Aliou San¨¦, activista: ¡°El reto ahora es que la esperanza de los j¨®venes senegaleses no se transforme en decepci¨®n¡±
El cofundador de uno de los movimientos que impuls¨® los cambios pol¨ªticos desde 2021 pide al nuevo Gobierno que aproveche el optimismo reinante en el pa¨ªs para cumplir sus promesas de reforma de las instituciones y mejor gesti¨®n de recursos, que podr¨ªan frenar la migraci¨®n masiva
En enero de 2011, Aliou San¨¦ (Casamance, 42 a?os) y un peque?o grupo de artistas y periodistas senegaleses dijeron basta. Estaban cansados de los apagones, del empobrecimiento de la sociedad, del autoritarismo y del desencanto que sent¨ªan los ciudadanos hacia la clase pol¨ªtica y crearon el movimiento ¡°Y¡¯en a marre¡± (Estamos hartos). Desde entonces, aseguran haber sido una especie de ¡°centinelas de la democracia¡±, un zumbido en el o¨ªdo de presidentes, jefes de gobierno y alcaldes del ¨²ltimo pueblo del pa¨ªs africano. Sean del color pol¨ªtico que sean.
El activismo de San¨¦ se vio puesto a prueba desde 2021, cuando Senegal sufri¨® un alarmante retroceso de las libertades y hubo importantes protestas en las calles, mientras el entonces presidente Macky Sall estudiaba presentarse a un tercer mandato. Este defensor de los derechos humanos fue encarcelado cuatro meses en 2023 por visitar al principal l¨ªder opositor, Ousmane Sonko, hoy primer ministro, mientras estaba en arresto domiciliario. Hoy, su trabajo en ¡°Y¡¯en a marre¡± le lleva hasta el ¨²ltimo pueblo de Senegal para insistir en la importancia de ser ciudadanos responsables y comprometidos. ¡°Desde no tirar al suelo el vaso del caf¨¦, hasta exigir la rendici¨®n de cuentas del alcalde¡±, afirma San¨¦. Al mismo tiempo, observa los primeros pasos del ejecutivo de Bassirou Diomaye Faye y garantiza que los j¨®venes no se van a conformar con promesas incumplidas.
¡°El reto ahora es que la esperanza de los j¨®venes senegaleses no se transforme en decepci¨®n¡±, dice en una entrevista con este diario durante una breve visita a Madrid, organizada por la ONG MunduBat, que ha ayudado a su movimiento a concretar varios proyectos, como una casa de acogida para activistas africanos en peligro, que cuenta con fondos de la cooperaci¨®n vasca.
Pregunta. En las elecciones legislativas de noviembre, el partido del primer ministro Ousmane Sonko logr¨® 130 diputados de 165. Con estos resultados, ?se cierra definitivamente un ciclo y se abre otro en Senegal?
Respuesta. Los resultados me dan mucha esperanza, como a la mayor¨ªa de los senegaleses, que se sienten optimistas. El presidente Bassirou Diomaye Faye tiene ahora margen para poner en pr¨¢ctica el programa que vendi¨® a los senegaleses, muy centrado en las reformas de las instituciones y en el buen gobierno, sobre todo la rendici¨®n de cuentas. Con su voto, el pueblo est¨¢ enviando un mensaje: os hemos elegido, pero ahora ten¨¦is que demostrarnos qu¨¦ vais a hacer.
P. A Ousmane Sonko se le critica por populista. ?Usted qu¨¦ piensa?
R. Es un l¨ªder pol¨ªtico que tiene su estilo y sus ideas, que defendi¨® desde que comenz¨® a hacer oposici¨®n al anterior Gobierno. Mucha gente, sobre todo j¨®venes, han cre¨ªdo en ¨¦l. Si Sall no hubiera hecho todo lo que hizo para apartarlo de la carrera presidencial, ser¨ªa probablemente jefe de Estado. Como decimos en mi pa¨ªs, al alba?il se le juzga delante de la pared de cemento, as¨ª que, ahora que tienen el poder, tienen que actuar. Los resultados hablar¨¢n por ellos y el pueblo juzgar¨¢. El nivel de conciencia ciudadana y pol¨ªtica de los senegaleses ha crecido y si la clase pol¨ªtica no est¨¢ a la altura, el pueblo, sobre todo los j¨®venes, esperar¨¢ de nuevo el d¨ªa del voto para expresar su voluntad.
