El manual de Trump para demoler la democracia
Deshacer el Estado es sin duda el sue?o com¨²n de Trump, los guerreros MAGA y anarcocapitalistas como Elon. Pero el Estado es un elefante que hay que comerse por pedacitos y ellos lo saben
![Donald Trump](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NAI6O6G7E2WTABZTYMOK4QRJ5Y.jpg?auth=7ded8817dea22d9a8aa30e6186b914004e1cfacc57337909de22a2e450bbeab7&width=414)
Los sue?os de Donald Trump son grandes, h¨²medos, casi acuosos, incluso desmesurados. Una d¨ªa sue?a con anclar el asta con la bandera estadounidense en la isla de Groenlandia, al siguiente con arrebatar el canal a Panam¨¢ y poco m¨¢s tarde con adue?arse de Gaza, limpiarla de la basura que ha dejado la guerra ¨Cy de dos millones de palestinos¨C, para construir un resort a la orilla del Mediterr¨¢neo. Se trata de la Riviera del Medio Oriente, un lugar ¡°incre¨ªble¡±, ¡°internacional¡±, ¡°magn¨ªfico¡± en los 40 kil¨®metros de costa palestina. En los sue?os de Trump los obst¨¢culos geogr¨¢ficos, hist¨®ricos, pol¨ªticos, militares, morales o sociales, son lo de menos. Como buenos sue?os, son muy personales. Pero no se necesita ser un Freud o un Jung para interpretarlos. Son el producto de una psique sin l¨ªmites, capaz de atropellar todo lo que haya de por medio para hacerlos realidad.
Bien visto, el problema no son esos sue?os, que en casi cualquier otro momento de la historia ser¨ªan solo sue?os: unos irreales, unos ambiciosos pero alcanzables y otros irrealizables. El problema es que Trump est¨¢ escoltado por un grupo numeroso de facilitadores con intereses muy variados que est¨¢n all¨ª para complacer sus caprichos y desvar¨ªos sin medir costos ni consecuencias.
Muchos de los anuncios y decretos de las ¨²ltimas dos semanas tendr¨¢n un impacto profundo y de largo plazo dentro y fuera de Estados Unidos, sin considerar siquiera el golpe brutal que representan para la democracia, las aspiraciones de libertad y la soberan¨ªa de otros pueblos.
El caso de la agencia estadounidense para el desarrollo internacional, USAID, es ilustrativo. Solo en Colombia, USAID aporta 330 millones de d¨®lares en ayuda a la sociedad civil, como lo report¨® El Pa¨ªs la semana pasada. Las distintas oneg¨¦s que reciben aportes de USAID han sido esenciales para apuntalar la precaria paz colombiana y manejar el colosal flujo migratorio, en particular de venezolanos, durante la ¨²ltima d¨¦cada. Se trata de una sentencia de muerte emitida contra esas organizaciones, cuyas operaciones dependen en un 70% de la financiaci¨®n estadounidense.
Pero la acci¨®n de USAID abarca ¨¢mbitos tan distintos como el medio ambiente, los derechos humanos, la educaci¨®n y la lucha anticorrupci¨®n.
Los criterios establecidos por el Departamento de Estado de Estados Unidos para garantizar las ayudas son casi risibles, por lo obvias que son las respuestas: ¡°?Hacen a Estados Unidos m¨¢s seguro? ?Hacen a Estados Unidos m¨¢s fuerte? ?Hacen a Estados Unidos m¨¢s pr¨®spero?¡±. En el caso de Colombia, una mayor estabilidad interna implica una mejor calidad de vida para los colombianos y los inmigrantes, lo que implica una menor presi¨®n migratoria. Para Trump, el problema de quienes migran al norte del R¨ªo Bravo es que roban empleos y hacen a su pa¨ªs m¨¢s inseguro ¨Cesto es desde luego falso¨C, ?por qu¨¦ entonces no ayudar a Colombia o cualquier otro pa¨ªs de origen migratorio a tener una mejor sociedad?
La prensa independiente es uno de los sectores de la sociedad civil que m¨¢s sufrir¨¢ con el cese parcial o total de los aportes de USAID. Habl¨¦ con dos colegas que dirigen medios de alta relevancia en pa¨ªses latinoamericanos con situaciones diferentes pero muy desafiantes. Para uno de ellos, la suspensi¨®n es el equivalente a torpedo lanzado contra la l¨ªnea de flotaci¨®n de su nave, para el otro es cr¨ªtica pero no letal.
