Los mitos de la cultura de la violaci¨®n en el juicio a Alves: del ¡®no dijo que no¡¯ a las lesiones vaginales
El comportamiento de la v¨ªctima, c¨®mo opera el consentimiento o supuestas respuestas fisiol¨®gicas son algunas de las creencias falsas que se han intentado usar en el proceso
Todav¨ªa en Espa?a, como en el resto del mundo, sobrevuelan ciertas ideas y estereotipos alrededor del sexo que en realidad no tienen que ver con ¨¦l, sino con el poder y con la concepci¨®n de que las mujeres son propiedad del hombre. Es la cultura de la violaci¨®n: las creencias o conductas que sustentan la idea de que el sexo es un derecho para los hombres que las mujeres deben satisfacer. Cuando eso ocurre, el sexo deja de ser sexo ¡ªdeseo, reciprocidad¡ª y se convierte en violencia.
Frases como ¡°las mujeres dicen no cuando quieren decir s¨ª¡±, ¡°iba vestida como una puta¡±, ¡°lo estaba pidiendo¡± o ¡°?por qu¨¦ no se fue de all¨ª?¡± son ejemplos del sistema de mitos de la cultura de la violaci¨®n recogidos por la ONU para describir este concepto. Algunas de esas ideas se han filtrado a lo largo del proceso y el juicio a Dani Alves, que acab¨® la noche de este mi¨¦rcoles tras tres sesiones en las que la ¨²nica oportunidad de la defensa ¡ªcon las pruebas forenses, las perif¨¦ricas, la declaraci¨®n de la v¨ªctima y de los testigos¡ª era desacreditar a la v¨ªctima: la mujer de 23 a?os que lo denunci¨® por intentar obligarla a practicarle una felaci¨®n, abofetearla, insultarla y violarla en un ba?o de la discoteca Sutton de Barcelona el 31 de diciembre de 2022.
A continuaci¨®n, los momentos en los que los falsos mitos de la cultura de la violaci¨®n se han colado en el juicio y c¨®mo la Fiscal¨ªa y los forenses del juzgado han desmontado algunos.
La culpabilidad de las propias v¨ªctimas
¡°Inicialmente, no quer¨ªa denunciar por miedo a la repercusi¨®n que pod¨ªa tener, dijo que se sent¨ªa culpable de lo ocurrido y tuvimos que contarle que ella no era culpable de nada¡±. Eso fue lo que el polic¨ªa que habl¨® con la v¨ªctima la Nochevieja de 2022 cont¨® en el juicio. La cultura de la violaci¨®n no opera solo en los hombres; es, como su propio nombre indica, una estructura social. Seg¨²n la ONU, esa cultura es ¡°omnipresente¡±, ¡°est¨¢ grabada en nuestra forma de pensar, de hablar y de movernos por el mundo¡±.
En este caso, esas ideas son las que llevan a que una mujer se sienta responsable de su propia agresi¨®n. Por eso, como demandan desde hace d¨¦cadas especialistas e instituciones, e introdujo como obligatorio la ley de libertad sexual, cualquiera que trabaje en los procesos por delitos sexuales ha de conocer y reconocer esas falsas creencias para atajarlas y eliminar sesgos, desde los agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad hasta los profesionales sanitarios o los judiciales.
¡°?La denunciante le dijo que no?¡±
¡°?La denunciante le dijo que no quer¨ªa practicar sexo, lo apart¨®, le hizo alg¨²n gesto para indicar que no daba su consentimiento?¡±, pregunt¨® este mi¨¦rcoles la letrada, In¨¦s Guardiola, a su defendido, Alves.
Desde la entrada en vigor de la ley del solo s¨ª es s¨ª, el consentimiento ha de ser afirmativo. Hace solo unos d¨ªas, la fiscal de sala de violencia sobre la mujer, Teresa Peramato, explicaba a este peri¨®dico por qu¨¦ era importante ese cambio, que tambi¨¦n tiene que ver con una de las ideas de la cultura de la violaci¨®n: la relacionada con que a veces las mujeres quieren decir s¨ª cuando dicen no ¡ªy aun cuando en este caso la v¨ªctima declar¨® expresamente que despu¨¦s de entrar al ba?o, quiso salir, pero ya no pudo¡ª.