P. ?Los j¨®venes han sido cruciales para esta transici¨®n pol¨ªtica en Senegal?
R. Sonko habla a los j¨®venes, les dice que el sistema tiene que cambiar y que necesitamos otro tipo de pol¨ªtica. Y los j¨®venes senegaleses, que ve¨ªan la pol¨ªtica como algo ajeno y hasta sucio, comienzan a observarla con inter¨¦s. Esa juventud se sent¨ªa abandonada y buscaba y todav¨ªa busca el Dorado lanz¨¢ndose al mar, debido a la crisis econ¨®mica del pa¨ªs, donde, tras la independencia, un grupo peque?o se enriqueci¨® a costa del pueblo senegal¨¦s. Movimientos como el nuestro tambi¨¦n han desempe?ado un papel importante al poner cuestiones clave sobre la mesa, como la democracia, la rendici¨®n de cuentas, la separaci¨®n de poderes. Y es importante el papel de la di¨¢spora. Los que se fueron ven otras maneras de gobernar, cuentan a los que se quedaron c¨®mo se vive y se ejerce la democracia en otros pa¨ªses, les dicen que con el voto s¨ª se pueden cambiar las cosas y eso tambi¨¦n ha influido en los j¨®venes.
Nosotros hemos dicho siempre que los j¨®venes que migran tambi¨¦n son v¨ªctimas. Quedarse en el pa¨ªs es una manera de luchar para que las cosas cambien, pero es dif¨ªcil convencer a un joven de esto si a su alrededor no ven razones para esperar
P. ?Siente en esos j¨®venes el mismo deseo de marcharse que antes de este proceso pol¨ªtico en Senegal?
R. Con nosotros trabaja un chico que hab¨ªa iniciado el proceso de migraci¨®n para ir a Canad¨¢. Un d¨ªa, en plena campa?a electoral para las presidenciales, dijo que hab¨ªa parado todo, porque ten¨ªa esperanza de que las circunstancias cambien y no haya necesidad de marcharse. El reto ahora es que la esperanza de los j¨®venes senegaleses no se transforme en decepci¨®n. El programa de las nuevas autoridades es muy claro: desarrollo basado en nuestros recursos que hasta ahora benefician m¨¢s al extranjero que a nosotros para que nuestros j¨®venes no sue?en con irse. En nuestros movimientos sociales, hemos dicho siempre que muchos j¨®venes que se van son v¨ªctimas, porque sufren una especie de radicalizaci¨®n y deciden asumir ese riesgo. Nosotros les decimos que vamos a luchar desde aqu¨ª para que las cosas cambien, pero es dif¨ªcil convencer a un joven si a su alrededor no ve razones para esperar.
En el oriente de mi pa¨ªs, las comunidades est¨¢n literalmente sentadas sobre oro, pero la gente no tiene ambulatorios a los que acudir si su hijo se pone enfermo y mientras, los aviones aterrizan y despegan cargados de riqueza
P. En Senegal se est¨¢ diciendo basta tambi¨¦n a los coletazos del colonialismo y se quiere leer la historia con otros ojos.
R. En los ¨²ltimos a?os ha emergido un sentimiento de conciencia africana encarnado sobre todo en una juventud sin complejos que cree que las relaciones deben basarse en el respeto y no en la explotaci¨®n. El presidente franc¨¦s Emmanuel Macron habla de sentimiento antifranc¨¦s, pero no es eso. Sonko, por ejemplo, ha dicho que Francia debe levantar su rodilla de nuestro cuello y es una imagen que cala en la juventud, convencida de que no se puede seguir as¨ª, permitiendo que nuestras riquezas beneficien m¨¢s a Francia que a Senegal. En el oriente de mi pa¨ªs, las comunidades est¨¢n literalmente sentadas sobre oro, pero la gente no tiene ambulatorios a los que acudir si su hijo se pone enfermo y mientras, los aviones aterrizan y despegan cargados de riqueza. No dejan nada. Ahora se quiere romper con esta manera de hacer las cosas.