En todo caso, en dictaduras como las de Nicaragua y Venezuela, el periodismo independiente no puede sostenerse con la venta de publicidad ni aportes privados que son criminalizados.
El menguante aporte de filantrop¨ªas internacionales y de las oneg¨¦s, financiadas a su vez por ¨®rganos como USAID, es la principal fuente de ingresos para operar y vencer la censura, me coment¨® uno de estos colegas. Eliminar esos apoyos es ¡°un espaldarazo para reg¨ªmenes autoritarios¡±, sentenci¨®. Esto es: m¨¢s vida para dictadores como Maduro y Ortega, y aut¨®cratas atornillados como Bukele, quien no por casualidad, tuite¨® celebrando la noticia: ¡°Aunque se presentan como ayudas al desarrollo, la democracia y los derechos humanos, la mayor¨ªa de estos fondos se canalizan hacia grupos de la oposici¨®n, oeneg¨¦s con programas pol¨ªticos, y movimientos desestabilizadores... Recortar esta supuesta ayuda no s¨®lo es beneficioso para Estados Unidos, sino tambi¨¦n para el resto del mundo¡±.
El affair USAID es llamativo porque los voceros de Trump, de Elon a Marco, han elegido los ejemplos m¨¢s rebuscados para desacreditar la acci¨®n de USAID como si fuera una agencia de relaciones p¨²blicas de la ideolog¨ªa Woke. USAID es, en realidad, un importante brazo del soft power estadounidense, se encarga de promover valores asociados a Estados Unidos.
Seg¨²n encuestas, el p¨²blico la ve como parte de la burocracia parasitaria que detesta. Adem¨¢s, considera que la ayuda extranjera es un desperdicio del dinero de los contribuyentes. Puede que haya cierto nivel de desperdicio de recursos y excesos de burocracia, pero de all¨ª que no tenga una importancia estrat¨¦gica para el gobierno hay un buen trecho. Como explica una nota de Pol¨ªtico: ¡°la mayor¨ªa de los estadounidenses no tienen ni idea de lo que es USAID, y mucho menos de lo que hace. De hecho, gran parte del pa¨ªs cree err¨®neamente que la ayuda exterior constituye hasta el 25% del presupuesto federal, seg¨²n la Brookings Institution. En realidad est¨¢ m¨¢s cerca del 1%¡±. Por eso, es tanto un blanco f¨¢cil como una presa deseada. Quien controle USAID podr¨ªa reencauzar su presupuesto a promover la agenda de Trump alrededor del mundo.
Pero nadie se llame a enga?o: el ataque contra USAID es solo la primera de las muchas embestidas que vendr¨¢n de Trump y sus secuaces contra el llamado Deep State. Trump tiene raz¨®n en que la burocracia del Gobierno federal de Estados Unidos es un rival de cuidado. Esos m¨¢s de dos millones de empleados, muchos de ellos profesionales de carrera, que Elon quiere descabezar a trav¨¦s de su Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en ingl¨¦s), no son una mera burocracia: forman la columna vertebral del sistema institucional y encarnan los valores y pr¨¢cticas de la rep¨²blica estadounidense, dentro y fuera de ella. Una de esas pr¨¢cticas es la de la transparencia y la rendici¨®n de cuentas que han hecho a Estados Unidos un pa¨ªs menos corrupto que otros. Y el valor central que hay que atacar es la idea de que nadie est¨¢ por encima de la ley. Para concentrar y consolidar el poder supremo que Trump busca, es necesario acabar con ambas cosas.
Deshacer el Estado es sin duda el sue?o com¨²n de Trump, los guerreros MAGA y anarcocapitalistas como Elon. Pero el Estado es un elefante que hay que comerse por pedacitos y ellos lo saben. Por ejemplo, al amenazar con cerrar la Agencia de Protecci¨®n Ambiental (EPA), la Agencia Federal para el Manejo de Desastres (FEMA), Trump da un paso m¨¢s en esa direcci¨®n.
El fin ¨²ltimo de esta embestida es privatizar el gobierno, subcontratando sus funciones a sus amigotes billonarios, quienes supuestamente pueden hacer todo de manera m¨¢s eficiente y barata. Porque el Estado no es solo un pesado elefante, sino tambi¨¦n una pi?ata muy gorda rellena con caramelos de oro. Hay que darle palos para poder saquearla a gusto y con impunidad.
