Los protagonistas de las series basadas en hechos reales se rebelan
La proliferaci¨®n de producciones inspiradas en episodios recientes dispara la conflictividad entre los autores y las personas retratadas
Que el cine no es un profesor de historia demasiado riguroso es sabido desde que en 1915 David W. Griffith consagr¨® la fundacional El nacimiento de una naci¨®n a glorificar al Ku Klux Klan. As¨ª que tampoco pod¨ªa serlo su hija putativa la televisi¨®n. Pero si las licencias dram¨¢ticas m¨¢s o menos exageradas y los errores incluso de bulto siempre han sido la norma en las producciones que adaptan episodios sacados de los libros de historia, el actual auge de las series basadas en hechos reales cada vez m¨¢s recientes ha disparado la cantidad de conflictos entre los responsables de las mismas y las personas a las que retratan, a menudo descontentas con la imagen que se da de ellas en pantalla y preocupadas por los efectos que la ficci¨®n que han inspirado pueda tener en su trayectoria personal y profesional.
Las libertades que se toman los guionistas a la hora de dramatizar hechos hist¨®ricos siempre han tenido consecuencias. En 2008, tras el estreno de John Adams, el historiador Jeremy Stern advert¨ªa en un art¨ªculo dedicado a los errores factuales de la miniserie biogr¨¢fica de HBO sobre el segundo presidente de EE UU de que alguno de ellos hab¨ªa sido incorporado a la entrada sobre Adams en la Wikipedia. Hoy, las consecuencias impactan en la vida de los protagonistas reales de las historias que las plataformas nos sirven por cap¨ªtulos. Es notoria la incomodidad de la casa real brit¨¢nica con el retrato que se hace de algunos de sus integrantes en The Crown, y con los numerosos errores f¨¢cticos, se?alados por historiadores y periodistas, que acumula el libreto de Peter Morgan. Una incomodidad comprensible en una instituci¨®n para la que el cuidado de su imagen es clave. El secretismo de la monarqu¨ªa combinado con el ¨¦xito de la serie han propiciado que para muchos brit¨¢nicos su trama se haya convertido en algo muy parecido a una versi¨®n oficial. Hasta el punto de que a finales de 2020 el entonces ministro de Cultura, Oliver Dowden, plante¨® en una entrevista en el Sunday Mail que Netflix deber¨ªa advertir de que, pese a basarse en hechos reales, la serie es una ficci¨®n. La plataforma hizo caso omiso, aunque s¨ª introduce un mensaje en esa l¨ªnea en otros t¨ªtulos, como Halston o As¨ª nos ven. Eso s¨ª, fugazmente, con letra peque?a y al acabar los cr¨¦ditos finales.
Netflix se tom¨® m¨¢s en serio la demanda que el a?o pasado le puso la octogenaria ajedrecista Nona Gaprindashvili por Gambito de dama, basada en un libro de ficci¨®n pero en la que un personaje afirma que es rusa y que nunca jug¨® contra hombres, cuando es georgiana y en la ¨¦poca en que transcurre la serie ya se hab¨ªa enfrentado a una sesentena de ellos. Gaprindashvili reclam¨® cinco millones de d¨®lares despu¨¦s de que, seg¨²n su abogada, la plataforma se negara a ofrecerle una disculpa y modificar el episodio en cuesti¨®n. Hace dos semanas las partes informaron de un acuerdo extrajudicial que cerraba la disputa y cuyo contenido no se hizo p¨²blico. Olivia de Havilland tuvo menos suerte. En 2017, a sus 101 a?os, demand¨® a los responsables de Feud por c¨®mo aparec¨ªa retratada, alegando que la serie del canal FX daba una mala imagen de ella y violaba su derecho a la privacidad, al mostrarla tachando a su propia hermana, Joan Fontaine, de ¡°bitch¡± (puta). El Tribunal Superior de Los ?ngeles le dio la raz¨®n en primera instancia pero finalmente la decisi¨®n fue revertida y la demanda desestimada por el tribunal de apelaciones del segundo distrito de California, que concluy¨® que frente a las reclamaciones de la actriz prevalec¨ªa la Primera Enmienda de la Constituci¨®n. ¡°En estas obras expresivas, ya sea la persona retratada una estrella del cine mundialmente conocida ¡ªuna ¡®leyenda viva¡¯¡ª o una persona que nadie conoce, ella o ¨¦l no posee la historia. Ni tiene el derecho legal a controlar, dictar, aprobar, desaprobar o vetar la representaci¨®n de personas reales hecha por el creador¡±, dice la sentencia.
