La fiebre de las nuevas ciudades africanas
Decenas de nuevas urbes rutilantes emergen de la nada por todo un continente en el que la poblaci¨®n crece y se muda a metr¨®polis que acumulan problemas de contaminaci¨®n, movilidad y vivienda. El nuevo urbanismo es espectacular, pero es poco probable que vaya a ser la panacea para el desarrollo de ?frica que promete ser
Unas son locuras futuristas y ut¨®picas, casi alucinaciones en manos de egos desbocados. Otras, m¨¢s realistas, aspiran a ser polos de innovaci¨®n tecnol¨®gica y ambiental. Las hay que cumplen una funci¨®n pol¨ªtica y otras que sucumben al urbanismo especulativo y salvaje. Son las nuevas ciudades africanas que se construyen por decenas por todo el continente en medio de la nada y que aspiran a aliviar la brutal tensi¨®n demogr¨¢fica que padecen los millones de personas que viven amontonadas en urbes imposibles.
Los datos son claros: si en los a?os cincuenta viv¨ªan en ciudades 27 millones de africanos, esa cifra alcanza ya los 567 millones. En 2050, la poblaci¨®n africana se habr¨¢ duplicado y las proyecciones indican que buena parte de ella acabar¨¢ absorbida en las ciudades. Capitales como Lagos o Kinshasa figurar¨¢n pronto en la lista de las m¨¢s pobladas del mundo. ?frica es el continente en el que la poblaci¨®n urbana crece a mayor velocidad y se calcula que en 2033 ya habr¨¢ m¨¢s africanos viviendo en ciudades que en zonas rurales.
Con los datos en la mano y sobre el terreno, es evidente que muchas de las grandes ciudades africanas no dan m¨¢s de s¨ª. Las costuras de sus carreteras, sus redes de autobuses y sus servicios hace tiempo que estallaron. Hay problemas serios de movilidad, de salud y de habitabilidad, mientras la poluci¨®n se desborda, porque llevan a?os creciendo como pueden, de forma desordenada y a golpe de asentamientos informales, donde se acumula la poblaci¨®n que expulsa el campo reseco. La mitad del ?frica Subsahariana vive en esas periferias, en las que carecen de agua corriente y otros servicios b¨¢sicos. En este contexto nacen las nuevas ciudades africanas, que no son ni mucho menos la soluci¨®n, pero que, al menos sobre el papel, aspiran a ser parte de ella.
¡°Hay un enorme optimismo en el discurso oficial en torno a las nuevas ciudades, pero hace falta tiempo todav¨ªa para saber cu¨¢les van a funcionar y cu¨¢les no. Un pu?ado de ellas se encuentran en su fase m¨¢s dura, en la que la gente ha empezado a mudarse all¨ª, pero todav¨ªa no hay servicios ni medios de transporte suficientes¡±, explica desde Montreal Laurence C?t¨¦-Roy, ge¨®grafa urbana y experta en nuevos modelos de ciudades.
Para los gobiernos, estas ciudades rutilantes son un sue?o porque son proyectos atractivos que permiten tener algo que ense?ar al mundo, ejercer un control absoluto de los espacios y de im¨¢n para atraer a inversores extranjeros. La investigadora resalta c¨®mo estas urbes a menudo se utilizan como motor de desarrollo para impulsar ciertos sectores como el tecnol¨®gico, en el caso por ejemplo de Konza, en Kenia, que pretende servir de base para la creciente industria de las start-ups africanas. O para proyectar la imagen de naci¨®n, como en el caso de la nueva capital administrativa de El Cairo.
En parte se trata de una evasi¨®n de responsabilidades por parte de gobiernos que se apoyan en entidades privadas. La visi¨®n no es siempre necesariamente la de mejorar la vida de los pobres, a veces se trata m¨¢s bien de escapar de ellos¡±Julia Gallagher, profesora de pol¨ªtica africana en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de Londres
Frente al discurso oficial, sobran los expertos que critican la oleada de nuevas ciudades por considerar que obedecen m¨¢s a los intereses de las ¨¦lites mercantiles que a las necesidades de la poblaci¨®n; que son poco menos que un patio de recreo para especuladores globales en connivencia con empresarios locales, acomodados en asociaciones p¨²blico-privadas. Julia Gallagher, profesora de pol¨ªtica africana en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de Londres, apunta: ¡°Durante a?os se ha tratado de solucionar los problemas urbanos, pero cuando los recursos escasean y las autoridades son relativamente corruptas, cunde la sensaci¨®n de que esas ciudades no tienen soluci¨®n y de que es mejor empezar de cero con capital privado. En parte se trata de una evasi¨®n de responsabilidades por parte de gobiernos que se apoyan en entidades privadas. La visi¨®n no es siempre necesariamente la de mejorar la vida de los pobres, a veces se trata m¨¢s bien de escapar de ellos¡±.
Urbanismo de tabula rasa lo llaman algunos, ¡°efecto Wakanda¡±, dicen otros ante la oportunidad de crear espacios por y para africanos y en alusi¨®n a la pel¨ªcula afrofuturista de 2018 Black Panther. Taibat Lawanson, catedr¨¢tica de Urbanismo del Departamento de Planeamiento urbano y regional de la Universidad de Lagos, en Nigeria, es sin embargo tajante: ¡°La mayor¨ªa de las nuevas ciudades africanas no responden realmente a los retos urbanos end¨¦micos de ?frica. Est¨¢n impulsadas en gran medida por intereses econ¨®micos y suelen satisfacer las necesidades de una comunidad a medida, ya sea la ¨¦lite, los expatriados o el sector tecnol¨®gico, en lugar de las de la inmensa mayor¨ªa de los residentes urbanos¡±.
Gallagher contextualiza estas iniciativas casi como una continuaci¨®n de las experiencias urban¨ªsticas a las que dieron pie las independencias. ¡°Algunos pa¨ªses africanos trataron de empezar de nuevo y desterrar el urbanismo que cre¨® el colonialismo con la segregaci¨®n y la desigualdad. Trasladaron ciudades al centro desde la costa, donde las potencias coloniales hab¨ªan desarrollado urbes para poder potenciar el comercio, como sucedi¨® por ejemplo en Abiy¨¢n, Maputo o Freetown¡±. A?os despu¨¦s, muchos gobiernos tratan ahora de empezar otra vez de la nada.
Los inversores del norte global buscaban nuevos mercados y cobr¨® fuerza la narrativa de ?frica como el nuevo El Dorado, como una tierra de oportunidades que estaba a punto de despegar, como en su d¨ªa ocurri¨® con Asia¡±Emmanuel Kusi Ofori-Sarpong, experto en nuevas ciudades africanas
Pero hay que remontarse a los estertores de la crisis financiera de 2008 para comprender el origen de estas nuevas ciudades, seg¨²n explica Emmanuel Kusi Ofori-Sarpong, investigador del fen¨®meno en la Escuela de Estudios Orientales y Africanos (SOAS) de Londres. Aquellos fueron los a?os del afroptimismo, en los que cund¨ªa la sensaci¨®n de que el continente africano solo pod¨ªa ir a mejor y de alguna manera, las nuevas ciudades son esa foto fija de modernidad africana. Los gobiernos adem¨¢s, en seguida comprendieron el potencial para ejercer un poder simb¨®lico, a trav¨¦s de la proyecci¨®n de bonanza y poder¨ªo. ¡°Los inversores del Norte global buscaban nuevos mercados y cobr¨® fuerza la narrativa de ?frica como el nuevo El Dorado, como una tierra de oportunidades que estaba a punto de despegar, como en su d¨ªa ocurri¨® con Asia. Sucedi¨® adem¨¢s en un momento en el que el precio de las materias primas africanas sub¨ªa y en el que muchos pa¨ªses del continente registraban una cierta estabilidad econ¨®mica y pol¨ªtica¡±. La posibilidad de acceder a tierra y mano de obra baratas, junto a un r¨¦gimen fiscal favorable, acabaron de dar el empuj¨®n.