Pero para lograrlo tienen primero que cooptar las instituciones. Luego deben controlar la opini¨®n p¨²blica eliminando la verdadera competencia informativa. Enti¨¦ndase bien: necesitan acallar la prensa. Y en eso andan.
Las bajadas de tono y cambios de l¨ªnea editorial en torno al Gobierno en medios como The Washington Post, ABC y CNN, son notorias en ese sentido. Tampoco es casual que Elon haya ya adelantado ya parte del trabajo confundiendo a¨²n m¨¢s el ecosistema informativo con una avalancha de mentiras desde X y desacreditando sin C¨¦sar al periodismo. De hecho, en un tuit reciente implic¨® que el The New York Times se hab¨ªa ¡°vendido¡± por recibir fondos del Gobierno de Joe Biden. El sitio de noticias Pol¨ªtico.com ha sido v¨ªctima del mismo ataque.
Hace casi un siglo, Edward Bernays, el padre de la propaganda moderna y arquitecto del golpe de Estado contra Jacobo Arbenz en Guatemala en 1954, escribi¨® un l¨²cido ensayo donde reflexionaba sobre la relaci¨®n entre democracia, sociedad y propaganda. Para Bernays, la educaci¨®n y el sufragio universal hab¨ªan transferido el poder del rey y la aristocracia a las masas. Hab¨ªa que concentrar de nuevo ese poder para dominar la sociedad. Fue as¨ª que las minor¨ªas descubrieron que la propaganda era la forma m¨¢s efectiva para influenciar y controlar a las mayor¨ªas. ¡°Se ha descubierto que es posible moldear de tal modo la mente de las masas que ¨¦stas volcar¨¢n su fuerza reci¨¦n adquirida en la direcci¨®n deseada. En la estructura actual de la sociedad, esta pr¨¢ctica es inevitable. Cualquier cosa de importancia social que se haga hoy, ya sea en pol¨ªtica, finanzas, manufactura, agricultura, caridad, educaci¨®n u otros campos, debe hacerse con la ayuda de la propaganda. La propaganda es el brazo ejecutivo del gobierno invisible¡±. No es abusar de la comparaci¨®n decir que, en este momento, Elon es el Goebbles de Trump, su jefe de propaganda.
Ya sabemos cu¨¢l es el plan maestro: empieza con los inmigrantes, pasa por USAID, sigue con la prensa y llega hasta Gaza.
Mientras tanto, en los c¨ªrculos de oposici¨®n a Trump en Washington D.C. y la propia prensa se insiste en no entrar en p¨¢nico. ¡°No le creas¡±, pide Ezra Klein, el bienpensante columnista de opini¨®n de The New York Times. Klein sabe que Trump sigue una receta de Steve Bannon ¨Csu eminencia gris¨C para aturdir a los medios y al establecimiento dem¨®crata, y as¨ª hacer avanzar mediante grandes saltos la agenda para destruir el Estado. Entiendo que no haya que pelear cada una de las batallas que plantea Trump. Algunas son simples cortinas de humo. Pero Klein se equivoca al decir que no hay que creerle. No creerle es lo mismo que darle tiempo para que siga actuando sin resistencia.
La resistencia debe comenzar ya. Y esa resistencia debe venir desde abajo, de la sociedad civil que se organiza y utiliza los mecanismos a¨²n disponibles para presionar en defensa de sus derechos y de un gobierno federal que sea para la gente y no el patrimonio de la familia Trump y sus c¨®mplices.
Por mucho tiempo, Estados Unidos fue un imperio contenido por una rep¨²blica constitucional. Ambos conviv¨ªan y a veces se solapaban, pero eran limitados por una democracia efectiva. Hoy esos l¨ªmites constitucionales ¨Cel sistema de leyes y los llamados checks and balances¨C est¨¢n siendo borrados y tambi¨¦n la democracia podr¨ªa perderse.
?Qu¨¦ m¨¢s puede hacerse? Mientras haya esperanza de que los dem¨®cratas recobren el congreso en las elecciones de medio t¨¦rmino de 2026, no todo estar¨¢ perdido, porque se podr¨ªan restablecer los mecanismos de control y transparencia. Hay que trabajar para eso. Pero si Trump implantara su hegemon¨ªa a trav¨¦s de un control pleno del sistema institucional, se convertir¨ªa en un C¨¦sar que fue elegido democr¨¢ticamente y quiz¨¢s hasta llegue a imponer el nuevo orden trumpista fuera de Estados Unidos. As¨ª tambi¨¦n mueren las democracias.
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