Por eso, hasta hace no mucho y todav¨ªa ahora, parece que se ha de exigir ¡°que se resistan, lloren o peleen en contra de ese acto¡±, alegaba Peramato. ¡°Cuando sabemos que en muchas ocasiones, y esto ya lo sienta el Tribunal de Derechos Humanos, muchas mujeres ¡ªy los y las menores¡ª se quedan paralizadas durante una agresi¨®n, sin saber qu¨¦ hacer [la llamada inmovilidad t¨®nica], y si est¨¢s en shock, si eres incapaz de resistirte, con el modelo del no es no, ?qu¨¦ se entiende por consentimiento?¡±, a?adi¨®. El forense que atendi¨® aquella noche a la v¨ªctima explic¨® durante el juicio que su reacci¨®n en el ba?o, donde se qued¨® paralizada, es perfectamente normal ¡ª¡±es un mecanismo de defensa del cuerpo, no se puede controlar¡±, dijo¡ª.
¡°Est¨¢bamos disfrutando los dos ah¨ª¡±
¡°No, en ning¨²n momento me dijo nada. Est¨¢bamos disfrutando los dos ah¨ª y ya est¨¢, nada m¨¢s¡±, contest¨® Alves cuando la letrada le hizo la pregunta anterior.
La respuesta de Alves es similar a la de tantos otros acusados por delitos sexuales. En el caso de La Manada, tambi¨¦n los agresores respondieron en varias ocasiones de esa forma e incluso uno de los jueces que emiti¨® voto particular habl¨® de ¡°jolgorio y regocijo¡± en lo que luego supuso una condena por violaci¨®n m¨²ltiple y continuada. Esa percepci¨®n del sexo como disfrute individual, totalmente ausente de reciprocidad, est¨¢ ligada a la idea de poder, de derecho a que puso sobre papel por primera vez en 1975 la periodista y escritora estadounidense Susan Brownmiller en Contra nuestra voluntad: hombres, mujeres y violaci¨®n, donde plante¨® la violaci¨®n como un acto de poder y no pasional, una herramienta de control sobre las mujeres.
Casi 40 a?os despu¨¦s, Alexandra Rutherford, profesora de psicolog¨ªa en la Universidad de York, hizo una revisi¨®n de aquel libro donde incluy¨® ejemplos de clich¨¦s muy extendidos hist¨®ricamente y que llegan, a veces, hasta el presente, como que ¡°las mujeres en realidad disfrutan siendo violadas¡±. O tambi¨¦n que ¡°las mujeres dicen no cuando quieren decir s¨ª¡±.
Ni el antes ni el despu¨¦s
Otra de las ideas comunes de la cultura de la violaci¨®n que Rutherford incluy¨® en aquella revisi¨®n es que ¡°las mujeres piden [ser violadas] visti¨¦ndose provocativamente¡±. Es decir, que c¨®mo se vistan las mujeres o qu¨¦ hagan o qu¨¦ actitud tengan no solo tiene relaci¨®n, sino que es causante de la agresi¨®n que sufran.
En el juicio a Alves, esa idea se filtr¨® en varias ocasiones. Por ejemplo, cuando In¨¦s Guardiola, la abogada del exjugador, pregunt¨® a la amiga y a la prima de la v¨ªctima: ¡°?La vio bailar abrazada a Alves?¡± o ¡°?su amiga rozaba con las nalgas las partes ¨ªntimas del acusado?¡±. Fue la fiscal, Elisabet Jim¨¦nez, la que este mi¨¦rcoles, durante la ¨²ltima sesi¨®n, explic¨®: ¡°Que una mujer acepte una copa o subir a un reservado no implica que tenga inter¨¦s sexual¡±.
Seg¨²n estableci¨® la ley de libertad sexual a trav¨¦s de la modificaci¨®n del art¨ªculo 709 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, ni el antes ni el despu¨¦s de la agresi¨®n son elementos que la justifiquen y, por lo tanto, el presidente del tribunal est¨¢ legitimado para limitar las preguntas en este sentido y solo las admitir¨¢ de estar justificadas.