Dinero extranjero
Llovi¨® dinero de fuera y junto con los fondos tambi¨¦n llegaron expertos y nuevos modelos urban¨ªsticos. De Reino Unido, de Brasil, de Marruecos, de Singapur¡ y de China. En el caso de Pek¨ªn, estas ciudades se enmarcan en el despliegue de infraestructuras en el continente, especialmente en pa¨ªses como Mozambique, Angola o Zimbabue. Las que contaron con capital chino se construyeron a una velocidad mucho m¨¢s r¨¢pida, y se lleg¨® incluso a acu?ar el t¨¦rmino de ¡°ciudades fantasmas¡±, como el caso de la Nova Cidade de Kilamba (Angola), que han terminado por habitarse, aunque a un ritmo m¨¢s lento de lo previsto. Parte de la nueva capital de Egipto, por ejemplo est¨¢ construida en alianza con China State Construction Engineering Corporation. La empresa Rendeavour, dirigida por Stephen Jennings, un multimillonario que hizo su fortuna en Rusia est¨¢ muy presente en proyectos urban¨ªsticos africanos con asociaciones p¨²blico-privadas.
Parec¨ªa en aquellos d¨ªas que la clase media iba a engordar en ?frica en poco tiempo y que necesitar¨ªan casas nuevas en las que vivir con sus familias. Esas predicciones han chocado con la realidad, que indica que la mayor¨ªa de la poblaci¨®n no puede permitirse vivir en una casa de las nuevas ciudades. ¡°Todo depender¨¢ de c¨®mo evolucionen las econom¨ªas africanas¡±, estima Kusi Ofori-Sarpong, quien concede una evidente ventaja a las nuevas iniciativas. ¡°El acceso a la vivienda es un gran problema en muchos de estos lugares, as¨ª que incluso si solo los que pueden pagarlo se trasladan all¨ª, eso ya contribuir¨¢ a descongestionar las viejas ciudades¡±. Puede que se alivien los centros, pero el problema de movilidad no se soluciona. Al rev¨¦s. Masas de nuevos pobladores necesitar¨¢n desplazarse a diario desde las nuevas ciudades, lo que obliga a repensar el sistema de transportes.
La mayor¨ªa de las nuevas ciudades africanas no responden realmente a los retos urbanos end¨¦micos de ?frica. Est¨¢n impulsadas en gran medida por intereses econ¨®micos y suelen satisfacer las necesidades de una comunidad a medida, ya sea la ¨¦lite, los expatriados o el sector tecnol¨®gico¡±Taibat Lawanson, catedr¨¢tica de Urbanismo del Departamento de Planeamiento urbano y regional de la Universidad de Lagos
Predicciones m¨¢s o menos acertadas aparte, las ciudades acostumbran a tener vida propia y nadie a estas alturas es capaz de adivinar c¨®mo ser¨¢n dentro de 25 a?os, qui¨¦n las habitar¨¢ y qu¨¦ papel jugar¨¢n en el desarrollo de cada pa¨ªs y del continente. Si son las urbes del ma?ana o si quedar¨¢n relegadas a ciudades fantasmas.
Crear comunidad
Surge por ¨²ltimo una pregunta adicional, pero a la vez fundamental. ?Hacen falta nuevas ciudades o es preferible mejorar las que ya hay? Son muchos los urbanistas que insisten en que la soluci¨®n pasa por reforzar las ciudades secundarias existentes para aliviar las capitales y sobre todo, por invertir en la mejora de los asentamientos informales. ¡°Es fundamental encontrar soluciones para que las grandes ciudades no se conviertan en el im¨¢n del 80% de la poblaci¨®n, porque no es posible gestionar ciudades con semejante concentraci¨®n de personas.¡±, piensa Fernando Casado, economista especializado en urbanismo sostenible y editor de Seres Urbanos, que es de los que cree que la soluci¨®n pasa por fortalecer las ciudades secundarias.
En cuanto a las nuevas ciudades que se enmarcan dentro de ese esquema de descentralizaci¨®n, cree que ¡°todo depende de si son falsos para¨ªsos o si son ciudades sensatas¡±, pero sobre todo de que se cree comunidad. ¡°No basta con construir. Hacen falta servicios p¨²blicos, escuelas y centros de salud que den vida a una ciudad y que se cree una comunidad intergeneracional, y crear eso desde cero es muy dif¨ªcil¡±. Pero Casado tambi¨¦n reconoce que desde un punto de vista de sostenibilidad, a menudo es m¨¢s f¨¢cil partir desde cero, con nuevos materiales m¨¢s eficientes y porque las antiguas ciudades fueron construidas para los coches, como sucedi¨® en Estados Unidos o en algunas urbes de Am¨¦rica Latina. En una ciudad nueva, por ejemplo, se puede dejar espacio para construir una hilera de ¨¢rboles que d¨¦ sombra entre el carril bici y los coches, algo que en las actuales normalmente no es posible.
Este proyecto especial es un recorrido por cuatro nuevas ciudades africanas, muy diferentes las unas de las otras, pero que representan varios de los dilemas y fortalezas que presentan las nuevas urbes. Es el testimonio de la diversidad de un continente que persigue su propio modelo de desarrollo, tambi¨¦n el urban¨ªstico, y de las dificultades y fracasos con las que se topa por el camino. Esta es una invitaci¨®n a pasear por el interior de estos inventos. Disfruten del viaje.
Por Ana Carbajosa
Los pioneros de la nueva DakarDiamniadio, Senegal
Por José Naranjo
La ciudad de Diamniadio, concebida para desatascar la capital senegalesa, ya alberga sus primeros vecinos, muchos llegados desde la diáspora, y se enfrenta a los desafíos de la movilidad propios de un crecimiento a empujones y de la especulación, que amenaza con convertirla en una urbe solo para la élite.
Primero fue una zona industrial, luego un palacio de congresos y un hotel. M¨¢s tarde surgieron un pabell¨®n deportivo, un flamante estadio de f¨²tbol, una universidad y, finalmente, cientos de apartamentos y chalecitos. En apenas cinco a?os, una nueva ciudad ha ido emergiendo a empujones en medio de la nada, a unos 30 kil¨®metros de Dakar. El viejo sue?o hecho realidad de descongestionar la cada vez m¨¢s inc¨®moda y poblada capital de Senegal se va haciendo realidad, balbuceante a¨²n, deslavazada, salpicada de polvo y obras y con problemas de movilidad, habitada por un pu?ado de pioneros, pero tangible ya. As¨ª es Diamniadio, la nueva Dakar.
