Que no sea por optimismo perezoso
La teor¨ªa de que vamos hacia una fase end¨¦mica en la que podemos convivir con el virus presenta muchas lagunas


La psicolog¨ªa que estudia las disonancias cognitivas tiene bien descrito uno de los comportamientos de autoenga?o m¨¢s habituales: la tendencia a creer, entre todas las teor¨ªas posibles, aquellas que nos resultan m¨¢s convenientes por nuestros propios intereses, aunque no sean las m¨¢s s¨®lidas. Agotados por casi dos a?os de subir y bajar en la monta?a rusa de la pandemia, se abre r¨¢pidamente paso la teor¨ªa de que ha llegado el momento de convivir con el virus, de tratarlo como a una gripe. Es decir, dejar que circule libremente, sin ninguna restricci¨®n y fiando toda la estrategia preventiva a la eficacia de las vacunas.
La llave m¨¢gica para entrar en esa nueva fase ser¨ªa la palabra endemia. Se argumenta que con las vacunas y la incre¨ªble expansi¨®n de la ¨®micron, la mayor parte de la poblaci¨®n estar¨¢ inmunizada y podremos dejar atr¨¢s la fase de pandemia y adentrarnos en la de endemia. Pero el t¨¦rmino se presta a mucha confusi¨®n y desde luego no ayuda a clarificar la situaci¨®n las idas y venidas de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, que tan pronto dice que en primavera podemos entrar en una fase de estabilizaci¨®n, como avisa de que la pandemia est¨¢ lejos de terminar: ¡°End¨¦mico no significa inofensivo¡±, advierte en la revista Nature Aris Katzourakis, especialista en gen¨¦tica evolutiva y profesor de la Universidad de Oxford (Reino Unido). Un virus se vuelve end¨¦mico cuando alcanza un nivel estable de infecciones, sin grandes oscilaciones.
Pero incluso si SARS-Cov-2 se hiciera end¨¦mico, la cuesti¨®n ser¨ªa en qu¨¦ nivel de afectaci¨®n se estabilizar¨ªa: es decir, cu¨¢nta enfermedad grave y cu¨¢nta mortalidad provocar¨ªa. Los catarros, causados tambi¨¦n por coronavirus, son end¨¦micos y perfectamente soportables. Pero tambi¨¦n son end¨¦micas la malaria, que en 2020 mat¨® a 600.000 personas en el mundo, o la tuberculosis, que afect¨® a 10 millones de personas, de las que 1,5 millones murieron.
Tras las cifras de la sexta ola, con m¨¢s de cien mil infectados diarios en Espa?a, cualquier incidencia nos parecer¨¢ baja. Pero eso no significa que el virus deje de ser peligroso. Katzourakis advierte de que ¡°una enfermedad puede ser end¨¦mica, generalizada y mortal¡±, y rebate la ¡°idea err¨®nea, generalizada y optimista¡± de que los virus se hacen con el tiempo m¨¢s benignos. De hecho la alfa y la delta eran m¨¢s virulentas que la cepa original de Wuhan. La beta y la gamma eran tambi¨¦n muy peligrosas, pero menos transmisibles que la ¨®micron, que adem¨¢s ha mostrado una alta capacidad de reinfecci¨®n. La evoluci¨®n puede ser a peor, como se vio en la llamada gripe espa?ola de 1918: la segunda ola fue mucho m¨¢s letal que la primera.
Est¨¢ claro que mientras el virus circule por alguna parte del mundo, existir¨¢ la posibilidad de una mutaci¨®n a peor. No esper¨¢bamos ¨®micron capaz de sortear tan f¨¢cilmente la protecci¨®n de las vacunas frente al contagio y tampoco podemos descartar otra cepa capaz de sortear la protecci¨®n contra la enfermedad grave. Pero incluso si tuvi¨¦ramos suerte y no apareciera ninguna variante peor, antes de decidir que podemos convivir con el virus y dejarlo que se expanda a sus anchas, deber¨ªamos aclarar una cuesti¨®n: ?cu¨¢ntas muertes consideramos aceptables para abandonar las restricciones y pasar de la fase de convivencia? ?Las mismas que la gripe? ?En un a?o normal o en un a?o de especial virulencia?
Y si vamos a convivir con una alta e imprevisible presencia del virus, ?no ser¨ªa necesario reforzar el sistema sanitario? Porque relegar al resto de patolog¨ªas, como ocurre ahora, para atender la covid-19 no parece un plan sostenible. A Katzourakis lo frustra que algunos pol¨ªticos fomenten el optimismo perezoso y utilicen la palabra end¨¦mico ¡°como excusa para hacer poco o nada¡±. ¡°La mejor manera de evitar que surjan m¨¢s variantes, m¨¢s peligrosas o m¨¢s transmisibles es detener la propagaci¨®n, si es posible sin restricciones, y eso requiere muchas intervenciones de salud p¨²blica, incluida la equidad en la distribuci¨®n de las vacunas¡±.
Si cambiamos de estrategia, que no sea por optimismo perezoso.
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