El ¡®manual de represi¨®n¡¯ que comparten los tiranos modernos
Pr¨¢cticas como las detenciones arbitrarias, la tortura o el uso de inteligencia artificial para controlar disidentes son comunes en la mayor¨ªa de reg¨ªmenes autoritarios, seg¨²n los activistas reunidos en el Oslo Freedom Forum
Los tiranos aprenden unos de otros, comparten informaci¨®n y observan las t¨¢cticas de represi¨®n que aplican dictadores y aut¨®cratas del mundo para reproducirlas en sus propios pa¨ªses. Los arrestos arbitrarios de disidentes, la tortura en las prisiones, los ataques a familiares de activistas o el uso de inteligencia artificial para controlar a la poblaci¨®n se repiten casi de forma sistem¨¢tica en la mayor¨ªa de reg¨ªmenes autoritarios. ¡°Desde Egipto e Ir¨¢n a Rusia y Venezuela, los dictadores cooperan y se copian entre ellos¡±, advierte la periodista y disidente iran¨ª Masih Alinejad. Su denuncia coincide con el relato de las decenas de defensores de los derechos humanos reunidos el pasado junio en el Oslo Freedom Forum, la convenci¨®n de activistas que cada a?o organiza la Human Rights Foundation (HRF). Sus testimonios componen lo que podr¨ªa considerarse una gu¨ªa de actuaci¨®n de los dictadores y aut¨®cratas modernos, un conjunto de formas de represi¨®n tradicionales reforzadas con las opciones que les ofrecen las nuevas tecnolog¨ªas y la constante preocupaci¨®n por la imagen p¨²blica.
Arrestos arbitrarios
Las detenciones arbitrarias de activistas, periodistas u opositores sin que existan razones leg¨ªtimas o sin procedimientos legales previos son ¡°un arma fundamental de los reg¨ªmenes autocr¨¢ticos¡±, afirma F¨¦lix Maradiaga, uno de los 200 presos pol¨ªticos nicarag¨¹enses a los que el r¨¦gimen de Daniel Ortega desterr¨® a Estados Unidos el pasado febrero tras privarlos de la nacionalidad. ¡°Saben que apresando a los disidentes desv¨ªan la atenci¨®n de los movimientos pol¨ªticos, que se ven obligados a parar por un tiempo y dejar de hablar de reformas en educaci¨®n y salud o de abordar temas como la corrupci¨®n¡±, contin¨²a. Su propia experiencia es la prueba: despu¨¦s de anunciar en 2021 su precandidatura a la presidencia del pa¨ªs, fue detenido acusado de ¡°traici¨®n¡± y pas¨® ¡°611 agonizantes d¨ªas en una de las prisiones de m¨¢xima seguridad m¨¢s atroces de Latinoam¨¦rica¡±.
El objetivo de estos arrestos, seg¨²n el periodista venezolano V¨ªctor Navarro, es la expansi¨®n del terror. ¡°Los reg¨ªmenes autocr¨¢ticos se alimentan del miedo y se fortalecen con el silencio¡±, resume. ?l tambi¨¦n fue detenido ¡°de forma arbitraria¡±. ¡°Yo trabajaba en reinserci¨®n social, pero en Venezuela ofrecer oportunidades puede ser considerado un crimen¡±, afirma el activista, que fue acusado de ¡°traici¨®n a la patria¡± y ¡°terrorismo¡±. ¡°Unos 35 oficiales de la polic¨ªa tumbaron la puerta de mi casa¡±, rememora. Estuvo encerrado cinco meses.
