Anatom¨ªa de dos ¡®manadas¡¯
La violaci¨®n en grupo de Pamplona y la de Manresa responden a modelos aprendidos del relato pornogr¨¢fico, banalizan la violencia y se apoyan en el grupo
2016, 7 de julio. Cinco hombres violan a una joven de 18 a?os en un cuchitril de tres metros cuadrados en un portal de Pamplona. Ese mismo a?o, 29 de octubre. Seis hombres presuntamente violan a una chica de 14 a?os en una nave abandonada en un camino de Manresa, en Barcelona, y un s¨¦ptimo se queda mirando, masturb¨¢ndose. Ni preservativos. Ni conciencia del delito. Ni arrepentimiento.
Con La Manada, en aquellos sanfermines de hace ahora tres a?os, se puso sobrenombre a la violaci¨®n m¨²ltiple. M¨¢s all¨¢ del m¨ªnimo de agresores que han de participar para que sea considerada como tal (dos o m¨¢s), hay varios elementos comunes que subyacen a este delito cuya visibilidad ha crecido en los ¨²ltimos a?os y para el que no hay datos oficiales, aunque el portal Geoviolencia Sexual contabiliza 125 desde 2016, 34 en lo que va de 2019. No hay consenso entre las expertas sobre si esa subida equivale a m¨¢s casos o se denuncia m¨¢s. En lo que s¨ª coinciden es en que no existe un perfil definido para estos agresores sexuales, aunque observan una constante: son j¨®venes.
En torno a los hechos, s¨ª hay ciertas pautas que se repiten: el contexto en el que se dan, la respuesta de los agresores, la culpabilizaci¨®n de la v¨ªctima o la banalizaci¨®n del delito que est¨¢n cometiendo. Esta es la anatom¨ªa de dos violaciones que podr¨ªan ser, como apuntan las especialistas, la de tantas otras. Como la ¨²ltima conocida, la madrugada del pasado jueves 4 de julio en la zona de ocio de Cala Rajada, en el municipio mallorqu¨ªn de Capdepera.
La recuerda Nina Parr¨®n, activista feminista y directora insular de Igualdad del Consell de Mallorca: cuatro hombres alemanes de entre 19 y 23 a?os que presuntamente violaron a una compatriota de 18 y a los que la polic¨ªa detuvo aquel mismo d¨ªa cuando se dispon¨ªan a coger un avi¨®n en el aeropuerto de Palma de vuelta a Alemania. Cree la experta que esto responde a "unos comportamientos aprendidos a trav¨¦s del relato pornogr¨¢fico en el que se muestran infinidad de relaciones sexuales no consentidas y violentas". Eso, apunta, es una de las cuestiones b¨¢sicas comunes: ¡°Una cultura del sexo basado en un porno cada vez m¨¢s violento, con menos comunicaci¨®n, m¨¢s enfocado a las pr¨¢cticas en grupo y visualizado desde edades m¨¢s tempranas¡±.
Adem¨¢s, apunta, ¡°en general quienes cometen las violaciones suelen ser j¨®venes¡±. Los cinco de Pamplona ten¨ªan entre 24 y 27 en aquel momento; en Manresa, entre 19 y 26, y uno de ellos 39. Tal vez esa ¡°juventud¡±, alega Parr¨®n, sea parte de ese otro elemento com¨²n, ¡°la banalizaci¨®n de la violencia¡±. Para ellos, explica, ¡°es parte de un juego, lo han visto demasiadas veces en una pantalla¡±.
Eso genera un cambio de patr¨®n que indica B¨¢rbara Tard¨®n, investigadora y experta en g¨¦nero y violencia sexual, que tiene que ver tanto con los elementos de la pornograf¨ªa actual, que reproduce todos los mitos que hay en torno a la sexualidad ¡ªla violencia vista como er¨®tica, cosificaci¨®n del cuerpo y de la mujer misma, el poder¡¡ª, como con ¡°la ideolog¨ªa del momento, el contexto social y el momento hist¨®rico¡±. En la violaci¨®n ocurrida en los sanfermines de 2016, los cinco hombres pronunciaron frases como ¡°me toca a m¨ª¡± mientras se re¨ªan, hac¨ªan fotos y grababan v¨ªdeos; en Manresa, la orden del supuesto incitador al uno de sus amigos fue: "Te toca a ti, 15 minutos cada uno. No tardes".