Thierno Diop vio el anuncio por internet y no se lo pens¨® dos veces. ¡°Llevaba 22 a?os en Estados Unidos, pero quer¨ªa regresar. De momento vivo de alquiler, pero en cuanto pueda tendr¨¦ mi propia casa. Aqu¨ª hay todo lo necesario para vivir y est¨¢ mejor organizado que Dakar, hay m¨¢s espacio¡±, asegura. En su peque?o comercio, presidido en la puerta con la bandera de barras y estrellas, tambi¨¦n hay casi de todo. Afuera se escucha el bullicio de ni?os en la guarder¨ªa cercana mientras dos obreros exprimen su pausa laboral comiendo un bocadillo a la sombra de un ¨¢rbol en la rambla que divide la calle. La vida transcurre a otro ritmo en SD-City, el primer barrio habitado de Diamniadio.
El crecimiento de Dakar ha sido explosivo. Hace apenas 70 a?os, tras la independencia de Senegal, contaba con solo 300.000 habitantes, mientras que en la actualidad sobrepasa los 4,5 millones. La alta tasa de natalidad y el ¨¦xodo rural que contribuyeron a esta din¨¢mica se mantienen y elevar¨¢n la poblaci¨®n de la ciudad a unos ocho millones en 2035, seg¨²n las previsiones del Gobierno. Dise?ada en la ¨¦poca colonial sobre la pen¨ªnsula de Cabo Verde y ampliada en los primeros a?os sesenta, su crecimiento ha sido an¨¢rquico, con una nuez central, el Plateau, que concentra el 80% de la actividad econ¨®mica (puerto, servicios, administraci¨®n) y una poblaci¨®n condenada a vivir en un atasco permanente para entrar y salir.
La idea de una segunda ciudad como soluci¨®n, ¡°la conurbaci¨®n bic¨¦fala¡±, no es nueva, pero empez¨® a fraguarse hace poco m¨¢s de una d¨¦cada y recibi¨® su impulso definitivo en los ¨²ltimos cinco a?os como parte de un plan bien definido, pero ejecutado a trompicones. El primer paso fue la construcci¨®n de un nuevo aeropuerto a unos 45 kil¨®metros de la capital y conectado a esta por una autopista de peaje, a lo que sigui¨® la llegada de las primeras f¨¢bricas a la zona industrial de Diamniadio. Sin embargo, se considera que el acto fundacional de la nueva ciudad fue la colocaci¨®n de la primera piedra del moderno palacio de congresos Abdou Diouf, inaugurado en 2014 y que hoy acoge los grandes eventos internacionales.
¡°Cuando llegu¨¦ apenas hab¨ªa tres habitantes¡±, recuerda Souleymane Sylla, de 43 a?os, franc¨¦s de origen senegal¨¦s. Forma parte de la di¨¢spora senegalesa, de primera o segunda generaci¨®n, que busca regresar a su pa¨ªs de origen pero que busca un tipo de viviendas, de barrios o de condiciones de vida que la colmatada Dakar no les ofrece y que una nueva ciudad como esta les promete. ¡°Europa ya no avanza, da vueltas sobre s¨ª misma, pero aqu¨ª tienes la sensaci¨®n de que hay nuevas oportunidades, nuevas aventuras. Por eso me decid¨ª a volver a la tierra de mis padres¡±, explica. Este vecino del barrio de SD-City se dedica ahora al sector inmobiliario y alquila apartamentos a 40 euros la noche o vende bungal¨®s a 180.000, un precio enorme para la mitad de la poblaci¨®n pero al alcance de una cada vez m¨¢s robusta clase media-alta. ¡°Yo dir¨ªa que la ocupaci¨®n del barrio es de un 50%, pero las ventajas son incuestionables. Hay lo b¨¢sico, electricidad y agua, pero adem¨¢s tienes una seguridad y una tranquilidad que no tienes en Dakar. Es un est¨¢ndar europeo pero vives en ?frica¡±, comenta.
El desarrollo de Diamniadio ha sido r¨¢pido, pero irregular. Sobre una superficie de 16,5 kil¨®metros cuadrados, el 80% de la inversi¨®n, unos 900 millones de euros, ha procedido del Estado: grandes infraestructuras, carreteras y v¨ªas de acceso, canalizaciones de aguas pluviales, redes el¨¦ctricas y de telecomunicaciones, restauraci¨®n de un lago. A partir de 2019 ha sido el sector privado quien ha ido asumiendo un mayor protagonismo. Empresas francesas y senegalesas, pero tambi¨¦n marroqu¨ªes, turcas o chinas han invertido en la nueva ciudad. La primera promoci¨®n de viviendas de SD-City, por ejemplo, es el fruto de una cooperaci¨®n indio-senegalesa.
¡°La nueva ciudad se divide en cuatro grandes barrios de unas 400 hect¨¢reas cada uno¡±, explica Seydina Mbengue, director de Promoci¨®n de la Direcci¨®n General de Polos Urbanos (DGPU) del Gobierno senegal¨¦s, ¡°cada uno de los cuales tendr¨¢ equipamientos que ser¨¢n el motor econ¨®mico de la zona¡±. El barrio 1, por ejemplo, acoge ya el palacio de congresos y un moderno edificio que comenzar¨¢ a funcionar, en unos meses, como sede de las 34 agencias regionales de Naciones Unidas hoy repartidas por Dakar. La puesta en funcionamiento de este inmueble, prevista para finales de 2023, marcar¨¢ un antes y un despu¨¦s para Diamniadio con la llegada de un millar de funcionarios que ya buscan casas en la nueva ciudad. De igual modo, se espera que la ya construida Universidad Amadou Mokhtar Mbow, ubicada en el barrio 2 y que tendr¨¢ 30.000 estudiantes de carreras t¨¦cnicas a pleno rendimiento, sea otro motor econ¨®mico del lugar.
En la zona industrial, atra¨ªdas por las ventajas fiscales, ya hay 22 empresas instaladas de las 50 que se espera tener al final, que fabrican desde bicicletas el¨¦ctricas hasta medicamentos, pasando por cajas de cart¨®n, embalajes de pl¨¢stico o materiales de PVC. En una inmensa nave, unos 600 trabajadores, la mayor¨ªa mujeres, se afanan en la confecci¨®n de ropa. Es el coraz¨®n de la f¨¢brica de C&H Garment Senegal, una empresa china que ya produce unas 11.000 piezas al d¨ªa, sobre todo camisetas. Nueve de cada 10 empleados proceden de la vecina Rufisque, pero ya se construye un parque de viviendas anexas para que los 20.000 obreros que se prev¨¦ trabajar¨¢n en el parque industrial m¨¢s grande del pa¨ªs se puedan instalar m¨¢s cerca.
Cuando est¨¦ terminada, Diamniadio albergar¨¢ unos 300.000 habitantes y contar¨¢ con un 15% de su suelo como espacios verdes, lo que incluye tres lagos artificiales. Al nacer de cero, la DGPU vela para no cometer los errores del pasado y que su dise?o sea a la vez ecol¨®gico, sostenible y plenamente adaptado a la econom¨ªa digital, con fibra ¨®ptica compartida no solo para las empresas, sino tambi¨¦n para los vecinos. ¡°Sobre el papel muy bien, pero los desaf¨ªos son a¨²n enormes¡±, asegura Maimouna Ndong Etroit, vecina de SD-City, para quien se debe resolver primero el reto de la movilidad. ¡°Me instal¨¦ en agosto de 2022 y estoy contenta, pero considero que las urbanizaciones est¨¢n aisladas y mal conectadas entre s¨ª¡±, a?ade.