La Primera Enmienda, que protege la libertad de expresi¨®n, es ciertamente disuasoria a la hora de recurrir a los tribunales en EE UU. Mike Tyson est¨¢ muy enfadado con Mike, el biopic en ocho cap¨ªtulos (disponibles desde la semana pasada en Disney+) que le ha dedicado Hulu, pero no consta que haya dado ning¨²n paso judicial. En agosto, reaccion¨® al estreno con una pataleta en las redes. En Twitter escribi¨®: ¡°Hulu rob¨® mi historia. Ellos son Goliat y yo soy David. Van a rodar cabezas¡±. Y en Instagram calific¨® la plataforma como ¡°la versi¨®n en streaming de la trata de esclavos¡± y a?adi¨®: ¡°No apoyo su historia sobre mi vida. No es 1822. Es 2022. Han robado la historia de mi vida y no me han pagado. Para los ejecutivos de Hulu solo soy un negrata que pueden vender en la subasta¡±.
Tampoco a los responsables de la docuserie The Staircase les ha hecho ninguna gracia la versi¨®n dramatizada de la misma historia que ellos contaron, la de Michael Peterson, el escritor condenado por matar a su mujer que siempre ha alegado que esta muri¨® a causa de un accidente al caer por las escaleras de casa. El director del documental, el oscarizado Jean-Xavier de Lestrade, cedi¨® todo su material a Antonio Campos, creador de la serie de HBO protagonizada por Colin Firth y Toni Collette, de ah¨ª que aparezca acreditado como coproductor ejecutivo de la misma, pero ha cargado contra la serie porque entiende que cuestiona su profesionalidad. La producci¨®n cuenta la relaci¨®n sentimental entre Peterson y la montadora del documental, Sophie Brunet, iniciada despu¨¦s del estreno del mismo y de la condena del escritor ¡ªcon el que ella ya se carteaba¡ª, y que se prolong¨® 13 a?os, y sugiere que a la hora de editar el material filmado, Brunet y De Lestrade tomaron decisiones m¨¢s guiadas por la voluntad de contribuir a la causa de Peterson que por la de contar la historia de forma rigurosa, algo que ambos niegan.
El caso de The Staircase refleja de forma sangrante la dicotom¨ªa entre los documentales y las recreaciones dramatizadas de hechos reales, dos modalidades en boga y que a menudo sirven para contar una misma historia con resultados incluso divergentes. Las protestas de Brunet y De Lestrade sobre las falsedades que seg¨²n ellos contiene la serie de Campos y que socavan su prestigio profesional enlazan con los argumentos con los que Kareem Abdul-Jabbar enmend¨® la plana hace unos meses a Tiempo de victoria, la serie de HBO sobre los Lakers de los ochenta que el m¨ªtico p¨ªvot calific¨® de ¡°deliberadamente deshonesta¡± en un art¨ªculo en su blog. En el texto, Abdul-Jabbar precisa que ni les exige a las ficciones basadas en hechos reales que todo lo que cuentan sea factual ¡ª¡±A veces, los escritores deben tomarse una licencia dram¨¢tica para transmitir una verdad m¨¢s profunda¡±¡ª ni le afecta personalmente la imagen que se pueda dar de ¨¦l ¡ª¡±No me enfado si alguien quiere retratarme b¨¢sicamente como un Terminator T-800. (¡) He combatido la leucemia, la cirug¨ªa card¨ªaca, el c¨¢ncer, el fuego y el racismo; una representaci¨®n negativa de m¨ª en un programa de televisi¨®n no tiene ning¨²n efecto en m¨ª¡±¡ª, pero advierte de que esta s¨ª puede afectar a otros. El exbaloncestista se remite a una escena en la que env¨ªa a la mierda (¡°fuck off¡±) a un ni?o tras rodar con ¨¦l una secuencia de Aterriza como puedas. Eso nunca sucedi¨®, afirma, y tambi¨¦n que esa imagen de ser ¡°verbalmente abusivo¡± con los menores puede persuadir a alguien de colaborar con su fundaci¨®n, dedicada a fomentar programas educativos para ni?os de barrios desfavorecidos de Los ?ngeles.