P. Sonko tambi¨¦n dijo a Macron que los ¡°tiempos hab¨ªan cambiado¡±, refiri¨¦ndose a la masacre de Thiaroye, que el gobierno senegal¨¦s est¨¢ investigando.
R. Claro, la historia debe contarse de otra manera, Francia debe reconocer su crimen. El hervidero de dignidad que se siente en los j¨®venes, de ver el pasado y el presente con otros ojos, no es solo senegal¨¦s, es africano.
P. Dentro de ?frica, hay diferentes maneras de gestionar ese hervidero al que usted se refiere. La Comunidad Econ¨®mica de Estados de ?frica Occidental (Cedeao) ha encargado a Diomaye Faye que medie con las juntas militares de Mal¨ª, Burkina Faso y N¨ªger. ?Es una buena idea?
R. Por una parte, la Cedeao no refleja las aspiraciones de los pueblos. Senegal cree que este organismo se puede transformar desde dentro, con jefes de Estado m¨¢s j¨®venes y tal vez, con otra mentalidad. Por otra parte, Mal¨ª, Burkina Faso y N¨ªger han creado la Alianza de Estados del Sahel, la AES, que tiene su ancla en ese sentimiento panafricano de lucha contra el terrorismo. Pero no se pueden justificar todas las decisiones o reacciones de las autoridades de estos pa¨ªses, donde la democracia y los derechos humanos est¨¢n en peligro, donde hay activistas y periodistas detenidos. En Guinea, por ejemplo, tenemos dos hermanos presos, detenidos irregularmente. En Burkina, Guy-Herv¨¦ Camp, abogado y activista, est¨¢ encarcelado. Ojal¨¢ Senegal y sus autoridades puedan hacer algo para mediar y unir los dos extremos del hilo.
Los pueblos de ?frica ya est¨¢n conectados, el problema son los jefes de Estado, las instituciones, que no nos siguen
P. Escuch¨¢ndole hablar, queda claro que una cosa son los gobiernos y otra los pueblos de ?frica.
R. Los pueblos de ?frica ya est¨¢n conectados, el problema son los jefes de Estado, las instituciones, que no nos siguen. Nuestro movimiento, por ejemplo, ya es panafricano, tiene hermanos en otros pa¨ªses. Eso es el panafricanismo para m¨ª, esa uni¨®n genuina de los pueblos.
P. Su movimiento, Estamos hartos, ?sigue teniendo raz¨®n de ser o pasa a otra fase en su militancia?
R. Seguimos vigilantes. El movimiento es una referencia en el pa¨ªs y tiene una misi¨®n de protesta y una misi¨®n de propuesta, tal vez menos espectacular y visible pero igualmente necesaria. Vamos a todas partes a hablar con las autoridades locales y con la gente. Conversamos sobre el estado de los espacios p¨²blicos, el respeto al medio ambiente, la manera de ser mejores ciudadanos para ser agentes de transformaci¨®n y de mejorar los gobiernos locales, con autoridades verdaderamente comprometidas y que rindan cuentas.
P. Hemos hablado del Gobierno, de otros presidentes, de los hermanos de su movimiento. Pero ?d¨®nde est¨¢n las mujeres de Senegal?
R. Hay avances, pero nuestra sociedad sigue siendo muy patriarcal. En Senegal, por ejemplo, hay paridad en los diputados, pero la realidad es que, en general, las mujeres han sido m¨¢s utilizadas que impulsadas en mi pa¨ªs. Se necesita crear espacios para que las mujeres puedan de verdad emerger. Est¨¢n pasando cosas en el buen sentido, pero nos queda mucho camino.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.