La inauguraci¨®n del Tren Express Regional (TER), que conecta a Diamniadio con la capital, en diciembre de 2021, fue un hito en el poblamiento de la nueva ciudad. Pero para moverse desde la estaci¨®n hay que ir en mototaxi y transitar por v¨ªas a¨²n sin asfaltar. Ibrahima Diallo, uno de los j¨®venes que hace este servicio, espera clientes bajo un toldo que le alivia del fuerte calor. ¡°En un buen d¨ªa puedes ganar unos 20 euros¡±, asegura el joven, que cobra un euro y medio por el trayecto entre la terminal ferroviaria y SD-City. No se ve ning¨²n taxi en el horizonte y los autobuses internos a¨²n no funcionan, aunque la empresa de transportes Dem Dikk tiene un proyecto de conexiones internas.
Maimouna Ndong Etroit decidi¨® regresar a Senegal tras media vida en Francia. Al igual que Thierno Diallo y Souleymane Sylla, forma parte de la di¨¢spora senegalesa. Ellos conforman el grueso de los primeros habitantes de Diamniadio. El problema es la especulaci¨®n. ¡°No hay viviendas asequibles para la mayor¨ªa de los senegaleses¡±, remacha Ndong. El Gobierno acord¨® con las constructoras una reserva de ciertas casas a precios sociales, unos 30.000 euros, pero los precios se han multiplicado por dos o por tres en pocos meses. El riesgo es que se convierta en una ciudad solo para ricos.
Una nueva capital para olvidarse de El CairoNueva capital administrativa, Egipto
Por Marc Español
El país ha levantado en menos de una década una nueva ciudad en mitad del desierto a la que ya se están comenzando a desplazar los grandes centros de poder del Estado. Es el macroproyecto estrella sobre el que el Gobierno de Abdelfatá al Sisi ha querido fundar lo que denomina “una nueva república”.
El desplazamiento desde el centro de El Cairo hasta la nueva capital que Egipto est¨¢ levantando en medio del desierto es una transici¨®n abrupta de un intenso vaiv¨¦n de personas y veh¨ªculos a la calma. De un bullicio a menudo ensordecedor de gritos y cl¨¢xones a un silencio casi sepulcral.
Las diferencias son evidentes tambi¨¦n a la vista: de edificios en general castigados por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento a grandes construcciones impolutas. De barrios llenos de vida y espontaneidad a una planificaci¨®n urbana di¨¢fana. De calles cada vez m¨¢s grises a unas que insisten en te?ir el terreno yermo de verde.
El proyecto de una nueva capital en Egipto se present¨®, sin ning¨²n tipo de discusi¨®n p¨²blica previa, en marzo de 2015, apenas un a?o y medio despu¨¦s de que tomara el poder en el pa¨ªs el actual presidente, Abdelfat¨¢ al Sisi. Y desde entonces, se ha convertido en el macroproyecto estrella sobre el que su Gobierno ha querido fundar lo que denomina ¡°una nueva rep¨²blica¡±, en una empresa de marcado car¨¢cter fara¨®nico-militar.
La ambici¨®n ha sido desde el inicio gigantesca: levantar, de la nada, la primera ciudad inteligente del pa¨ªs, situada a unos 45 kil¨®metros de El Cairo hacia el este en direcci¨®n al mar Rojo. El toque de megaloman¨ªa lo pone la obsesi¨®n de las autoridades por, adem¨¢s, batir cuantos m¨¢s r¨¦cords mejor: la torre m¨¢s alta de ?frica, la mayor ¨®pera de Oriente Pr¨®ximo, la catedral m¨¢s grande de la regi¨®n, la segunda mezquita del mundo, un complejo militar siete veces el Pent¨¢gono, o un parque varias veces el Central Park.
Indicativo de la importancia que se le ha otorgado al proyecto, seguido muy de cerca por Al Sisi, es la rapidez con la que se est¨¢ levantando. Y las prisas para que eche a andar. Los distritos de gobierno, las finanzas, la cultura, muchos de los residenciales, y el palacio presidencial est¨¢n en un estado muy avanzado, y la ciudad ya conecta en tren con El Cairo.
¡°Cuando me recomendaron formar parte del equipo [de la empresa promotora de la nueva capital], hace seis a?os, aqu¨ª no hab¨ªa nada, solo desierto. No hab¨ªa carreteras, edificios, servicios p¨²blicos; cero. Y paso a paso, de forma gradual a lo largo de cinco o seis a?os, se puede ver todo esto¡±, desliza su portavoz, Khaled al Husseini. ¡°Es algo incre¨ªble¡±.
Atraer a la gente promete ser complicado. La primera fase de la nueva capital cuenta con ocho distritos residenciales ideados para familias acomodadas, y Al Husseini se?ala que cinco est¨¢n en un porcentaje de acabado de entre el 80% y el 99%. En total, calcula que podr¨ªan albergar unas 200.000 unidades, pero por ahora pocas familias se han mudado.
¡®Summum¡¯ del funcionalismo
Dise?ada por un consorcio de cinco empresas egipcias y financiada en parte con capital extranjero, en buena medida chino, la ciudad empez¨® a construirse en 2017, y por ahora los esfuerzos est¨¢n centrados en completar la primera fase de un total de cuatro. En estos 160 kil¨®metros cuadrados descansar¨¢ el coraz¨®n de la urbe, incluidos los centros de poder del Estado, dispuestos alrededor de dos carreteras centrales y agrupados en distritos tem¨¢ticos definidos al dedillo siguiendo una l¨®gica funcionalista y securitaria: aqu¨ª el Gobierno, aqu¨ª la cultura, aqu¨ª los negocios, aqu¨ª el deporte, y as¨ª sucesivamente.
¡°Todo est¨¢ pensado para ser pr¨¢ctico y estar seguro¡±, nota, en condici¨®n de anonimato por la sensibilidad del tema, una investigadora que est¨¢ estudiando la nueva capital. ¡°Las carreteras son muy lineales y todo est¨¢ muy organizado; es un concepto de alto modernismo, donde todo se hace por seguridad y para controlar el espacio¡±, considera.
Para justificar la dr¨¢stica medida de abandonar El Cairo, las autoridades han alimentado la narrativa de que la actual capital egipcia est¨¢ plagada de problemas de congesti¨®n, infraestructuras y contaminaci¨®n que hacen m¨¢s pr¨¢ctica la apuesta de comenzar de cero. Pero la construcci¨®n de una nueva capital es un movimiento inevitablemente pol¨ªtico. El analista egipcio Maged Mandour considera que ¡°Al Sisi tiene una narrativa muy importante que es esta idea del renacimiento nacional, de que Egipto volver¨¢ de alguna manera a una cierta gloria; todos estos megaproyectos son en cierto modo parte de esta empresa¡±.
En este sentido, los contrastes con El Cairo no son solo el resultado de estar construyendo una ciudad nueva enfrente de otra con m¨¢s de 1.000 a?os de historia, sino que tambi¨¦n reflejan el car¨¢cter natural y popular del que las autoridades quieren distanciarse, y el de modernidad, ordenado y de ¨¦lite, que quieren abrazar, tras la estela de casos como Dub¨¢i.