El an¨¢lisis que hace Tard¨®n llega a la conclusi¨®n de que los agresores ¡°no se identifican como responsables, normalizan la agresi¨®n y culpabilizan a la v¨ªctima como incitadora. Para ellos es consentido e intentan generar una duda sobre la mujer a la que agreden¡±. Jos¨¦ ?ngel Prenda, uno de los miembros de La Manada, dijo a la fiscal durante el juicio que ¨¦l recordaba una frase de la v¨ªctima: ¡°Yo puedo con dos, tres, cuatro, cinco¡ Con los que me echen¡±. La pasada semana, en la Audiencia Provincial de Barcelona, los encausados por la violaci¨®n de Manresa contaron que la chica se jactaba de querer "tirarse a todo el mundo¡±.
A eso se a?ade la connivencia del grupo, apunta la experta en violencia sexual: ¡°Blinda su impunidad y se sienten seguros de que lo que est¨¢n haciendo no est¨¢ mal¡±. Y a?ade que esto tambi¨¦n tiene que ver con la cultura de la violaci¨®n: ¡°Una ideolog¨ªa que se transmite y alimenta del patriarcado por la que las mujeres han de estar disponibles para cuando los hombres quieran y como quieran¡±. Algo que se agudiza en entornos de ocio y con alcohol de por medio. En Manresa, un botell¨®n en una nave abandonada ali?ado con drogas. En Pamplona, una fiesta que se alarg¨® durante horas a base de alcohol y otros estupefacientes. Pero advierte Tard¨®n que esto ¡°son desencadenantes, no causantes¡±. ¡°Que quede claro. El ¨²nico responsable de la agresi¨®n es el agresor. Y todo contribuye, los propios espacios y la representaci¨®n de los cuerpos, siempre sexualizados¡±.
Y Lorena A?¨®n, investigadora y profesora de G¨¦nero en la Universidad de Santiago de Compostela, indica "el despu¨¦s": la cr¨ªtica de parte de la sociedad y algunos medios a las propias v¨ªctimas. Recuerda que a ¡°las supervivientes se les coloca siempre en el foco¡±. De la v¨ªctima de La Manada de Pamplona se dijo que hab¨ªa bebido, se cuestion¨® que se quedase a seguir la fiesta despu¨¦s de que su amigo, con el que hab¨ªa ido, se marchara a dormir al coche, incluso se le reproch¨® que meses despu¨¦s de la agresi¨®n ella intentara continuar con su vida. Tuvo detectives privados que la siguieron durante muchos d¨ªas. Sobre la v¨ªctima de Manresa, que ten¨ªa 14 a?os, han ca¨ªdo las mismas cuestiones: qui¨¦n la mandaba estar all¨ª, por qu¨¦ hab¨ªa bebido, por qu¨¦ no estaba en su casa.
A?¨®n asegura que esto ¡°tiene un calado importante en el imaginario de la ciudadan¨ªa¡±. ¡°En los juicios se habla de las mujeres 'drogadas' o 'borrachas' de forma constante, se pone el foco ah¨ª. Y es fruto de una cultura patriarcal en la que los estereotipos dictan qu¨¦ debe hacer una mujer y c¨®mo debe ser. Y c¨®mo tiene que ser un hombre y qu¨¦ debe hacer¡±. En este contexto, seg¨²n A?¨®n, la cosificaci¨®n de la mujer es ¡°normal¡±. ¡°?No est¨¢n normalizadas pr¨¢cticas en este pa¨ªs como cerrar un negocio y celebrarlo y¨¦ndose a locales de prostituci¨®n?¡±, espeta A?¨®n. ¡°Lo est¨¢, est¨¢ normalizado, y eso naturaliza pr¨¢cticas opresoras como la prostituci¨®n, algo que atenta continuamente contra la dignidad de las mujeres y los derechos humanos¡±.
Bebidas alcoh¨®licas, drogas. Fiesta. Varios hombres contra una sola mujer. La laxitud de perpetrar una violaci¨®n entre varios con un ¡°me toca a m¨ª¡±, con un ¡°te toca a ti¡±. Una justicia que, en primera instancia al menos, no vio ni ve violencia ni intimidaci¨®n. Insinuar que la v¨ªctima lo provoc¨®, asegurar que ella quer¨ªa. Una falta absoluta de responsabilidad por el delito. "S¨ª, ese es el resumen, que encaja en estas dos violaciones y seguir¨¢ haci¨¦ndolo si no hacemos nada, si no ponemos esto en el centro de la agenda social, pol¨ªtica e informativa", concluye B¨¢rbara Tard¨®n. "Y esto no es solo la violencia sexual, es el origen, el machismo, el patriarcado".
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