªa para las arcas del Estado¡±, contin¨²a.
Mpanu subraya que Noruega ser¨¢ la referencia: el pa¨ªs escandinavo llena dos millones de barriles al d¨ªa con tecnolog¨ªas avanzadas que, seg¨²n ¨¦l, garantizan altos est¨¢ndares de seguridad. ¡°Tambi¨¦n pediremos un esfuerzo adicional para que las explotaciones creen valor a?adido y beneficien a las poblaciones de los lugares donde se encuentren¡±, explica. El portavoz del Gobierno enfatiza la firme voluntad de que la responsabilidad social corporativa trascienda la mera cosm¨¦tica. ¡°Exigiremos la formaci¨®n de t¨¦cnicos locales o el apoyo a emprendedores. Y, por descontado, reparaciones en caso de vertidos t¨®xicos¡±, destaca.
Frente al discurso oficial, trufado de nobles intenciones, Bondo, del Movimiento de J¨®venes por la Protecci¨®n del Medioambiente en la RDC, hace gala de total desconfianza. ¡°Aqu¨ª hay un grave problema: desde la independencia se extraen minerales, pero los beneficios para la poblaci¨®n han sido m¨ªnimos. En lugares donde m¨¢s se explotan recursos, la gente se mantiene en niveles de pobreza atroces. ?C¨®mo entender este misterio?¡±, se pregunta ret¨®ricamente. Para el joven ecologista, la triste historia del pa¨ªs ¨Cextraordinariamente dotado por la naturaleza¨C se resume en pocas palabras: gobiernos despreocupados del inter¨¦s general haciendo negocios con multinacionales a las que se permite imponer condiciones abusivas.
La jefa de comunicaci¨®n de Greenpeace ?frica suscribe este relato y aporta un ejemplo n¨ªtido: ¡°?Qu¨¦ ha pasado con el cobalto [la RDC es, con mucha diferencia, su primer productor mundial]? Solo ha servido para que las ¨¦lites de Kinshasa [la capital del pa¨ªs] sigan llen¨¢ndose los bolsillos. Lo mismo ocurrir¨¢ con el petr¨®leo; las comunidades m¨¢s afectadas ser¨¢n las ¨²ltimas de la fila¡±. Fokwa Tsafack extrapola el caso congole?o a todo el continente: ¡°La econom¨ªa extractiva apenas ha mejorado la vida de los pueblos africanos. Todo ha sido corrupci¨®n, avaricia y p¨¦sima gobernanza¡±.
Prop¨®sito de enmienda
Comprensivo ante lo que denomima ¡°dudas leg¨ªtimas¡±, Mpanu admite que en el pasado se han gestionado recursos de manera poco transparente. Pero asevera que el Gobierno actual, encabezado por el presidente F¨¦lix Tshisekedi, ha hecho prop¨®sito de enmienda y aspira a neutralizar ¡°la maldici¨®n de los recursos naturales¡± que, desde hace d¨¦cadas, persigue a la RDC. ¡°Se ha avanzado mucho en la rendici¨®n de cuentas, la sociedad civil es mucho m¨¢s poderosa que antes¡±, arguye. Y garantiza que todo ciudadano congole?o tendr¨¢ acceso a las cuentas sobre los ingresos del Estado por hidrocarburos y c¨®mo se est¨¢n redistribuyendo.
¡°?Qu¨¦ ha pasado con el cobalto? Solo ha servido para que las ¨¦lites sigan llen¨¢ndose los bolsillos. Lo mismo ocurrir¨¢ con el petr¨®leo; las comunidades m¨¢s afectadas ser¨¢n las ¨²ltimas de la fila¡±Mbong Akiy Fokwa Tsafack, jefa de comunicaci¨®n de Greenpeace ?frica
Mpanu sostiene que el petr¨®leo ser¨¢ en la RDC ¨C paradoja mediante¨C el mejor amigo de la ecolog¨ªa. Dice que permitir¨¢ alcanzar la soberan¨ªa energ¨¦tica y lograr que todo congole?o tenga luz y calor sin necesidad de recurrir a la madera, frenando as¨ª la deforestaci¨®n. ¡°El 80% del pa¨ªs sigue utilizando los bosques como fuente de energ¨ªa. Nuestro objetivo es que todo congole?o acceda a la electricidad, se genere esta con combustibles f¨®siles, plantas hidroel¨¦ctricas, paneles solares o molinos de viento. Cuando se haya conseguido esto, ser¨¢ el momento de pensar en eficiencia energ¨¦tica y transici¨®n verde¡±, explica.
En las cr¨ªticas al proyecto desde pa¨ªses occidentales como Reino Unido, Mpanu detecta actitudes neocoloniales, con paternalismo a cielo abierto e hipocres¨ªa subyacente: ¡°Nos dicen lo que hay que hacer para salvar al planeta, nos exigen que no hagamos lo que ellos han hecho y siguen haciendo¡±. Es decir, mantener estilos de vida con alta huella de carbono y salvaguardar a toda costa el ritmo de sus econom¨ªas. ¡°Incluso reabriendo centrales de carb¨®n, las m¨¢s contaminantes¡±, recuerda.
Desde lecturas opuestas, los grupos ecologistas tambi¨¦n denuncian las grietas que la crisis energ¨¦tica ha abierto en la postura medioambiental de Occidente. ¡°Hablan de emergencia clim¨¢tica, y, en cuanto hay escasez de petr¨®leo y gas, presionan para que se encuentren cuanto antes nuevos yacimientos. El mensaje es terrible¡±, lamenta Fokwa Tsafack, de Greenpeace. Bondo, coordinador del Movimiento de J¨®venes por la Protecci¨®n del Medioambiente en la RDC, se queja por su parte de lo mucho que se debate y lo poco que se act¨²a en dos v¨ªas clave ¨Cdesde una ¨®ptica africana¨C hacia el desarrollo sostenible: transferencia de tecnolog¨ªa y financiaci¨®n para que las energ¨ªas limpias no ralenticen el progreso. Vagos compromisos y dinero escaso es lo que, seg¨²n Bondo, ha obtenido hasta ahora el continente que menos contamina y m¨¢s se expone a los azotes del clima.
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