Versiones propias
A falta de opciones en los tribunales, la alternativa para los agraviados puede consistir, si tienen suficiente tir¨®n, en promover ellos una producci¨®n, a menudo en forma de documental, que se ci?a a su versi¨®n de los hechos, algo cada vez m¨¢s frecuente, de El coraz¨®n de Sergio Ramos a Jennifer Lopez: Halftime. El estreno de Tiempo de victoria, sin ir m¨¢s lejos, coincidi¨® la pasada primavera con el de Me llaman Magic Johnson, la docuserie de Apple Tv+ en la que es el propio Magic el que lleva la voz cantante a la hora de contar su historia, y en la que los aspectos m¨¢s espinosos de su biograf¨ªa son despachados con desarmante ligereza. Adem¨¢s, la misma Hulu de la que despotrica Tyson ha empezado ya a emitir en EE UU Legacy: The True Story of the L.A. Lakers, respuesta directa en forma de documental y promovida por los propios Lakers a la serie de HBO, con el testimonio de Magic, Kareem y muchos otros protagonistas cr¨ªticos con esta. Y Pamela Anderson, al parecer descontenta con el relato que se hace del episodio de su v¨ªdeo sexual robado en Pam & Tommy ¡ªtambi¨¦n de Hulu¡ª prepara un documental para Netflix en el que contar¨¢ su versi¨®n de la historia.
En Espa?a, si los detalles de la vida privada de alguien ¡°hubieran devenido p¨²blicos por diferentes motivos, podr¨ªan incorporarse a una serie o libro¡±, explica la abogada Diana Garrido, del despacho Garrido y Do?aque, que entre sus ¨¢mbitos de especializaci¨®n incluye el derecho al honor. El art¨ªculo 20 de la Constituci¨®n, que regula la libertad de expresi¨®n, fija entre los l¨ªmites de la misma el derecho ¡°al honor, a la intimidad, a la propia imagen y a la protecci¨®n de la juventud y de la infancia¡±. Garrido apunta que hay sentencias del Supremo que ¡°justifican que se usen datos m¨¢s creativos o de forma m¨¢s dram¨¢tica para amenizar la historia, sin ce?irse exclusivamente a los hechos, siempre y cuando no contengan elementos difamatorios o componentes claramente injuriosos¡±, pero matiza que, si se toman licencias, ¡°lo m¨¢s prudente ser¨ªa a?adir un disclaimer [mensaje] advirtiendo de que hay hechos que se han dramatizado, mezclando realidad y ficci¨®n¡±.
Isabel Pantoja no pudo evitar el estreno, hace ya una d¨¦cada, de Mi gitana, un biopic en tres partes de la cantante con el que Telecinco obtuvo grandes audiencias, pero en 2018 le gan¨® el pulso judicial a Mediaset, a la que hab¨ªa denunciado por intromisi¨®n ileg¨ªtima en el derecho a la intimidad y a la propia imagen, cuando un juzgado de Alcobendas prohibi¨® la comercializaci¨®n y reemisi¨®n de la serie y conden¨® a la cadena a indemnizarla con 10.000 euros. Desde ese encontronazo, la artista tambi¨¦n trata de impulsar, hasta ahora sin ¨¦xito, una pel¨ªcula dram¨¢tica o un documental que ofrezca su propia versi¨®n de su biograf¨ªa.
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