¡°Saben que apresando a los disidentes desv¨ªan la atenci¨®n de los movimientos pol¨ªticos, que se ven obligados a parar por un tiempo y dejar de hablar de reformas en educaci¨®n y salud o de abordar temas como la corrupci¨®n¡±F¨¦lix Maradiaga, preso pol¨ªtico nicarag¨¹ense
La uigur Gulbahar Haitiwaji, en cambio, ¡°nunca hab¨ªa estado envuelta¡± en actividades pol¨ªticas o sociales. Pero el r¨¦gimen de Xi Jinping la consider¨® culpable de ¡°deslealtad al Gobierno chino¡± en el marco de una campa?a de represi¨®n de Pek¨ªn contra los miembros de esta minor¨ªa musulmana ¡ªunos 11,6 millones de personas¡ª en la regi¨®n aut¨®noma de Xinjiang. ¡°Viv¨ªa en Francia con mi marido y mis hijas y, tras una llamada de mi antiguo empleador, plane¨¦ un viaje de regreso de dos semanas [a Xinjiang]¡ No ten¨ªa idea de lo que me esperaba all¨ª¡±, recuerda la mujer, que pas¨® tres a?os en los denominados ¡°centros de reeducaci¨®n¡±, campos de confinamiento donde Pek¨ªn ejerce su represi¨®n contra los uigures.
Torturas
Las palizas, las violaciones y el trato inhumano y degradante son una constante en el testimonio de quienes han sido arrestados por motivos pol¨ªticos. ¡°Sufr¨ª en prisi¨®n cosas de las que todav¨ªa no estoy preparado para hablar en p¨²blico¡±, afirma el nicarag¨¹ense Maradiaga.
La tortura es ante, todo, un intento de ¡°deshumanizaci¨®n¡±, denuncia por su parte Navarro. ¡°Yo me ve¨ªa como el n¨²mero 25510806¡±, el c¨®digo que le asignaron tras entrar en la c¨¢rcel venezolana del Helicoide. Las agresiones, revela, fueron continuas. ¡°No me dejaban dormir; escuchaba c¨®mo asfixiaban a otro preso, el sonido de las violaciones¡¡±, rememora el activista, que asegura que pas¨® 129 d¨ªas sin ver la luz del sol.
Una pulsera roja en el tobillo de Haitiwaji le hace recordar que sobrevivi¨® a la tortura en los centros de detenci¨®n de Xinjiang. Los agentes le apretaban los grilletes con tanta fuerza que le hac¨ªan sangrar. Y en mitad del dolor, dice que susurr¨®: ¡°Mi pobre tobillo, t¨² has sufrido tanto por m¨ª, si alguna vez consigo dejar este lugar prometo que te adornar¨¦ con una hermosa cadena¡±. Fue una de las muchas veces en las que la mujer fue interrogada en una de las denonimadas sillas tigre: ¡°Nos pon¨ªan una capucha negra, nos esposaban las manos y los tobillos¡±. Pero no fueron esos los ¨²nicos momentos de terror: ¡°Me encadenaron 20 d¨ªas a una cama y la humillaci¨®n que sent¨ª fue insoportable. Luch¨¦ durante 10 d¨ªas por no hacer mis necesidades delante de ellos; al final, con un dolor fort¨ªsimo de est¨®mago, hice mis necesidades entre l¨¢grimas¡±.
Quien no puede relatar la tortura que sufri¨® es Alaa Abdelfat¨¢. Este bloguero e intelectual s¨ªmbolo de la oposici¨®n egipcia lleva preso casi cuatro a?os tras haber sido condenado en un juicio expr¨¦s por supuestamente difundir informaci¨®n falsa en redes sociales. Pero habla en su nombre una de sus hermanas, Sanaa Seif, que cuenta que la situaci¨®n fue tan terrible que su hermano lleg¨® a pensar en el suicidio: ¡°Dec¨ªa que su vida era insoportable, porque lo peor no fue la tortura, sino que le privaran de todo aquello que daba sentido a su vida, como la luz del sol, la m¨²sica o los libros¡ Dec¨ªa que viv¨ªa como un animal¡±.
Ataques a familiares
En su estrategia de la expansi¨®n del terror, los dictadores y aut¨®cratas se esfuerzan en demostrar que el activismo de un disidente pone en riesgo a su familia. Es lo que le ocurri¨® a Haitiwaji. ¡°Me interrogaron sobre mi vida en Francia, me mostraron una fotograf¨ªa de mi hija cubri¨¦ndose con una bandera del Turquest¨¢n Oriental [s¨ªmbolo del movimiento de independencia uigur] durante una protesta¡±, recuerda la mujer, que acab¨® firmando una confesi¨®n en la que declaraba que hab¨ªa ¡°reunido a gente para perturbar el orden social¡±.