¡°Es una manera de aislar el centro del Gobierno de posibles protestas y disturbios. Es un gran experimento social en el que se est¨¢ redise?ando el paisaje urbano de forma que se pueda controlar¡±, cree Mandour, autor de un libro reciente sobre el Egipto bajo Al Sisi.
La construcci¨®n de la nueva capital ha creado nuevas sinergias entre el Estado, el ej¨¦rcito y el sector privado de Egipto. Supervisando el proyecto se encuentra una empresa fundada en 2016, la Capital Administrativa para el Desarrollo Urbano (ACUD), que est¨¢ participada en un 51% por las Fuerzas Armadas y un 49% por el Ministerio de Vivienda. Ejecut¨¢ndolo est¨¢n m¨¢s de 200 empresas, incluidas las grandes constructoras del pa¨ªs.
La financiaci¨®n de la ciudad es uno de los aspectos m¨¢s ambiguos, y ha generado recelos porque representa un coste muy elevado en un momento en el que el pa¨ªs atraviesa una grave crisis econ¨®mica y de deuda que est¨¢ haciendo mella en los bolsillos de la mayor¨ªa. Sobre el papel, el proyecto no recibe fondos de los presupuestos estatales, sino que se financia con el dinero generado a partir de la venta anticipada de terrenos. Tambi¨¦n a trav¨¦s del alquiler de sus instalaciones, como las del Gobierno, por las que el propio Al Sisi ha reconocido que el Ejecutivo pagar¨¢ a ACUD unos 210 millones de d¨®lares (196 millones de euros) anuales.
Entre los principales inversores involucrados se cuentan numerosas empresas extranjeras de pa¨ªses del Golfo, como Emiratos ?rabes Unidos y Arabia Saud¨ª, y de Europa, como Francia y Alemania. Pero el pa¨ªs con aparentemente mayor presencia es China, con el gigante estatal China State Construction Engineering (CSCEC) a la cabeza.
Aunque se les ha tendido a prestar menos atenci¨®n, hay voces que han expresado inquietud tambi¨¦n por lo poco sostenible que es la nueva capital, su gran huella ecol¨®gica, y lo poco adaptada que est¨¢ a los efectos del cambio clim¨¢tico, sobre todo sus vastas zonas verdes y una arquitectura que no se ajustan al entorno natural des¨¦rtico en el que se ubican.
La gran mudanza
Si realizar un proyecto de estas dimensiones ya representaba un desaf¨ªo colosal, inyectarle ahora vida parece un rompecabezas a¨²n mayor, aunque se trata de un reto que ya se est¨¢ teniendo que afrontar y la apuesta de las autoridades pasa por hacerlo de forma vertical.
En diciembre, el Gobierno empez¨® a celebrar la reuni¨®n semanal del consejo de ministros en la ciudad, y desde enero se est¨¢n trasladando all¨ª funcionarios a sus instalaciones. Hasta este mayo, ya hab¨ªa m¨¢s de 15.000, seg¨²n Al Husseini, y algunas de las m¨¢s de 70 escuelas y universidades de la primera fase, la mayor¨ªa de ellas internacionales, ya est¨¢n abiertas. ¡°La nueva capital es un caso de estudio, y estoy muy orgulloso del proyecto. Es como un beb¨¦ al que vi nacer hace seis a?os y ahora [ha crecido hasta aqu¨ª]¡±, afirma.
¡°El problema es que todas las personas a las que he podido preguntar por qu¨¦ hab¨ªan comprado un piso o una casa all¨ª me dijeron que era para invertir y que no estaban seguros de si ir¨ªan a vivir m¨¢s adelante¡±, apunta la investigadora.
Por este motivo, y pese al entusiasmo del Gobierno, a¨²n est¨¢ por ver el ¨¦xito que tendr¨¢ la nueva capital m¨¢s all¨¢ de acomodar a los principales centros de poder del Estado. En esta l¨ªnea, la idea de construir ciudades en el desierto para atraer a gente lejos del denso valle del Nilo y sus tierras f¨¦rtiles, y de paso impulsar la econom¨ªa a trav¨¦s del sector inmobiliario, lleva d¨¦cadas implement¨¢ndose en Egipto. Y los resultados han sido, a lo sumo, modestos.
En total, hoy hay m¨¢s de 30 nuevas comunidades urbanas en todo el pa¨ªs, ocho se sit¨²an alrededor de El Cairo, y hay otra decena en desarrollo, incluida la nueva capital. ¡°La l¨®gica principal era que El Cairo est¨¢ demasiado poblado y que hay que crear nueva vida y una nueva imagen de Egipto¡±, nota David Sims, un reputado economista y urbanista afincado en Egipto desde 1974 que ha escrito extensamente sobre las nuevas ciudades. ¡°Hoy hay ocho alrededor de El Cairo, y seg¨²n el censo de 2017, tienen 1,2 millones de personas despu¨¦s de 30 o 40 a?os; no atraen a mucha poblaci¨®n¡±, constata.
El calendario de las siguientes fases de la ciudad, que son sobre todo residenciales, a¨²n no se ha definido, y algunos dudan de que se ejecuten. ¡°El problema de [c¨®mo se est¨¢] financiando es que los inversores que compran terrenos al Gobierno y no tienen el dinero para construir ahora tienen que esperar a vender a la gente para tenerlo y construir. As¨ª que puede pasar mucho tiempo antes de que se construya todo¡±, anticipa la investigadora.
Para Al Husseini, sin embargo, el objetivo prioritario es terminar, cuanto antes, la primera fase. Luego ya se ver¨¢. ¡°?Saben? El ¨¢rea total de esta primera fase [son] unos 40.000 acres [161 kil¨®metros cuadrados], y el ¨¢rea de Washington son 41.000 acres [166 kil¨®metros cuadrados]. Nosotros construimos un Washington en seis a?os¡±, se enorgullece.
El eterno sue?o de un Silicon Valley africano Konza, Kenia
Por Raquel Seco
La ciudad inteligente de Konza, un proyecto del Gobierno nacido en 2008, promete ser un epicentro de la innovación tecnológica. Por el camino se encuentra con numerosos obstáculos.
Pega fuerte el sol a las dos de la tarde, sin sombras a la vista, y decenas de alba?iles se afanan en los cimientos de la futura universidad de Konza Tecn¨®polis. El megaproyecto con el que Kenia trata de colocarse a la vanguardia de la tecnolog¨ªa en ?frica es, por ahora, un entramado de carreteras en plena sabana con un solo edificio terminado. ?C¨®mo se imaginan esto dentro unos a?os? ¡°Va a ser incre¨ªble. ?Como Dub¨¢i!¡±, responde sonriente Pete Muteti, de 32 a?os. Otro trabajador, mientras pone cemento en las aceras, se entusiasma tambi¨¦n: ¡°No te fijes solo en lo que ves ahora. Cuando est¨¦ acabado, no te vas a creer lo que ven tus ojos¡±.
