Natzaret, el barrio que se perdi¨® con su playa

¡°La playa era mejor que la del Cabanyal, porque no ten¨ªa la acequia de Vera, que llevaba cosas muertas, y era muy limpia. Hab¨ªa baile en el Mar Azul, hab¨ªa feria, hab¨ªa bolera, el Benimar ten¨ªa pista de patinaje. Y todos ven¨ªan aqu¨ª, hasta los ilustres de Franco¡±, cuenta Carmen Valls, de 78 a?os, y su mirada se ilumina antes de volverse amarga porque de aquello solo queda el recuerdo. Detr¨¢s de ella hay ahora un muro lleno de pintadas, un solar con restos de ocupaci¨®n industrial y el sonido inconfundible del trasiego portuario. Es el mismo lugar de dos planetas distintos.

Hace 30 a?os, la playa de Natzaret, el barrio de 7.000 habitantes que cierra por el sureste la ciudad de Valencia, desapareci¨® bajo una ampliaci¨®n del puerto que las autoridades consideraron necesaria para garantizar el crecimiento econ¨®mico. Cientos de casas orientadas al mar se quedaron mirando a ninguna parte. ¡°Las viviendas se depreciaron, perdimos calidad de vida y mucha gente que trabajaba en la hosteler¨ªa perdi¨® el sustento¡±, resume Julio Molt¨®, portavoz de la Asociaci¨®n de Vecinos.

El Ayuntamiento y la autoridad portuaria firmaron el acuerdo de cesi¨®n de la playa en 1986. Dos a?os despu¨¦s la arena qued¨® oculta bajo el asfalto mientras los camiones volcaban enormes rocas en el agua para crear los nuevos muelles, explica Molt¨®. En 1998 el Consistorio firm¨® otro convenio con el puerto para transformar la f¨¦rtil huerta de La Punta, que rodeaba el barrio, en una zona log¨ªstica. Los campos fueron urbanizados y las alquer¨ªas demolidas entre una fuerte resistencia vecinal. Pero 20 a?os m¨¢s tarde el espacio es una larga sucesi¨®n de calles vac¨ªas y descampados debido a una deficiente tramitaci¨®n administrativa, que anul¨® el Tribunal Supremo.

Ricard P¨¦rez Casado fue el alcalde que sacrific¨® la playa de Natzaret. ¡°No me arrepiento. Creo que la decisi¨®n fue un acierto basado en el coste beneficio. La ampliaci¨®n del puerto gener¨® actividad econ¨®mica y ayud¨® a regenerar las playas del norte de la ciudad. Y la ecolog¨ªa tampoco era una prioridad hace 30 a?os. Nuestra sensibilidad ahora es superior, y me alegro¡±, afirma el antiguo dirigente socialista.

¡°Desgraciadamente¡±, se?ala Aurelio Mart¨ªnez, presidente de la Autoridad Portuaria de Valencia, ¡°la opci¨®n entonces era crecer o no crecer. Las instalaciones podr¨ªan no haberse ampliado, lo cual hubiera sido leg¨ªtimo. Pero entonces no tendr¨ªamos un puerto transoce¨¢nico y no generar¨ªamos 39.000 puestos de trabajo entre directos e indirectos como hacemos ahora¡±.

El experto en transporte Vicent Torres plantea, en cambio, que los c¨¢lculos del puerto no computan el coste ambiental, ni el de oportunidad: ?cu¨¢nta riqueza generan dos kil¨®metros de playa urbana? Grandes ciudades desarrolladas como Nueva York, Londres y Copenhague, prosigue Torres, han ido alejando la actividad portuaria y han recuperado el borde mar¨ªtimo y fluvial para otras actividades.

Tanto el puerto como el Consistorio son conscientes de la deuda con Natzaret, el barrio m¨¢s pobre de la ciudad, que no se sald¨® durante el largo gobierno local del PP. El primer pago se ha concretado en un parque de 60.000 metros cuadrados, impulsado por el alcalde Joan Rib¨®, cuyas obras acaban de arrancar. Rodear¨¢ la antigua desembocadura del rio Turia, al norte del barrio. Y estar¨¢ conectado por un corredor verde con el parque natural de L¡¯Albufera, situado al sur.

¡°Para el barrio la p¨¦rdida de la playa fue como la p¨¦rdida de una madre, de aquello que le dio vida. El trauma vino, adem¨¢s, con el primer gobierno local democr¨¢tico; fue como si la gente les quitara algo que ellos necesitaban. Hoy yo creo que el duelo ha pasado, sobre todo entre la gente que ha venido despu¨¦s. No es lo mismo llegar o nacer en el barrio con la playa que sin la playa. El habitante nuevo lo que quiere es un r¨ªo, una conexi¨®n metropolitana, espacio p¨²blico¡±, afirma el arquitecto David Estal, coautor del proyecto del nuevo parque y de la Estrategia participativa del barrio de Natzaret, para cuya elaboraci¨®n fueron entrevistadas un centenar de personas.

Natzaret surgi¨® en el siglo XVII como un poblado de pescadores. En 1720 Valencia levant¨® en sus calles un lazareto, inaugurando la tradici¨®n de llevar al barrio los servicios e infraestructuras que la ciudad consideraba molestos o peligrosos. El estigma, en los a?os noventa, lleg¨® en forma de narcotr¨¢fico y episodios violentos, a pesar de lo cual, opina Estal, el barrio no es peor que otros. ¡°Al contrario, tiene muchas cosas mejores: en calidad de la vivienda, en las relaciones entre sus habitantes, que se conocen como en un pueblo, en el movimiento asociativo y en una identidad muy marcada, aunque sea por el sentimiento de p¨¦rdida¡±. Uno de los peligros que acecha al barrio y que el urbanismo debe prevenir, advierte, es el de la ¡°gentrificaci¨®n verde¡±.