Cuando cambiar de nombre es todo un reto: la lucha de las infancias trans en M¨¦xico
Las personas menores de edad solo pueden realizar este tr¨¢mite por la v¨ªa administrativa en cinco de los 32 Estados del pa¨ªs y en los consulados, pese a las sentencias de la Corte Suprema
Poder nombrarte es poder ser. Govinda Mart¨ªnez lo tiene claro. Se sienta sonriente en un rinc¨®n de un restaurante con muchas mesas y sillas oscuras, y a sus 15 a?os, sus palabras irradian seguridad. Tras sus gafas y su pelo oscuro, va enlazando un discurso que parece construido con la solidez de las opiniones bien reflexionadas. Pese a las bofetadas de una sociedad abusiva y cruel con las personas de la diversidad sexual, ¨¦l avanza con fuerza, empujado por una familia que lo apoya de manera incondicional. Una madre, un padre y cuatro hermanos que son su lugar seguro.
¡°Si me reconocen como trans, siento que me asocian a que tuve que pasar de mi sexo biol¨®gico a lo contrario, y no quiero. Me gusta que me vean solo como uno m¨¢s. Me hubiera gustado que me llamaran por mi nombre para ser uno m¨¢s¡±, dice. Se refiere a la vida en general. Y tambi¨¦n, m¨¢s en concreto, a su ¨¦poca escolar. Al tiempo que pas¨® en una secundaria p¨²blica de Rosarito, su municipio, en el Estado mexicano de Baja California, en el noroeste del pa¨ªs, una localidad de playa, de poblaci¨®n trabajadora, surfistas, bares, algunas discotecas, y a ratos bastantes turistas estadounidenses, que cruzan desde la frontera en California.
En el colegio, la prefecta me dijo que no pod¨ªa llevar el pantal¨®n y me empez¨® a preguntar sobre mi periodo. Yo creo que no deb¨ªa de preguntarme esoGovinda Mart¨ªnez
Esa etapa escolar no fue nada f¨¢cil para Govinda, nombre que aparece en la novela Siddartha, de Herman Hesse, y que eligi¨® porque le pareci¨® neutro: parece femenino, pero lo llevaba un personaje masculino. Entr¨® en segundo, en el ¨²ltimo trimestre, por la covid-19, porque entonces las clases se hac¨ªan desde casa. Pero no pudo terminar el primer trimestre de tercero. El entorno era demasiado hostil. Brisa R¨ªos, su madre, sentada junto a ¨¦l en una esquina tranquila de este restaurante de Playas de Rosarito, dice: ¡°No quiero seguir exponi¨¦ndolo a m¨¢s situaciones. Teniendo ya su acta de nacimiento con el nombre cambiado, podr¨¢ ingresar a la escuela como quien es¡±.
En la partida de nacimiento todav¨ªa aparece su nombre anterior, pero en la escuela pidi¨® que lo cambiaran en las listas. O por lo menos que lo llamaran solo por su apellido. No todos los profesores hicieron caso. ¡°Las primeras clases, dec¨ªan mi nombre anterior. A veces me quedaba sentado, sin decir nada, para que me tacharan. O iba enfrente y ten¨ªa que decirle al profesor, y ya todos me miraban. As¨ª que la primera impresi¨®n de mis compa?eros fue de alguien con un nombre que no le correspond¨ªa. Y aun as¨ª, hab¨ªa tenido que empezar el curso m¨¢s tarde para que les dieran capacitaci¨®n a los profesores¡±, lamenta. Tambi¨¦n pidi¨® poder ir al ba?o de chicos y llevar el uniforme masculino. ¡°Ten¨ªa que ir al ba?o de direcci¨®n, y sobre el uniforme, la prefecta me dijo que no pod¨ªa llevar el pantal¨®n y me empez¨® a preguntar sobre mi periodo. Yo creo que no deb¨ªa de preguntarme eso¡±, opina.
Las dificultades no ven¨ªan solo por ese tema. La adolescencia es el momento de querer pertenecer y de sufrir, a veces, mucha soledad. En ocasiones, Mart¨ªnez se sent¨ªa mal entre clases o dentro de ellas. Se pon¨ªa nervioso, lloraba, le dol¨ªa la cabeza, ten¨ªa n¨¢useas¡ Los profesores llamaban a sus padres para que lo fueran a buscar. Ellos trabajaban bastante lejos, pero siempre acud¨ªan lo m¨¢s pronto posible, aunque tuvieran que pasarse horas atrapados en el tr¨¢fico entre Tijuana y Rosarito. ¡°Todo lo relacionaban con eso: no es que no se acepta, a lo mejor se est¨¢ arrepintiendo, ya no le hagan caso, solo quiere llamar la atenci¨®n¡±, recuerda R¨ªos.
El informe Cinco a?os de #infanciatrans 2018-2023, publicado en enero por la Asociaci¨®n por las Infancias Transg¨¦nero, explica que de las familias que atienden, el 84% aseguran que el personal de sus centros educativos ¡±no cuenta con informaci¨®n suficiente sobre diversidad sexo-gen¨¦rica¡±; y el 57% tuvieron impedimentos en los ¡°procesos de reconocimiento de identidad de g¨¦nero en la escuela¡±.