Una bandada de avestruces atraviesa la carretera donde los operarios levantan farolas inteligentes. No ser¨¢n solo iluminaci¨®n nocturna para este enorme proyecto de 2.000 hect¨¢reas ¡ªdonde cabe hasta una reserva natural de 4.000 kil¨®metros cuadrados, de ah¨ª las avestruces¡ª, sino que servir¨¢n de c¨¢maras de vigilancia, de sensores de temperatura, de mapas para orientarse, de bot¨®n de emergencias y de ayudantes para la gesti¨®n de tr¨¢fico.
Todo en Konza suena a futuro, pero el futuro tarda en llegar. Fuera, en la valla de acceso, un cartel da la bienvenida a ¡°Silicon Savannah¡±, en referencia al valle del silicio estadounidense, capital mundial de la tecnolog¨ªa. Para llegar hasta aqu¨ª, a unos 60 kil¨®metros de Nairobi, hace falta pedir una autorizaci¨®n oficial, que puede tardar semanas. Preocupa ¡°controlar la narrativa¡±, confiesa alguna persona implicada en el proyecto, porque abundan las cr¨ªticas.
Konza naci¨® hace 15 a?os, en 2008, como parte de un programa del Gobierno para convertir Kenia en un pr¨®spero pa¨ªs de clase media: Vision 2030. El objetivo era pasar de una econom¨ªa nacional basada en los recursos naturales ¡ªla agricultura supone el 30% del Producto Interior Bruto de Kenia¡ª a otra basada en la innovaci¨®n. Kenia contaba ya con una reputaci¨®n internacional como pa¨ªs puntero en tecnolog¨ªa, especialmente desde el lanzamiento en 2007 de M-PESA, el sistema de pago por m¨®vil que hoy se usa para todo: de la compra en el supermercado a las propinas al repartidor, de las facturas de la luz a los pagos entre amigos.
Esta ser¨¢, dicen sus desarrolladores, una ciudad inteligente (smart city) sostenible que mezclar¨¢ negocios tecnol¨®gicos con educaci¨®n, comercio y vivienda para 180.000 personas. Es un proyecto de dimensiones gigantescas, el m¨¢s ambicioso del continente de estas caracter¨ªsticas, seg¨²n varios expertos consultados. Los responsables prometieron inicialmente que generar¨ªa un 10% del PIB del pa¨ªs para 2030, aunque ahora el objetivo se ha recortado al 2% para el a?o 2032. ¡°Que distintos gobiernos sigan adelante con la idea [de Konza] durante dos d¨¦cadas es in¨¦dito. Demuestra que hay compromiso real¡±, subraya Cyrus Mbisi, presidente del ¨¢rea de Urbanismo de la Asociaci¨®n de Arquitectura de Kenia.
El proceso hasta aqu¨ª ha sido largo: hasta 2013 no se puso el primer ladrillo en Konza, tras un lustro de burocracia. ¡°Empleamos mucho tiempo planeando¡±, reconoce, en su oficina en un barrac¨®n de obra, Annah Musyimi, arquitecta encargada del desarrollo f¨ªsico de la megaciudad. ¡°Pero aqu¨ª no exist¨ªan est¨¢ndares para una ciudad inteligente, as¨ª que tuvimos que contratar consultores de Estados Unidos. No pod¨ªamos ni conseguir contratista, porque antes necesit¨¢bamos un marco de referencia¡±, recuerda.
Prince Guma, investigador ugand¨¦s en Urbanismo en la Universidad de Sheffield (Reino Unido), apunta por su parte que las ciudades africanas est¨¢n creciendo a alt¨ªsima velocidad, y que estos proyectos (¡±estos elefantes blancos¡±, les llama) no consiguen ir al mismo ritmo. ¡°?El concepto de Konza naci¨® hace d¨¦cadas!¡±, se?ala. ¡°Incluso si consigue completarse, quiz¨¢ no resuelva los problemas de la ciudadan¨ªa para aquel entonces, que habr¨¢n cambiado¡±. Patrick Adolwa, exdirector de infraestructuras y desarrollo en Konza hasta 2019, defiende que la magnitud del proyecto exige plazos mucho m¨¢s largos de los habituales: ¡°Muchos de los cr¨ªticos no entienden las din¨¢micas, c¨®mo se construye una ciudad. ?Cu¨¢ntos a?os tiene Nairobi, algo m¨¢s de un siglo? ?Ha dejado alguna vez de estar en construcci¨®n? Solo China ha sido capaz de construir ciudades en cinco a?os¡±, afirma. ¡°Y a Silicon Valley le cost¨® 30 a?os afianzarse¡±.
Una inversi¨®n milmillonaria
Parte del problema, reconocen varios expertos, ha sido la dificultad para convencer a los inversores privados de poner su dinero en Konza. Se prev¨¦ que la tecn¨®polis cueste unos 15.000 millones de d¨®lares (unos 14.000 millones de euros), el 90% financiaci¨®n privada. Para animar a las empresas, hace cuatro a?os el Gobierno cre¨® una jurisdicci¨®n propia (Zona Econ¨®mica Especial) donde los impuestos son del 10% durante la primera d¨¦cada, en vez del 30% habitual. Tambi¨¦n, de forma in¨¦dita, a?ade el arquitecto Cyrus Mbisi, el Ejecutivo ha dejado listas, de entrada, todas las infraestructuras horizontales (alcantarillado, carreteras, sistemas de agua¡), hoy pr¨¢cticamente acabadas. Estas cosas suelen suceder m¨¢s bien al rev¨¦s: ciudades que nacen espont¨¢neamente, y a las que hay que ponerles ¡ªcon mayor o menor rapidez y ¨¦xito¡ª servicios b¨¢sicos.
T¨¦cnicos del equipo Vision 2030 admiten que ¡°el sector privado no ha apreciado del todo la dimensi¨®n del proyecto¡±. Pero se muestran esperanzados en que Konza ser¨¢ en menos de una d¨¦cada una ciudad ¡°vibrante¡±, con j¨®venes trabajadores en el sector tecnol¨®gico instal¨¢ndose en ella. Al fin y al cabo, el 75% de la poblaci¨®n keniana (48 millones de personas) tienen hoy menos de 35 a?os, seg¨²n el censo m¨¢s reciente. ¡°El futuro es ?frica¡±, repiten en una entrevista en la sede de Vision 2030 en Nairobi. ¡°Yo quiz¨¢ no me veo viviendo all¨ª, pero s¨ª veo a mis nietos¡±, comenta la consejera delegada, Caroline Kariuki.
La larga burocracia
A partir del a?o que viene, con el trabajo de infraestructuras del Gobierno hecho en Konza, llegar¨¢ el turno de que los inversores privados se pongan a construir. Tienen tres a?os para empezar desde el momento en que firman el contrato, para que la construcci¨®n no se eternice. Seg¨²n los responsables, el 80% del terreno de la primera fase (m¨¢s de 200 hect¨¢reas) ya est¨¢ vendido a empresas de log¨ªstica, tecnolog¨ªa y biomedicina. Corea del Sur, el principal inversor extranjero, hace una de las grandes apuestas: el Instituto Avanzado de Ciencia y Tecnolog¨ªa de Kenia (KAIST), una r¨¦plica local a la misma universidad en su pa¨ªs que debe empezar a aceptar alumnos el a?o que viene. Y es que aunque este es un proyecto que el Gobierno, y parte de los kenianos, ven con orgullo patri¨®tico, en la pr¨¢ctica es un mapamundi. La consultor¨ªa inicial estuvo a cargo de la estadounidense McKinsey; el contratista principal de la primera fase es italiano; hay dinero chino e israel¨ª.
