Tributo a la canci¨®n mel¨®dica
La serie ¡®Mel¨®dico¡¯ (Movistar +) viene no solo a agradecer la excepcional compa?¨ªa musical que nos calent¨® el coraz¨®n a la generaci¨®n del ¡®baby boom¡¯, tambi¨¦n a reconocer la dign¨ªsima trayectoria de estos artistas
Existe una deuda pendiente con la canci¨®n mel¨®dica espa?ola, ese g¨¦nero popular, rom¨¢ntico y apasionado nacido en los sesenta y con cierta repercusi¨®n en los a?os ochenta y posteriores, pero que sobre todo y a¨²n conviviendo con otros estilos de ¨¦xito (pop, rock, cantautores, canci¨®n del verano, ¨²ltimos estertores de la copla) acapar¨® prioritariamente las listas de ¨¦xitos de nuestro pa¨ªs durante la d¨¦cada de los setenta como uno de los estilos m¨¢s naturalmente arraigados, definiendo los gustos y la sociedad de entonces.
Lo hicieron posible un pu?ado de productores y compositores ¨²nicos tocados con la varita del talento y la emoci¨®n (Manuel Alejandro, Juan Carlos Calder¨®n, G¨®mez-Escolar, P¨¦rez Botija, ?scar G¨®mez o Marin¨ª Callejo) y las personal¨ªsimas y privilegiadas voces fundamentalmente solistas (Camilo Sesto, Julio Iglesias, Roc¨ªo Jurado, Pablo Abraira, Paloma San Basilio, Raphael, Lorenzo Santamar¨ªa, Cecilia, Jeanette, o Nino Bravo) a las que con el tiempo y sin pagarle los servicios prestados, se les fue retirando sin contemplaciones de las radios y las televisiones para dejarlos tirados llorando la p¨¦rdida de su antiguo esplendor en la hierba. Salvo alguna honorable excepci¨®n bendecida por los dioses de la eterna longevidad (Raphael, Julio Iglesias), el resto quedar¨ªan injustamente recluidos en su castillo de nostalgia y apenas si hemos vuelto a escucharles y verles el pelo acaso empaquetados en oferta de giras de glorias retro, dispuestos en los listines de los karaokes para la chapuza del espont¨¢neo impulsado por unas cuantas copas o sirviendo de carnaza en los espor¨¢dicos programas confeccionados con actuaciones de archivo de televisi¨®n, a?adi¨¦ndole el correspondiente r¨®tulo chistoso y no siempre cort¨¦s que hace las delicias de la tropa. Una costumbre, por cierto, la de jubilar prematuramente a nuestros artistas m¨¢s veteranos, genuinamente espa?ola, poco frecuentada en pa¨ªses de nuestro entorno como Francia o Italia, por poner dos ejemplos donde el estilo se cultiv¨® con profusi¨®n.
La admirable serie Mel¨®dico, disponible estos d¨ªas en Movistar+, viene no solo a agradecer la excepcional compa?¨ªa musical que nos calent¨® el coraz¨®n a la generaci¨®n del baby boom, sino tambi¨¦n a reconocer la dign¨ªsima trayectoria de estos cantantes, productores y compositores, repasando algunos de sus m¨¢s gloriosos trabajos, canciones sin las cuales muchas de las surgidas posteriormente no tendr¨ªan pilares en los que asentarse.
Entre declaraciones de aquellos cantantes o productores, as¨ª lo reconocen a destiempo unos cuantos cr¨ªticos musicales y sobre todo un pu?ado de int¨¦rpretes y compositores actuales que desde muy distintos estilos (pop, rock, m¨²sica electr¨®nica, o el movimiento indie) llegaron en su d¨ªa con la perversa idea de matar al padre pero que hoy, quiz¨¢s arrepentidos, se suman a la reivindicaci¨®n ya no solo confesando su devoci¨®n por joyas intemporales del g¨¦nero sino incluso version¨¢ndolas, como es natural, con desigual fortuna e inter¨¦s pero siempre con respeto y estimable voluntad.
Los hay que hablan con profundo conocimiento del tema (Enrique Bunbury parece que acabe de realizar un m¨¢ster sobre la figura del compositor jerezano Manuel Alejandro y nos recuerda ¨¢lbumes olvidados compuestos para Emmanuel, Jos¨¦ Jos¨¦, Jeanette, Roc¨ªo Jurado, Marisol, Hernaldo o Raphael), los hay que lo hacen con un atisbo de indulgente displicencia (escuchen al productor Paco Loco detallando la extra?a secuencia de acordes utilizada por Jos¨¦ Luis Perales en Me llamas), los hay que reconocen lo inevitable (¡°era la m¨²sica que nos enchufaban nuestros padres en los largos viajes en coche¡±, cuenta el actor Asier Etxeandia) y hasta quien lo hace con un poco de prepotente ignorancia (Rufus T. Firefly llega a confesar que los consideraba horteras y un poco na¨ªfs) pero ah¨ª les vemos a todos, trabajando a favor de obra, citados durante alguna larga jornada de estudio para actualizar algunas de las canciones m¨¢s inolvidables, lidiando con la imposibilidad de transportar a un simple teclado aquellas grandiosas secciones de cuerda grabadas por medio centenar de excelsos m¨²sicos.
Hablamos de canciones de amor o desamor, claro, pero puntualicemos tambi¨¦n que sin entrar en los territorios reivindicativos y contestarios de sus coet¨¢neos cantautores o roqueros, tambi¨¦n supieron sumarse con mayor o menor sutileza a las batallas que les impon¨ªa vivir su propio tiempo. Christina Rosenvinge nos recuerda lo que tuvieron de pioneras en la causa feminista algunas de las canciones de Mari Trini, colocando al supervisor var¨®n en su sitio con Yo no soy esa; Roc¨ªo Jurado, expulsando sin contemplaciones de su cama a su leg¨ªtimo en Lo siento, mi amor; Cecilia, tirando de iron¨ªa en Me quedar¨¦ soltera; o Marisol, muy aburrida, envi¨¢ndonos a todos a paseo tras sentirse utilizada y explotada. Mujeres pioneras y valientes que inyectaron en tiempos dif¨ªciles la necesaria dosis de inoculaci¨®n machista sobre un cancionero que, desde luego, merece la pena reivindicar como as¨ª lo hace esta oportun¨ªsima serie realizada con respeto, gusto y conocimiento y de la que esperamos nuevos y necesarios cap¨ªtulos.
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