Por eso es tan importante para las infancias y las adolescencias trans poder cambiar el nombre en el acta de nacimiento. A la madre de Govinda Mart¨ªnez le frustra: ¡°Me pesa el estar viendo su nombre anterior. Siento como que le est¨¢n humillando. No es lo que ¨¦l es, no es lo que le representa¡±. Pero en este pa¨ªs, para conseguir ese cambio, todav¨ªa se est¨¢n teniendo que librar muchas batallas.
Un laberinto legal
M¨¦xico est¨¢ compuesto por 32 Estados, cada uno con su propio c¨®digo civil. Todos ellos deben acatar lo que dicte la Suprema Corte de Justicia de la Naci¨®n (SCJN), pero como son soberanos, en este caso, la SCJN tiene que ir invalidando normas Estado por Estado para garantizar el derecho al cambio de nombre en el acta de nacimiento de ni?os trans. Una vez invalidadas, los Estados tienen que cambiar su c¨®digo civil para adecuarlo a lo que pide la Suprema Corte. Muchos pasos farragosos que a veces se encallan.
Esas sentencias suelen basarse en el respeto a los derechos humanos y a la Constituci¨®n. Como describe una de ellas, de 2017, las personas tienen derecho a definir su identidad sexual y de g¨¦nero, y a que ¡°los datos que figuran en los registros, as¨ª como en los documentos de identidad, correspondan a la definici¨®n que tienen de s¨ª mismos¡±, porque se les tiene que garantizar ¡°el libre desarrollo de la personalidad, el derecho a la privacidad, el reconocimiento de la personalidad jur¨ªdica y el derecho al nombre¡±. Meritxell Calder¨®n, abogada especialista en derechos humanos, lo completa con una idea clave: ¡°El Estado es una estructura social que est¨¢ ah¨ª para garantizar los derechos humanos, si no, no tiene sentido de ser. Tiene que garantizar que t¨² puedas hacer esos tr¨¢mites, no limitarlos¡±.
Seg¨²n el informe de la Asociaci¨®n por las Infancias Transg¨¦nero, en 21 Estados mexicanos ya es posible ir al Registro Civil y hacer el cambio de nombre. Pero solo en cinco se permite a menores: Sinaloa, Jalisco y los consulados de M¨¦xico en el mundo pueden llevar a cabo el tr¨¢mite sin l¨ªmite de edad y Oaxaca, Ciudad de M¨¦xico y Morelos lo permiten, pero a mayores de 12 a?os. En Jalisco y Ciudad de M¨¦xico se puede hacer, adem¨¢s, sin la ¡°la presencia obligatoria de dos progenitores¡±. Es muy importante, porque como explica Ma. Teresita D¨ªaz, la activista que ha estado acompa?ando a Govinda Mart¨ªnez y a su familia en todo este proceso, hay muchas personas que no cuentan con el apoyo de sus padres. Por eso, pide que se cree una instituci¨®n que ayude a estas personas que a¨²n no han cumplido la mayor¨ªa de edad, para que puedan acceder a su derecho.
Atrapados en el limbo burocr¨¢tico
En junio de 2023, la Suprema Corte emiti¨® fallos en esa misma l¨ªnea para Sonora, Baja California Sur, y Baja California, donde vive Govinda. Esos tres Estados, en el plazo de un a?o, deben modificar sus leyes para adecuarlas a lo que pide la SCJN, pero no est¨¢ siendo sencillo.
En ese limbo se han visto atrapados Mart¨ªnez, su familia y D¨ªaz, que est¨¢ llevando todas las gestiones y que fue una de las impulsoras de esa sentencia. Junto con otros colectivos, present¨® una acci¨®n de inconstitucionalidad ante la Comisi¨®n Nacional de Derechos Humanos para que esta, a su vez, la llevara a la Suprema Corte y se pronunciara ante las supuestas vulneraciones de Baja California. Despu¨¦s, recogieron 800 firmas para presentar una iniciativa de ley para las infancias tran. Junto con eso, ten¨ªan el caso de Govinda Mart¨ªnez, que probaba la necesidad de la ley. El combo perfecto para el cambio.
En paralelo, ya hace aproximadamente un a?o que empezaron con los tr¨¢mites para que el nombre de Govinda pudiera aparecer en sus documentos oficiales, ampar¨¢ndose en la no discriminaci¨®n que promueve la Constituci¨®n mexicana y en el respeto a los derechos humanos de varias convenciones internacionales. Fueron al Registro Civil de Playas de Rosarito y solicitaron el cambio. La primera vez se lo negaron, argumentando que no era legal porque deb¨ªa ¡°tener al menos 18 a?os cumplidos¡±. Unos meses m¨¢s tarde de la sentencia de junio de 2023 de la Suprema Corte para Baja California, D¨ªaz cuenta que volvi¨® con Mart¨ªnez y sus padres al Registro Civil. La persona que los atendi¨®, dice la activista, ni siquiera conoc¨ªa el reciente fallo de la SCJN. Cuando la activista le mostr¨® la sentencia, el funcionario acept¨® la petici¨®n, pero el 30 de diciembre, el Registro Civil del Estado volvi¨® a declarar la rectificaci¨®n improcedente, porque el C¨®digo Civil de Baja California a¨²n no se hab¨ªa modificado para adecuarse a lo que establec¨ªa la SCJN. Aunque seg¨²n afirma D¨ªaz, a ellas no se lo notificaron hasta el 7 de marzo.
La activista ha acudido a instancias mayores a poner quejas y reclamar derechos. A lugares como la Comisi¨®n de Derechos Humanos, pero todav¨ªa no han conseguido salir de ese laberinto.
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