¡°El concepto de ciudad inteligente es un concepto muy occidentalc¨¦ntrico, desarrollado en el norte global mirando a sitios como Silicon Valley¡±, dice el urbanista Prince Guma. ?l es cr¨ªtico con la falta de africanidad de proyectos como Konza o Tatu City (otra ciudad keniana de nuevo cu?o de financiaci¨®n privada): ¡°Una smart city en ?frica solo se puede entender integrando elementos como las econom¨ªas informales, las barriadas¡ Konza o Tatu no deber¨ªan intentar replicar Silicon Valley¡±.
En un pa¨ªs tan desigual como Kenia, donde aproximadamente el 25% de la poblaci¨®n vive por debajo del l¨ªmite de la pobreza (con menos de dos euros al d¨ªa), ?tiene sentido un megaproyecto como este? Musyimi, la arquitecta de Konza, habla de ¡°ciudad equitativa¡±: las viviendas tendr¨¢n que ser accesibles para varias clases socioecon¨®micas, detalla, y los comerciantes tendr¨¢n facilidades que no encuentran en Nairobi, como estructuras gratuitas en las que vender su fruta o su verdura a los viandantes. Estar¨¢ prohibido construir en 10 kil¨®metros a la redonda para evitar que surjan barriadas. La intenci¨®n es que quien trabaja en Konza viva en Konza.
Pero abundan las cr¨ªticas. Una acad¨¦mica especializada en urbanismo de una universidad local, que no quiere ser identificada, opina: ¡°Es otra comunidad cerrada e hipervigilada para gente rica. En vez de lidiar con los problemas de una ciudad con tanto por resolver como Nairobi, se hace algo que gusta a organizaciones y a empresas internacionales. Las prioridades nunca son locales¡±. ¡°El p¨²blico objetivo de estas ciudades son los inversores extranjeros¡±, a?ade el urbanista Prince Guma. ¡°Y est¨¢n construidas mirando hacia el futuro, no hacia las realidades de hoy¡±. ?Deben crearse, entonces, nuevas ciudades en ?frica, o solo mejorar las existentes? ?l cree que tendr¨ªa que ser una mezcla de ambas estrategias. ¡°Es bueno que un pa¨ªs como Kenia aspire a ser mejor, me gusta cuando el urbanismo africano forma parte de conversaciones globales. Pero, a la vez, los retos de las ciudades no pueden resolverse con visiones exc¨¦ntricas futuristas¡±.
El ¨²nico edificio totalmente acabado de Konza a principios de junio es la torre que funciona como oficinas, y, en un d¨ªa caluroso, sorprende el fr¨ªo dentro. Pero no hay aire acondicionado: es gracias al aislamiento, cuenta un portavoz. Konza promete ser una ciudad verde ¡ªel logo presente en todos los documentos es una acacia, t¨ªpica de la sabana africana, con cables y microchips en lugar de ramas¡ª. Reutilizar¨¢ el 70% de su agua, en una zona semi¨¢rida, se alimentar¨¢ de energ¨ªa renovable, tendr¨¢ tranv¨ªas, bicicletas y patines el¨¦ctricos. Y pone especial foco en la proximidad, en un pa¨ªs con un transporte p¨²blico precario y desigual. Mientras, en Nairobi, los atascos son el pan de cada d¨ªa, miles de coches enzarzados en peleas con los matatus (autobuses) y boda bodas (motos) por un pedazo de asfalto. ¡°En 10 a?os, visualizo una ciudad en la que te levantas por la ma?ana, llevas a tus hijos a la escuela, vas a la oficina, pasas por un mercado¡ y todo eso sin tener que conducir¡±, dice la arquitecta Musyimi. Por ahora, hace falta ir en coche hasta la verja de salida, con carteles ajados que anuncian el arranque del proyecto. Varios guardias se api?an debajo de las vallas publicitarias, protegi¨¦ndose del sol.
En busca de una ciudad ideal en Ruanda Green City Kigali
Por Beatriz Lecumberri
Las autoridades de Ruanda, con apoyo de varios socios internacionales, planean colocar en 2024 la primera piedra de la Green City Kigali, una ciudad o un vecindario con aspecto de ciudad, dentro de la capital, que aspira a ser sostenible pero también inclusiva, con viviendas a precios subvencionados para los ciudadanos con menos recursos.
Sobre el papel, parece la ciudad perfecta: desarrollo urbano sostenible e inclusivo, viviendas a precios asequibles y subvencionados para los estratos sociales m¨¢s bajos, una eficiencia energ¨¦tica envidiable que aspira a llegar al cero carbono en 2050 y una estrategia para minimizar el impacto del cambio clim¨¢tico, al que Ruanda, por su situaci¨®n y orograf¨ªa, es especialmente sensible.
La Green City Kigali, una ciudad o m¨¢s bien un vecindario con aspecto de ciudad dentro de la capital ruandesa, comenzar¨¢ a edificarse en 2024, y es la respuesta del Gobierno a la explosi¨®n del crecimiento demogr¨¢fico y la urbanizaci¨®n acelerada de este peque?o pa¨ªs del este del continente. Hoy viven en ¨¦l unos 13,2 millones de personas, que llegar¨¢n a 16,3 millones en 2032, de los cuales 4,9 millones residir¨¢n en las ciudades, seg¨²n el Instituto Nacional de Estad¨ªstica ruand¨¦s. Pero en Ruanda, donde la imagen internacional se labra con cuidado desde el genocidio contra la etnia tutsi de 1994, la soluci¨®n de las autoridades a este problema acuciante ha querido ser novedosa y ambiciosa y un ejemplo para ?frica y otros lugares del mundo.
La Green City Kigali, que se alzar¨¢ en una de las m¨²ltiples colinas que circundan la capital, llamada Kinyinya, a unos 15 kil¨®metros del centro, tendr¨¢ 30.000 casas y una poblaci¨®n estimada de 150.000 personas, y se inscribe dentro del plan maestro para la ciudad que las autoridades han trazado hasta 2050. Ser¨¢ un distrito de casas bajas, con mucha vegetaci¨®n para reducir los efectos de las islas de calor urbanas y con numerosas zonas comunitarias en el que todos los edificios est¨¢n pensados para mitigar el cambio clim¨¢tico y adaptarse a ¨¦l. Contar¨¢ con una estrategia de drenaje urbano sostenible y la demanda de agua disminuir¨¢ gracias al aprovechamiento de la lluvia. Todo el vecindario est¨¢ dise?ado para un uso moderado del coche y para favorecer el transporte p¨²blico o la bicicleta. ¡°Se han dise?ado adem¨¢s espacios p¨²blicos e infraestructuras de transporte, servicios de salud, educaci¨®n y comercio que facilitan el acceso de las mujeres al mercado laboral y calles seguras¡±, explican sus responsables.
Pero ?es un proyecto viable? ¡°Totalmente¡±, responde a este diario desde su oficina en Kigali Basil Karimba, presidente general de la Green City Kigali Company, la empresa fundada para concretar la concepci¨®n y puesta en marcha de este plan urban¨ªstico. ¡°Ser¨¢ una ciudad real, la primera de este tipo en toda ?frica que combine sostenibilidad con precios asequibles. Era algo urgente: en Ruanda, en ?frica y en todo el mundo¡±, asegura.