El s¨ª: ni eterno ni extensible
Al Mosso con el que la v¨ªctima habl¨® la noche del 31 de diciembre de 2022, le cont¨® que hab¨ªa accedido de forma voluntaria al ba?o, pero que despu¨¦s, cuando quiso irse, ya no pudo. La abogada de Alves, con ese testimonio, insisti¨® durante todo el proceso en que la mujer hab¨ªa prestado su consentimiento y que nunca lo revoc¨®. ¡°Cualquier otra persona en la misma posici¨®n que Alves hubiera entendido exactamente lo mismo que ¨¦l¡±, argument¨®. Ah¨ª radica el problema: la presunci¨®n, err¨®nea, de que un baile, ir a una sala privada o un beso suponen, siempre y sin excepci¨®n, un s¨ª para cualquier otra pr¨¢ctica sexual.
En el trasfondo de la ley del solo s¨ª es s¨ª, es decir, en el trasfondo de las ¨²ltimas d¨¦cadas de avances en materia de violencia sexual y en c¨®mo garantizar la libertad sexual de las mujeres, est¨¢, entre otras cosas, en que esa libertad sea continua y sin condicionamientos: que un s¨ª a las 22.00 puede desaparecer a las 22.05 o que un s¨ª para un beso no es un s¨ª para una penetraci¨®n. El s¨ª es revocable en cualquier momento y en cualquier contexto.
Lo que las heridas (no) demuestran
En medio de la cultura de la violaci¨®n est¨¢ tambi¨¦n inserta esta frase que la profesora de psicolog¨ªa en la Universidad de York Alexandra Rutherford recogi¨® en 2011 para describir el fen¨®meno: ¡°Cualquiera que luche lo suficiente puede resistirse a una violaci¨®n¡±. Esto lleva impl¨ªcito que solo cuando hay se?ales de esa lucha puede entenderse que hubo agresi¨®n, es decir, que una violaci¨®n depende de la capacidad y la intensidad con la que se resista una mujer.
En el juicio, la defensa de Alves intent¨® argumentar que no se hab¨ªa producido violaci¨®n porque no exist¨ªan lesiones vaginales. ¡°?Es imprescindible que haya lesiones vaginales para que haya violaci¨®n?¡±, pregunt¨® la fiscal.
No lo es. Investigaciones desde hace d¨¦cadas establecen que la lubricaci¨®n no est¨¢ asociada al consentimiento y ni siquiera al deseo, y que el flujo vaginal durante una violaci¨®n se debe, en ocasiones, a una respuesta fisiol¨®gica de defensa. Ya en 2004, Roy Levin, un experto en fisiolog¨ªa de la sexualidad del Reino Unido, public¨® la mayor revisi¨®n de la bibliograf¨ªa existente hasta esa fecha sobre esta cuesti¨®n ¡ªExcitaci¨®n sexual y orgasmo en sujetos que experimentan estimulaci¨®n sexual forzada o no consensuada¡ª, para examinar ¡°si la estimulaci¨®n sexual no solicitada o no consensuada puede provocar una excitaci¨®n sexual no deseada o incluso un orgasmo¡±. La conclusi¨®n: ¡°La excitaci¨®n y el orgasmo no indican consentimiento¡± por lo que esas cuestiones ¡°no tienen validez intr¨ªnseca y deben ignorarse¡±.
El tel¨¦fono 016 atiende a las v¨ªctimas de violencia machista, a sus familias y a su entorno las 24 horas del d¨ªa, todos los d¨ªas del a?o, en 53 idiomas diferentes. El n¨²mero no queda registrado en la factura telef¨®nica, pero hay que borrar la llamada del dispositivo. Tambi¨¦n se puede contactar a trav¨¦s del correo electr¨®nico 016-online@igualdad.gob.es y por WhatsApp en el n¨²mero 600 000 016. Los menores pueden dirigirse al tel¨¦fono de la Fundaci¨®n ANAR 900 20 20 10. Si es una situaci¨®n de emergencia, se puede llamar al 112 o a los tel¨¦fonos de la Polic¨ªa Nacional (091) y de la Guardia Civil (062). Y en caso de no poder llamar, se puede recurrir a la aplicaci¨®n ALERTCOPS, desde la que se env¨ªa una se?al de alerta a la Polic¨ªa con geolocalizaci¨®n.
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