Sanaa Seif s¨ª termin¨® en prisi¨®n hasta en tres ocasiones por reclamar la libertad de su hermano. Consciente del dolor que inflige a las familias la detenci¨®n de un ser querido, narra c¨®mo se peinaba y maquillaba para intentar tener el mejor aspecto en la visita de 20 minutos con su madre o su hermana que una vez al mes le permit¨ªan las autoridades.
Porque m¨¢s all¨¢ del propio arresto, el da?o psicol¨®gico que causa a las familias la detenci¨®n de un familiar es muy profundo. ¡°Cuando me apresaron, a mi mam¨¢ le dijeron que me buscara en la morgue¡±, lamenta Navarro. Comparte una angustia similar Evgenia Kara-Murza, esposa del periodista y opositor ruso Vlad¨ªmir Kara-Murza, condenado a 25 a?os de prisi¨®n por alta traici¨®n porque ¡°su voz era un peligro para el r¨¦gimen de Putin¡±. ¡°Es inmenso el dolor de tener a alguien a quien amas preso¡±, se aflige.
Pr¨¢cticas clept¨®cratas
¡°Ocurre en Sud¨¢n, en Yemen, en Rusia, en China, en Ir¨¢n¡ Son reg¨ªmenes clept¨®cratas¡±, afirma Casey Michel, director del programa de la HRF contra los sistemas de gobierno en los que prima el enriquecimiento de la ¨¦lite a costa del inter¨¦s p¨²blico. La cleptocracia es, seg¨²n Casey, una de las se?as de identidad de los sistemas autoritarios, pero advierte que es ¡°un fen¨®meno transnacional¡±. ¡°Las autocracias y las dictaduras se sirven del secreto financiero de lugares como Delaware [Estados Unidos] para sacar dinero de su pa¨ªs, ya sea de Guinea Ecuatorial o de Angola, y disfrutar de ¨¦l donde quieran¡±, critica.
Lo sabe bien la activista Ketakandriana Rafitoson, la ¨²nica juez de Madagascar que ha dimitido por interferencias en la justicia, que lleva toda su vida dedicada a la lucha contra la corrupci¨®n. ¡°En ella est¨¢ el origen de la extrema pobreza de mi pa¨ªs¡±, subraya, un Estado en el que el 75% de la poblaci¨®n vive con menos de dos d¨®lares al d¨ªa. ¡°Los sucesivos dirigentes escogieron la corrupci¨®n como forma para gobernar el pa¨ªs¡±, lamenta. Y da una cifra, a modo de ejemplo, que considera inasumible: ¡°En 2013, uno de los candidatos a las elecciones presidenciales gast¨® 43 millones de d¨®lares (38,3 millones de euros) en una sola campa?a, en un pa¨ªs en el que la gente pasa hambre¡±. Si en los comicios de 2018 concurrieron 36 candidatos, ?cu¨¢nto dinero se malgast¨®?¡±, se pregunta.
¡°Es un error creer que hay dictaduras distintas, de derechas y de izquierdas, socialistas y capitalistas, cuando la realidad es que es una cuesti¨®n del bien y del mal¡±Thor Halvorssen, fundador de la Human Rights Foundation
El gran error, seg¨²n Thor Halvorssen, fundador de la HRF, es ¡°creer que hay dictaduras distintas, de derechas y de izquierdas, socialistas y capitalistas, cuando la realidad es que es una cuesti¨®n del bien y del mal¡±, analiza. Esta clasificaci¨®n, ¡°cuyo objetivo es dividir a la gente¡±, lleva a pensar, seg¨²n Halvorssen, que el r¨¦gimen de Venezuela es, por ejemplo, socialista. ¡°Pero no lo es, porque todos los que est¨¢n en el poder son multimillonarios y billonarios¡±, clama.