La utop¨ªa de la vivienda propia
En Kigali viven actualmente 1,2 millones de personas, que se convertir¨¢n en m¨¢s de 3,5 millones en 2050, seg¨²n cifras oficiales del Gobierno. A poca distancia de la oficina de Karimba, centenares de casuchas con techos de hojalata se apilan sobre la colina rojiza, no lejos de modernas torres de oficinas y del inconfundible perfil esf¨¦rico del moderno Centro de Convenciones de la ciudad. Algunas antenas parab¨®licas despuntan de las viviendas, unidas involuntariamente entre ellas por amasijos de cables que les llevan la electricidad de cualquier manera. Ni?os con el torso desnudo corretean en torno a varios hombres que conversan sentados en el suelo a la sombra. No hay calles, solo caminos de tierra roja con desniveles y agujeros en los que ning¨²n conductor se aventura.
¡°Kigali tiene una disponibilidad limitada de terrenos edificables adecuados, lo que lleva al desarrollo de zonas informales en laderas empinadas que son una amenaza medioambiental y aumentan los costes de provisi¨®n de infraestructuras. Adem¨¢s, un mercado del alquiler saturado y la elevada demanda de los materiales de construcci¨®n agravan este problema¡±, resume a este diario Kidist Amedie, arquitecta et¨ªope especializada en ciudades innovadoras y asequibles para la poblaci¨®n desfavorecida.
En este contexto, la vivienda propia es una utop¨ªa para la mayor¨ªa de los j¨®venes en este pa¨ªs africano. Vivir con los padres y abuelos, aunque se trabaje o se contraiga matrimonio, no tener una habitaci¨®n propia y estar muy lejos del centro de la ciudad describe la vida diaria de una gran parte de la poblaci¨®n en esta capital africana, en la que, sin embargo, proliferan las obras de edificios en construcci¨®n. ¡°Vivir en un lugar diferente a la casa familiar es impensable. Ni las finanzas ni las tradiciones me lo permiten¡±, resum¨ªa Cynthia, una estudiante de Estad¨ªstica de 25 a?os.
El proyecto de la Green City Kigali lleva a?os gest¨¢ndose y comenzar¨¢ a ser una realidad cuando dentro de algunos meses se ponga la primera piedra del proyecto piloto: 16 hect¨¢reas y 2.000 casas, una especie de muestra, en miniatura, de c¨®mo ser¨¢ la futura ciudad, que ocupar¨¢ una superficie de 600 hect¨¢reas.
¡°Este proyecto piloto concreta lo que queremos hacer y lo que ser¨¢ la Green City Kigali, que quedar¨¢ abierta despu¨¦s a socios privados, que entiendan el proyecto y lo lleven hasta el final, siguiendo los par¨¢metros y esp¨ªritu y las normas de este primer vecindario¡±, explica Karimba.
La ambici¨®n ruandesa
Las autoridades de Ruanda no est¨¢n solas en esta aventura. El plan est¨¢ respaldado por el fondo de inversi¨®n Rwanda Green Fund, el Green Climate Fund, un fondo global creado para apoyar los esfuerzos de los pa¨ªses en desarrollo para responder al cambio clim¨¢tico, el banco de desarrollo KFW del Gobierno alem¨¢n, que destin¨® 30 millones de euros a este proyecto piloto, o el grupo sueco Sweco, que planifica y dise?a comunidades y ciudades sostenibles. El estudio de arquitectos londinense Feilden Clegg Bradley Studios, que se define como ¡°progresista y ¨¦tico¡±, se proclam¨® vencedor de la licitaci¨®n y est¨¢ inmerso en el plan maestro de la ciudad. Estos apoyos extranjeros muestran hasta qu¨¦ punto el Gobierno del presidente Paul Kagame cuenta con apoyo y confianza internacionales pese a que ONG y detractores pol¨ªticos reprochan su autoritarismo y su falta de respeto a los derechos humanos. Este aplauso internacional viene tambi¨¦n acompa?ado de una gran prudencia y de un claro rechazo de parte de expertos e investigadores a la hora de hablar p¨²blicamente sobre proyectos liderados por el Gobierno ruand¨¦s.
¡°Pocos gobiernos de ?frica han sido tan ambiciosos como el de Ruanda a la hora de pensar en su futuro urbano. La visi¨®n del Gobierno va mucho m¨¢s all¨¢ de tener una ciudad verde con bajos ¨ªndices de delincuencia¡±, opin¨® en un art¨ªculo publicado hace algunos a?os Thomas Goodfellow, catedr¨¢tico de Estudios Urbanos en la Universidad de Sheffield, especializado en el desarrollo urbano y transformaci¨®n de ?frica.
Seg¨²n Amedie, ¡°estas ciudades inteligentes, en las que dirigentes y ciudadanos utilizan la informaci¨®n para garantizar un futuro resiliente y sostenible, pueden desempe?ar un papel importante en la transformaci¨®n de Ruanda y es una forma de dar un salto hacia un futuro mejor¡±.
?Llega esta ciudad en el momento adecuado? ¡°S¨ª, porque en Kigali muchas personas ya viven de la manera que se plantea en la Green City. Todo esto es un proceso. Estamos pilotando esta idea, la vamos a poner en pr¨¢ctica y vamos a gestionarla. No es una ciudad ut¨®pica, va a ser un espacio real¡±, insiste Karimba. Por ejemplo, en la capital ruandesa las bolsas de pl¨¢stico ya est¨¢n totalmente prohibidas, hay un eficaz sistema de recogida de basuras y est¨¢ en pie un esquema de limpieza y cuidado colectivo de la ciudad por parte de todos sus habitantes.
Nerea Amor¨®s arquitecta e investigadora espa?ola que ha trabajado varios a?os en Ruanda, considera que la ciudad ser¨¢ sin duda una realidad. ¡°Ruanda es un Estado peque?o, lo que facilita este tipo de iniciativas, con un Gobierno que tiene mucho poder y una agenda clara. Es un pa¨ªs ambicioso, que aprende r¨¢pido y tiene muchos recursos y poca corrupci¨®n. En Kampala o en Nairobi no estar¨ªa tan segura de que pudiera llevarse a cabo, pero en Kigali, s¨ª¡±, afirma. La experta subraya que ¡°no hay ninguna ciudad que aspire a ser sostenible de una manera tan hol¨ªstica: social, econ¨®micamente...¡±. ¡°Es casi una pena que llamen al proyecto as¨ª, green [verde, en ingl¨¦s], porque va mucho m¨¢s all¨¢¡±, agrega.
En Kigali ha habido en el pasado otros intentos de vecindarios innovadores o destinados a personas con pocos recursos, que no tuvieron demasiado ¨¦xito y ten¨ªan menor envergadura que esta nueva ciudad que se planea dentro de la capital. Amor¨®s advierte de que ¡°los barrios hechos as¨ª, desde cero, de la nada, no suelen funcionar de la manera en que se plane¨® inicialmente¡±. ¡°Es decir, no son tan sostenibles, ni tan socialmente diversos como se intenta. Por eso, lo ideal es hacer cirug¨ªa o acupuntura urbana, trabajar en la transformaci¨®n dentro de la ciudad ya existente¡±.
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