El cuidado de la imagen internacional
Asma el Asad, la esposa del presidente sirio, Bachar el Asad, mantuvo una videollamada el pasado marzo con Sham Sheikh Mohammed, una ni?a siria de nueve a?os superviviente de los terremotos que azotaron Turqu¨ªa y Siria el pasado 6 de febrero, mientras esta estaba internada en un hospital de Abu Dabi para tratar sus lesiones. ¡°Estuvo atrapada durante m¨¢s de 40 horas¡±, narra el activista sirio Abdulrahman Almawwas, cofundador de los Cascos Blancos, la organizaci¨®n siria de voluntarios especializada en rescates. Lo hiriente de aquella llamada es que la ni?a a la que telefone¨® El Asad viv¨ªa ¡°en el norte de Siria, una zona que ha sido atacada y bombardeada por Damasco durante los ¨²ltimos 10 a?os¡±, deplora Almawwas, que critica c¨®mo los dictadores intenta ¡°limpiar sus cr¨ªmenes frente a la opini¨®n p¨²blica internacional¡±.
Pero el ejemplo ilustrativo m¨¢s reciente de c¨®mo los reg¨ªmenes autoritarios intentan lavar su imagen es, para Sanaa Seif, la celebraci¨®n en noviembre del a?o pasado de la Cumbre del Clima de Naciones Unidas en la localidad egipcia de Sharm el Sheij. ¡°El r¨¦gimen de Abdel Fatah al Sisi no quer¨ªa que se difundieran las historias de los prisioneros pol¨ªticos as¨ª que asum¨ª el riesgo de volar hasta all¨ª¡±, narra la activista. Su hermano se encontraba en aquel momento en huelga de hambre para reclamar mejoras en su arresto. ¡°Activistas clim¨¢ticos de todas partes del mundo corearon el nombre de Alaa y [el primer ministro brit¨¢nico] Rishi Sunak, [el canciller alem¨¢n ] Olaf Scholz y [el presidente franc¨¦s] Emmanuel Macron pidieron su liberaci¨®n¡±, recuerda. Las condiciones carcelarias de su hermano de pronto mejoraron.
El uso de nuevas tecnolog¨ªas
El tel¨¦fono m¨®vil de la activista ruandesa Carine Kanimba fue infectado con el software de espionaje Pegasus. La joven, hija del opositor ruand¨¦s Paul Rusesabagina, el famoso exgerente del Hotel Mille Collines ¡ªque Hollywood inmortaliz¨® en la pel¨ªcula Hotel Ruanda¡ª lleva desde 2020 denunciando que su padre fue secuestrado en su casa de San Antonio (Texas, Estados Unidos) y llevado a Ruanda, donde fue declarado culpable de terrorismo y condenado a 25 a?os de prisi¨®n. Resesabagina, opositor al presidente Paul Kagame, ¡°nunca habr¨ªa viajado¡± al pa¨ªs africano, afirma su hija, que con la ayuda de varias organizaciones afirma que descubri¨® que el Gobierno ruand¨¦s hab¨ªa estado ¡°siguiendo los pasos de toda la familia¡±.
¡°Todas las dictaduras hacen las mismas cosas, aunque parece que sean muy diferentes; por ejemplo, ahora empiezan a usar v¨ªdeos de inteligencia artificial y reconocimiento facial¡±, explica el activista serbio Srdja Popovic, impulsor de las movilizaciones estudiantiles que precipitaron la ca¨ªda del exdictador serbio Slobodan Misolevic y actual director del Centro para la Aplicaci¨®n de Acciones y Estrategias de No Violencia (CANVAS). As¨ª le ocurri¨® a Haitiwaji. ¡°Cuando me detuvieron, tomaron muestras de sangre, me escanearon la cara y el iris de los ojos y grabaron una muestra de mi voz¡±, relata.
Y los dictadores comparten estos sistemas, advierte Nathan Law, uno de los l¨ªderes de la llamada revoluci¨®n de los paraguas de Hong Kong. ¡°China se ha aprovechado de la preocupaci¨®n de la narrativa que prioriza la seguridad sobre la libertad y vende tecnolog¨ªas que sirven para identificar a las personas¡±, alerta el joven, actualmente exiliado en Londres. Estos softwares, recuerda, solo tienen un fin: suprimir las protestas y garantizar la supervivencia del r¨¦gimen.
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